viernes, 4 de octubre de 2013

EL FLAGELO QUE CORROE EL ALMA: "El Valle de la Depresión y la Esperanza en Cristo."


Mis queridos amigos y hermanos,


Estado de angustia y dolor
   “Perezca el día en que yo nací, y la noche en que se dijo: Varón es concebido.” (Job 3:25). 
     "Está mi alma hastiada de mi vida... hablaré con amargura de mi alma..." (Job 10:1-2)
     “Me he consumido a fuerza de gemir.” (Salmo 6:6)
 “Lloro de sufrimiento.” (Salmo 119:28).
     "Y caminó todo el día por el desierto... se sentó a su sombra con ganas de morirse. «¡Estoy harto, Señor! —protestó—. Quítame la vida..." (1 Reyes 19:4)
     Estos clamores desgarradores pertenecen a tres gigantes de la fe: Job, David y Elías. Hombres fuertes, valientes y temerosos de Dios, pero también profundamente humanos, vulnerables y expuestos al dolor de la existencia. La DEPRESIÓN, lejos de ser un mal moderno o una falta de fe, es un eco que atraviesa los siglos.
     "El hombre es la única criatura que se niega ser lo que es."Albert Camus
Estado de desesperación y estrés
      Camus refleja aquí la angustia existencial: el hombre se siente extraño en el mundo y en sí mismo. Esa sensación de absurdo lo empuja a buscar sentido. Frente a ello, la Biblia nos recuerda:
"Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones." (Salmo 46:1)
      LA DEPRESIÓN significa literalmente opresión o abatimiento. Es una patología que se caracteriza por un decaimiento, irritabilidad y un trastorno del humor, lo que puede disminuir el rendimiento en el trabajo, e impulsar la pérdida de interés hacia actividades lúdicas habituales, así como generar una vivencia poco motivadora y una percepción más lenta del transcurso del tiempo. Las causas pueden ser multifacéticas: estrés crónico, experiencias traumáticas, pérdidas afectivas, factores biológicos o predisposición genética. Esta no distingue entre reyes o mendigos; todos podemos sentir el peso de este valle oscuro.
Ansiedad crónica y ataque depresivo
     ¿Has experimentado ese estado de ánimo alguna vez?
       
 Lamentablemente, en algún momento de la vida todos podemos caer en ese incómodo estado debido a cualquiera de las causas ya mencionadas. Es una enfermedad que no discrimina; no importa si eres rey o sirviente, rico o pobre, letrado o analfabeto. Cualquier persona puede verse afectada, ya que todo ser humano está expuesto a momentos difíciles y situaciones adversas, ya sean económicas, de salud o sobre todo, sociales.
    "La vida oscila, como un péndulo, entre el sufrimiento y el aburrimiento."Arthur Schopenhauer 
      Schopenhauer veía la vida como un ciclo sin salida: sufrimos cuando deseamos, y nos aburrimos cuando dejamos de desear. Un diagnóstico sin esperanza. En contraste, Jesús nos ofrece descanso verdadero:
     "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar." (Mateo 11:28)
     Frente a este dolor o estado de infelicidad que puede ser tanto transitoria, como permanente, muchos recurren a antidepresivos buscando alivio. Estos fármacos, que actúan sobre neurotransmisores, al principio son una herramienta válida, y en algunos casos ayudan a estabilizar el ánimo. Sin embargo, la realidad es que en la práctica se han convertido en la principal respuesta de la psiquiatría moderna, lo que con frecuencia deriva en farmacodependencia. 
Drogas para la depresión
     El paciente termina dependiendo de la pastilla para funcionar, mientras las raíces psicosociales y espirituales del sufrimiento quedan intactas.
     Como bien dice Ivan Illich:
    "La medicina actual  trata los síntomas, pero no cura  las causas." 
     Illich denuncia la reducción de la medicina moderna a una industria que calma síntomas sin transformar la vida. Frente a esto, la fe ofrece una curación que no se limita al cuerpo, sino que toca el alma.
El filósofo Friedrich Nietzsche, da una solución muy cruda:
      "El pensamiento del suicidio es un poderoso consuelo: ayuda a pasar más de una mala noche."
Estado emocional sin retorno
     Nietzsche, al escribir estas palabras, no alentaba al suicidio, sino que mostraba cómo, sin esperanza transcendente, el hombre puede llegar a ver el simple pensamiento de acabar con su vida como una especie de alivio momentáneo frente al dolor. En otras palabras, sin Dios, el ser humano se aferra a consuelos vacíos que nunca sanan el alma.
     Frente a esta visión oscura, Cristo nos ofrece un consuelo verdadero y eterno:
     "El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia." (Juan 10:10).
     La ciencia misma ha demostrado que la depresión no es solo un desbalance químico, sino un fenómeno biopsicosocial y espiritual. El tratamiento más efectivo no suele ser una única solución, sino un enfoque integral que puede incluir:
  • Atención médica: Incluyendo la posible medicación, que no es una "muleta" moral, sino un recurso para restaurar el equilibrio.
  • Psicoterapia: Para enfrentar traumas, patrones de pensamiento negativos y desarrollar herramientas de afrontamiento. 
  • Cambios de estilo de vida: Ejercicio, alimentación balanceada, sueño reparador y conexión con la naturaleza.
  • Apoyo Comunitario y Familiar: La cura rara vez sucede en el aislamiento. 
  • Dimensión Espiritual: Oración, fe, búsqueda de sentido y esperanza. La fe no es un reemplazo de otros tratamientos, sino su fundamento y complemento.

     "Quien tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo." Friedrich Nietzsche
     Aquí Nietzsche reconoce algo profundo: el sentido de la vida es lo que nos sostiene en la adversidad. Pero mientras la filosofía lo deja en un "porqué humano", la fe lo llena de contenido eterno:
     "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces." (Jeremías 33:3)
caras vemos, corazones no sabemos

       ¿
Puede un  cristiano sufrir de depresión?...

      . Ser creyente no nos inmuniza contra el sufrimiento humano. La diferencia radical no está en la inmunidad del dolor, sino en los recursos y la esperanza con que lo enfrentamos. Mientras que los enfoques puramente secularizados pueden verse limitados, el creyente cuenta con una perspectiva eterna. Mientras el mundo ofrece píldoras, Cristo ofrece promesas:
 “No os afanéis por vuestra vida... Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas las cosas que tenéis necesidad serán añadidas.” (Mateo 6:25-33).    

     El cristiano no está exento de lágrimas, pero sabe que su dolor nunca es el punto final de su historia.
      "Sólo hay un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio."Albert Camus
la luz en la oscuridad
     Para Camus, el suicidio era la gran pregunta de la filosofía: si la vida carece de sentido, ¿por qué seguir viviendo? 
     La Biblia responde con poder:
 “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo." (Salmo 23:4)
         La depresión puede oscurecer el horizonte, pero no puede apagar la luz de Dios. Como proclamó el apóstol Pablo cuya resiliencia venía de su fe en Cristo Jesús: 
    "¿Quién nos separará del amor de Cristo?...Ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir...nada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús." (Romanos 8:35-39).
     
Júbilo en la fe
     Muchas veces, la depresión se oculta en los pliegues de una sonrisa vacía, en la quietud del silencio elocuente o en la carcajada que resuena con hueco. La verdadera salida, sin embargo, no está en la mera farmacodependencia ni la 
negación, sino en el encuentro con una esperanza viva que nos sostiene incluso en la oscuridad más profunda. Es un camino que puede, y a menudo debe, integrar la sabiduría de la medicina, el apoyo o el sostén de la comunidad y una fe inquebrantable en que nuestro auxilio viene del Señor.     
       
¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!

Frank Zorrilla



     




jueves, 3 de octubre de 2013

“LA DELINCUENCIA JUVENIL”-UNA CRISIS DE ESTADO‏


Mis queridos amigos y hermanos,


       Abrimos los diarios y entre sus páginas, observamos imágenes trágicas con encabezados muy funestos. Escuchamos las noticias a través de los medios de difusión de masas, y somos asaltados por la misma trágica información que deprime nuestros sentidos.

     Evidentemente, vivimos en una sociedad hipermediatizada, donde todo acontecimiento es reproducido, ampliado y trabajado por los medios de comunicación buscando tocar las fibras más sensibles de su audiencia; por otro lado, escuchamos los discursos icónicos y lingüísticos que narran los hechos delictivos y la aparición de gravámenes sociales que se escapan de los poderes establecidos; cuestionando en parte, la eficacia y funcionamiento del Estado y de las instituciones encargadas de mantener la seguridad y la paz social.

     Las horripilantes noticias de Jóvenes que son abatidos en nuestras calles producto de la delincuencia, el pandillerismo y las gangas, es el menú de nuestra vida urbana concentrada en las grandes metrópolis. Pero, ¿Qué está pasando con nuestros jóvenes?, ¿porqué deciden tomar esos caminos? y ¿qué les impulsa a revelarse en contra de la sociedad organizada?...

     Podemos analizar la delincuencia juvenil desde varios aspectos, incluyendo los aspectos: Sociológico, Psicológico y Social, pero no necesariamente encontraremos la fórmula perfecta para erradicar la anti sociabilidad o la rebelión que impulsa a los jóvenes para delinquirse. El problema es más complejo; es un asunto intrincado que sigue un patrón perverso que exige un minucioso y profundo entendimiento del punto de vista espiritual, aunque claro está, no podemos descartar, que este tema tiene innegable trascendencia precisamente por sus aspectos sociales como psicológicos.

     Desde el punto de vista Sociológico, existen desde luego, aspectos jurídicos que la sociedad define como: “delincuencia”; y es cuando se transgrede las normas y reglas establecidas en la sociedad. Según los expertos en psicología, la transgresión de esas reglas no es tanto por fenómenos o criterios externos, sino más bien por diversos factores psíquicos que inciden a la delincuencia de los jóvenes.

     El primer factor es: la predisposición particular de la personalidad, o “delincuencia latente”; factor que se manifiesta en los primeros años del niño y su relación con su medio social y los padres o tutores. Es precisamente el vinculo social que existe con los padres o la falta de estos, lo que inciden de una forma transcendental en el carácter antisocial del niño. Los conflictos entre pareja, la disociación de un ambiente sano para su formación mental y la disfuncionalidad del hogar. Por otra parte, no podemos olvidar los factores sociales como: La pobreza, la inseguridad y el desdén de los padres en facilitar y aceptar cierto tipo de comportamiento, entre otros; los cuales pueden despertar gran ansiedad en el niño e interferir negativamente en su desarrollo emocional.

     El segundo factor, es: la gravitación de las influencias sociales y familiares durante el periodo de latencia y adolescencia. 

Este segundo factor, es capaz de transformar la “delincuencia latente” en “delincuencia manifiesta”.

 “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; más el que lo ama, desde temprano lo corrige.” (Proverbios 13:24).

El tercer factor, es: la transición de la adolescencia sin la influencia de los padres. Los jóvenes en la adolescencia experimentan conflictos para inclinarse a la delincuencia, ya sea por el arrastre patológico o la vulnerabilidad psicológica, especialmente en la ausencia de uno de los padres, ya sea por abandono del hogar o por muerte.

 “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4).

     Si añadimos a estos tres factores psicológicos; otros factores sociales, como: Los fenómenos transculturales (películas que incitan a la inmoralidad y a las bajas pasiones, la música que a través de su lírica difunde odio y apatía por los valores morales, los video juegos con gran contenido de violencia), una escasa educación, el atrofiamiento mental debido a los efectos alucinógenos de las drogas y la indiferencia a los valores espirituales; obtendremos una amalgama de condiciones propicias para fomentar la aparición de jóvenes delincuentes que actúan como: “Drones antisociales”. Drones cuya energía es disipada a través de acciones delictivas sin importar en lo más mínimo la integridad humana.

     Como ya es sabido, la problemática de la delincuencia juvenil no es un asunto de país o región, es un asunto universal cuyas raíces están ineludiblemente ligadas al deterioro o abandono de la moral y de los principios cristianos durante la niñez o a temprana edad. 

    “Instruye al niño en su camino y cuando sea viejo no se apartará de él.” (Proverbios 22:6).

     Lastimosamente, este problema antisocial se ha convertido en una crisis de estado a niveles preocupantes, forzando a los gobernantes a la creación de más cárceles (a expensas de los contribuyentes), para menguar los índices de criminalidad. Pero, según las estadísticas, las cárceles no son la solución; porque el porcentaje de reincidencia es astronómico.

     ¡Debemos ser sensatos! No podemos cargar la totalidad de la culpa a los gobiernos de turno por la alta tasa de delincuencia juvenil, ni tampoco podemos esperar que en un cuatrienio se resuelva o desaparezca este problema a través de los operativos policiales; aunque, sabemos que el Estado, con el recurso económico a su disposición, puede crear instituciones que implementen mecanismos de prevención, orientación, educación y control; creando escuelas técnicas para fomentar la capacitación laborar y generar fuentes de empleo; al igual que poner mayor énfasis en los deportes o en actividades recreativas.

     ¿Y nosotros que hacemos?- ¿Quedarnos de brazos cruzados?- Este es un asunto que afecta a todos, y todos debemos colaborar para reducirlo a su mínima expresión. En nuestros vecindarios podemos formar pequeños grupos de orientación para instruir a los niños y adolescentes sobre el uso de las drogas y sus consecuencias, auspiciar eventos deportivos y servir de voluntarios para enseñar un deporte o un oficio.

     Se requiere la activa participación de las iglesias y sus membrecías (especialmente de los jóvenes), para desarrollar programas didácticos que puedan compartir con los jóvenes del vecindario, de la región y del país, porque así también podemos contribuir a hacer discípulos para el evangelio.


     Para el bien de la sociedad en general, se necesita hacer una campaña a nivel nacional, incluyendo las escuelas, logias, iglesias y entidades privadas para concienciar a los padres de familia a ser más responsables con sus vástagos, a los jóvenes adolescentes de las consecuencias funestas que produce la delincuencia juvenil y el crimen organizado. Al final, todos somos responsables por el bienestar de una nación, y todos tenemos parte de culpa al no actuar debida y eficazmente a combatir los males sociales.

     Como dijo el gran filósofo y escritor Jiddu Krishnamurti: “No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”.

     No es una un ilusionismo el decir que, la sociedad está descalabrada, y que mientras más pasan los tiempos, más difícil será minimizar el crecimiento convulsivo que se genera en una sociedad en decadencia...

 “Existen seres creciendo allí afuera, cultivados en el barro y el lodo, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles; y como un monstruo se abren paso en todos los rincones de las sociedades marginadas. Ese monstruo crece paulatinamente y será el fantasma que hará temblar a la sociedad organizada”.

     Es nuestro deber cooperar para producir cambios positivos que contribuyan a la estabilidad social del entorno donde vivimos; tanto para beneficio de nuestros hijos, como para los que conforman nuestro espacio. Debemos preguntarnos: ¿En qué puedo ayudar para concienciar a los jóvenes o contribuir a erradicar la delincuencia?

¡Que Dios los bendiga rica y abundantemente!



 Frank Zorrilla








miércoles, 2 de octubre de 2013

" EL USO DE LOS MEDIOS, OMINOSA TÁCTICA PARA MOLDEAR EL CARÁCTER"


Mis queridos amigos y hermanos,


Los estudiosos de la antropología cultural moderna y los sociólogos del siglo XX y XXI, no han tenido otra alternativa que acuñar el término “Aldea Global” para describir las consecuencias socioculturales de la comunicación inmediata a escala global generada por los medios electrónicos de comunicación. Este fenómeno ejerce una interconexión tan directa con nuestra psiquis, que al final, nos condiciona sutilmente convirtiéndonos en autómatas. En palabras simples: “Somos lo que vemos y oímos”.


     Los medios masivos de comunicación, la televisión principalmente, juega un papel importante en nuestra vida diaria. Esta tiene grandes efectos positivos que nos acerca a otros lugares, nos mantiene informados y comunicados, nos entretiene y nos brinda aprendizaje. Pero también es cierto, que éste modo de comunicación contiene en sus programas, elementos nocivos que sirven de estímulo en el detrimento de la misma sociedad. Marshall McLuhan tenía mucha razón al decir: “El medio es el mensaje”.


     Los expertos en comunicación están conscientes de que la compleja psiquis humana resulta insondable e imprevisible en sus reacciones presentes y futuras. Ellos tienen conocimiento de que sólo los hechos, en su dimensión concreta, trazan un mapa definido de las conductas humanas. De allí la importancia de que grandes empresas de la comunicación reciban asesoría de estos expertos del comportamiento humano para estudiar y analizar datos estadísticos de teleaudiencias; y de esta forma conocer, hábitos y manipular conciencia. Estas empresas asedian a los telespectadores incitándolos al consumismo, y al mismo tiempo, usan estos medios para la diseminación de mensajes de diversas índoles (muchas veces, estos mensajes tienen un fuerte componente de elitismo y segmentación). Programas preconcebidos maquiavélicamente para enfatizar estereotipos y conducirnos a estilos de vida que estimulan al egocentrismo, vicios, inmoralidades, sexo y una exaltación a emociones aberrantes. ¡Elementos nocivos tanto a nivel físico como espiritual!

     Es precisamente el caso de un viejo *comercial de televisión de una empresa automotriz americana. Un video, que viéndolo desde una perspectiva mercantil, es aparentemente simpático e inofensivo, pero si analizamos el argumento o contenido de este comercial nos daremos cuenta que, se exponen y realzan dos de los sentimientos más repugnantes que puede concebir un ser humano. Se trata de los sentimientos de: “envidia y egoísmo”.


     *En el comercial, una niña de quizás 10 años de edad, acude a su mamá llorando desconsoladamente para comentarle que los vecinos (una pareja de esposos con niños) adquirieron un auto nuevo con tecnología avanzada capaz de producir efectos emocionales desbastadores a quien no lo posee. La mamá robustece o refuerza este estado emotivo de “envidia”, uniéndose a la crisis emocional de su hija, gimiendo amargamente por la nueva adquisición de los afortunados vecinos. Pero la situación se vuelve mucho más traumática, crítica y tensa cuando el padre entra a la habitación y se entera de la famosa adquisición. Éste, en lugar de servir de ejemplo a la familia y detener ese derroche de envidia y egoísmo por el bienestar ajeno, es afectado a un nivel que lo consume la codicia, la rabia y la impotencia, pidiendo a su esposa y a su niña que lo dejen sólo para poder menguar su dolor.


     Como podemos observar en esta narración, existe un funesto acondicionamiento irracional inclinado a las bajas pasiones. Y lo alarmante de este anuncio publicitario es, que está concentrado especialmente a desestabilizar al mismo seno de la sociedad, “la familia” (padres e hijos en conjunto). Pareciese como si la logística subliminal detrás de este comercial sea precisamente, la de socavar la fundación de la sociedad creada por Dios introduciendo como artífice elementos disfuncionales del diario vivir. Es decir, aceptando como válido y plausible comportamientos que generan y engendran sentimientos de disparidad o incompatibilidad emocional entre los seres humanos. De hecho, estos son sentimientos que diseminan el egocentrismo, las rencillas y el odio

     En la Biblia encontramos, que fue precisamente el sentimiento de la “envidia”, el móvil que provocó la primera muerte que se registra después de la creación. Bien lo dijo el patriarca Job: “Al codicioso consume la envidia.” (Job 5:12).

     El gran enemigo de la creación utiliza todos los medios a su alcance para lograr sus propósitos. Ya sabemos que uno de esos propósitos primordiales es que desobedezcamos las leyes dadas por Dios, las cuales sirven de marco para convivir armoniosamente con nuestro Creador y con nuestros semejantes. 

     ¿Sabes a cuáles leyes me refiero?- Sí, tienes razón, me refiero a los “diez Mandamientos”. Muchas veces, Satanás utiliza artificios tecnológicos que a simple vista no perjudican nuestra integridad física y /o espiritual, pero una vez el mensaje es emitido, y está en nuestro subconsciente, como martillo golpea insistentemente nuestras facultades cognitivas produciendo automatismo.

     Si nos ponemos a analizar concienzudamente estas dos emociones negativas, “envidia y egoísmo” del anuncio automotriz, nos daremos cuenta que esas dos emociones, representan la punta del iceberg para dar riendas sueltas a emociones más destructivas. Ellas contienen la base para fomentar el odio, avaricia, ira, lascivia y sobre todo, la codicia. 

     ¡Todo egoísta es codicioso!, y ésta es una emoción tan desagradable y abarca tanto en la vida de quien la padece que Dios la considera como un gran pecado, porque desobedece uno de los diez mandamientos. “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni cosa alguna de tu prójimo”. (Éxodo 20:17). 

     Pero, ¿es acaso el plan de Satanás que desobedezcamos un sólo mandamiento? -¡Te equivocas!... Su vasto entendimiento y astucia en el campo de la malignidad le permite conocer la naturaleza pecaminosa del hombre y la incidencia de éste a ser proclive a dejarse dominar por los deseos de la carne y los impulsos emocionales, y una vez somos doblegados bajo esos sentimientos emocionales, incitarnos a violar o quebrantar los divinos mandamientos de Dios uno tras otro.

     Mi consejo final es, que en estos tiempos de crisis moral, bebemos estar apercibidos. Y como dijo el Apóstol: "¡Nuestro adversario el Diablo está desesperado y sabe que la inminente segunda venida de Cristo es una realidad tangible. Él sabe que falta muy poco tiempo para ser destruido!" Su desesperación lo ha motivado a cambiar su estrategia, y sus planes logísticos se están perfilando más y más hacia los más vulnerables e indefensos. Él quiere sembrar la semilla de la discordia, caos y sentimientos negativos en nuestros vástagos (nuestros hijos) para desestabilizarlos emocionalmente a temprana edad. 

     No debemos tomar nuestra responsabilidad de padres muy a la ligera. Sigamos el consejo del gran sabio Salomón: “Instruye al niño en su camino, aún cuando fuere viejo no se apartará de él”. (Proverbios 22:6). 

     Debemos ser mentores dedicados y juiciosos para guiar a nuestros hijos en caminos de rectitud y obediencia a las leyes eternas de Dios. Exhortándolos y corrigiéndolos a todo momento, bajo las normas de principios cristianos; los cuales serán fundamentales para la formación de ciudadanos conscientes e íntegros.

¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!

Frank Zorrilla


lunes, 30 de septiembre de 2013

ENFRENTANDO EL MONSTRUO DEL CLOSET: "Supera Tus Puntos Débiles Antes de que Te Saboteen."


Mis queridos amigos y hermanos,
enfrentando las sombras internas


     Alguna vez te han preguntado: "¿Cuáles son tus puntos más débiles?"
      Más allá de una entrevista de trabajo, esta es una pregunta profundamente reveladora. Según el psicólogo organizacional Dr. Tomas Chamorro-Premuzic, esta sigue siendo crucial porque "la autoconciencia de las debilidades predice mejor el éxito que la mera confianza en las fortalezas."
     Y es que muchos fracasos personales, espirituales o profesionales no se deben a la falta de talento, sino a no enfrentar con valentía esas áreas ocultas del carácter que frenan nuestro crecimiento. 
     Como afirma la investigadora Brené Brown: 
     "Lo que niegas te controla; lo que aceptas, te transforma."

     ¿Te conoces verdaderamente?
  • ¿Eres impuntual, desorganizado o inseguro?
  • ¿Te dejas manipular por baja autoestima?
  • ¿Luchas con hábitos que sabotean tu propósito?
     Ignorar estos aspectos nos encierra en un ciclo repetitivo y destructivo. En palabras de Charles Duhigg, "el 40% de nuestras decisiones diarias son hábitos automáticos, no elecciones conscientes." Si no los analizamos, vivirás en modo "piloto automático."
     Por si no te habías enterado, la neuroplasticidad ha demostrado que el cerebro puede reprogramarse. Como explica el Dr. Joe Dispenza:
"El primer paso para cambiar es observar tus comportamientos, no juzgarlos, sino reconocerlos como patrones aprendidos."
     Esto se alinea con lo que ya enseñaban las Escrituras:
"Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento." (Romanos 12:2).
Hábito de fumar
     Además, en mi libro "Conociendo a Dios a través de la ciencia", explico cómo los hábitos están profundamente ligados a la bioquímica cerebral. El especialista en adicciones Dr. Judson Brewer afirma:
"El cerebro repite lo que no se controla; la atención plena rompe ese ciclo."
     Cuando no realizamos un autoanálisis riguroso de nuestras fortalezas  y debilidades, perdemos la oportunidad de potencial aquellas cualidades que nos brindan seguridad, elevan nuestra autoestima y fortalecen nuestro carácter. Paralelamente, al ignorar nuestras áreas de mejora, limitamos nuestra capacidad para alcanzar el potencial inherente que poseemos como seres orientados hacia la excelencia.
     Somos consientes que nos desenvolvemos en entornos altamente competitivos y demandantes. Sin embargo, habitamos un mundo cuyos resultados son medibles: esto nos permite evaluar nuestro desempeño mediante parámetros objetivos, identificando carencias para contrastarlas con logros sostenibles. Así, aunque pueda parecer contradictorio, cualquier individuo- mediante interacciones efectivas y un compromiso genuino- tiene la capacidad de reinventarse, optimizar sus habilidades y perfeccionar sus métodos en cualquier etapa de su vida.
     El verdadero desafío radica en erradicar aquellos patrones conductuales recurrentes que, por repetición, se convierten en vicios operativos. Estos, cuando se normalizan, terminan institucionalizándose como hábitos contraproducentes que obstaculizan nuestro crecimiento profesional y espiritual.
En tal sentido, cuando ignoramos nuestras debilidades, estas crecen en secreto. Se vuelven un "monstruo en el clóset": una fuerza invisible que nos sabotea desde adentro.
     "Todos tenemos monstruos, pero no todos los enfrentan. Los que lo hacen, se liberan."
     La psicóloga Carol Dweck acuñó el concepto de mentalidad de crecimiento, esencial para el cambio real. Y el pionero del conductismo B.F. Skinner demostró que el refuerzo positivo tiene mayor impacto que el castigo.
Vicio a las drogas
     Aquí radica la esencia del “Conductismo,” que se fundamenta en los aspectos cuantitativos y cualitativos de las respuestas cerebrales, alineándolas con los patrones de pensamiento individuales. Este enfoque contrasta directamente con el psicoanálisis, donde el autodiagnóstico o autoanálisis se vuelve imprescindible. Por consiguiente, ¿qué podemos hacer hoy para comenzar una transformación? 
     1- Identifica tus debilidades. Escribe las 3 que más interfieren en tu vida (ejemplo: procrastinación, ira, falta de disciplina).
     2- Analiza sus causas. Usa el método de los "5 porqués" para llegar al origen.
     3- Sustituye hábitos. Como aconseja Duhigg: "Cambia un hábito negativo por uno positivo (ejemplo: fumar por respirar profundo, ira por meditación)."
     4- Vigila el ciclo. Observa sin condenar: El juicio detiene el cambio; la conciencia lo inicia. 
Rompiendo cadenas de malos hábitos
     Recordemos que es precisamente el encubrimiento, esa debilidad de carácter que poseemos, lo que nos imposibilita a enfrentarnos abiertamente a esas vulnerabilidades o puntos débiles lo que agrava el problema en una forma exponencial y exacerba un comportamiento o hábito que no deseamos.  

     No obstante, existe una dimensión espiritual de cambio. No estamos solos en esta lucha. Como dijo el apóstol Pablo:

     Cuando soy débil, entonces soy fuerte." (2 Corintios 12:10) 

     "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." (Filipenses 4:13) 

     Y en Hebreos 4:15-16  se nos recuerda que Cristo, tentado como nosotros, es capaz de compadecerse de nuestras debilidades. Él no solo nos comprende... también nos capacita para superarlas.  

     
Saliendo de los malos hábitos
Un estudio del
Jounal of Clinical Psychology reveló que personas que combinan fe con terapia reducen hasta en un 30% más sus hábitos negativos que aquellas que solo usan herramientas psicológicas. 
      "Entre estímulo y respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder de elegir." Viktor Frankl
       El rey David, un hombre con muchas debilidades y flaquezas, clamaba
“En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás; líbrame en tu justicia. Inclina a mí tu oído; sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme.” (Salmo 31:1-2).
      Jesús vino a enseñarnos que podemos confiar en él y aprender de su carácter para vencer nuestras debilidades y faltas. 
     Esa misma fuente de poder a quien el apóstol Pablo describe de la siguiente manera: 
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hechos 4:15-16).

     Tú también puedes comenzar hoy. No dejes que los monstruos escondidos sigan alimentándose del silencio y la postergación. ¡Abrele la puerta, confronta, renueva, y deja que Dios te transforme!
 
¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!

Frank Zorrilla