viernes, 4 de octubre de 2013

"EL FLAGELO QUE CORROE EL ALMA"- LIBRÉMONOS DE ESTE MAL.


Mis queridos amigos y hermanos,


Estado depresivo
   “Perezca el día en que yo nací, y la noche en que se dijo: Varón es concebido.” (Job 3:25). 

“Está mi alma hastiada de mi vida; daré libre curso a mi queja, hablaré con amargura de mi alma. Diré a Dios: No me condenes; hazme entender por qué contiendes conmigo.” (Job 10:1-2).
     “Me he consumido a fuerza de gemir.” (Salmo 6:6), “Lloro de sufrimiento.” (Salmo 119:28).
     "Y caminó todo el día por el desierto. Llegó adonde había un arbusto, y se sentó a su sombra con ganas de morirse. «¡Estoy harto, Señor! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados»." (1 Reyes 19:4)
     Estas exclamaciones que acabas de leer, provienen de tres hombres bíblicos. Las dos primeras, provienen de Job. Un hombre que según nos relata la Biblia, era un hombre justo. Un hombre que se describe como perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Además de ser muy rico, gozar de buena reputación y respeto. Pero todo lo que poseyó: riquezas materiales, familia, respeto y salud; en un infortunado día, lo perdió y se redujo a cenizas. 

     Las penúltimas exclamaciones, provienen del gran Rey David; hombre justo, valiente, poderoso, apasionado y temeroso de Dios.  
     Y por último, el grito agónico del gran profeta Elias; hombre íntegro con una misión única de restaurar los caminos de un pueblo confundido. El único hombre que ha subido al cielo sin morir. 
     Estos tres personajes, abren su corazón y declaran a viva voz su pesar y su sentir, poniendo de manifiesto uno de los trastornos psiquiátricos más antiguos de lo que se tiene constancia a lo largo de la historia del hombre. Sí, tienes razón, me estoy refiriendo al estado emotivo de: “La DEPRESIÓN”.
Estado de desesperación y estrés
     LA DEPRESIÓN, cuyo significado es sinónimo de: opresión, encogimiento o abatimiento; es un trastorno del estado de ánimo y su síntoma es un estado de infelicidad que puede ser tanto transitorio, como permanente. Condición sicológica con una patología que se caracteriza con un decaimiento, irritabilidad o trastorno del humor que puede disminuir el rendimiento en el trabajo, estimulando a perder el interés en el disfrute de actividades lúdicas habituales, así como tener una vivencia poco motivadora y más lenta del transcurso del tiempo. 

     Como es bien conocido en el campo médico, ese estado de ánimo puede ser producto del estrés y fenómenos multifactoriales o acontecimientos funestos, tales como: un sentimiento de culpa, trastorno por ciertas condiciones económicas y/o sentimentales; al igual que experiencias que ocasionaron dolor y han dejado huellas en nuestros subconscientes. Desde luego que, no podemos descartar el abuso a sustancias nocivas al organismo (alcohol, drogas tóxicas, etc.). Aunque algunos científicos no descartan la posibilidad de que esta enfermedad (como la considera la bio-psiquiatría) tenga también orígenes que desciendan de factores de predisposición, como la genética o un condicionamiento educativo.
Drogas para la depresión
     ¿Has experimentado ese estado de conducta alguna vez en tu vida?... Me imagino que ¡Sí!...

             Desafortunadamente, en algún momento u ocasión hemos caído en ese incomodo estado de ánimo debido a cualquiera de las causas que mencioné anteriormente. Es una enfermedad que no discrimina; ya que, no importa si eres rey, reina, príncipe, princesa, vasallo o sirviente, rico, pobre, letrado o analfabeto puedes sufrir de ese estado emocional, porque todo ser humano está expuesto a pasar por momentos difíciles y por situaciones adversas, ya sea en el plano económico, como en la salud y sobre todo en lo social.
     Muchas personas agobiadas por esta condición emocional, recurren al auxilio de la farmacología haciendo uso de medicamentos llamados: antidepresivos” como medio de lidiar con esa situación que muchas veces, pone en riesgo la integridad de la existencia misma; ya que puede afectar negativamente el curso y el resultado de afecciones crónicas comunes, como la artritis, el asma, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes y la obesidad. Pero en el peor de los casos, sucumbir antes la secuela de eventos caóticos, e intentar llevar a cabo uno de los crímenes capitales: “El suicidio.”

Estado emocional sin retorno
     Lamentablemente, las estadísticas, no son muy halagadoras; ya que según datos recopilados en un estudio entre el (2008 y 2009), 1 de cada 10 estadounidenses adultos de distintos niveles fueron afectados por esta enfermedad. Según ese mismo análisis estadístico recopilado, personas entre 45 y 64 años, mujeres, sin educación secundaria, que han estado casadas anteriormente, que no pueden trabajar o están desempleadas, que no tienen cobertura de salud, son los que reúnen los criterios para padecer de “depresión mayor”.  Ya podemos imaginar el impacto potencial que tiene esta enfermedad en estos días con la crisis económica global, el desempleo, el nivel adquisitivo y la famosa crisis inmobiliaria.
Trastorno mixto ansioso depresivo
     ¿Puede un verdadero cristiano ser afectado por la depresión?...

      A primera instancia, la respuesta sería obvia por tratarse de un ser humano, pero la Biblia nos enseña a través del mensaje de Cristo, que en efecto, no debemos preocuparnos por ningún tipo de situación adversa; y por lo tanto, ese sentimiento emotivo como es "la DEPRESIÓN", no debe afectarnos en lo absoluto cuando confiamos en sus promesas. Él nos dice: “No os afanéis por vuestra vida, porque vuestro padre celestial sabe que tenéis necesidades de cosas. Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas las cosas que tenéis necesidad serán añadidas.” (Mateo 6:25-33).    

     En el libro de los Salmos, encontramos un cántico que nos exhorta acudir al Todopoderoso en tiempos de angustias y necesidad: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la Tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar.” (Salmos 46:1-2). 

     Por lo tanto, cuando estemos en necesidad, ¡Clamemos a Dios primero, y El proveerá a su debido tiempo!
Ansiedad crónica y ataque de pánico
     Debemos imitar y hacer eco de la convicción del apóstol Pablo, quien a pesar de sufrir humillaciones y vejámenes, confió plenamente en la palabra de Cristo al sentir que todo en esta Tierra era pasajero y superfluo: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia.” (Filipenses 3:7-9).
     “Hermanos, yo mismo no pretendo haber alcanzado la perfección, pero una cosa hago: olvido lo que ha quedado atrás y extiendo hacia lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:13-14).
Júbilo en la fe
     Por consiguiente, debemos actuar como dice el apóstol Pablo, quien nos interroga deliberadamente: ¿Quién nos separará del amor de Cristo?...
     Nos da una lista de agravios: ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?...
      Y al final, nos brinda una respuesta contundente: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo que estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”(Romanos 8:35-39)
     Mantengamos una actitud altiva como el apóstol Pablo, y confiemos plenamente en la palabra del divino Maestro.
       
¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!

Frank Zorrilla









jueves, 3 de octubre de 2013

“LA DELINCUENCIA JUVENIL”-UNA CRISIS DE ESTADO‏


Mis queridos amigos y hermanos,


       Abrimos los diarios y entre sus páginas, observamos imágenes trágicas con encabezados muy funestos. Escuchamos las noticias a través de los medios de difusión de masas, y somos asaltados por la misma trágica información que deprime nuestros sentidos.

     Evidentemente, vivimos en una sociedad hipermediatizada, donde todo acontecimiento es reproducido, ampliado y trabajado por los medios de comunicación buscando tocar las fibras más sensibles de su audiencia; por otro lado, escuchamos los discursos icónicos y lingüísticos que narran los hechos delictivos y la aparición de gravámenes sociales que se escapan de los poderes establecidos; cuestionando en parte, la eficacia y funcionamiento del Estado y de las instituciones encargadas de mantener la seguridad y la paz social.

     Las horripilantes noticias de Jóvenes que son abatidos en nuestras calles producto de la delincuencia, el pandillerismo y las gangas, es el menú de nuestra vida urbana concentrada en las grandes metrópolis. Pero, ¿Qué está pasando con nuestros jóvenes?, ¿porqué deciden tomar esos caminos? y ¿qué les impulsa a revelarse en contra de la sociedad organizada?...

     Podemos analizar la delincuencia juvenil desde varios aspectos, incluyendo los aspectos: Sociológico, Psicológico y Social, pero no necesariamente encontraremos la fórmula perfecta para erradicar la anti sociabilidad o la rebelión que impulsa a los jóvenes para delinquirse. El problema es más complejo; es un asunto intrincado que sigue un patrón perverso que exige un minucioso y profundo entendimiento del punto de vista espiritual, aunque claro está, no podemos descartar, que este tema tiene innegable trascendencia precisamente por sus aspectos sociales como psicológicos.

     Desde el punto de vista Sociológico, existen desde luego, aspectos jurídicos que la sociedad define como: “delincuencia”; y es cuando se transgrede las normas y reglas establecidas en la sociedad. Según los expertos en psicología, la transgresión de esas reglas no es tanto por fenómenos o criterios externos, sino más bien por diversos factores psíquicos que inciden a la delincuencia de los jóvenes.

     El primer factor es: la predisposición particular de la personalidad, o “delincuencia latente”; factor que se manifiesta en los primeros años del niño y su relación con su medio social y los padres o tutores. Es precisamente el vinculo social que existe con los padres o la falta de estos, lo que inciden de una forma transcendental en el carácter antisocial del niño. Los conflictos entre pareja, la disociación de un ambiente sano para su formación mental y la disfuncionalidad del hogar. Por otra parte, no podemos olvidar los factores sociales como: La pobreza, la inseguridad y el desdén de los padres en facilitar y aceptar cierto tipo de comportamiento, entre otros; los cuales pueden despertar gran ansiedad en el niño e interferir negativamente en su desarrollo emocional.

     El segundo factor, es: la gravitación de las influencias sociales y familiares durante el periodo de latencia y adolescencia. 

Este segundo factor, es capaz de transformar la “delincuencia latente” en “delincuencia manifiesta”.

 “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; más el que lo ama, desde temprano lo corrige.” (Proverbios 13:24).

El tercer factor, es: la transición de la adolescencia sin la influencia de los padres. Los jóvenes en la adolescencia experimentan conflictos para inclinarse a la delincuencia, ya sea por el arrastre patológico o la vulnerabilidad psicológica, especialmente en la ausencia de uno de los padres, ya sea por abandono del hogar o por muerte.

 “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4).

     Si añadimos a estos tres factores psicológicos; otros factores sociales, como: Los fenómenos transculturales (películas que incitan a la inmoralidad y a las bajas pasiones, la música que a través de su lírica difunde odio y apatía por los valores morales, los video juegos con gran contenido de violencia), una escasa educación, el atrofiamiento mental debido a los efectos alucinógenos de las drogas y la indiferencia a los valores espirituales; obtendremos una amalgama de condiciones propicias para fomentar la aparición de jóvenes delincuentes que actúan como: “Drones antisociales”. Drones cuya energía es disipada a través de acciones delictivas sin importar en lo más mínimo la integridad humana.

     Como ya es sabido, la problemática de la delincuencia juvenil no es un asunto de país o región, es un asunto universal cuyas raíces están ineludiblemente ligadas al deterioro o abandono de la moral y de los principios cristianos durante la niñez o a temprana edad. 

    “Instruye al niño en su camino y cuando sea viejo no se apartará de él.” (Proverbios 22:6).

     Lastimosamente, este problema antisocial se ha convertido en una crisis de estado a niveles preocupantes, forzando a los gobernantes a la creación de más cárceles (a expensas de los contribuyentes), para menguar los índices de criminalidad. Pero, según las estadísticas, las cárceles no son la solución; porque el porcentaje de reincidencia es astronómico.

     ¡Debemos ser sensatos! No podemos cargar la totalidad de la culpa a los gobiernos de turno por la alta tasa de delincuencia juvenil, ni tampoco podemos esperar que en un cuatrienio se resuelva o desaparezca este problema a través de los operativos policiales; aunque, sabemos que el Estado, con el recurso económico a su disposición, puede crear instituciones que implementen mecanismos de prevención, orientación, educación y control; creando escuelas técnicas para fomentar la capacitación laborar y generar fuentes de empleo; al igual que poner mayor énfasis en los deportes o en actividades recreativas.

     ¿Y nosotros que hacemos?- ¿Quedarnos de brazos cruzados?- Este es un asunto que afecta a todos, y todos debemos colaborar para reducirlo a su mínima expresión. En nuestros vecindarios podemos formar pequeños grupos de orientación para instruir a los niños y adolescentes sobre el uso de las drogas y sus consecuencias, auspiciar eventos deportivos y servir de voluntarios para enseñar un deporte o un oficio.

     Se requiere la activa participación de las iglesias y sus membrecías (especialmente de los jóvenes), para desarrollar programas didácticos que puedan compartir con los jóvenes del vecindario, de la región y del país, porque así también podemos contribuir a hacer discípulos para el evangelio.


     Para el bien de la sociedad en general, se necesita hacer una campaña a nivel nacional, incluyendo las escuelas, logias, iglesias y entidades privadas para concienciar a los padres de familia a ser más responsables con sus vástagos, a los jóvenes adolescentes de las consecuencias funestas que produce la delincuencia juvenil y el crimen organizado. Al final, todos somos responsables por el bienestar de una nación, y todos tenemos parte de culpa al no actuar debida y eficazmente a combatir los males sociales.

     Como dijo el gran filósofo y escritor Jiddu Krishnamurti: “No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”.

     No es una un ilusionismo el decir que, la sociedad está descalabrada, y que mientras más pasan los tiempos, más difícil será minimizar el crecimiento convulsivo que se genera en una sociedad en decadencia...

 “Existen seres creciendo allí afuera, cultivados en el barro y el lodo, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles; y como un monstruo se abren paso en todos los rincones de las sociedades marginadas. Ese monstruo crece paulatinamente y será el fantasma que hará temblar a la sociedad organizada”.

     Es nuestro deber cooperar para producir cambios positivos que contribuyan a la estabilidad social del entorno donde vivimos; tanto para beneficio de nuestros hijos, como para los que conforman nuestro espacio. Debemos preguntarnos: ¿En qué puedo ayudar para concienciar a los jóvenes o contribuir a erradicar la delincuencia?

¡Que Dios los bendiga rica y abundantemente!



 Frank Zorrilla








miércoles, 2 de octubre de 2013

" EL USO DE LOS MEDIOS, OMINOSA TÁCTICA PARA MOLDEAR EL CARÁCTER"


Mis queridos amigos y hermanos,


Los estudiosos de la antropología cultural moderna y los sociólogos del siglo XX y XXI, no han tenido otra alternativa que acuñar el término “Aldea Global” para describir las consecuencias socioculturales de la comunicación inmediata a escala global generada por los medios electrónicos de comunicación. Este fenómeno ejerce una interconexión tan directa con nuestra psiquis, que al final, nos condiciona sutilmente convirtiéndonos en autómatas. En palabras simples: “Somos lo que vemos y oímos”.


     Los medios masivos de comunicación, la televisión principalmente, juega un papel importante en nuestra vida diaria. Esta tiene grandes efectos positivos que nos acerca a otros lugares, nos mantiene informados y comunicados, nos entretiene y nos brinda aprendizaje. Pero también es cierto, que éste modo de comunicación contiene en sus programas, elementos nocivos que sirven de estímulo en el detrimento de la misma sociedad. Marshall McLuhan tenía mucha razón al decir: “El medio es el mensaje”.


     Los expertos en comunicación están conscientes de que la compleja psiquis humana resulta insondable e imprevisible en sus reacciones presentes y futuras. Ellos tienen conocimiento de que sólo los hechos, en su dimensión concreta, trazan un mapa definido de las conductas humanas. De allí la importancia de que grandes empresas de la comunicación reciban asesoría de estos expertos del comportamiento humano para estudiar y analizar datos estadísticos de teleaudiencias; y de esta forma conocer, hábitos y manipular conciencia. Estas empresas asedian a los telespectadores incitándolos al consumismo, y al mismo tiempo, usan estos medios para la diseminación de mensajes de diversas índoles (muchas veces, estos mensajes tienen un fuerte componente de elitismo y segmentación). Programas preconcebidos maquiavélicamente para enfatizar estereotipos y conducirnos a estilos de vida que estimulan al egocentrismo, vicios, inmoralidades, sexo y una exaltación a emociones aberrantes. ¡Elementos nocivos tanto a nivel físico como espiritual!

     Es precisamente el caso de un viejo *comercial de televisión de una empresa automotriz americana. Un video, que viéndolo desde una perspectiva mercantil, es aparentemente simpático e inofensivo, pero si analizamos el argumento o contenido de este comercial nos daremos cuenta que, se exponen y realzan dos de los sentimientos más repugnantes que puede concebir un ser humano. Se trata de los sentimientos de: “envidia y egoísmo”.


     *En el comercial, una niña de quizás 10 años de edad, acude a su mamá llorando desconsoladamente para comentarle que los vecinos (una pareja de esposos con niños) adquirieron un auto nuevo con tecnología avanzada capaz de producir efectos emocionales desbastadores a quien no lo posee. La mamá robustece o refuerza este estado emotivo de “envidia”, uniéndose a la crisis emocional de su hija, gimiendo amargamente por la nueva adquisición de los afortunados vecinos. Pero la situación se vuelve mucho más traumática, crítica y tensa cuando el padre entra a la habitación y se entera de la famosa adquisición. Éste, en lugar de servir de ejemplo a la familia y detener ese derroche de envidia y egoísmo por el bienestar ajeno, es afectado a un nivel que lo consume la codicia, la rabia y la impotencia, pidiendo a su esposa y a su niña que lo dejen sólo para poder menguar su dolor.


     Como podemos observar en esta narración, existe un funesto acondicionamiento irracional inclinado a las bajas pasiones. Y lo alarmante de este anuncio publicitario es, que está concentrado especialmente a desestabilizar al mismo seno de la sociedad, “la familia” (padres e hijos en conjunto). Pareciese como si la logística subliminal detrás de este comercial sea precisamente, la de socavar la fundación de la sociedad creada por Dios introduciendo como artífice elementos disfuncionales del diario vivir. Es decir, aceptando como válido y plausible comportamientos que generan y engendran sentimientos de disparidad o incompatibilidad emocional entre los seres humanos. De hecho, estos son sentimientos que diseminan el egocentrismo, las rencillas y el odio

     En la Biblia encontramos, que fue precisamente el sentimiento de la “envidia”, el móvil que provocó la primera muerte que se registra después de la creación. Bien lo dijo el patriarca Job: “Al codicioso consume la envidia.” (Job 5:12).

     El gran enemigo de la creación utiliza todos los medios a su alcance para lograr sus propósitos. Ya sabemos que uno de esos propósitos primordiales es que desobedezcamos las leyes dadas por Dios, las cuales sirven de marco para convivir armoniosamente con nuestro Creador y con nuestros semejantes. 

     ¿Sabes a cuáles leyes me refiero?- Sí, tienes razón, me refiero a los “diez Mandamientos”. Muchas veces, Satanás utiliza artificios tecnológicos que a simple vista no perjudican nuestra integridad física y /o espiritual, pero una vez el mensaje es emitido, y está en nuestro subconsciente, como martillo golpea insistentemente nuestras facultades cognitivas produciendo automatismo.

     Si nos ponemos a analizar concienzudamente estas dos emociones negativas, “envidia y egoísmo” del anuncio automotriz, nos daremos cuenta que esas dos emociones, representan la punta del iceberg para dar riendas sueltas a emociones más destructivas. Ellas contienen la base para fomentar el odio, avaricia, ira, lascivia y sobre todo, la codicia. 

     ¡Todo egoísta es codicioso!, y ésta es una emoción tan desagradable y abarca tanto en la vida de quien la padece que Dios la considera como un gran pecado, porque desobedece uno de los diez mandamientos. “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni cosa alguna de tu prójimo”. (Éxodo 20:17). 

     Pero, ¿es acaso el plan de Satanás que desobedezcamos un sólo mandamiento? -¡Te equivocas!... Su vasto entendimiento y astucia en el campo de la malignidad le permite conocer la naturaleza pecaminosa del hombre y la incidencia de éste a ser proclive a dejarse dominar por los deseos de la carne y los impulsos emocionales, y una vez somos doblegados bajo esos sentimientos emocionales, incitarnos a violar o quebrantar los divinos mandamientos de Dios uno tras otro.

     Mi consejo final es, que en estos tiempos de crisis moral, bebemos estar apercibidos. Y como dijo el Apóstol: "¡Nuestro adversario el Diablo está desesperado y sabe que la inminente segunda venida de Cristo es una realidad tangible. Él sabe que falta muy poco tiempo para ser destruido!" Su desesperación lo ha motivado a cambiar su estrategia, y sus planes logísticos se están perfilando más y más hacia los más vulnerables e indefensos. Él quiere sembrar la semilla de la discordia, caos y sentimientos negativos en nuestros vástagos (nuestros hijos) para desestabilizarlos emocionalmente a temprana edad. 

     No debemos tomar nuestra responsabilidad de padres muy a la ligera. Sigamos el consejo del gran sabio Salomón: “Instruye al niño en su camino, aún cuando fuere viejo no se apartará de él”. (Proverbios 22:6). 

     Debemos ser mentores dedicados y juiciosos para guiar a nuestros hijos en caminos de rectitud y obediencia a las leyes eternas de Dios. Exhortándolos y corrigiéndolos a todo momento, bajo las normas de principios cristianos; los cuales serán fundamentales para la formación de ciudadanos conscientes e íntegros.

¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!

Frank Zorrilla


lunes, 30 de septiembre de 2013

"ENFRENTANDO EL MONSTRUO DEL CLOSET"


Mis queridos amigos y hermanos,


     Alguna vez te han preguntado, ¿Cuál o cuáles son tus puntos más débiles? ... Me refiero a esa parte de nuestro carácter que nos impide obrar a plena capacidad para obtener mejores resultados. 
     Esta pregunta continúa siendo muy utilizada por los empleadores en entrevistas de trabajo como medio psicológico para discernir la vulnerabilidad mental o física en la realización de un trabajo específico. Y aunque las actitudes, habilidades y conocimientos son rasgos identificadores importantes para conquistar un puesto en el campo laboral o mercantil; también es muy cierto, que esos puntos débiles o negativos de nuestra personalidad opacan y frustran nuestros planes a nivel personal, manteniéndonos en un estado de aletargamiento vicioso que termina alejándonos paulatinamente de nuestros objetivos y propósitos e impidiéndonos actuar en absoluta capacidad de nuestras facultades.
Hábito de fuma
     ¿Te conoces a ti mismo?...¿Te manipulan fácilmente por tener una baja auto estima?, ¿Acaso eres impuntual, desorganizado, inseguro, careces de disciplina y tenacidad?, o ¿estás luchando internamente con un vicio que no permite desarrollar tu potencial?... 

     Lamentablemente, muchas veces fracasamos en hacer un autoanálisis concienzudo de nuestros “puntos fuertes y débilesy al no hacerlo, dejamos de robustecer y enfatizar los puntos fuertes, los cuales nos darán confianza, aumentarán nuestra autoestima y fortalecerá nuestro carácter. Por otro lado, y al no prestarle importancia a esos indeseados puntos débiles  nunca podremos alcanzar u obtener la capacidad potencial que existe en nosotros como seres creados a imagen de la perfección. 
     Somos consientes de que transitamos por escenarios de sumo estrés y competencia, pero vivimos en un mundo de proporciones medibles; y por consiguiente, podemos evaluar los resultados de nuestro esfuerzo en una escala de valores para eliminar nuestras falencias haciendo comparación con beneficios sostenibles en el tiempo. Es decir, que aunque resulte paradójico, cualquier persona con una interacción eficaz y un desempeño genuino, puede reinventarse, mejorarse y perfeccionarse en cualquier momento, eliminando ciertos comportamientos que suelen repetirse al punto de convertirse en vicios, los cuales con el tiempo se transforman en hábitos aceptados.
     En tal sentido, y con la finalidad de trabajar la identificación y mejora de los puntos débiles de funcionamiento, existen especialistas que utilizan metodologías específicas para tratar de generar cambios profundos y permanentes que se conviertan en tendencias positivas de comportamiento, pero si reflexionamos en esto, la complejidad de razonamiento que existe entre los diversos seres humanos, limitan las posibilidades para obtener un éxito rotundo. Por lo tanto, se necesitaría un diagnóstico, un diseño y una implantación específica en cada escenario particular además de la participación voluntaria de cada persona en reconocer esos puntos débiles y el deseo de cambiarlos. 
     He aquí donde estriba el “Conductismo” tomando como base, los aspectos cuantitativos y cualitativos de la respuesta del cerebro alineándolo con la forma de pensar de cada individuo, en oposición directa con el “psicoanálisis”, en donde la realización del autodiagnóstico o autoanálisis que hice mención anteriormente, se hace sumamente necesario para permitir conocer el estado en que nos encontramos, y de esa forma, trazar una estrategia que indicará un curso de acción hacia el estado deseado.
Vicio a las drogas
     *En mi libro: “CONOCIENDO A DIOS A TRAVÉS DE LA CIENCIA”  explico en detalles, como las neurociencias tratan de entender el funcionamiento del cerebro y los hábitos de los seres humanos para encontrar soluciones sostenibles a la problemática del comportamiento social y su relación con la bioquímica cerebral que se genera en diferentes situaciones estresantes.  

     Es precisamente el encubrimiento, esa debilidad de carácter que poseemos, lo que nos imposibilita a enfrentarnos abiertamente a esas vulnerabilidades o puntos débiles lo que agrava el problema en una forma exponencial y exacerba un comportamiento o hábito que no deseamos.  

     Al nosotros permitir o pasar por alto ciertas debilidades, comenzamos a alimentar y a criar un "Monstruo dentro de un closet. Closet cuyo espacio queda reducido con el tiempo, ya que esas debilidades, al principio desapercibidas por ser pequeñas e insignificantes, con el tiempo crecerán y tomarán proporciones dantescas de carácter insostenibles; convirtiéndose con el pasar de los años, en gigantes que entorpecerán nuestro rumbo hacia el éxito o a la conquista deseada.

Rompiendo cadenas de malos hábitos
     ¿Piensa usted que el reconocer nuestras flaquezas y destrezas son sólo aplicable en el mundo profesional?...

Pues, ¡NO! Se aplica a todos los ámbitos donde interactúa el ser humano. 

     La Biblia nos enseña que Dios conoce nuestras debilidades y faltas, y está dispuesto y presto a corregirlas si pedimos su ayuda y dirección. ¿Crees que esas debilidades son ajenas a ciertas personas? ...

     Todos tenemos debilidades, pero sólo unos cuantos logran imponerse a ellas a través de decisión y voluntad. El rey David, fue un hombre con muchas debilidades y flaquezas, más confió en Jehová plenamente en la beneficencia de su justicia, suplicando: “En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás; líbrame en tu justicia. Inclina a mí tu oído; sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme.” (Salmo 31:1-2).
Saliendo de los malos hábitos
     Recuerda que nunca es tarde para reiniciarnos, enmendar y corregirnos; por lo tanto, cuando postergamos la iniciativa, empeoramos el problema.
¿Ya sabes cuáles son tus puntos débiles, pero no sabes cómo combatirlos?... 

Jesús vino a enseñarnos que podemos confiar en él y aprender de su carácter para vencer nuestras debilidades y faltas. Por lo tanto, en lugar de deleitarnos en nuestras debilidades, permitamos que el espíritu de Dios nos revele el paso positivo que debemos dar para convertir esas debilidades en fuentes de fortaleza diciendo: “Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2Corintios 12:10), y “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder.” (Filipenses 4:13). 
     Esa misma fuente de poder a quien el apóstol Pablo describe de la siguiente manera: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hechos 4:15-16).

     ¡Enfrentemos de una buena vez a esos monstruos que tenemos encerrados en nuestro closet!..

No posterguemos más... ¡Comencemos ya!.. Abramos esas puertas, y dejemos salir esos monstruos o hábitos que nos paralizan!... Si continuamos alimentando a esos monstruos, estaremos postergando nuestra superación, y por ende, el éxito que tanto deseamos alcanzar. 
¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!

Frank Zorrilla