Mis queridos hermanos y amigos,
Estoy seguro que en tu ambiente social o en el laborar, conoces o has
conocido personas que se consideran únicos. Son el tipo de individuos que
tienen ciertas atribuciones para con los demás, y en lugar de ser sinceros, sus
acciones vociferan: “¡Quiero que te vaya bien, pero no mejor que a mí!”…Quizás,
inadvertida e inconscientemente un gran número de nosotros, nos comportamos
de esa manera.
Es un tipo de comportamiento
donde: la envidia, la codicia, la egolatría, el excentricismo, la mediocridad
y los celos, forman una
amalgama de sentimientos, los cuales son proclives a crear un ambiente tóxico y
dañino; especialmente en el campo laboral en donde podríamos vernos tentados
por la competencia o la capacidad de otros colegas. Aunque también podemos
notar este tipo de comportamiento en otras actividades sociales. A este tipo de
conducta se le conoce en la psicología cómo: “Síndrome de Procusto” (Nombre que proviene de la mitología griega).
Cuenta la mitología que, Procusto tenía
su casa en las colinas, donde ofrecía posada al viajero solitario. Allí lo
invitaba a tumbarse en una cama de hierro donde, mientras el viajero dormía, lo
amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del lecho. Si la víctima era alta y su
cuerpo era más largo que la cama, procedía a aserrar las partes del cuerpo que
sobresalían: los pies y las manos o la cabeza. Si, por el contrario, era de
menor longitud que la cama, lo descoyuntaba a martillazos hasta estirarlo (de
aquí viene su nombre). Según otras versiones, nadie coincidía jamás con el
tamaño de la cama porque Procusto
poseía dos, una exageradamente larga y otra exageradamente corta, o bien una de
longitud ajustable.
Procusto continuó con su reinado de terror hasta que se
encontró con el héroe Teseo,
quien invirtió el juego, retando a Procusto
a comprobar si su propio cuerpo encajaba con el tamaño de la cama. Cuando el
posadero se hubo tumbado, Teseo lo
amordazó y ató a la cama y, allí, lo torturó para “ajustarlo” como él hacía a
los viajeros, cortándole a hachazos los pies y, finalmente, la cabeza. Matar a Procusto fue la última aventura de Teseo en su viaje
desde Trecén hasta Atenas.
La
conducta de Procusto se define cómo:
La incapacidad inconsciente que tiene una persona para reconocer como válidas, las
ideas de otros. O en forma consciente,
el miedo a ser superado profesionalmente por un compañero de labor o un
subordinado, o la envidia hacia ese subordinado. Aquí algunas características
conscientes de los que sufren de este síndrome:
- Tienen miedo de conocer a personas que les va bien, que tengan más conocimientos, capacidades o iniciativas que ellos. Si lo encuentran, les invade una sensación de desconfianza y malestar.
- Enfocan sus energías en limitar las capacidades, creatividad e iniciativa de otros para que no queden en evidencia sus propias carencias.
- Son capaces de modificar su posicionamiento inicial si, con ello, deslegitiman al otro.
- Suelen buscar la complicidad de otros para, entre todos, acabar con aquel que se destaque más que ellos.
¿Conoces a alguien así en tu
lugar de trabajo, en tu familia o en tu ambiente social? ...
El Efecto Dunning-Kruger es un sesgo cognitivo según el cual
los individuos con poca habilidad o conocimientos experimentan una ilusión de superioridad, creyéndose más competentes que personas con mayor preparación. Como resultado, sobrevaloran sus propias capacidades y evalúan erróneamente su nivel de habilidad por encima de la realidad.
Como consecuencia, muchas personas altamente capacitadas pueden dudar de su propia competencia y sentirse inadecuadas para ocupar ciertos roles o liderazgos. Este fenómeno es conocido como el “Síndrome del Impostor.”
Reflexionemos sobre esto que dijo Martin Luther King: “Nada en el mundo es más peligroso
que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda.”, y ahí reside el
problema de personas incompetentes y
al mismo tiempo afectados por el "Síndrome
de Procusto"…
Las
Sagradas Escrituras no están al margen de las conductas humanas; en sus páginas encontramos numerosas historias que ilustran la incompetencia de líderes
narcisistas y de la manifestación de los síndromes mencionados. Estas narraciones no son meras fábulas ni mitos, sino relatos de vivencias de personajes históricos….
Todas estas tendencias, comportamientos, trastornos o síndromes tienen un denominador común: "la imagen que adoptamos al obedecer al ángel caído". Somos el resultado de la desobediencia y, en consecuencia, seguimos patrones de conducta marcados por la degradación y el caos, en lugar de la integración y el orden.
Todas estas tendencias, comportamientos, trastornos o síndromes tienen un denominador común: "la imagen que adoptamos al obedecer al ángel caído". Somos el resultado de la desobediencia y, en consecuencia, seguimos patrones de conducta marcados por la degradación y el caos, en lugar de la integración y el orden.
Ejemplos concretos de personajes bíblicos que
fueron víctimas del Síndrome de Procusto o del Síndrome de Dunning-Kruger, y que a su vez los aplicaron a otros:
- José, amado por su padre más que al resto de sus hermanos, fue vendido por ellos movidos por la envidia. Su túnica de colores resaltó demasiado…, o al menos eso creyeron quienes, dominados por el Síndrome de Procusto, lo ultrajaron.
- David, el humilde pastor de ovejas, sufrió las injusticias del rey Saúl, quien, consumido por los celos y atrapado en el Síndrome de Procusto, intentó matarlo en varias ocasiones, por temor a ser desplazado como rey.
- Pablo, quien antes había sido perseguidor de la iglesia, ahora emergía como un líder en ascenso. Sin embargo, ninguno de los apóstoles quiso reconocerlo, entrenarlo ni respaldarlo; en su lugar, lo aislaron. Solo Bernabé, seguro de sí mismo, vio en Saulo a un gran líder en formación. Lo tomó bajo su tutela y lo capacitó.
Pero, ¿acaso crees que las asambleas religiosas de hoy escapan de este tipo de
comportamiento?...
Definitivamente, ¡No!...
Definitivamente, ¡No!...
Lamentablemente, también existen líderes religiosos con "Síndrome de Procusto" asociados con una oligarquía elitista y caracterizados por una mentalidad cerrada. Estos líderes consideran que su capacidad para dirigir a la feligresía
nunca debe ser cuestionada, pues se creen elegidos.
Sin embargo, a diferencia de esta actitud, el apóstol Pablo nunca afirmó que era capaz de lograr por sí mismo todo lo que
Dios le había encomendado. En cambio, aprendió a mirar más allá de sus propias limitaciones y a confiar en la suficiencia de Cristo.
Si adoptamos la misma actitud que Pablo, podremos descubrir las bendiciones ocultas en nuestras experiencias y ser más tolerantes con las ideas de los demás.
Cuando
nos damos cuenta de que una situación es más grande de lo que podemos manejar, debemos
apresurarnos a abrir la Biblia y orar en busca de orientación y fortaleza. “No
que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros
mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios.” (2 Corintios 3:5).
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| Todos como hermanos |
Cada uno sabrá si padece del síndrome de Procusto, ya sea de manera consciente o inconsciente, o se identifica como un incompetente,
un impostor, o ninguna de estas condiciones mencionadas. Sin embargo, si alguna de esas estas características está presente en nuestro carácter, lo importante es emular el carácter de Cristo, reconocer las carencias propias que debemos solucionar y apostar por la formación
continua para cultivar la humildad y mejorar nuestro conocimiento. Como dijo Sócrates: “Existe un mal, la ignorancia; existe un bien, el conocimiento, pero sólo es útil el conocimiento que nos ayuda a ser
mejores.”
¡Dios los bendiga y los guarde!
Frank Zorrilla





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