Mis queridos amigos y hermanos,
![]() |
el poder de la fuerza |
Los atenienses en el siglo Vl a.C. acuñaron un sistema de gobierno que, aunque en su propósito intrínseco aparentaba ser un modelo definido con un significado exacto, su aplicación a lo largo del tiempo ha demostrado sus lados oscuros. Este sistema es conocido como democracia.
En teoría, la soberanía del poder reside en el pueblo, quien elige directa o indirectamente a las autoridades que regirán el destino del país por un tiempo establecido en la constitución. Es decir, teóricamente, el pueblo tiene el poder ratificar o cambiar a sus autoridades en períodos posteriores.
Gracias a esta doctrina política, los atenienses hablaban de la democracia como "el gobierno del pueblo". Un sistema donde el pueblo debía ser sujeto activo su futuro, colocando el poder público a su disposición y servicio. Sin embargo, esta visión solo corresponde a la democracia representativa, pues la democracia directa, en los tiempos actuales, no existe.
![]() |
retórica en tiempos de campaña proselitista |
Hoy, muchos confunden la palabra "democracia" con derechos y libertades. Se nos dice que somos "libres para expresar nuestras inquietudes, pensar, opinar sin temor a represalias". Pero, en realidad, esos son derechos inalienables que heredamos al nacer, no un regalo concedido por los sistemas políticos.
Incluso en las grandes naciones que se jactan de democráticas, se encarcela a las ideas mediante la censura, herramienta utilizada desde siempre por monarquías, oligarquías, repúblicas y democracias para mantener el control ideológico. Así, el poder político no duda en silenciar opiniones que contradicen intereses creados.
El filósofo francés Étienne de la Boétie lo advirtió con claridad:
"Decidíos a no servir más y seréis libres."
En sentido radical, la supuesta libertad democrática, en muchos casos, es solo un espejismo.
¿Existe realmente democracia en algún país del mundo?
La respuesta es clara: no.
Como bien ilustra la frase “el pueblo no manda, se gobierna”, atribuida al expresidente Porfirio Díaz, su régimen utilizó el sistema democrático con una mera herramienta teatral para simular legitimidad. Esta visión profundamente maquiavélica cuestiona los cimientos de la llamada “democracia representativa” que pregonamos y ostentamos con tanto orgullo.
![]() |
uso del poder y la sumisión |
El sostenimiento de las naciones democráticas se basa en falacias y burbujas de colores vendidas a precio de fruslería. En realidad, lo que prevalece es una oligarquía, donde un grupo selecto (aristocracia) controla las decisiones, mientras un representante elegido sirve como rostro visible.
Algunos dirán: "pero ese representante fue elegido por el pueblo en las urnas". Y ahí reside el "efecto mágico" de la democracia: la ilusión de que el pueblo decide, cuando en realidad el proceso está contaminado por el poder económico de las élites, quienes usan sus recursos financieros para manipular al electorado a través de campañas políticas conscientes (apelando a la emotividad y las necesidades del pueblo), empleando la publicidad como medio propagandístico hasta llegar al poder. Esto sin mencionar los fraudes y el cabildeo (y es, precisamente, debido a este factor por lo que las campañas políticas son tan costosas).
Jean -Jacques Rousseau ya lo había advertido:
"El pueblo inglés piensa que es libre; pero se engaña mucho: lo es únicamente durante la elección de los miembros del Parlamento; tan pronto como éstos son elegidos, vuelve a ser esclavo."
![]() |
pactos corruptos para obtener el poder |
¿Por qué gastar millones en campañas si el fin es servir al pueblo?
Carlos Gaviria lo resumió de una forma magistral:
Carlos Gaviria lo resumió de una forma magistral:
"Cuando un candidato invierte millones y millones en su campaña, éste no es un candidato, es un empresario. Y como empresario al fin; cuando sea presidente, senador, diputado o alcalde, sólo pensará en pagar su deuda a los que financiaron su campaña y sacar lucro provecho de su puesto...En lo que menos pensará, es en la gente que votó por él."
Es la razón por la cual los políticos jamás erradicarán la pobreza: la necesitan para ganar elecciones.
Y como decía Lord Acton: "El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente."
![]() |
desfalco descomunal para intereses personales |
¡Cuidado con teorías vacías de hombres! Hoy se pretende insertar la democracia no solo como forma de gobierno, sino como un código moral de convivencia, mezclando derechos colectivos e individuales con agendas impuestas. De este modo, bajo su marco legal, se han aprobado medidas que chocan con valores espirituales y éticos. De aquí, la formación de grupos que usan el cabildeo como norma, para imponer agendas particulares al resto de la población en forma pacífica y haciendo uso del sistema:
- la prohibición de la oración en escuelas públicas,
- la imposición del matrimonio entre parejas del mismo sexo,
- la aprobación del consumo de drogas,
- la abstención de armas de grueso calibre sin limites,
- y seguramente otras medidas futuras que buscarán derogar principios divinos.
Karl Marx describió este fenómeno como un ciclo histórico:
"La historia se repite: primero como tragedia, luego como farsa."
![]() |
retórica y control de las masas en una balanza |
Pero la Biblia lo revela con mayor profundidad:
"¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz!" (Isaías 5:20)
Ante este panorama tan desalentador, ¿qué puede hacer el pueblo, en especial los que profesan la fe?
Si la democracia es una ilusión — o un sistema manipulado por intereses ocultos—, no debemos caer en dos extremos: idolatrar el sistema político o resignarnos pasivamente.
El camino del creyente debe ser claro:
1- Recordar dónde está la verdadera esperanza
"Maldito el hombre que confía en el hombre." (Jeremías 17:5).
Nuestra confianza no puede estar en presidentes ni partidos, sino en Cristo, el Rey eterno.
2- Ser luz y sal en medio de la sociedad
"Vosotros sois la luz del mundo...Vosotros sois la sal de la Tierra" (Mateo 5:13-14)
No podemos cambiar todo el sistema, pero sí evitar que la corrupción avance sin oposición, influenciando con valores de justicia, verdad y compasión.
3- Ejercer ciudadanía responsable
- Participar en elecciones si la conciencia lo permite.
- Denunciar injusticias de manera pacífica.
- Promover valores cristianos en la vida pública.
4- Fortalecer la comunidad de fe
La iglesia primitiva resistió sin depender de Roma. Nuestra fortaleza hoy también está en la oración, la unidad y el servicio mutuo.
5- Practicar la intercesión constante
"Oren por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad" (1 Timoteo 2:2)
Seamos honestos, ningún sistema de gobierno es perfecto ni garantiza la libertad plena. Son estructuras humanas, sujetas a la corrupción y la limitación del hombre. La historia muestra que ni monarquías, ni democracias, ni dictaduras, ni repúblicas han podido garantizar justicia y libertad plenas.
En resumen, el sistema democrático puede prometer participación, igualdad y libertad, pero en la práctica deja tras de sí un pueblo desilusionado, manipulado y gobernado por intereses que nunca aparecen en las papeletas. No nos engañemos: la democracia no salvará al mundo, porque ningún sistema creado por el hombre puede redimir lo que solo Dios puede transformar.
![]() |
Hilos del Poder y la Verdad de la Cruz |
El pueblo puede ser engañado, los líderes pueden corromperse, las leyes pueden cambiar, pero la Palabra de Dios permanece para siempre:
"El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán." (Mateo 24:35)
Hoy más que nunca, los que creemos en Cristo debemos despertar y dejar de confiar en los sistemas humanos como si fueran fuentes de salvación. Nuestra misión no es rendir culto a las urnas, sino proclamar al mundo que el verdadero Rey ya reina, y que su Reino es eterno.
"Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas." (Mateo 6:33)
La libertad que el mundo promete es un espejismo. La auténtica libertad, la seguridad inquebrantable y la verdadera justicia emanan únicamente de Dios, no de frágiles instituciones humanas. Cristo ofrece, además de esa libertad redentora, el don de la vida eterna. Esa sí es la esperanza que nunca defrauda.
"Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres." (Juan 8:36)
¡Que Dios los bendiga rica y abundantemente!
Frank Zorrilla