Mis queridos amigos y hermanos,
“Mentir es un arte que siempre necesita de la verdad como referencia.”
Sin lugar a dudas, el cuerpo humano es un sistema biológico extraordinariamente afinado. Sin embargo, al igual que el esfuerzo excesivo de una máquina puede provocar su desgaste, forzar el cuerpo más allá de sus límites puede provocar deterioro.
¿Sabías que nuestro cerebro está programado para ser honestos, y cuando mentimos creamos altos niveles de cortisol?...
En un experimento histórico, los científicos de la universidad de Pennsylvania midieron la actividad cerebral de los sujetos cuando se les pedía que mintieran o dijeran la verdad. El experimento consistía en mostrarle a los participantes una carta determinada, y luego se le presentaba otra carta. Los participantes tenían que responder si la carta era la misma, «Sï», o «No».
Cuando los participantes mentían, mostraban la misma actividad cerebral que cuando decían la verdad, debido a la activación cerebral de recordar la verdad. Sin embargo, también mostraban actividad en dos regiones claves implicadas en el autocontrol. ¡La gente piensa primero en la verdad, pero al mentir, esa verdad se inhibe!
Esto sugiere que ser veraz es el estado cognitivo de base. Mentir, requiere recursos cognitivos adicionales, lo que aumenta la tensión mental y puede tener consecuencias para la salud porque las redes cerebrales conectadas a nuestro córtex prefrontal dorsolateral (DLPFC) controlan nuestro comportamiento y nuestro pensamiento crítico.
Córtex prefrontal dorsolateral |
Es que una colección de estudios han demostrado que incluso breves períodos de falta de honestidad pueden bastar para disparar los niveles de cortisol («hormona del estrés»). El cortisol prepara al cuerpo para luchar o huir de las amenazas percibidas. Así, cuando una persona miente, su cuerpo reacciona como si se estuviera preparando para las posibles consecuencias de una confrontación o la necesidad de huir. Y son en esos momentos de peligro cuando, la liberación de energía de alto octanaje de cortisol puede ayudar al cuerpo a hacer cosas extraordinarias. No obstante, el ser humano no está hecho para vivir en ese estado día tras día. Con el tiempo, las hormonas del estrés pueden poner a prueba el sistema cardiovascular, aumentar la inflamación y provocar diversas dolencias. Y es que, aunque te asombres o no, según las investigaciones, ¡el cerebro humano está programado para la honestidad, y mentir, nos puede cobrar la factura!
Son tantos los distintos tipos de mentiras. Algunas mentiras pueden inventarse en el momento, como mentir sobre lo que comimos la noche anterior. Otras mentiras pueden elaborarse y memorizarse, como mentir sobre un viaje a las Bahamas que nunca se realizó.
Los científicos notaron que, las mentiras que requieren un engaño espontáneo para corroborar una mentira anterior activan fuertemente la circunvolución del cíngulo anterior (ACC), región del cerebro que juega un papel crucial en varias funciones cognitivas y emocionales, como toma de decisiones y autocontrol. Por ejemplo, si te preguntan por qué llegaste tarde e inmediatamente inventas una historia sobre un accidente de tránsito que impidió tu movilidad a pesar de haberte quedado dormido, el ACC trabaja intensamente ya que esta parte del cerebro inhibe nuestra inclinación natural a decir la verdad y requiere energía cognitiva adicional para mantener la mentira, asegurándose que suene creíble y coherente con cualquier pregunta posterior.
De igual modo, las situaciones inventadas, como el viaje inventado a las Bahamas, activan significativamente la córtex preprontal dorsolateral y suponen un mayor esfuerzo mental que decir una simple mentira, porque hay que cotejar y asegurarse que la mentira es coherente.
Ahora bien, ¿por qué mentimos mientras socializamos?…
Mentimos por diversas razones, muchas de las cuales están relacionadas con la psicología y las circunstancias sociales. como por ejemplo:
- Evitar consecuencias negativas: Para protegernos de castigos, críticas o conflictos.
- Proteger a otros: Algunas mentiras, llamadas “piadosas”, se dicen para no herir los sentimientos de alguien.
- Ganar ventajas: Mentimos para obtener beneficios personales, como en situaciones de trabajo, relaciones o competencia.
- Preservar una imagen: A menudo mentimos para parecer mejores, más competentes o más interesantes de lo que somos.
- Evitar incomodidad: Decimos mentiras para salir de situaciones incómodas o evitar confrontaciones.
- Miedo o inseguridad: Mentir puede ser una defensa cuando nos sentimos vulnerables.
- Hábito o compulsión: En algunos casos, mentir se convierte en un hábito o incluso en un problema psicológico, como en la mitomanía.
Desde un punto de vista evolutivo, la capacidad de mentir está ligada a nuestra inteligencia social, ya que implica anticipar las reacciones de los demás y manejar información compleja. Sin embargo, sus efectos pueden ser dañinos, dependiendo del contexto y la intención detrás de la mentira.
Desde una perspectiva espiritual, Las Sagradas Escrituras, nos ofrecen una visión holística que abarca tanto el alma como el cuerpo, guiándonos hacia un equilibrio en nuestras emociones, pensamientos y acciones. Este enfoque integral nos invita a vivir en armonía con la verdad y los principios divinos, reconociendo nuestra conexión con Dios y con los demás. De ahí que la mentira, es una acción que no solo afecta a quienes la reciben, sino también al propio mentiroso. De hecho, algunos textos indican que, mentir daña la relación con Dios, con los demás y con uno mismo.
Aquí algunos puntos clave sobre cómo nos afecta mentir según la Biblia:
- Afecta nuestra relación con Dios: Dios aborrece la mentira: En Proverbios 6:16-19, la mentira es una de las cosas que Dios detesta. Porque mentir es contrario a Su naturaleza, que es verdad y justicia según lo describe el mismo Jesús: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6).
- Crea separación espiritual: En Isaías 59:2, se menciona que los pecados, incluida la mentira, nos separan de Dios. Vivir en mentira endurece el corazón hacia Su verdad.
- Perjudica nuestra relación con los demás: porque destruye la confianza: La mentira rompe la confianza, la cual es una base fundamental en las relaciones humanas. Efesios 4:25 insta a “hablar la verdad” para mantener la unidad en la comunidad.
- Causa daño emocional: Las mentiras, aunque parezcan pequeñas, pueden herir profundamente a las personas afectadas, generando dolor, confusión y resentimiento.
- Nos afecta personalmente: Engaña al propio mentiroso: En Salmos 34:13-14, se aconseja apartarse del mal y hablar la verdad para tener una vida plena. La mentira puede llevarnos a vivir en una ilusión que nos aleja de nuestra verdadera identidad en Dios.
- Trae consecuencias negativas: La mentira tiene un efecto boomerang; Gálatas 6:7 advierte que “todo lo que el hombre siembre, eso también segará.”
- Crea culpa y ansiedad: Mentir puede generar una carga emocional. En Proverbios 12:22, se menciona que Dios se deleita en quienes son veraces, pero aborrece a los mentirosos. Esta desaprobación divina puede llevar al remordimiento y al estrés.
- Impide el crecimiento espiritual: Vivir en la verdad es esencial para la libertad espiritual. La mentira nos esclaviza a un ciclo de falsedad y temor.
En palabras simples, La Biblia invita a elegir la verdad, porque esta trae paz, confianza y alineación con los propósitos divinos.
En resumen, y según el estudio, el engaño tiene un precio considerable en nuestra salud física como emocional, mientras que ser sinceros nos permite despreocuparnos, confiar y libertarnos de la ansiedad. Como dijo el gran Maestro: “Y conocerás la verdad y la verdad os hará libre.” (Juan 8:32)
¡Dios los bendiga rica y abundantemente!
Frank Zorrilla
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