viernes, 22 de noviembre de 2013

ENTRE URNAS Y SOMBRAS: "El Voto Como Espejismo y la Libertad en Cristo."


Mis queridos amigos y hermanos,

el poder de la fuerza
     Los atenienses en el siglo Vl a.C. acuñaron un sistema de gobierno que, aunque en su propósito intrínseco aparentaba ser un modelo definido con un significado exacto, su aplicación a lo largo del tiempo ha demostrado sus lados oscuros. Este sistema es conocido como democracia
     En teoría, la soberanía del poder reside en el pueblo, quien elige directa o indirectamente a las autoridades que regirán el destino del país por un tiempo establecido en la constitución. Es decir, teóricamente, el pueblo tiene el poder ratificar o cambiar a sus autoridades en períodos posteriores. 
     Gracias a esta doctrina política, los atenienses hablaban de la democracia como "el gobierno del pueblo". Un sistema donde el pueblo debía ser sujeto activo su futuro, colocando el poder público a su disposición y servicio. Sin embargo, esta visión solo corresponde a la democracia representativa, pues la democracia directa, en los tiempos actuales, no existe.
retórica en tiempos de campaña proselitista 
     Hoy, muchos confunden la palabra "democracia" con derechos y libertades. Se nos dice que somos "libres para expresar nuestras inquietudes, pensar, opinar sin temor a represalias". Pero, en realidad, esos son derechos inalienables que heredamos al nacer, no un regalo concedido por los sistemas políticos. 
       Incluso en las grandes naciones que se jactan de democráticas, se encarcela a las ideas mediante la censura, herramienta utilizada desde siempre por monarquías, oligarquías, repúblicas y democracias para mantener el control ideológico. Así, el poder político no duda en silenciar opiniones que contradicen intereses creados. 
     El filósofo francés Étienne de la Boétie lo advirtió con claridad:
"Decidíos a no servir más y seréis libres."
     En sentido radical, la supuesta libertad democrática, en muchos casos, es solo un espejismo.
     ¿Existe realmente democracia en algún país del mundo?
      La respuesta es clara: no.
     Como bien ilustra la frase “el pueblo no manda, se gobierna”, atribuida al expresidente Porfirio Díaz, su régimen utilizó el sistema democrático con una mera herramienta teatral para simular legitimidad. Esta visión profundamente maquiavélica cuestiona los cimientos de la llamada “democracia representativa” que pregonamos y ostentamos con tanto orgullo.
uso del poder y la sumisión 
     El sostenimiento de las naciones democráticas se basa en falacias y burbujas de colores vendidas a precio de fruslería. En realidad, lo que prevalece es una oligarquía, donde un grupo selecto (aristocracia) controla las decisiones, mientras un representante elegido sirve como rostro visible.

     Algunos dirán: "pero ese representante fue elegido por el pueblo en las urnas". Y ahí reside el "efecto mágico" de la democracia: la ilusión de que el pueblo decide, cuando en realidad el proceso está contaminado por el poder económico de las élites, quienes usan sus recursos financieros para manipular al electorado a través de campañas políticas conscientes (apelando a la emotividad y las necesidades del pueblo), empleando la publicidad como medio propagandístico hasta llegar al poder. Esto sin mencionar los fraudes y el cabildeo (y es, precisamente, debido a este factor por lo que las campañas políticas son tan costosas)

     Jean -Jacques Rousseau ya lo había advertido:

"El pueblo inglés piensa que es libre; pero se engaña mucho: lo es únicamente durante la elección de los miembros del Parlamento; tan pronto como éstos son elegidos, vuelve a ser esclavo."


pactos corruptos para obtener el poder
      ¿Por qué gastar millones en campañas  si el fin es servir al pueblo?

      Carlos Gaviria lo resumió de una forma magistral: 
     "Cuando un candidato invierte millones y millones en su campaña, éste no es un candidato, es un empresario. Y como empresario al fin; cuando sea presidente, senador, diputado o alcalde, sólo pensará en pagar su deuda a los que financiaron su campaña y sacar lucro provecho de su puesto...En lo que menos pensará, es en la gente que votó por él." 
      Es la razón por la cual los políticos jamás erradicarán la pobreza: la necesitan para ganar elecciones.
     Y como decía Lord Acton: "El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente."
desfalco descomunal para intereses personales
     ¡Cuidado con teorías vacías de hombres! Hoy se pretende insertar la democracia no solo como forma de gobierno, sino como un código moral de convivencia, mezclando derechos colectivos e individuales con agendas impuestas. De este modo, bajo su marco legal, se han aprobado medidas que chocan con valores espirituales y éticos. De aquí, la formación de grupos que usan el cabildeo como norma, para imponer agendas particulares al resto de la población en forma pacífica y haciendo uso del sistema:
  • la prohibición de la oración en escuelas públicas,
  • la imposición del matrimonio entre parejas del mismo sexo,
  • la aprobación del consumo de drogas,
  • la abstención de armas de grueso calibre sin limites,
  • y seguramente otras medidas futuras que buscarán derogar principios divinos.

     Karl Marx describió este fenómeno como un ciclo histórico: 
"La historia se repite: primero como tragedia, luego como farsa."
retórica y control de las masas en una balanza
     Pero la Biblia lo revela con mayor profundidad:
"¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz!" (Isaías 5:20)
     Ante este panorama tan desalentador, ¿qué puede hacer el pueblo, en especial los que profesan la fe?
     Si la democracia es una ilusión — o un sistema manipulado por intereses ocultos—, no debemos caer en dos extremos: idolatrar el sistema político o resignarnos pasivamente
     El camino del creyente debe ser claro:
     1- Recordar dónde está la verdadera esperanza
"Maldito el hombre que confía en el hombre." (Jeremías 17:5).
Nuestra confianza no puede estar en presidentes ni partidos, sino en Cristo, el Rey eterno.
     2- Ser luz y sal en medio de la sociedad
"Vosotros sois la luz del mundo...Vosotros sois la sal de la Tierra" (Mateo 5:13-14)
     No podemos cambiar todo el sistema, pero sí evitar que la corrupción avance sin oposición, influenciando con valores de justicia, verdad y compasión. 
     3- Ejercer ciudadanía responsable
  • Participar en elecciones si la conciencia lo permite.
  • Denunciar injusticias de manera pacífica.
  • Promover valores cristianos en la vida pública.
     4- Fortalecer la comunidad de fe
     La iglesia primitiva resistió sin depender de Roma. Nuestra fortaleza hoy también está en la oración, la unidad y el servicio mutuo.
     5- Practicar la intercesión constante
     "Oren por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad" (1 Timoteo 2:2) 
     Seamos honestos, ningún sistema de gobierno es perfecto ni garantiza la libertad plena. Son estructuras humanas, sujetas a la corrupción y la limitación del hombre. La historia muestra que ni monarquías, ni democracias, ni dictaduras, ni repúblicas han podido garantizar justicia y libertad plenas.
     En resumen, el sistema democrático puede prometer participación, igualdad y libertad, pero en la práctica deja tras de sí un pueblo desilusionado, manipulado y gobernado por intereses que nunca aparecen en las papeletas. No nos engañemos: la democracia no salvará al mundo, porque ningún sistema creado por el hombre puede redimir lo que solo Dios puede transformar.
Hilos del Poder y la Verdad de la Cruz
      La verdadera pregunta no es si el pueblo manda o si las élites gobiernan, sino:
¿a quién pertenece la confianza?
     El pueblo puede ser engañado, los líderes pueden corromperse, las leyes pueden cambiar, pero la Palabra de Dios permanece para siempre: 
     "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán." (Mateo 24:35)
     Hoy más que nunca, los que creemos en Cristo debemos despertar y dejar de confiar en los sistemas humanos como si fueran fuentes de salvación. Nuestra misión no es rendir culto a las urnas, sino proclamar al mundo que el verdadero Rey ya reina, y que su Reino es eterno. 
     "Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas." (Mateo 6:33)
     La libertad que el mundo promete es un espejismo. La auténtica libertad, la seguridad inquebrantable y la verdadera justicia emanan únicamente de Dios, no de frágiles instituciones humanas. Cristo ofrece, además de esa libertad redentora, el don de la vida eterna. Esa sí es la esperanza que nunca defrauda.
     "Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres." (Juan 8:36)

¡Que Dios los bendiga rica y abundantemente!

 Frank Zorrilla






martes, 19 de noviembre de 2013

"EL ROSTRO DETRÁS DE LA APARIENCIA: ¿Quiénes Somos Realmente?


Mis queridos amigos y hermanos,


El dilema de Ser o solo "Parecer"

    ¿Cuántas veces nos ha asaltado el terrible dilema que inmortalizó William Shakespeare: “Ser o no ser”? ...
     Como seres humanos, nos encontramos atrapados en la incertidumbre de nuestras propias facultades cognitivas, sin tener claridad absoluta sobre quiénes somos en realidad.
     ¿Somos lo que aparentamos ser, o simplemente lo que proyectamos hacia los demás?
     ¿Nuestras acciones reflejan genuinamente nuestro verdadero carácter, o hemos aprendido a sostener una máscara social?

     ¿Es nuestra personalidad construida sobre virtudes verdaderamente cristianas— esas que se elevan como ofrenda viva ante Dios— o sobre el brillo engañoso de la cultura, la moda y la aprobación externa?      

     Cuando William Shakespeare escribió en Hamlet la frase: "Ser o no ser, esa es la cuestión", no hablaba únicamente de la vida y la muerte, sino de la esencia misma de la existencia. Hamlet se pregunta si vale la pena vivir soportando el dolor o rebelarse contra él, aunque esto implique un riesgo mayor.
     Este dilema puede trasladarse a nuestra vida espiritual: ¿Vivimos siendo lo que realmente somos delante de Dios, o solo parecemos ser algo frente a los hombres?
    •       Ser significa vivir con autenticidad, con coherencia entre lo que creemos y lo que hacemos, reflejando en nuestro carácter la verdad de Cristo.

    •       Parecer es ocultarnos tras una máscara, imitando virtudes ajenas, aparentando éxito o espiritualidad, pero sin sustancia real en el corazón. 

     La Biblia nos da una respuesta clara:
     "Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón." (1 Samuel 16:7)
     Así, mientras el mundo aplaude las apariencias, Dios nos llama a la autenticidad. 
     Muchas veces actuamos no por convicción, sino por inercia, siguiendo lo que dicta la sociedad. Así adoptamos un modus vivendi que promueve la opulencia, la ingratitud y la hipocresía como normas aceptadas de convivencia. Vivimos en lo que parece un "mundo al revés", donde la deshonestidad se premia y la traición se normaliza.
¿Quiénes somos realmente?...
     No es raro, entonces, que depositemos nuestra confianza ciega en líderes, filósofos o ideologías que parecen infalibles, olvidando que todos son falibles e imperfectos.
     Es muy fácil dejarse persuadir por las apariencias y abandonar la propia esencia para emular a quienes consideramos poseedores de cualidades y virtudes dignas de admiración. ¿Y, por qué no? A nuestro entender, son personas exitosas y de gran prestigio; al menos, eso es lo que percibimos desde una perspectiva superficial. Pero, como reza el refrán popular: “¡Caras vemos, corazones no sabemos!”. 
     En la mayoría de los casos, y para nuestra decepción, estas figuras no son más que una ficción, la representación de un personaje que no existe en la realidad. Encarnan una imagen transitoria, fundamentada en una apariencia exitosa que destaca a simple vista. 
detrás de la máscara
     Son actores y actrices que personifican una escena ficticia de una vida en cortometraje. Sin embargo, en el interior de sus almas, yace un vacío espiritual inmenso, opacado por las circunstancias de una existencia materialista y fatalista.
Arthur Schopenhauer afirmó:
"El hombre puede hacer lo que quiere, pero no puede querer lo que quiere."    
     Con esta idea, el filósofo muestra que incluso nuestra voluntad está limitada y condicionada: creemos ser libres, pero en realidad muchas veces somos esclavos de impulsos, deseos y circunstancias. 
     Esto nos recuerda que sin Cristo no hay verdadera libertad, sino ataduras disfrazadas de autonomía. 
     La Biblia lo enseña claramente:
"Así que, sin el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres." (Juan 8:36)
     Un ejemplo claro de la falibilidad humana lo encontramos en el filósofo y naturalista Aristóteles, quien describió erróneamente a la araña como un: “Un pequeño insecto de seis patas.” 
     Durante siglos, la ciencia lo repitió sin cuestionar, hasta que Jean Lamarck corrigió el error en el siglo XIX. La lección es evidente: el conocimiento humano, aunque valioso, es incompleto cuando se divorcia de la verdad.
     "Antes del quebrantamiento es la soberbia; y antes de la caída, la altivez de espíritu." (Proverbios 16:18).
     De este recorrido podemos aprender:
  • Primero: No dejarnos seducir por las apariencias. 
 “Amado, no imites lo malo sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; el que hace lo malo no ha visto a Dios.” (3Juan 1:1)
  • Segundo: El tiempo no convierte el error en verdad. 
 “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:32).
  • Tercero: La mayoría puede también equivocarse. 
 “Y les decía una parábola: ¿Puede el ciego guiar al ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?” (Lucas 6:39).
  • Cuarto: No sigamos tradiciones humanas sin discernimiento.
 “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” (Colosenses 2:8).
Artificio subjetivo
     Friedrich Nietzsche escribió:
"El hombre, en su orgullo, inventó a Dios a su imagen y semejanza."
     Con esta frase, Nietzsche denuncia cómo el ser humano, cegado por su soberbia, proyecta falsos ídolos y construye ficciones para sostener sus existencia.
     Este pensamiento conecta con el tema de parecer sin ser: los hombres pueden inventarse máscaras religiosas, culturales o sociales para justificar su vida, pero no pueden crear la verdad. 
     Las Escrituras nos recuerda lo contrario:
     "Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí." (Isaías 45:5).
   
      El hombre puede crear apariencias de divinidad, pero sólo Dios es eterno y verdadero.
     Un proverbio antiguo lo expresa bien: “La piedra falsa puede confundirse con la verdadera, pero para el ojo experto, la auténtica resplandece y la falsa se desmorona.”
Un rostro auténtico, solo en el espejo...
     De igual modo, el carácter genuino se revela en la prueba. El ilusionismo de las apariencias tarde o temprano se rompe, mientras que el carácter formado en Cristo permanece.
     Fiódor Dostoievski escribió: 
"El hombre se acostumbra a todo, pero nunca sin pagarlo con su alma."
     Con esta reflexión, denuncia que cuando aceptamos vivir bajo la máscara de la apariencia o la mentira, tarde o temprano el precio es la pérdida de nuestra esencia.
     Jesús lo explicó con mayor claridad:
     "¿De qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?" (Marcos 8:36)
     La máscara puede engañar a los hombre, pero nunca a Dios. El alma siempre revela lo que realmente somos.
Ser o Parecer
     El verdadero desafío no es parecer buenos, sino ser transformados por la sabiduría divina. Siguiendo el ejemplo de Cristo podemos vivir en armonía con Dios, con los demás y con nosotros mismos.
     Como está escrito: 
     “Yo, Jehová, escudriño la mente y pruebo los corazones, para recompensar a cada uno según su camino y según el fruto de sus obras.” (Jeremías 17:10).
      Por lo tanto, como enfatizara el gran Maestro:
 “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; porque por el fruto se conoce el árbol.” (Lucas 6:45). 
     El mundo puede premiar la apariencia, pero Dios mira la verdad de nuestro interior. El llamado no es a impresionar, sino a ser auténticos. 
     La gran pregunta sigue siendo: ¿vivimos bajo la máscara del "parecer", o en la libertad del "ser"?

     La respuesta no depende de las opiniones externas ni de las tradiciones humanas, sino de lo que Dios espera de nosotros.

¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!

Frank Zorrilla