Mis queridos amigos y hermanos,
“porque veo al final
de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.”
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.”
Sin lugar a dudas, en el
mundo físico estamos sometidos a circunstancias que obedecen a Causa y Efecto. Por lo que lógicamente,
siempre cosecharemos lo que sembramos. Elegimos, y mediante esa elección consciente
creamos nuestra felicidad o nuestra
desdicha. En
palabras simples, y como recita el poema: ¡somos merecedores de hiel, y también de
mieles sabrosas!...Pero, ¿es posible que aún siendo justos, tengamos momentos
de incertidumbre y oscuridad?...
Me imagino que, cuando llegan esos tiempos
de oscuridad a tu vida, te analizas y reflexionas buscando la razón o razones
de esas adversidades… Pensarás que: si no has causado daño a nadie, si has
obrado correctamente de acuerdo a valores morales y espirituales, si has
actuado con principios de hermandad para con tus semejantes y eres un fiel seguidor
de Cristo; entonces, estás exento de sufrir
momentos de calamidad, de situaciones angustiosas y de penurias. Quizás
consideres que esos periodos de oscuridad o tiempos difíciles , son sólo para los injustos; para los
ateos e idólatras. Lastimosamente, si piensas así, estás practicando una
doctrina equivocada, porque no tiene fundamento bíblico. En las Sagradas
Escrituras encontramos historias de hombres justos, de profetas y de apóstoles
que también tuvieron momentos de “oscuridad”.
Algunos fueron vendidos como esclavos. Otros fueron encarcelados y azotados, y
otros fueron quebrantados tanto física como económicamente. Ellos también se
sintieron perplejos ante esos momentos
oscuros de sus existencias; por lo que debemos aprender de sus acciones ante esas situaciones
que, por más que trataron de buscar explicación, parecían no tener sentido.
Si emulamos las acciones de esos hombres
ejemplares encontraremos 5 principios fundamentales, los
cuales podemos aplicar en esos momentos difíciles cuando: “¡Nada parece tener sentido!”
Estado de confusión |
Primer Principio:
No demandemos o procuremos entender…
En esos momentos de oscuridad, hombres
justos, profetas y apóstoles decidieron no demandar entender su situación; sino
más bien, confiaron en el Creador. Así también nosotros, cuando estamos
conscientes de que no somos responsables de ciertas situaciones adversas,
dejemos de cuestionar el por qué de la situación apelando a nuestra prudencia. En
cambio, debemos confiar plenamente en la Omnisciencia de Dios... Si dependemos de él, su
luz iluminará nuestras tinieblas y nos dará discernimiento para encontrar el
camino a seguir. “Confía en el Señor con todo tu corazón; no
dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y
él te mostrará cuál camino tomar.” (Proverbios
3:5-6).
Segundo Principio:
No
desistamos de ser fiel a Dios a pesar de no entender las circunstancias…
Es tan fácil servirle a Dios cuando nuestra salud está en óptimas
condiciones, cuando abunda el progreso económico, cuando todo marcha bien con
nuestros hijos y familiares, pero también es fácil culpar a Dios y convertirnos
en rebeldes cuando el infortunio toca nuestras puertas. Así también los justos,
profetas y apóstoles tuvieron la oportunidad de abandonar su misión y alejarse
de Dios cuando anduvieron en penumbras y oscuridad, pero optaron ser fieles al Todopoderoso. “Por tanto, tomad toda armadura de Dios,
para que podáis resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes.” (Efésios 6:13)
Tercer Principio:
No nos inclinemos
ante la amargura…
Es muy normal sentirnos decepcionados cuando esas tinieblas o
circunstancias que no entendemos llegan a nuestra vida, más debemos entender
que son en esos momentos de oscuridad, cuando la amargura, el desánimo, y la
tristeza desean hospedarse en nuestros corazones, y bajo esas emociones, adoptamos
una actitud indócil; inclusive hasta dejar de profesar la fe que habíamos
mantenido por muchos años. Ni los profetas, ni los apóstoles permitieron que la
carcoma de la amargura se hospedara en sus corazones; por el contrario, se
mantuvieron firmes y erguidos levantando sus cabezas hacia lo alto de donde
ellos sabían podía venir la solución. El apóstol Pablo describe la amargura
como un estado de ansiedad y de aflicción que no deja que las personas puedan
vivir en paz con ellos mismos, ni en armonía con los demás. “Mira bien, no sea que alguno deje de
alcanzar la gracia de Dios; que brotando una raíz de amargura, os estorbe, y
por ella muchos sean contaminados.” (Hebreos 12:15).
Cuarto Principio:
No nos impacientemos o desesperemos…
Cuando estamos en esos momentos de oscuridad, el tiempo se hace relativo, y
pareciese como si se detuviera para agravar nuestra situación. Comenzamos a
preocuparnos anímicamente y a pensar: si podremos resistir un segundo más... Nos preguntamos: ¿Estará
Dios ocupado en otras cosas?...¿Olvidó mis súplicas?...Dios no olvida, ni tampoco desea que estemos en oscuridad. ¡Su
tiempo es perfecto! Así también pensaron los profetas y apóstoles, pero en
lugar de impacientarse, mantuvieron una fe inquebrantable, reconociendo que la
paciencia es la virtud de los santos. “Entrega
al Señor todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará. Quédate quieto en la
presencia del Señor, y espera con paciencia hasta que él actúe.” (Salmo
37:5-7).
Quinto Principio:
No dejemos que nuestros sueños se desvanezcan…
Considero que todos, sin necesidad de exagerar, tenemos desde que somos
adolescentes, grandes sueños y aspiraciones, pero muchas veces cuando
llegan esos momentos de oscuridad y tinieblas, la mayoría de nuestros sueños se
hacen añicos. Quizás los abandonamos debido al fracaso sufrido, debido a la
pérdida de ese ser tan amado que nos servía de inspiración, o por considerar que
ya no tenemos la energía, ni la edad para alcanzarlos. Si piensas así, debes
recapacitar, ¡no dudes en la oscuridad, lo que Dios te tiene en la claridad!...
porque, siempre es muy temprano para dejar
de soñar, y nunca es muy tarde para empezar a hacerlo!..
“Mis pensamientos no se
parecen en nada a tus pensamientos- dice el Señor- Y mis caminos están muy por
encima de lo que pudieran imaginarse.” (Isaías 55:8).
Una luz en la oscuridad |
Los invito a leer la historia de José, hijo de Jacob en el libro de Génesis 37-41. En esa historia,
encontrarán la vida de un joven justo, quien tuvo momentos de oscuridad, pero
esas situaciones no detuvieron sus sueños y aspiraciones. Él pudo sobreponerse
manteniendo su confianza y lealtad al Dios Supremo, Jehová de los ejércitos.
¡Dios los bendiga rica y abundantemente!
Frank Zorrilla