Mis queridos amigos y hermanos,
Esta cita refleja una verdad incómoda: la justicia humana, lejos de ser perfecta, es una construcción social influenciada por intereses, poderes y manipulaciones. Nos invita a reflexionar sobre cómo se ejerce la justicia y a quién realmente sirve.
Es un hecho notorio que vivimos en una sociedad moralmente sesgada y espiritualmente desorientada. En ella, la injusticia— sostenida por honores fatuos y privilegios reservados para unos pocos— impera con sus siniestras manos. Las estructuras de poder, más enfocadas en perpetuar privilegios que en buscar la justicia y la equidad, reflejan esta crisis de valores al otorgar un reconocimiento vacío a quienes acatan el sistema sin cuestionarlo. Este sesgo no es sino una desconexión entre lo justo y lo legal, o entre lo correcto y lo popular.
El verdadero problema no es que exista injusticia; el verdadero problema es que la injusticia se ha normalizado. Se enseña a las masas a obedecer, no a pensar. Se castiga a quien cuestiona, no a quien oprime.
¿Acaso esa desconexión entre lo justo y lo popular es exclusiva de nuestra sociedad contemporánea?…
Lamentablemente, ¡No! Además de ser cíclica, ha sido una constante en la historia de la humanidad, donde tanto la justicia como lo popular han sido moldeados por las dinámicas de poder, las estructuras sociales y las creencias culturales de cada época. Son muchos los ejemplos históricos que reflejan este comportamiento. Así lo podemos analizar a fondo con la narración bíblica de la elección, por parte de la muchedumbre, de Barrabás, personaje que según Las Sagradas Escrituras, era un famoso asesino y delincuente común, encarcelado por ser un violento agitador contra la dominación romana. Y ¿quién era el otro contendiente que podía haber sido elegido para un perdón?… Jesús de Nazarets, un hombre que demostró su integridad, mansedumbre y humildad; pacifista y respetuoso de las leyes terrenales, pero celoso en la defensa de los preceptos espirituales. Un hombre cuyo único "delito" fue desafiar la hipocresía del poder y amar al prójimo predicando la justicia espiritual.
«Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a las multitudes que pidieran a Barrabás y que dieran muerte a Jesús. El gobernador les preguntó de nuevo: «¿A cuál de los dos quieren que les suelte?». Ellos respondieron: «A Barrabás.» (Mateo 27:20-21)
La escena en la que la multitud pide la liberación de Barrabás, mientras condenan a Jesús, es profundamente simbólica y rica en significado. Desde una perspectiva semántica y ética, este evento refleja la capacidad humana de optar por lo que es claramente injusto o inmoral, incluso cuando se enfrentan a una alternativa más elevada y pura. Al elegir a Barrabás, un criminal conocido, la muchedumbre no solo selecciona la delincuencia y la inmoralidad, sino que también rechaza la verdad, la justicia y el sacrificio representado en la figura de Jesús.
Nuestros sistemas de justicia, en esencia, deberían ser una expresión de los valores fundamentales de una sociedad. Sin embargo, cuando se priorizan intereses políticos o económicos por encima de la equidad, el sistema se convierte en un mecanismo que favorece a “Barrabás”, es decir, a los culpables, en lugar de defender a las víctimas y al inocente.
Nuestra justicia, muchas veces en lugar de ser social, es selectiva, parcial y amañada con vicios de impunidad. Vemos esa impunidad en líderes y figuras poderosas que cometen actos de corrupción o delitos graves, no obstante, a menudo escapan de las consecuencias debido a su influencia, dejando a los ciudadanos con la sensación de que el sistema es inoperante o corrupto. Vemos esa imparcialidad cuando se aplica con rigor contra los débiles o desfavorecidos, mientras protege a quienes tienen poder.
Los líderes de hoy no son muy diferentes a los fariseos de ayer. Manipulan masas para mantener su "statu quo", venden discursos emotivos y controlan narrativas para conservar su poder utilizando su posición de influencia para moldear la percepción pública en su beneficio.
Al igual que los fariseos, estos líderes modernos se presentan a sí mismos como salvadores, mientras desvían la atención de sus propias fallas. Distraen y desinforman, en lugar de promover la verdad, fomentando narrativas falsas para manipular a las masas y desviar las críticas hacia enemigos ficticios y así desviar la atención de sus crímenes. La manipulación mediática y tecnológica actúa como un moderno mecanismo de control mental colectivo.
Si nos ponemos a reflexionar profundamente, la elección de Barrabás no es solo una metáfora histórica; esta elección se convierte en un símbolo del sistema que protege a los responsables de actos dañinos mientras condenan a quienes buscan justicia o desafían estructuras de poder injustas. Este modelo, desde luego, distorsiona la moral pública al normalizar la impunidad y desacreditar los valores de equidad y sacrificio, representados por Jesús.
Si prestamos atención, en la narrativa bíblica, además de los líderes religiosos, la multitud participó activamente en la elección de Barrabás. Esto señala cómo las masas pueden ser manipuladas para apoyar sistemas injustos. Es decir, las masas son copartícipes de injusticias porque se dejan arrastrar por manipulación emocional, falta de pensamiento crítico, miedo, entre muchos otros factores.
En la elección de Barrabás también estuvieron presentes los indiferentes. Aquellos que, aun sabiendo lo correcto, eligieron callar para no incomodarse. Hoy esa indiferencia persiste: ciudadanos que prefieren la comodidad de la esclavitud mental antes que la responsabilidad de la verdad.
No es un exabrupto decir que, hoy no vemos cadenas de hierro. Vemos cadenas mentales.
"Quien controla el miedo de la gente, se convierte en su amo."—Nicolás Maquiavelo.
Desde la psicología social, sabemos que las masas son fácilmente manipulables por:
- Miedo colectivo
- Intereses propios
- Propaganda emocional
- Ausencia de pensamiento crítico
- Influencia mediática
- Deseo de pertenencia
Todo esto crea una masa obediente, moldeable y útil para quienes controlan el poder. Se fabrican consensos falsos y se condena socialmente a los que piensan diferente. Así se repite la elección simbólica de Barrabás en nuestros tiempos.Cada vez que toleramos la corrupción, la impunidad o apoyamos mentiras por conveniencia o callamos ante la injusticia... estamos eligiendo a Barrabás. No basta con criticar a los gobernantes: la transformación comienza en la conciencia individual.
"No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien." (Romanos 12:21)
Para que exista una verdadera justicia social, es imperativo combatir el adoctrinamiento de masas y revivir el pensamiento crítico. Solo un pueblo consciente puede exigir líderes íntegros y una justicia auténtica. Esto significa que, cuando las decisiones políticas o legales privilegian la corrupción, la impunidad o el interés personal por encima del bien común, se perpetúa un modelo en el que, metafóricamente, “se elige a Barrabás” una y otra vez, en detrimento de la justicia, la ética y la verdad.
Las masas no buscan la verdad; buscan emoción, reacción, pertenencia. El pensamiento crítico ha sido reemplazado por el adoctrinamiento digital.
"El ser humano prefiere creer antes que pensar; por eso hay tantos fanáticos y tan pocos sabios." — Bertrand Russell
Mientras permanezcamos con la mente cerrada y los ojos vendados, esperando que otros solucionen lo que nosotros permitimos con nuestro silencio, viviremos una ilusión de libertad dentro de una sociedad corrupta. Por lo tanto, el escenario Jesús-Barrabás no solo nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad de nuestros líderes, sino también sobre nuestra complicidad como ciudadanos.
¿Crees que este simbolismo puede inspirar una transformación en nuestra forma de exigir justicia y liderazgo ético?
Solo cuando dejemos la ignorancia colectiva, cuando tengamos pensamiento crítico, y dejemos de apoyar los remanentes de un continuismo parasitario, solo así existirán verdaderos cambios en la justicia social.
"El silencio de los buenos es más peligroso que la maldad de los malos." — Martin Luther King Jr.
La historia no se repite: la repetimos nosotros. Jesús o Barrabás sigue siendo hoy la elección moral de cada generación. Porque los políticos necesitan de la ignorancia para perpetuar sus agendas; necesitan la aceptación de sus retoños iguales (hijos, descendientes o allegados políticos) para mantenerse perpetuados en el poder. La justicia no cambiará mientras la conciencia permanezca dormida. La pregunta es: ¿seguiremos eligiendo al criminal... o finalmente elegiremos la verdad?
¡Dios los bendiga rica y abundantemente!
Frank Zorrilla









