Mis queridos amigos y hermanos,
“Sujetada con cordeles invisibles. Como carruaje me transporto en un eterno viaje alrededor del universo; girando al compas de los tiempos y sincronizando armoniosamente con el resto de la creación.
Fui elegida con gloria para sostener la vida. Obra de tus manos soy. ¡Tú me fundaste!
Estaba en oscuridad, más por tu palabra aparecieron las estrellas en el firmamento y el astro sol me ilumina con su resplandor.
Desordenada era mi condición, más fui lienzo de tus pinceladas para plasmar perfección. ¡Diseño tuyo soy!
Vacía y en soledad; más mis carencias supliste para albergar toda tu creación. ¡Soy producto de tus manos!
Tu poder, excelsa y grandiosa majestad se manifiestan en mí, con la opulencia de mis praderas, mares, ríos, lagos, montañas y valles.
¡Soy el reflejo de tu inmensurable deidad!”
¡Soy el reflejo de tu inmensurable deidad!”
Frank Zorrilla.
Este poema representa a “la Tierra”; el hábitat que Dios diseñó y eligió para que sea nuestro hogar en el vasto universo. Un hogar dotado con todo lo necesario para que el hombre se sintiese a gusto en compañía con el Creador.
Dios nombró al hombre mayordomo de su creación con el propósito de mantener todo en perfecto orden: “Tomó pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” (Génesis 2:15). Más sin embargo, el hombre se ha empeñado a través de los siglos en destruir sistemáticamente el único lugar en la vía láctea que hasta el momento posee todas las condiciones óptimas para conservar la vida.
Dios nombró al hombre mayordomo de su creación con el propósito de mantener todo en perfecto orden: “Tomó pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” (Génesis 2:15). Más sin embargo, el hombre se ha empeñado a través de los siglos en destruir sistemáticamente el único lugar en la vía láctea que hasta el momento posee todas las condiciones óptimas para conservar la vida.
Metafórica o alegóricamente hablando, el hombre se ha convertido en un “Humanoide.” Un ser con características humanas, pero alejado de la creación divina; un ser egocéntrico desnaturalizado y desvirtuado que, devora todo a su paso. Un ser que, todo lo destruye por amor a su ego y afán de conquista. Sólo tenemos que echar una ojeada a los reportes científicos para apercibirnos de la continua y desmesurada destrucción de nuestros recursos naturales y de la contaminación del medio ambiente.
Bien es sabido, que el hombre, al cambiar el balance de un ecosistema, cambia proporcionalmente todos los ecosistemas; irrumpiendo así, la cadena alimenticia de todos los seres que cohabitan el planeta; y por ende, el peligro inminente de una extinción masiva de diferentes especies, incluyendo al mismo hombre. La gran mayoría de ese desbalance se debe principalmente a la acción del hombre. Es decir: ¡El desbalance tiene rasgos antropogénicos a través de las diversas contaminaciones que éste produce!
Entre los diversos tipos de polución, podemos mencionar:
- La contaminación de la tierra por pesticidas.
- La contaminación del aire por los desechos industriales e individuales (desechos orgánicos e inorgánicos).
- La contaminación de la Atmósfera por los elementos químicos como los hidrocarburos y los elementos radioactivos.
- La contaminación del agua por los desechos químicos de empresas y deficientes sistemas sanitarios.
- La contaminación del medio ambiente por la súper población.
- La contaminación auditiva por medio del ruido, etc.
Lo más preocupante de las acciones del hombre son sus secuelas negativas. Me refiero a los efectos colaterales indeseables que son producto de la explotación irracional de los recursos naturales. Entre ellos se pueden mencionar: El tráfico y la quema de combustibles fósiles, y la minería. Prácticas que dejan en el aire que respiramos una cantidad de gases y partículas en suspensión que provocan enfermedades cardio-respiratorias como: Las complicaciones cardíacas, asma, cáncer del pulmón, enfisemas, etc.
¿Sabías que la mala calidad del aire, también afecta la economía?- ¡Claro que sí!, ya que influye en la seguridad alimentaria, los recursos hídricos y el desarrollo sostenible al dañar plantas, cultivos y ecosistemas. Esto sin olvidar la contaminación a los mantos acuíferos, debido al mal manejo de los desperdicios orgánicos (la basura).
Con excepción de algunos escépticos e ingenuos, quienes no se percatan de los cambios drásticos que se están produciendo en todos los ecosistemas, y de personas inescrupulosas que manipulan la información con el sólo hecho de enriquecerse a expensas del daño ecológico que producen. ¡El problema ambientalista es muy preocupante!
La comunidad científica ha venido dando la voz de alerta ante esta inestable situación, pero es muy poco lo que se puede hacer si no mancomunamos esfuerzos para palearla.
La comunidad científica ha venido dando la voz de alerta ante esta inestable situación, pero es muy poco lo que se puede hacer si no mancomunamos esfuerzos para palearla.
Lamentablemente, para "minimizar" (ya que hablar de “erradicar” sería una utopía) este problema medioambientalista, no existe una formula sencilla; el problema es mucho más complejo. Esto debido a factores tecno-culturales (desarrollo industrial) , geo-político (cabildeo) y socio-económico (escasos o inexistentes presupuestos económicos en ciertas regiones debido a su geografía).
Es un hecho de que la extrema súper-población urbanística en ciertas regiones del mundo ha venido a influir categóricamente en el problema ambiental. Ya que como bien es sabido: “A mayor población, mayor contaminación y carencia de recursos básicos para subsistir.” Es decir: Esta problemática socio-ambientalista es directamente proporcional a la aglomeración del hombre en sociedad.
Pero, ¿Qué podemos hacer?... Esta es una situación que nos atañe a todos por igual, ya que todos somos afectados de una forma u otra por la destrucción de nuestro hábitat. Por lo tanto, a problemas mayores, soluciones radicales.
Es necesario una mayor iniciativa y un esfuerzo unificado de parte de todas las instituciones gubernamentales, sociales y religiosas para desarrollar verdaderas campañas de concienciación a nivel de educación colectiva y promulgar leyes más severas para los que dañen nuestros recursos naturales.
Pero, ¿Qué podemos hacer?... Esta es una situación que nos atañe a todos por igual, ya que todos somos afectados de una forma u otra por la destrucción de nuestro hábitat. Por lo tanto, a problemas mayores, soluciones radicales.
Es necesario una mayor iniciativa y un esfuerzo unificado de parte de todas las instituciones gubernamentales, sociales y religiosas para desarrollar verdaderas campañas de concienciación a nivel de educación colectiva y promulgar leyes más severas para los que dañen nuestros recursos naturales.
Nosotros, los que pregonamos y abogamos por una reconciliación con nuestro Creador; además de predicar las nuevas del Evangelio Eterno, debemos tomar la iniciativa de practicar una “mayordomía responsable”, siendo ejemplo dignificante en nuestros hogares, en nuestros lugares de empleo y ¿por qué no?, desde el púlpito de las Iglesias, con sermones y campañas juveniles para motivar a la feligresía en general a respetar la creación de Dios (nuestro planeta).
Sin lugar a dudas, si nos llamamos hijos de Dios, somos: “Embajadores plenipotenciarios” de nuestro Señor Jesucristo y podemos servir de portavoces para conservar la vida en nuestro planeta Tierra.
Recordemos, que todos seremos llamados ante Dios para rendir cuenta de nuestra mayordomía en el gran juicio contra las naciones, y el apóstol Juan, en su visión de los tiempos finales, es muy enfático al respecto: “Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y para que destruyas a los que destruyen la tierra.” (Apocalipsis 11:18).
¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!
Frank Zorrilla