lunes, 16 de octubre de 2023

UN DESAFIO SIN RELEVOS PARA CONQUISTAR EL MÁXIMO GALARDÓN

 Mis queridos amigos y hermanos,

     Como dijera Henry Ross Perot:
“La mayoría de las personas
abandona justo cuando está a punto de conseguir el éxito. Lo deja a un metro de la meta. Lo deja en el último momento del partido, a un punto de la victoria.”
 

     Nuestro transitar por la vida puede compararse con un maratón. Así lo consideró el gran apóstol Pablo, cuando comparó de forma magistral, la vida de un cristiano y esa actividad deportiva en una de sus cartas. Comparación que podemos extrapolar hacia las conquistas o metas que queramos realizar o llegar durante nuestra estancia en esta tierra.  
  
     El apóstol, al observar esa actividad deportiva que desafía nuestro cuerpo y sobretodo nuestra mente, hizo enfoque en los corredores, en la disciplina, y al final, al propósito de participar en el maratón, la obtención del máximo galardón: “La presea o la anhelada corona de laurel” que se usaba en esos tiempos.
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.” (1Corintios 9:24) 
  
     Esa carrera de larga distancia sin relevos; se caracteriza por pendientes de subidas, donde pondremos a prueba nuestra fuerza y resistencia; de bajadas, donde usaremos la técnica de recuperación y de tramos planos, donde pondremos en práctica nuestro ritmo de cadencia para mantenernos en la competencia. Estos tramos se comparan con las fluctuaciones de un mundo con altibajos; esas alternancias de sucesos prósperos y adversos, o cambios de estados sucesivos en un orden de cosas que marcarán la pauta o nos condicionarán tanto física como emocionalmente. Nuestra capacidad de resiliencia, esa aptitud emocional que nos permite adaptarnos a la adversidad, servirá para evitar la agonía en los momentos críticos y evitar sumirnos en un trastorno mental que impedirá seguir en busca de nuestra meta u objetivo.
“No me juzgues por mis éxitos, júzgame por las veces que me caí y volví a levantarme.”
   
     En algunos tramos de ese maratón, encontraremos espectadores quienes nos inyectarán ánimo, quienes con su algarabía nos motivarán para seguir corriendo en conquista de nuestra meta. Es muy fácil dejarse seducir por la emoción de la multitud, y quizás, querer correr más rápido, pero todo tramo tiene su estrategia. Recordemos que no vemos el escenario completo, solo fragmentos de un largo camino con circunstancias. Por lo que tendremos que tener reservas para las colinas que se avecinan. Ese no es el momento propicio para abandonar nuestro plan o estrategia, no podemos dejarnos influenciar por las circunstancias transitorias y bajo esa influencia dejarnos arrastrar por emociones externas y dar todo lo que tenemos en reserva. El maratón no ha terminado, la estrategia debe seguir, nuestro ritmo de cadencia debe continuar enfocándonos en la meta. En la conquista del éxito, encontraremos personas que nos animarán, nos inyectarán energía cuando vean nuestra decisión de conquista. Sin embargo, no podemos ser seres condicionados, y bajo la influencia de esa algarabía, creernos que ya debemos dejar de prepararnos arduamente. Debemos emular lo dicho por Sebastian Coe:
“Cada día me acuesto convencido, de que nadie a podido entrenar mejor que yo aunque me sienta estar listo.”   
    
     En un maratón, el ambiente y el clima son factores que jugarán a nuestro favor o en nuestra contra, por lo que tendremos que hacer cambios o deshacernos de ciertos atuendos que muchas veces serán significativos, si queremos permanecer en la carrera. El ambiente es todo lo que rodea a una persona y puede influir en su crecimiento, incluyendo factores sociales, emocionales y culturales. En el maratón hacia la conquista de nuestras metas, no podemos permanecer estáticos con la misma mentalidad y el mismo ambiente social, porque como dice la muy conocida metáfora:
“Si quieres volar con las águilas tienes que dejar de nadar con los patos.”     
   
     Mientras corremos y nos encontramos fisicamente capaz en mantener un paso rítmico, llegará el momento en ese largo recorrido, que pensaremos en el apoyo de nuestra familia o amigos que nos esperan en la meta, algunos solo disfrutarán vernos desde lejos, porque las circunstancias así lo determina. Otros sin embargo, actuarán indiferentes, pero está bien, al final es nuestra carrera y es nuestro premio lo que importa. Nunca debemos preocuparnos en quién o quiénes nos acompañarán al finalizar nuestra carrera, porque siempre encontraremos personas desconocidas que reconocerán y valorarán nuestro esfuerzo, dedicación y entrega.
   
     En un maratón, tendremos que correr travesías donde la vista es hermosa, pero no podemos parar de correr para contemplarla. El tiempo no se detiene, y es una carrera contra el reloj, por lo que nuestro enfoque no debe ser el paisaje que se debela ante nuestros ojos, y quedar rezagados en entretenimientos, sino mas bien, llegar a la meta. En la conquista del éxito, a veces, nos llegará ese deseo de hacer una pausa y desenfocarnos de nuestros propósitos. Son esos momentos cuando nos asaltan los espejismos y farsa sensación de satisfacción transitoria. Mientras nos detenemos, otros avanzan y al sentirnos atrás, el desánimo toma lugar y abandonamos la carrera.
“Sólo existe una persona capaz de limitar tu crecimiento o hacer que sea brillante: ¡TU MISMO!
    
     Llegará el momento que mientras corremos el maratón, cruzaremos algunas secciones o tramos donde apenas encontraremos espectadores que nos animen; o en otros tramos más lúgubres, estaremos solos con los otros competidores. Son los momentos de incertidumbre y de soledad. Indudablemente, estos tramos van a doler; la fatiga dirá presente, sentiremos que el oxígeno escasea en nuestros pulmones, que nuestras piernas no responden, escucharemos el latido de nuestro corazón estrepitosamente y una gran voz en nuestro interior diciéndonos: ¡Detente! Son esos momentos en nuestra carrera hacia la conquista del éxito cuando nos sentimos solos, cuando pensamos que nadie cree en nuestra capacidad para obtener el triunfo. Son los momentos cuando la duda dice:¡Presente!
“Lastimosamente, muchas veces, nuestro peor enemigo vive entre nuestros oídos.”
   
     Un error que un maratonista experimentado trata de evitar a toda costa es, compararse con otro corredor. Al prestar atención a su oponente, además de perder el enfoque, puede desesperarse y estropear su estrategia de competición. No podemos usar nuestro tiempo para fijarnos en el que va un paso delante, porque la vida es el examen más difícil. La mayoría fracasa por intentar copiar a los demás, sin darse cuenta que todos, tenemos un examen diferente. Compararnos constantemente con los demás conduce a la insatisfacción. En lugar de copiar, debemos descubrir nuestro propio camino. Cada ser humano en esta tierra, posee talentos, pasiones y metas distintas; por consiguiente, el éxito no reside en seguir modelos ajenos sino en abrazar nuestra singularidad y aprovechar nuestras fortalezas; al hacerlo, enfrentaremos la vida con confianza, forjando una existencia genuina y significativa para nosotros. La clave es recordar, que todos sin excepción, enfrentamos exámenes diferentes en este viaje llamado: “vida.”
“Ser uno mismo, en un mundo que está constantemente tratando que seas alguien diferente, es el mayor logro.” Ralph Waldo Emerson.
 
    
¿Llegarán todos los que corren a obtener el máximo galardón?… Desde luego que ¡No!
   
     De los cientos de atletas que participan en un maratón, algunos solo correrán los primeros 5 o quizás 10 Kms. otros abandonarán a la mitad de la carrera, muchos otros, se acercarán a la meta, pero sus piernas y sus pulmones colapsarán, mientras que otros terminarán el recorrido para recibir un certificado por haber cruzado la meta. Solo uno se lleva el máximo galardón por haber terminado con el mejor tiempo. 

     Entonces,
¿son todos los que no pudieron obtener el máximo galardón unos fracasados?…
    
     Sin lugar a dudas, muchos quedarán desilusionados y frustrados por no haber terminado, otros por no haber obtenido el primer puesto a pesar de los años de preparación, pero otros tantos, lo intentarán nuevamente una y otra, y otra vez. Mejorando la técnica, cambiando la estrategia; más el objetivo seguirá siendo el mismo. Ellos analizarán lo que pudo haber fallado, y buscarán la forma de corregirlo; se concentrarán en la búsqueda de la perfección, pero encontrarán en cambio, la excelencia; la cual es la máxima expresión de superación.
    
     ¡Cuántos emprendedores y eruditos en diversos campos, no han tenido que enfrentarse con la penosa realidad de fallar en sus primeros, segundos y sucesivos intentos!… Solo los verdaderos guerreros, se mantienen firmes para hacer realidad sus sueños y sus ideas, aún a pesar de los intentos fallidos. Ellos no son mezquinos, celebran sus pequeños logros, porque los acerca hacia el objetivo que desean alcanzar. No podemos ser gobernados por las circunstancias, por las adversidades… Por el contrario, debemos ser reconocidos por nuestra capacidad de mirar nuestros errores como aprendizaje, por nuestra actitud perseverante hacia nuestro propósito en la vida. Como dijera Thomas Edison cuando en su empeño por crear la bombilla eléctrica, sus estrategias, y experimentos no lograban su objetivo:
“No fracasé en mis intentos. Encontré 10,000 maneras que no funcionaban.” Así pensaron grandes hombres que hicieron la diferencia a pesar de sus fracasos: “El fracaso es la oportunidad de empezar de nuevo, pero más inteligentemente” -Henry Ford. “El éxito es la habilidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo.” Winston Churchill y por último, lo dicho por Ernest Shackleton: “Los hombres no se hacen a partir de victorias fáciles, sino en base a grandes derrotas.”
    
     En una ocasión, al actor Will Smith se le preguntó:
¿cómo había llegado a tener éxito en su carrera?, y él contestó: Tal vez otro actor podía ser más talentoso que yo, más inteligente que yo, e incluso más buen mozo o más sexy que yo. Puede ser todas esas cosas, pero si los dos nos ponemos en una caminadora juntos, van a pasar dos cosas: o se baja él primero, o yo muero ahí.” El éxito se consigue a través del esfuerzo continuo y la perseverancia, en mantener el interés en nuestra carrera, en disfrutar de los pequeños logros que alcanzamos; pequeños logros que como peldaños, se añaden verticalmente para lograr calar a la cima del éxito. “Tengamos bien presente que en nuestra carrera por la vida, debemos insistir, resistir, persistir y una desistir, porque es cierto que el fracaso existe, pero solo cuando desistimos y nos rendimos.”
    
     No obstante, el concepto semántico de un maratón, lo podemos extrapolar en el mundo espiritual; aquel mundo al que se refiere el apóstol Pablo:
El maratón de la fe En la búsqueda de la excelencia espiritual y del máximo galardón: “La corona de justicia” que Dios ha prometido para aquellos que se mantengan fieles a sus mandamientos y preceptos. 
 
     El apóstol, al haber recorrido el camino de la fe lo expresa de manera triunfante, y victoriosa: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe, Por lo demás me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” (2 Timoteo 4:7, 8).

¡Dios los bendiga y los guarde!

Frank Zorrilla