jueves, 2 de abril de 2015

EL BUEN PASTOR: Guía, Sacrificio y Esperanza en un Mundo Desorientado."


Mis queridos amigos y hermanos,

     En las profundas composiciones del rey David, encontramos un salmo que trasciende la poesía para convertirse en un testimonio vivo de fe. No se limita a describir a Dios como pastor, sino que revela una relación íntima, protectora y llena de propósito. Esta imagen, sin embargo, no nace con David. Es un "hilo escarlata" que recorre la Biblia desde el Génesis, mostrando el corazón de Dios hacia su pueblo.

“Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” (Salmos 23:1-4)

     Estas palabras resuenan con una verdad eterna. David, quien en su juventud cuidó rebaños, comprendía el peso y la belleza de esta vocación. Ser pastor implicaba vigilancia día y noche, sacrificio constante y un amor que no se rendía ante el peligro. Su antepasado Jacob ya había visto esto, al bendecir a José y llama a Dios "el Pastor de su vida". Era guiar, alimentar y defender, incluso a costa de la propia comodidad o vida.

     "El amor verdadero nace del sacrificio , y el sacrificio es la prueba del amor."Clive Staples Lewis

      Un pastor auténtico recorre largas distancias en busca de pastos verdes y aguas tranquilas. Permanece en vela en la penumbra de la noche cuando presiente el peligro de depredadores hambrientos, a los que ahuyenta con su vara; y con su cayado, con ternura y firmeza, reconduce a la oveja descarriada. Cada acto refleja una devoción inquebrantable, un retrato que encuentra su plenitud en una figura: Jesucristo.

     "Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas." (Juan 10:11)

      Su liderazgo no nace de la obligación, sino de un amor radical. Él no es un asalariado que huye ante el lobo, sino el guardián que conoce a cada una por su nombre. Él es el cumplimiento de la promesa hecha por Dios a través del profeta Ezequiel: "Yo mismo buscaré mis ovejas y las cuidaré... y levantaré sobre ellas a un solo pastor, y él las apacentará." (Ezequiel 34:11,23). Su sacrificio en la cruz es la máxima expresión de este cuidado, un amor que se entrega sin reservas para dar vida en abundancia


     ¿Por qué pasan cosas difíciles si Dios me cuida?

   
     La relación con el Buen Pastor no está exenta de momentos de corrección. A veces, sentiremos su vara como un garrote para disciplinarnos cuando nos descarriamos obstinadamente. Esta no es una señal de abandono, sino de pertenencia. Como un padre que corrige a su hijo, Dios usa la vara de la adversidad o la convicción para alejarnos de la desobediencia que nos destruye. 

     "No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere." (Proverbios 3:11-12)

     Otras veces, experimentaremos el cayado, que nos guiará con suave presión hacia aguas tranquilas y nos protegerá del peligro que ni siquiera vemos. Ambas herramientas —la vara correctora y el cayado protector— son manifestaciones de un mismo amor inquebrantable. Son las dos manos del mismo Pastor: una que disciplina y otra que consuela, ambas trabajando en armonía para nuestro bien supremo.

      ¿Debemos confiar plenamente en todo aquel que se llame pastor?

     ¡No! El título no es una garantía automática de integridad, sabiduría o carácter. En nuestra era, proliferan voces que reclaman el título de pastor, pero cuyo corazón está lejos del rebaño y solo buscan fama, dinero o poder. Son líderes que duermen en una vigilia, no defienden la verdad, no conocen a sus ovejas ni las aman y solo confunden con doctrinas vacías y promesas huecas. Son la encarnación de los "malos pastores" contra los que Dios mismo lanzó su juicio en la antigüedad, aquellos que se apacientan a sí mismos en lugar de al rebaño. Son "asalariados del alma", cuyo interés se desvanece cuando aparece la verdadera adversidad.

     "Donde falta la verdad, el pastor se convierte en un ídolo mudo, y la fe, en una religión vacía."Inspirado en Friedrich Nietzsche

     Frente a este escenario, la promesa de Cristo resuena con esperanza; Él no ignora a ese rebaño herido, y como Pastor Supremo, busca a las ovejas perdidas, aquellas que ningún redil terrenal ha podido guardar.

     "También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas que también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño y un pastor.” (Juan 10:16).

      Su llamado trasciende muros y tradiciones. Quien escucha Su voz encuentra, al fin, descanso para el alma.

     A lo largo de las Escrituras, Dios eligió a pastores —desde Abel y Abraham hasta Moisés y David — para guiar a su pueblo, demostrando que la verdadera autoridad nace del servicio y la humildad. No fueron los poderosos ni los autosuficientes los testigos privilegiados de Su gloria, sino los humildes de corazón, preparando el camino para la llegada del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29).

     "El cielo vela por los sencillos y se oculta a los sabios según el mundo." Inspirado en Blaise Pascal. 

     Jesús es la cumbre de esta revelación: el Verbo hecho carne, el Pastor que se inmoló por su rebaño. En Él, el cuidado divino se hace tangible, ofreciendo restauración y la seguridad de que, incluso en el valle más oscuro, nunca caminamos solos.

     El rebaño de Dios no depende de la sabiduría humana ni de los líderes falibles, sino de la voz del Pastor verdadero. Escucharla y seguirla es el antídoto contra la confusión y el desaliento. Su guía transforma los desiertos de nuestra vida en oasis de paz y convierte los valles de sombra en lugares donde nuestra fe se fortalece. 

     "Sin un pastor, el alma vaga sin rumbo; con Cristo, encuentra el camino de regreso a casa."Inspirado en León Tolstoi.

     Su invitación es personal y persistente. Él no fuerza la puerta, pero llama con paciencia a cada corazón, extendiendo el llamado que ha resonado desde los patriarcas hasta el apóstol Juan:
 
     “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo." (Apocalipsis 3:20).

     Jesús, el Buen Pastor, nos guía en la incertidumbre, nos ampara en el peligro, nos disciplina en el descarrío y es luz en la más densa oscuridad. Seguirle no es una rendición pasiva, sino confiar plenamente incluso cuando Su corrección nos duele, sabiendo que Su vara y Su cayado, en su perfecto equilibrio, son nuestro mayor consuelo.

     "Cuando todo lo demás se desvanece, lo único que perdura es la fidelidad de Aquel que dio su vida por las ovejas." Inspirado en Soren Kierkegaard.
          
     Mis queridos, no permitamos que los ruidos del mundo ahoguen la única Voz que puede guiarnos a puertos seguros. Acerquémonos al Buen Pastor, el mismo ayer, hoy y siempre. Escuchemos su llamado, confiemos en su cuidado y experimentemos la paz sobrenatural que solo Él puede dar. En un mundo de pastores falsos y caminos truncados, Él sigue siendo el Camino, la Verdad y la Vida.


¡Que Dios los bendiga rica y abundantemente!


 Frank Zorrilla