Mis queridos amigos y hermanos,
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Estado de angustia y dolor |
"Está mi alma hastiada de mi vida... hablaré con amargura de mi alma..." (Job 10:1-2)
“Me he consumido a fuerza de gemir.” (Salmo 6:6)
“Lloro de sufrimiento.” (Salmo 119:28).
"Y caminó todo el día por el desierto... se sentó a su sombra con ganas de morirse. «¡Estoy harto, Señor! —protestó—. Quítame la vida..." (1 Reyes 19:4)
Estos clamores desgarradores pertenecen a tres gigantes de la fe: Job, David y Elías. Hombres fuertes, valientes y temerosos de Dios, pero también profundamente humanos, vulnerables y expuestos al dolor de la existencia. La DEPRESIÓN, lejos de ser un mal moderno o una falta de fe, es un eco que atraviesa los siglos.
"El hombre es la única criatura que se niega ser lo que es."—Albert Camus
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Estado de desesperación y estrés |
"Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones." (Salmo 46:1)
LA DEPRESIÓN significa literalmente opresión o abatimiento. Es una patología que se caracteriza por un decaimiento, irritabilidad y un trastorno del humor, lo que puede disminuir el rendimiento en el trabajo, e impulsar la pérdida de interés hacia actividades lúdicas habituales, así como generar una vivencia poco motivadora y una percepción más lenta del transcurso del tiempo. Las causas pueden ser multifacéticas: estrés crónico, experiencias traumáticas, pérdidas afectivas, factores biológicos o predisposición genética. Esta no distingue entre reyes o mendigos; todos podemos sentir el peso de este valle oscuro.
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Ansiedad crónica y ataque depresivo |
¿Has experimentado ese estado de ánimo alguna vez?
Lamentablemente, en algún momento de la vida todos podemos caer en ese incómodo estado debido a cualquiera de las causas ya mencionadas. Es una enfermedad que no discrimina; no importa si eres rey o sirviente, rico o pobre, letrado o analfabeto. Cualquier persona puede verse afectada, ya que todo ser humano está expuesto a momentos difíciles y situaciones adversas, ya sean económicas, de salud o sobre todo, sociales.
"La vida oscila, como un péndulo, entre el sufrimiento y el aburrimiento."— Arthur Schopenhauer
Schopenhauer veía la vida como un ciclo sin salida: sufrimos cuando deseamos, y nos aburrimos cuando dejamos de desear. Un diagnóstico sin esperanza. En contraste, Jesús nos ofrece descanso verdadero:
"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar." (Mateo 11:28)
Frente a este dolor o estado de infelicidad que puede ser tanto transitoria, como permanente, muchos recurren a antidepresivos buscando alivio. Estos fármacos, que actúan sobre neurotransmisores, al principio son una herramienta válida, y en algunos casos ayudan a estabilizar el ánimo. Sin embargo, la realidad es que en la práctica se han convertido en la principal respuesta de la psiquiatría moderna, lo que con frecuencia deriva en farmacodependencia.
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Drogas para la depresión |
El paciente termina dependiendo de la pastilla para funcionar, mientras las raíces psicosociales y espirituales del sufrimiento quedan intactas.
Como bien dice Ivan Illich:
"La medicina actual trata los síntomas, pero no cura las causas."
Illich denuncia la reducción de la medicina moderna a una industria que calma síntomas sin transformar la vida. Frente a esto, la fe ofrece una curación que no se limita al cuerpo, sino que toca el alma.
El filósofo Friedrich Nietzsche, da una solución muy cruda:
"El pensamiento del suicidio es un poderoso consuelo: ayuda a pasar más de una mala noche."
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Estado emocional sin retorno |
Frente a esta visión oscura, Cristo nos ofrece un consuelo verdadero y eterno:
"El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia." (Juan 10:10).
La ciencia misma ha demostrado que la depresión no es solo un desbalance químico, sino un fenómeno biopsicosocial y espiritual. El tratamiento más efectivo no suele ser una única solución, sino un enfoque integral que puede incluir:
- Atención médica: Incluyendo la posible medicación, que no es una "muleta" moral, sino un recurso para restaurar el equilibrio.
- Psicoterapia: Para enfrentar traumas, patrones de pensamiento negativos y desarrollar herramientas de afrontamiento.
- Cambios de estilo de vida: Ejercicio, alimentación balanceada, sueño reparador y conexión con la naturaleza.
- Apoyo Comunitario y Familiar: La cura rara vez sucede en el aislamiento.
- Dimensión Espiritual: Oración, fe, búsqueda de sentido y esperanza. La fe no es un reemplazo de otros tratamientos, sino su fundamento y complemento.
"Quien tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo." — Friedrich Nietzsche
Aquí Nietzsche reconoce algo profundo: el sentido de la vida es lo que nos sostiene en la adversidad. Pero mientras la filosofía lo deja en un "porqué humano", la fe lo llena de contenido eterno:
"Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces." (Jeremías 33:3)
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caras vemos, corazones no sabemos |
¿Puede un cristiano sufrir de depresión?...
Sí. Ser creyente no nos inmuniza contra el sufrimiento humano. La diferencia radical no está en la inmunidad del dolor, sino en los recursos y la esperanza con que lo enfrentamos. Mientras que los enfoques puramente secularizados pueden verse limitados, el creyente cuenta con una perspectiva eterna. Mientras el mundo ofrece píldoras, Cristo ofrece promesas:
“No os afanéis por vuestra vida... Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas las cosas que tenéis necesidad serán añadidas.” (Mateo 6:25-33).
El cristiano no está exento de lágrimas, pero sabe que su dolor nunca es el punto final de su historia.
"Sólo hay un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio." —Albert Camus
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la luz en la oscuridad |
La Biblia responde con poder:
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo." (Salmo 23:4)
La depresión puede oscurecer el horizonte, pero no puede apagar la luz de Dios. Como proclamó el apóstol Pablo cuya resiliencia venía de su fe en Cristo Jesús:
"¿Quién nos separará del amor de Cristo?...Ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir...nada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús." (Romanos 8:35-39).
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Júbilo en la fe |
¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!
Frank Zorrilla