viernes, 16 de mayo de 2014

“LA ILUSIÓN DEL TIEMPO Y LA REALIDAD DE DIOS: Una Mirada Cuántica a la Eternidad”


relativismo del tiempo

     Entre el caos del universo y la exactitud del Espíritu, la eternidad se revela como la única verdad incodificable.


Mis queridos amigos y hermanos,

“Por persistente que sea, la distinción entre pasado, presente y futuro es pura ilusión. El tiempo no es lo que parece, no fluye en una única dirección, porque el futuro y el pasado coexisten."—Albert Einstein.


     Desde los albores de la humanidad, el ser humano ha contemplado con ansiedad el horizonte del tiempo. El deseo de conocer el porvenir—de anticipar la dicha o evitar el dolor— ha sido una constante en la historia. Nos preguntamos:

     ¿Dónde estaré dentro de diez años? ¿Qué me deparará el destino? ¿Padeceré de alguna enfermedad o estaré saludable como un roble? ¿Estaré aún en este mundo?

     Esa inquietud revela una verdad profunda: el hombre, consciente de su finitud, anhela controlar lo incontrolable. Esta búsqueda no es solo un reflejo de la curiosidad, sino de un anhelo espiritual por trascender los límites de la existencia temporal.

Los 12 Signos del Zodiaco
     Ante tanto desconcierto, el hombre acude a diversos métodos para vaticinar o profetizar el futuro: astrología, horóscopos, cartas astrales, intentando descifrar los designios del cosmos. Otros, utilizan caminos místicos o cabalísticos, buscado trascender lo visible para comunicarse con entidades espirituales que, se presume, atisban el devenir. 

     La historia y la propia Biblia están llenas de advertencias sobre esta búsqueda. 

     Un caso paradigmático es el que narran las Sagradas Escrituras cuando el rey Saúl, consumido por el terror ante un inminente enfrentamiento con los filisteos y sintiendo que Dios se había distanciado de él, recurrió a una mujer hechicera en Endor. Desesperado, le pidió que consultara al espíritu del difunto profeta Samuel para que le revelara el futuro. La escena es sobrecogedora: en lugar de un consuelo, el espectro del profeta anuncia su condenación y su muerte segura para el día siguiente. (1 Samuel 28).

     La escena revela una verdad eterna: buscar el conocimiento del futuro fuera de Dios conduce al vacío. Porque detrás del humo del incienso y el crujir de páginas antiguas, las preguntas permanecen incólumes, desafiantes en su simplicidad:

     ¿Puede alguien conocer con exactitud lo que sucederá mañana? ¿están el pasado y el futuro unidos en un plano simétrico donde ambos coexisten? 


    El sabio Salomón ya ofrecía una respuesta hace milenios:

       “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.” (Eclesiastés 1:9). 

     Para muchos teólogos, este versículo sintetiza la idea de que todo — pasado, presente y futuro—  se encuentra contenido en la sabiduría divina, expresada desde el Génesis. La historia no es un ciclo caótico, sino un desarrollo coherente bajo una mirada omnipotente del Creador. 

     Ante este misterio del tiempo, ¿qué puede decirnos la física cuántica?

   
Eternidad divina y el tiempo
     La física cuántica ha desafiado radicalmente la concepción lineal y absoluta del tiempo. Experimentos sobre el entrelazamiento cuántico demuestran que partículas que interactúan pueden influirse instantáneamente, incluso cuando están separadas por distancias inconmensurables. Lo que afecta a una, afecta a la otra — en el pasado, presente o futuro—, como si un hilo invisible las uniera más allá del espacio-tiempo.

     Teorías como la del "universo de bloque", respaldadas por las ecuaciones de la relatividad de Einstein, sugieren que el tiempo podría ser una dimensión más, donde todos los momentos existen simultáneamente

     Así, la ciencia contemporánea parece rozar los velos de lo eterno, un concepto que la teología bíblica proclamaba siglos antes. 

     Isaac Newtonfísico, matemático y ferviente estudioso de las Escriturascreía firmemente que el futuro estaba cifrado en la Biblia. Dedicó la mitad de su vida tratando de descifrar un "código secreto" que revelara los acontecimientos por venir, dedicando más de cuatro mil páginas manuscritas a estudios teológicos y proféticos.

      ¿Es posible que exista un código secreto en la Biblia que pueda develar el futuro? 

     Para algunos eruditos, incluyendo teólogos y científicos, no existe la menor duda de que el Antiguo Testamento hebreo está escrito en forma de código, y para demostrar esa hipótesis, el físico Israelí Dr. Elyahu Rips utilizó un modelo matemático denominado ELS (Secuencia de Letras Equidistantes) cuyos algoritmos pueden descifrar códigos con un nivel de acierto de 99.998% .

      Los resultados, publicados en la revista Statistical Science y avalados por académicos de instituciones como Harvard, Yale y la Universidad Hebrea, sugerían que los textos bíblicos contenían patrones codificados o un lenguaje matemáticamente estructurado que coincidían con nombres y eventos históricos.

Código hebreo 
     Según estos expertos, la Biblia hebrea tiene la forma de un gigantesco crucigrama, y está codificada de principio a fin con palabras que al conectarse entre sí, revelan una historia oculta. Pero, ¿cómo se creó ese código?

     Hasta ahora, nadie tiene una explicación lógica, pero todos los científicos, matemáticos y físicos que han aceptado su existencia coinciden en señalar que, ni los ordenadores más modernos de nuestro tiempo, ni todos los computadores del mundo trabajando unísonamente, podrían obtener un texto codificado tan bien elaborado. Es como si fuese un programa informático codificado digitalmente para nuestros tiempos con información infinita.

     "El universo no es solo más extraño de lo que suponemos, sino más extraño de lo que podemos suponer."Sir Arthur Eddingston

     Los eruditos en textualidad bíblica sostienen que las Escrituras no son un simple texto, sino un organismo vivo, preservado con una precisión casi milagrosa. De aquí surge la pregunta:

   ¿Qué tan fiables son estos textos, si han sido copiados innumerables veces a través de los siglos?

     Aunque resulte inverosímil, descartando cualquier error de traducción del hebreo a otros idiomas, las copias de los Rollos del Mar Muerto, que datan de entre los siglos III a.C. y I d.C., presentan una concordancia asombrosa con los manuscritos masoréticos del siglo X d.C., a pesar de los más de mil años de diferencia entre ellos. 

      La razón detrás de esto, es el ingenioso sistema que utilizaban los antiguos escribas judíos —contaban cada palabra y cada letra — para garantizar la exactitud en el copiado. Así, el mismo Antiguo Testamento que hoy leemos en una pantalla digital es esencialmente el que leyó Jesús en los rollos de la sinagoga de Nazaret. 
 
La Palabra Inspirada
     La meticulosidad en mantener la fidelidad de las copias de la Biblia, quizás esté intrínsecamente ligada a un versículo que contiene una advertencia un tanto peculiar:

      Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro.” (Apocalipsis 22: 18-19).

     ¿Qué eventos de importancia han sido posible descifrar a través de ese famoso código encriptado? 

     El método ELS pareció predecir nombres y eventos, como los asesinatos en masa perpetrados por Adolf Hitler; eventos sociales que marcaron la historia de la humanidad, como la invención de la bombilla y de las computadoras; las guerras mundiales; el asesinato de figuras políticas importantes, como John F. Kennedy y Yitzhak Rabin; el atentado de Oklahoma City llevado a cabo por Timothy McVeigh

     Sin embargo, otros investigadores — como Harold Gans, experto en decodificación y ex empleado del Departamento de Defensa de USA — advirtieron sobre un posible "sesgo de confirmación" al intentar descifrar esos código oculto en la Biblia. Según sus palabras: "las coincidencias en eventos que ocurrían podían ser producto de una interpretación subjetiva más que de códigos matemáticamente verificables.”

Nostradamus
     "El hombre puede predecir tormentas, pero no su propio corazón."Soren Kierkegaard.

     A diferencia de las profecías deliberadamente ambiguas de Nostradamus, la Biblia no intenta saciar una curiosidad ociosa, sino conducir al ser humano hacia la responsabilidad moral. 

     Sus profecías no buscan esclavizar al hombre a un destino inexorable, sino advertirle para que, ejerciendo su libre albedrío, elija el camino del bien.

    Dios no solo conoce el futuro: Él lo contiene. Su omnisciencia no anula la libertad humana, sino que la trasciende y engloba en Su plan soberano.

     Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho. (Isaías 46: 9-10). 
   
tiempo eterno del universo
     La omnisciencia divina abarca la totalidad del tiempo y la existencia. Para Dios, no hay distinción entre lo que fue, lo que es y lo que será; todo conforma un eterno presente en Su mirada. No existe nada que Él desconozca: lo pasado, lo futuro, lo posible y lo imposible, lo actual y lo potencial. ¡Su conocimiento es absoluto y sin sombra de ignorancia!

      Sin embargo, esta verdad no implica un determinismo fatalista. Contrario a lo que postulan algunas corrientes como el teísmo abiertoque limita el conocimiento divino para salvaguardar la libertad humana—, la perspectiva bíblica presenta una paradoja más profunda: la presciencia de Dios no anula el libre albedrío del hombre. Somos verdaderos agentes morales, dotados de la auténtica potestad de elegir nuestros caminos y, por tanto, responsables plenos de nuestras decisiones. 

     Frente a esta sublime realidad, la postura humana a menudo oscila entre la fe y la arrogancia. Esta última queda ejemplificada en la declaración del premio Nobel en Medicina y Fisiología, James D. Watson:

     “Considero como un imperativo ético no dejar en las manos de Dios el futuro del hombre.”

Matrix Universal
     Esta afirmación, aunque comprensible desde un humanismo secular, revela una confianza última en la capacidad humana para auto-redimirse, subestimando la soberanía que fundamenta la misma libertad que ejerce. La Escritura, sin embargo, ofrece una perspectiva equilibrada y soberana: 

     "Del hombre son las disposiciones del corazón; mas de Jehová es la respuesta de la lengua." (Proverbios 16:1)

      Por más que la humanidad quiera usurpar el lugar de Dios, su conocimiento está irrevocablemente limitado al tiempo que Él permite. El tiempo humano es una sombra fugaz, pero el tiempo de Dios es la eternidad misma. 

     "El hombre es un ser que tropieza infinitamente con el mismo abismo que se niega a reconocer."Emil Cioran

     En su misantropía, Cioran reconoce lo que la Biblia confirma: sin Dios el hombre está condenado a girar en la órbita de su propio vacío. 

   
Dios es el dueño del tiempo
     Nada en el universo escapa al conocimiento de Dios. Pasado, presente y futuro son una misma sinfonía que Él dirige con perfección soberana. La humanidad, en su desesperado afán por controlar el tiempo, solo demuestra su profunda desconexión con el Eterno.

     El creyente en cambio, descansa en la promesa de Aquel que es el origen y la consumación de todas las cosas. Su alma encuentra paz no en descifrar códigos, sino  en confiar en el Código Último de la Realidad: el carácter inmutable del CreadorPodemos planificar, pero el resultado último reside en la voluntad de Aquel que, conociendo de antemano cada una de nuestras elecciones, las integra en Su perfecto designio.

     "Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último." (Apocalipsis 22:13)

     Y esa verdad basta para llenar de esperanza inquebrantable el alma que en Él confía.  

    
     ¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!

Frank Zorrilla