martes, 30 de julio de 2019

¿IGUALDAD DE DERECHOS O EMPODERAMIENTO FEMINISTA?

Mis queridos amigos y hermanos,

“El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban”, Kate Millet.

     Frases como las de Kate Millet son muy comunes desde los principios del empoderamiento de la mujer en la vida social, donde muchas veces, no existe una demarcación especifica sobre los derechos de la mujer como ente social, sino más bien una tendencia que combina la libertad y la asignación de roles sociales según el género, emancipación como ser independiente, independencia moral dentro del núcleo que conforma la familia, cuestionamiento sobre la autoridad del hombre sobre la mujer, y por qué no, énfasis en ostentar el poder que ha tenido el hombre desde el inicio de la sociedad constituida…

     Si bien es cierto que en sus orígenes, el feminismo histórico en Europa y en Norteamérica comenzó como un “movimiento sufragista”, es decir, derecho al voto de la mujer en los procesos políticos, este reclamo también incentivó a grupos feministas, a crear un movimiento reivindicador social mucho más amplio, exigiendo demandas sociales como: la eliminación de la discriminación civil para las mujeres casadas, el acceso a la educación, al trabajo remunerado, entre otras cosas…

     Aunque el término: “las feministas” fue usado en 1872 en forma burlona y despectiva para designar a las mujeres que luchaban por derechos iguales a los de los hombres, el neologismo fue adoptado por algunas líderes del movimiento sufragista, como forma de honrar a las mujeres que habían sido víctimas de misoginia (aversión o rechazo hacia las mujeres). Es decir, el movimiento feminista para algunos opositores, se considera cómo: una rebelión de la mujer ante la carencia o ausencia de libertades y derechos (derechos de expresarse, de trabajo, de la patria potestad, de casarse, de divorciarse, de ser dueñas de sus cuerpos, de tener o no hijos, etc. Etc.)… También se puede interpretar como una protesta en contra de la autoridad del hombre en los diversos procesos de cambio, donde el papel de la mujer sólo se circunscribía a la función social domestica, a las labores de la casa, a la procreación y el cuidado de los hijos; y su subordinación legal al hombre, padre o esposo.
  
Desde el punto de vista social, es cierto que no vivimos en la época patriarcal donde el papel de la mujer era condicionado a las labores del hogar, del cuidado de los hijos y del conyugue. Nuestra sociedad ha cambiado en la medida como hemos desarrollado en todos los ámbitos sociales, culturales, económicos y científicos. Por lo tanto, la función y la participación de la mujer en esos procesos de cambio ha evolucionado para desempeñar diversos roles en la sociedad hasta el punto de competir, incluso desplazar al hombre en algunas áreas infraestructurales de la sociedad constituida. Una participación o contribución plausible y necesaria para que exista igualdad entre seres creados sin necesidad de sexismo o animadversión por la diferencias biológicas. Cómo bien lo dictaminó el Creador en sus inicios. “Ayuda Idónea proveeré al hombre”. (Génesis 2:18). Idóneo es sinónimo de: apto, adecuado, competente, ideal, útil, conveniente, capaz…

   Si bien el “feminismo” se define como: “Una ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres” (definición que debemos aceptar ya que fuimos creados con igual valor “varón y hembra fueron creados a la imagen de Dios”. Génesis 1:27), existen otras filosofías entremezcladas con la reivindicación de los derechos femeninos y su independencia del hombre en detrimento de la relación conyugal donde no se reconoce la jerarquía. De ahí el surgimiento de grupos que exigen el “empoderamiento femenino” en todos los aspectos, término creado en la Conferencia Nacional de las Mujeres de Pekín en 1995, donde en lugar de establecer el rol de la mujer como ayuda idónea en una relación conyugal de respeto con sus procesos simbióticos, reclamaron el acceso al poder y toma decisiones como ente único e individual tanto dentro de una relación, como en el entramado social.
     
Como sabemos, ese “empoderamiento feminista” entre muchas reivindicaciones, busca la aceptación de los matrimonios del mismo sexo, la legalización del aborto, a hacer con sus cuerpos lo que quieran, e incluso ignorar las costumbres de la relación entre pareja.

     Pero la pregunta que debemos hacernos es: ¿qué tanto de este pensamiento ha entrado a formar parte del entendimiento y del ejercicio de la feminidad en la vida de las mujeres cristianas?... Al observar el comportamiento humano, en este caso en particular el de las mujeres, me atrevería afirmar que cada mujer lleva por dentro una feminista, entendiendo que el feminismo, desde el punto de vista de la creación, hace que la mujer no viva conforme al diseño bíblico de Dios.

     
     Considero que Eva, con su acción desobediente dejó de ser una mujer virtuosa, de ser la bendición para su compañero, de marcar la diferencia como ayuda idónea, y se convirtió en un ser retrógrado; en la “primera feminista” que existió.



·            Eva ignoró el liderazgo masculino, el feminismo busca la igualdad de roles.

·            Eva actuó de forma independiente, las feministas luchan por su independencia del hombre.

·            Eva pensó que había un propósito fuera del diseño divino actuando sin la participación del hombre, las feministas siguen en la búsqueda de ese propósito sin Dios.

·             Eva cuestionó la Palabra de Dios, las feministas cristianas buscan reinterpretar las Escrituras para ajustarlas a su ideología y justificar sus pensamientos y filosofía ministerial.

     El feminismo ha reclamado que el vivir dentro del rol de esposa y madre ha sido opresivo, y por lo tanto la mujer debe ser liberada. También ha proclamado que al ser creadas iguales al hombre, la jerarquía debe ser anulada, por lo tanto, en la práctica, el hombre o la mujer indistintamente pueden ejercer roles de liderazgo en el hogar y en la iglesia.

     Las feministas dicen: “La jerarquía es opresiva”. Pero según las Sagradas Escrituras, Dios diseñó la jerarquía en la relación hombre-mujer: “Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo El mismo el Salvador del cuerpo”. (Efesio 5:22-23)… La jerarquía ayuda al orden y al buen funcionamiento de las tareas. Si la jerarquía resulta opresiva no es un problema de diseño sino un problema de carácter del que está liderando la relación. Somos más libres como seres humanos cuando afirmamos la legítima estructura que Dios ideó. Además, ese fue el diseño del Creador, y ¿quiénes somos nosotros para objetarlo?

     Como bien dijo el apóstol Pablo en su carta a los Romanos: “Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto” (Romanos 12:2).

     Mi oración para ti, amada hermana, con pensamientos “feministas cristianos”, es que en cada palabra que salga de tu boca, cada acción que realices, y cada pensamiento que esté en tu mente; sea motivada para ejecutar con excelencia los roles y llamados que Dios ha orquestado para ti... ¡Qué puedas reflejar su imagen con tu diseño único y singular de mujer!

¡Dios los bendiga rica y abundantemente!


Frank Zorrilla