domingo, 26 de diciembre de 2021

TRES CONDICIONES SOCIALES SINÓNIMAS DE ÉXITO Y FELICIDAD

Mis queridos amigos y hermanos,


“Buscando la salamanca
 Hasta los montes llegué 
Fui pidiendo para mí
Fortuna, fama y poder.
La noche envolvió mi sombra 
Antes del amanecer.
La fama es la gloria eterna
Que alguna vez sucedió 
El dinero puede ser
Tal vez una condición 
La fortuna es el tesoro 
Que resguarda el corazón.”

 Peteco Carabajal
     
     Esas dos estrofas de la canción escrita e interpretada por Peteco Carabajal, hacen referencia a las tres condiciones que la gran mayoría de los seres humanos conscientes anhelan en mayor o menor grado. Me refiero a la fortuna, la fama y el poder.
  
     ¿Qué ser humano debajo del sol, y a través de los tiempos, no ha sido tentado por poseer cualesquiera de esas tres condiciones o estatus dentro de una sociedad?… 

La avaricia corroe el buen juicio, y cuando la aspiración sólo contemple obtener una de ellas, la mezquindad vestida de codicia anhelarán la obtención de las otras; porque el corazón del hombre es un pozo sin fondo, jamás se llena.
    
     El mundo social, de una forma seductora y atrayente, sirve de marco en la formación del hombre desde sus primeros años de la adolescencia para que éste, subconscientemente, adopte una mentalidad ambiciosa para poseer cosas. Una sociedad que aunque nos parezca irónico, tiene su esbozo precisamente en el seno de la familia. De ahí que la programación que recibimos desde muy pequeños es que
la fortuna, la fama y el poder son sinónimos de una “vida exitosa”. No obstante, no podemos obviar que también somos constantemente bombardeados por los medios de consumo; quienes con su estrategia mercantil, usan imágenes emblemáticas de figuras artísticas, empresariales y/o deportivas para despertar la codicia como atributo a producir cambios favorables a nuestro bienestar a través de la fama y la fortuna…Desde luego que, una vez se obtienen esas dos condiciones sociales, ese gran monstruo que todos poseemos llamado: “ego”, se estimula, elevándonos a una estratosfera social donde la manipulación es utilizada como herramienta para controlar a otros a nuestro antojo. De ahí los caprichos, desvaríos, tropelías y desafueros al probar y embriagarnos con las dulces, pero efímeras mieles del poder. 
  
     En la psicología social se estudia el comportamiento que subyace a la preocupación por el dinero y el éxito. Pero,
¿de dónde proviene este comportamiento?… La sociedad ve cómo valores funcionales: la competitividad y la ambición, porque según estiman los expertos en sociología, estas prácticas inciden en la innovación y en un cambio positivo al desarrollo del hombre como ente social. Por consiguiente, lo contrario a una actitud competitiva es visto como la ineptitud o inhabilidad producto del hombre mediocre. Un hombre rezagado en un conformismo irracional que se resigna a un funesto estatus quo. 
   
     Nada en la vida es eterno, todo es transitorio. La fama en un momento dado, puede tanto exaltarnos o enaltecernos, como también, humillarnos y quizás arruinar toda una trayectoria de éxitos y logros. Es una espirar tanto ascendiente, como descendiente. ¡En honor a la verdad, no existe algo más falso que la fama! Es una burbuja donde el ego es el protagonista. A mayor fama, mayor ego, por lo que una vez la obtienes la soledad puede ser su sombra. Se pierde la privacidad, el encierro o la limitación de movimientos se convierte en rutina y todo cuanto haces o dices es puesto sobre el tapete. No obstante, desde el punto de vista psicológico, la fama puede afectar el autoestima, además de catalizar la depresión, ansiedad y trastornos bipolares o síndrome excesivo compulsivo caracterizado por
fuertes subidas de ánimo seguidas de caídas en picada cuando la valoración se pone en entredichos. 

     Según un estudio, solo un 2% de la gente que alcanza la popularidad, es famosa de forma duradera. 
  
      
¡La fama es compañera fiel de los halagos que engendran alas someras! Estas alas, son entes incorpóreos en la mente alucinante del que la posee, elevándolos a una dimensión quimérica. De ahí que los antiguos emperadores romanos tenían subalternos para hacerles recordar que, aunque se creían dioses, todavía eran seres mortales. No obstante, una vez se pone en entredicho el prestigio y la reputación, paradójicamente, la fama toma otra perspectiva, y toda esa burbuja creada de la personalidad, se desmorona y se hace migajas como un castillo de naipes. Como bien dijo el poeta griego Hesíodo: “La fama es peligrosa: su peso es ligero al principio, pero se hace cada vez más pesado el soportarlo y difícil de descargar”.
    
     
Son tantas las historias desafortunadas de hombres y mujeres a través de los tiempos, quienes en busca de
fortuna, fama y poder, perdieron lo más relevante en la vida del ser humano; el amor fraterno, el calor familiar, la convivencia armónica entre seres homogéneos.  La ambición corroyó sus corazones una vez probaron el dulce néctar que produce la abundancia de bienes. ¡Nunca era suficiente, jamás es aceptable la satisfacción! El poseer dinero no sosegaba la ansiedad, se necesitaba también, la manifestación  del poder. “Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” (1 Timoteo 6:10). 
    
     No es casualidad que el Hijo de Dios fuera tentado específicamente en estos tres aspectos.
Satanás le ofreció abundancia de pan (bienes para satisfacer su carne), ensalzamiento a través de la fama (satisfacción personal), y poder absoluto (para enaltecer su ego). Tres condiciones esenciales que todo ser humano consciente desea obtener. Pero, 

¿cuáles fueron las respuestas de Jesús ante los ofrecimientos capciosos de Satanás?…
 
     Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que esas piedras se conviertan en pan. Él respondió con una cita de Moisés cuando el pueblo de Israel andaba en el desierto: “Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”,,, Jesús hacia mención de Deuteronomio 8:3.
Dejándole saber a Satanás que aun en la desesperanza de bienes materiales para satisfacer la carne, Dios suple provisiones al menesteroso, así como provee alimento a otros seres vivos. 
  
     Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el lugar más alto del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.”En esta tentación,  Satanás se refería a las palabras inspiradas que había escrito el rey David en el Salmo 91 versículos 11 y 12 respectivamente. Satanás de manera astuta eligió esos versículos sin mencionar en lo absoluto los versículos anteriores, donde menciona poner a Dios como la esperanza y habitación primeramente ante todo lo demás. Pero Jesús, estando consciente de que Satanás conocía lo que ya había sido escrito, respondió con otra cita de Deuteronomio 6:3 donde el pueblo de Israel tentó a Dios en Masah: “No tentaréis a Jehová vuestro Dios”. El pináculo del templo significaba: la cúspide o fama dentro de la sociedad santa de ese entonces. En otras palabras, Satanás se refería al culto a la imagen del hombre. Es decir: Los elogios, la alabanza y la gloria del hombre pueden brindarte fama sin temor a que nadie se interponga en tu camino porque eres lo máximo, lo más sublime que tiene una sociedad. No obstante, la respuesta de Jesús dejó claro que: Somos una creación homogénea, donde la adoración a la imagen del hombre es una afrenta al Creador, y sólo a él debemos enaltecer. 
   
     "
Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si puesto de rodillas me adorares" (Mateo 4:8). Entonces Jesús respondió a Satanás con otra cita de Deuteronomio 6:13, donde Moisés le hace recordar al pueblo de Israel que conociendo la Omnipotencia de Dios, sólo a él debemos temer, adorar y servir… Es decir, que cuando el hombre impone su poder para controlar a sus semejantes a su antojo, la egolatría, la arrogancia, el orgullo y el culto a su imagen florecen hasta el punto de comenzar a sufrir de un síndrome que en la psicología popular se denomina: “Complejo de dios”.
    
     Es importante destacar que este artículo no trata en lo absoluto; reprobar o detestar la prosperidad, porque es el deseo de Dios que seamos prósperos.
“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. (3 Juan 1:2).  El asunto estriba en no permitir que la obsesión y la avaricia impida nuestro crecimiento espiritual. Tampoco se trata en ser conformistas o mediocres, porque Dios siempre llama a la excelencia. Somos su creación, por consiguiente, debemos esforzarnos a la perfección de Cristo. “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo…” (Efesios 4:13).
    
     Qué la búsqueda incesante de la fortuna, la fama y el poder no deterioren tu felicidad, y robe tu gozo espiritual; porque al final, y como bien dijo el sabio Salomón después de ostentar riquezas, fama y poder:
“Todo es vanidad y aflicción de espíritu.” (Eclesiastés 1:2). 

¡Qué Dios los bendiga y los guarde!


Frank Zorrilla


miércoles, 15 de septiembre de 2021

COMUNICACIÓN PERNICIOSA QUE DOBLEGA LA VOLUNTAD Y OPRIME LA LIBERTAD

 Mis queridos amigos y hermanos,

     “Doblego del alma donde el corazón se inclina; sentimientos en balanza deshonesta atino a caprichos ajenos. Pericias burdas donde se esconde embeleco.
La fragilidad atiza la osadía y el desdén agiliza la afrenta. Son tus artefactos, el sentido de culpa, agobio y escasez; la locuaz verborrea que desquicia el sentido infundiendo miedo; cuadro dramático que marchita el atractivo de la hermandad y la fraternidad; pavoroso sentir del espíritu vicioso…
Pobres marionetas serviles manejadas con hilos de seda al antojo del titiritero.”


Frank Zorrilla

      En la composición poética que acabas de leer, hago referencia a un tipo de comunicación muy agresiva, cuyos fines, en sentido general, es obtener beneficios en forma parasitaria a expensas de una manipulación. Me refiero al “Chantaje emocional”¿Quién no se ha sentido alguna vez manipulado emocionalmente? ¿Quién no ha sido víctima o victimario de viciosas estratagemas como artificio para lograr un objetivo?…
    

     El chantaje emocional, es un artificio seductor muy utilizado en la convivencia social, y es una técnica de persuasión que da frutos; tanto dulces cómo amargos, porque es una forma de violencia psicológica…Este tipo de violencia utiliza alevosa y premeditadamente, la debilidad de carácter o la misma incertidumbre como escenario para solicitar ayuda, expresar una queja u obtener beneficios, sin tener en cuenta los deseos de la otra persona.

     Es algo muy habitual asociar el chantaje emocional con la manipulación psicológica, ya que es una práctica destinada a influir la voluntad de la otra persona con el fin de conseguir que esta actúe como uno quiere a expensas de coartar su voluntad a través de la culpa, de la obligación y hasta del miedo.
    
     Lastimosamente, pasamos a ser víctimas sutil e inconscientemente del chantaje emocional desde que somos niños, y los victimarios son, aunque duele decirlo: “nuestros propios padres”“Si me quisieras como dices, harías esto o aquello por mí”, “me vas a enfermar de los nervios”, “estás terminando con mi vida con tus andanzas”, “el niño que limpie su habitación le hago un regalo”, “Si haces tu tarea, te permito ver la televisión”, etc. etc. etc.  Desde luego que como sujetos capaces de aprender y de emular ciertos comportamientos, procedemos a utilizar las mismas tácticas dentro y fuera de nuestro entorno familiar usando más agresividad para moldear a los demás, ya sea infundiendo sentimientos de culpabilidad, obligación, responsabilidad o peor aún, infundiendo temor a represalias, dando lugar a la terrible y abominable práctica de la “extorsión”. “Te dejo ser mi amigo si me regalas un perfume”, “Voy contigo al médico si me prometes que puedo usar el vehículo”, “Si fueras un buen hermano me dejarías la habitación más grande”, “Si te vas me quito la vida”, etc. etc. etc.
   
     En efecto, mucho de los que usan el chantaje emocional como norma de conducta tuvieron experiencias tempranas de manipulación emocional, donde les motivaban a efectuar un cambio en su comportamiento a través de sentimientos de culpabilidad, obligación y temor a represalias. Esa programación mental se va desarrollando con los años sirviendo de estímulo para resolver situaciones, conflictos u obtener beneficios a través del control de los que conforman el entorno. Una vez el chantajista se da cuenta de que este tipo de comunicación provee los resultados que desea, la refuerza una y otra vez haciéndolo su modus operandi. Es así como arrastramos desde temprana edad, comportamientos nocivos y nos convertimos consciente o inconscientemente en personas tóxicas.

     ¿Cuáles son los factores psicológicos que inciden para que una persona use el chantaje emocional?
    
     Según los expertos, el desarrollo de la personalidad durante la adolescencia entre otros factores patológicos influyen en ese tipo de comportamiento. Él o la chantajista emocional tiene un estilo de comunicación agresivo, carece de asertividad y empatía al no respetar el derecho de los demás. Los que utilizan ese comportamiento suelen ser personas con dificultades emocionales, baja autoestima, traumas que pueden incluir el narcisismo, rebeldía, celos y la egolatría como sentimientos de poca aceptación y carencia de afecto durante la niñez. Por consiguiente, la orientación de los padres o tutores juegan una función primordial en la formación mental de los niños y adolescentes para corregir: 1- El adiestramiento conductual inconsciente; evitando así, la emulación de la práctica, 2- La complicidad pasiva. Esto es, que aún sabiendo que los niños utilizan el chantaje como norma de conducta, no hacen nada al respecto. 
   
      El chantaje emocional existe en función de estrategias de manipulación psicológica. Existe la estrategia de culpa para hacer sentir mal al receptor. “¡No puedes abandonarme!..No ves que soy un hombre enfermo”. También la estrategia de la agresión para generar miedo. “Si no lo haces prepárate a las consecuencias”.  y por último, la estrategia de regalos como medio de lograr el objetivo. “Si me acompañas al viaje te doy lo que quieras.” Además, podemos reconocer el chantaje emocional en función del vínculo afectivo. Es más fácil manipular cuando existe cierta relación o vínculo emocional. Aquí encontramos: el de los padres hacia los hijos cuando los padres quieren que los hijos obedezcan, el chantaje de los padres hacia los hijos en momentos de disrupción del matrimonio o separación, y por último, el de las parejas.

     Todo tipo de manipulación psicológica es un acto nefasto, porque juega con los sentimientos de los demás a expensas de beneficios hipócritas. Más cuando la manipulación psicológica combina el chantaje emocional y la extorsión (presión que se ejerce sobre alguien mediante amenazas para obligarlo/a a actuar de determinada manera y así obtener dinero u otro beneficio), se convierte en un acto criminal y ominoso… Un acto delictivo que pone en riesgo la dignidad y la integridad humana. Por ende, aquellos que incurren en esa práctica satánica, además de carecer de sensibilidad humana, se convierten inconscientemente en víctimas de sus propias maquinaciones.

     ¿Acaso crees que el chantaje emocional e incluso la extorsión son prácticas nuevas en el entramado social?…
   

     Esta actividad social que trabaja por degradación o en detrimento de la estabilidad emocional y física es muy antigua. De hecho en las Sagradas Escrituras encontramos algunos episodios o relatos donde podemos apreciar las mismas acciones. “Dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de esas lentejas que guisas, pues estoy muy cansado. Y Jacob respondió: Véndeme en cambio tu progenitura, y así te daré pan y lentejas para que sacies tu hambre.” (Génesis 25:30-31).  Cómo podemos apreciar en esos versículos, Jacob aprovechó el hambre de su hermano, Esaú para obtener el beneficio de la progenitura. Un acto vil y despreciable que causó enemistad entre los hermanos, como también la ira de Dios hacia Jacob.
    
     No obstante, al leer sobre la crucifixión del hijo de Dios, también podemos apreciar que existió chantaje y extorsión de parte de uno de los discípulos para facilitar el reconocimiento y aprensión de su Maestro a cambio de dinero. “Se fue uno de los doce, llamado Judas Iscariote, a los príncipes de los sacerdotes y les dijo: ¿Qué me queréis dar en monedas y os lo entrego?” (Mateo 26:14-15). Como bien dijo el sabio Salomón: “La extorsión entorpece al sabio y el soborno corrompe su corazón” (Eclesiastés 7:7). Judas, al estar consciente que los enemigos de su Maestro querían apresarlo y matarlo, utilizó el chantaje y la extorsión para sus fines, pero ¡cuán desastroso fue el costo de su perfidia!…¡Su conciencia le pasó factura; conspirando y terminando con su propia vida!
    
     Nunca debemos permitir que la aprobación o desaprobación de los demás nos condicione, y nos defina. Si consideras que sufres de chantaje emocional, no debes caer en la telaraña de la manipulación psicológica. No obstante, tampoco debemos ser partícipes de esa práctica. Muy por el contrario, debemos elevar nuestra consciencia y evitar ser victimarios haciendo uso de la comunicación chantajista para coartar, estorbar y pisotear las libertades de los demás. Debemos actuar con principios de hermandad, y nunca de imposición subjetiva mediante perniciosas estratagemas que pueden definirnos con trastorno de Marionetistas psicológicos o Chantajistas emocionales.

¡Dios los bendiga y los guarde!


Frank Zorrilla




domingo, 18 de abril de 2021

LAS BUENAS NUEVAS EN MANOS DE SICARIOS DE LA FE

 Mis queridos Amigos y hermanos,

“¡Oh divino nombre que alberga esperanzas sin igual! ¡Oh nombre usado por astutos impávidos con intenciones alevosas en busca de crédulos obtusos!…

Pícaros sicarios de la fe cristiana, cuyo único objetivo es la obtención de poder y riquezas a expensas de párvulos creyentes…
 ¡Oh pifia neófita que abruma el buen juicio!… La ignorancia carcome tu discernimiento, y tu fatuida no te deja ver el engaño...
 ¡Oh maléfico e insaciable oportunista!…Tu osadía será afrenta, y serás juzgado cómo mercader barato.” Frank Zorrilla


     Sin lugar a dudas, el advenimiento del cristianismo cómo doctrina de redención y de vida eterna trajo esperanzas a la raza caída. Esas sublimes promesas de aquel carpintero, profeta de Dios, Salvador o Mesías, fue acogida con beneplácito por muchos creyentes con necesidades materiales y espirituales, pero también dio cabida a la aparición de muchos otros ávidos, con propósitos funestos y macabros. Propósitos de adquirir poder, riquezas y dominio absoluto usando el nombre divino como distintivo.

   ¡Cuántos fieles sucumbieron en inhóspitas mazmorras, devorados por animales feroces en coliseos e incinerados por las llamas en horrendas hogueras!… Y qué podemos decir de las famosas Cruzadas entre los siglos Xl y Xlll… Cámaras de torturas diseñadas con la intención de resquebrajar aquellos que se oponían obedecer los dictámenes del poder papal y su clero. 

     Lastimosamente, la fe cristiana tiene un largo camino pavimentado con sangre de sus fieles. Todo debido a una amalgama de factores como: la ignorancia de los evangelios, interpretaciones erróneas, liderazgos apóstatas, etc. etc. Aún así, el evangelio de salvación se ha mantenido a través de los siglos tomando auge y popularidad; y desde luego, dando cabida a oportunistas, engañadores y sicarios de la fe que utilizan la doctrina cristiana y su personaje principal “Jesucristo” como ardid para ganar fortunas y vivir una vida llena de lujos. 

    Son muchos, los llamados: “Evangelistas” e incluso, “Apóstoles” que usan vanamente el nombre de Jesús cómo señuelo para acumular fortunas. Individuos sin escrúpulos que viven en la opulencia en inmensas mansiones, manejando lujosos vehículos, viajando en jet privados, vistiendo de manera extravagante y visitando finos restaurantes. Todo esos deleites terrenales a expensas de los neófitos  feligreses que mantienen el estilo de vida de esos “farsantes del evangelio” a costa de sacrificios y trabajo arduo. "Y Jesús le dijo: Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza". (Mateo 8:20)

     No podemos pasar por alto aquellos pastores y evangelistas amantes del dinero, que se dejan utilizar por el bajo mundo y por sectores políticos, tanto para el testaferrato (prestar su nombre para encubrir acciones ilícitas), como para influir politicamente en las decisiones partidistas. Actuando diametralmente en contra posición de la fe que profesan representar.

      En pleno siglo XXl es normal contemplar con asombro, el descaro de algunos predicadores y falsos evangelistas que exigen a la feligresía ofrendas cuantiosas a cambio de bendiciones. Según estos mercaderes de la fe, mientras más ofrendas das, más bendiciones recibes. Este nuevo sistema mercantil es usado por el famoso "evangelio de la prosperidad". Pero además de las ofrendas, también están los 10, 15 hasta el 25% del salario, que los feligreses dedican al diezmo, y a otros asuntos de la congregación. Ya se pueden imaginar, la inmensa cantidad de dinero que entra en las arcas de esas mega iglesias y a los bolsillos de estos mercaderes espirituales. “Y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.” (2 Pedro 1:3).

     El cinismo de estos farsantes y sicarios del evangelio es tan risible que, algunos incluso mandan a su feligresía a comer hierba, a hacer peregrinaciones insólitas, a vestir de forma estrafalaria e incluso exigir o demandar cierta pleitesía, porque así se lo revela el Señor. Algunos de estos líderes espirituales hasta se atreven a decirle a la ignora feligresía que, poseen acceso directo a Dios a través de teléfonos privados e incluso a caminar encima de ellos porque no pueden pisar el suelo si no hay alfombras.

     El apóstol Pedro, de forma profética, nos alertó sobre estos falsos líderes espirituales. “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.” (2 Pedro 2:1).

     Y ¿Por qué aún teniendo la facultad de investigar y escudriñar las Sagradas Escrituras, seguimos siendo engañados por estos impostores de la fe?…

      Lastimosamente, existen muchos borregos devotos que sólo escuchan, pero no cuestionan el accionar de sus líderes espirituales; por lo que esta ingenuidad permite que muchos embaucadores se aprovechen de la fe ciega de estos, para mantener su estilo de vida holgada y llena de privilegios.

     Percatándose Jesús que su nombre iba a ser tomado como negocio por impostores o falsos embajadores de su doctrina, advirtió: “Muchos me dirán en aquel día, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?… Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mi hacedores de maldad.” (Mateo 7:22-23). 

    Todo ese accionar mercantil del evangelio de salvación que vemos en nuestros días no es nuevo, ya los mártires de la fe como: Martin Lutero, John Wesley, Charles Spurgeon, Jonathan Edwards entre otras grandes figuras del Movimiento de Reforma Protestante, tuvieron la oportunidad de enfrentar al clero de la iglesia católica, sus doctrinas apóstatas y a sus secuaces; los cuales cometieron crímenes de lesa humanidad amparados bajo una falsa autoridad eclesiástica e invocando el divino nombre de Jesús. Esos mártires de la fe supieron escudriñar Las Sagradas Escrituras y así poner en descubierto, las falacias y las lóbregas maquinaciones de aquellos cuya investiduras sólo representaba el ocultismo espiritual y social. 

    “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán muchas cosas.” ( 1Timoteo 4:1-3).

     El consejo de Timoteo es contundente, y es congruente con las enseñanzas del Maestro, debemos ser cautos. Ser prudentes y astutos como serpientes y no ser borregos que se dejan llevar por oportunistas y sicarios de la fe. Lobos rapaces que sólo quieren usar el evangelio como modus operandi para vivir como príncipes terrenales a expensas del esfuerzo y sacrificio de las congregaciones. 

    Que las palabras de Jesús hagan eco en nuestros sentidos cuando nos exhorta con vehemencia: “Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.” (Mateo 7:15)

¡Dios los bendiga y los guarde!


Frank Zorrilla


jueves, 21 de enero de 2021

UNA PRÁCTICA PELIGROSA PARA LA ESTABILIDAD DE LA FAMILIA

 Mis queridos amigos y hermanos,

“Acción imprudente y perniciosa engendradora de animosidad entre consanguíneos; propulsor involuntario de insastisfacciones y gestor de secuelas indelebles en el ego. Golosina exquisita para el electo, migaja inicua para el remanente inerme.” Frank Zorrilla

     En esa pequeña composición poética hago referencia a una actividad muy habitual llevada a cabo por algunos progenitores, me refiero al “favoritismo o preferencia hacia un hijo o hija en específico.”

       Estoy seguro que si tienes más de un hijo, en algún momento te han hecho preguntas cómo: ¿Sientes más afinidad hacia alguno de tus hijos? ¿Cuál es tu hijo preferido o predilecto?

     Es muy probable que ante esas preguntas, hayas respondido que, para ti, todos son iguales y que todos gozan del mismo amor. Sin embargo, la ciencia afirma que aunque los padres pueden amar incondicionalmente a todos sus hijos, siempre tienen un hijo al que consienten más y con el que establecen una mayor conexión emocional, por tanto, ese sería su favorito. Es tanto así, que investigadores de la Universidad de California analizaron la dinámica de 384 familias y descubrieron que el 70% de las madres y el 74% de los padres admitieron que preferían a uno de sus hijos.

     ¿Sabías que las madres suelen preferir a las hijas, sobre todo a las primogénitas?… Así lo indica un estudio realizado por la Universidad Purdue con 424 madres cuyos hijos ya eran mayores de edad. Según el estudio esa preferencia quizás se deba al apoyo que han recibido de ellas para el cuidado de los hermanos menores, por lo que han desarrollado un vínculo emocional más fuerte.

     En honor a la verdad, tener un hijo preferido es algo habitual y a veces inevitable, pero es importantísimo saber mostrar el mismo afecto hacia todos nuestros hijos. El favoritismo, es decir, tener un hijo favorito hay que evitarlo a toda costa; no tanto por la rivalidad que se puede formar entre hermanos, y por ende el desarrollo emocional de los hijos, sino también, por el costo psicológico que puede causarle a los hijos favoritos o preferidos, debido a las expectativas de los padres.

     De hecho, en una investigación se apreció que los hijos que se percibían más cercanos emocionalmente a sus madres presentaban una tendencia mayor a reportar síntomas depresivos. por lo tanto, los autores de ese estudio concluyen que, en muchos casos, ser el hijo preferido afecta a largo plazo su bienestar emocional, haciendo que carguen más preocupaciones sobre sus hombros.

      Como bien expresó el filósofo Edmund Burke: “El favoritismo nos agrava más pesadamente que muchos millones de deuda”.
 
     Somos humanos, y es normal que podamos sentir más predilección por alguno de nuestros hijos, ya sea porque su carácter es parecido al nuestro, porque es más dulce que los otros, porque es el más pequeño o frágil, etc. etc. Pero, para el resto de los hijos, el favoritismo de los padres hacia uno en concreto es muy negativo. Como lo indicó un estudio realizado por la Universidad Cornell, donde observaron que si la madre o padre tienen una marcada preferencia por uno de sus hijos, el resto de ellos tendrán problemas emocionales no solo durante la niñez y la adolescencia, sino también en su etapa adulta. Es decir, que los niños que no fueron favoritos durante su infancia, tienen muchas posibilidades de convertirse en adultos dubitativos y con problemas emocionales.
   
      Cuántas desavenencias han producido a través de los años el efecto pernicioso del favoritismo hacia un hijo. No sólo por crear un ambiente hostil en el hogar, de competencia entre hermanos, sino también, por la oportunidad inadvertida e inconsciente que le otorgan al predilecto o la predilecta de abusar de ciertos privilegios y ventajas. Privilegios que dicho sea de paso, muchas veces, él/ella puede utilizar a su conveniencia aprovechando ciertas circunstancias para tiranizar a sus hermanos, e incluso manipular ciertas situaciones para ponerlas a su favor.
    
     Según los estudios, las consecuencias del favoritismo a un hijo en particular, genera en los demás, traumas muy variados. En cuanto al carácter, un hijo que se considera relegado a un segundo plano o no goza del mismo trato preferencial, puede presentar los siguientes traumas:

     - Reservado e introvertido. Al no encontrar el apoyo que necesita de sus padres, se acostumbrará a guardarse sus problemas, a no comunicarse en casa. Pensará que el tiempo de mamá y papá es para otro hijo.

     - Carencia afectiva. Los hijos que se sienten relegados a un segundo plano tienen un sentimiento profundo de falta de cariño y un escaso vínculo con sus padres.

     - Celos. Una de las principales consecuencias del favoritismo entre hermanos son los celos. las constantes peleas puede ser señal de que alguno de los hijos se sienten desplazados.

     - Rencor hacia los padres. Cuando llegan a la edad adulta, los hijos que no fueron favoritos, desarrollan rencor hacia los padres, y hacia los que consideran culpables de no haber recibido la misma atención.

     - Frustración. La capacidad para lidiar con ciertas situaciones es menor. Es decir, no son capaces de afrontar un problema con soltura.

     - Rebeldía. El niño adopta una actitud rebelde hacia los padres, hacia los hermanos y hacia la sociedad debido a un sentimiento suprimido de insatisfacción.

     - Baja autoestima. Al entender que sus padres no les dan el mismo apoyo que a otro de sus hermanos, los niños que son conscientes del favoritismo, generarán un problema de confianza en sí mismos.

     - Competitividad. Todos los hermanos competirán entre sí para buscar la mismas ventajas.

     Algo muy interesante es que, los hijos favoritos no salen librados, porque ellos también tienen la posibilidad de convertirse en adultos egocéntricos y con problemas de identidad. Ellos también sufren porque además de que muchas veces los padres le exijan más que al resto, ellos se ganan el rechazo de sus hermanos. Es decir, al final, y debido al favoritismo, todos salen perjudicados.

     ¿Es el favoritismo por uno de nuestros hijos una práctica de nuestros días?… ¡Desde luego que no! En las Sagradas Escrituras encontramos episodios parecidos. Está el caso de Rebeca madre de los gemelos Esaú y Jacob. Después Jacob repite la historia favoreciendo a su hijo menor, José ante sus otros hermanos. Ambas historias están narradas en los libros de Génesis 27 y Génesis 34.

     Rebecca aconsejó a su hijo Jacob para hacerse pasar por el primogénito Esaú, y así obtener la bendición de su padre. Robándole a Esaú la bendición que le pertenecía por ser el primogénito. Luego, una vez Jacob procreó sus hijos, comete el mismo error que cometió su madre. “Y amaba Jacob a José más que a todos sus hijos, porque le había tenido en su vejez...” (Génesis 37:3). Desde luego que ese favoritismo de Jacob, acarreó animadversión de parte de los hermanos de José. “Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le odiaban, y ni siquiera le hablaban, pues veían que su padre lo quería más que a ellos.” (Génesis 37:4). La animosidad era tan enorme que los hermanos llegaron hasta pensar quitarle la vida a José, decidiendo entre todos, venderlo como esclavo.

      Como podemos deducir de todo lo expuesto, la predilección por algunos de nuestros hijos, es una práctica desleal, arbitraria y peligrosa, por lo tanto, debe ser eliminada. Es un error garrafal que tendrá consecuencias funestas para la familia en general, por lo tanto, debemos evitar esa práctica a todo costo. Como dice el apóstol Pablo a los Romanos: “Porque no hay acepción de personas para con Dios.” (Romanos 2:11). Emulemos a nuestro Padre Celestial quien no hace acepción de personas o no tiene favoritismo entre sus hijos creados a su imagen.
   
     Mantengamos la ecuanimidad entre todos nuestros hijos dedicando un tiempo reservado y único para cada uno. Recordando que cada uno de ellos, tiene su propia personalidad, capacidades, debilidades y fortalezas, por lo que las comparaciones entre ellos son innecesarias. Debemos evitar imponer la opinión de uno en particular y darle importancia al criterio u opinión de los demás. Y por último, si percibimos que alguno de nuestros hijos es menos afectivo que los demás, busquemos en él o ella una virtud y una capacidad que le hace único y diferente a sus hermanos para potenciar esa cualidad.

¡Dios los bendiga rica y abundantemente!

Frank Zorrilla