Mis queridos amigos y hermanos,

Al analizar el párrafo anterior, te preguntarás: ¿Qué sentimiento o emoción es tan perfecto que al sentirlo y amplificarlo nos transforma hacia la perfección?... Ese sentimiento perfecto es: “El AMOR”.
En efecto, si acudimos al inicio de la vida, descubriremos que ese bello sentimiento es parte intrínseco de todo lo que podemos percibir con nuestros sentidos. Pertenece al universo y todo lo que existe en él, porque su Creador lo utilizó como parte inherente de su compuesto químico... En palabras simples: “Cada átomo del universo contiene en su estructura molecular una gran dosis de este sentimiento; y nosotros, al provenir del mismo átomo que dio origen al universo, también fuimos capacitados para sentirlo y transmitirlo”.
Podremos acaparar todas las riquezas y títulos, posiciones y escaños sociales, pero esas conquistas no nos garantizan recibir o brindar mayor cantidad de “amor”, ya que nuestras posesiones sólo ayudan al estatus quo para engrandecer nuestro “ego”. De igual modo, no podemos comprarlo cómo algo material, ni podemos guardarlo en una caja de seguridad; porque es libre como el viento.

Algunos dirán: “¡Si acumulo riquezas, el amor no será necesario!”. La Palabra Inspirada es muy contundente: "Todo cuanto existe en este mundo es vanidad y aflicción de espíritu" (Eclesiastés 1:2). Por lo que debemos estar claros en la siguiente afirmación: “¡Podremos acumular y poseer todas las riquezas, y adquirir el poder de este mundo, pero si no tenemos amor, de nada nos sirve.” (1 Corintios 13:1-3).

Lo cierto es, que cuando optamos por vibrar a la frecuencia del “amor”, abrimos nuestros círculos energéticos, y dejamos que fluya libremente ese elemento divino que como: “alquimia”, transforma maravillosamente nuestras vidas transmutando o convirtiendo todas las cosas negativas, del “Yo”, llámese: Rutina, amargura, resentimiento, pesar, sufrimiento, dolor, soledad; en una vida plena y llena de satisfacción.
¿Por qué si el “amor” está presente en todo lo creado, existe maldad en el mundo?- Porque al hombre desobedecer al Creador, y poseer libre albedrío, se forjó la capacidad para elegir entre el bien y el mal. Dios no creó el mal, éste es la ausencia de “amor”, y su manifestación se siente en el entramado social a través de sentimientos negativos como: el odio, la abominación, el rencor, el desprecio.

El “amor” es un sentimiento que hace que nuestras células vibren unísonamente emanando energía positiva en grandes proporciones. Esto se comprobó en experimentos donde se analizó el comportamiento de nuestro ADN cuando era estimulado por dos emociones: el miedo y el amor.
Con la frecuencia o vibraciones del miedo (onda larga y lenta), nuestro ADN era tocado en algunos puntos, mientras con las vibraciones del amor (onda alta y rápida), era tocado en diversos puntos, aumentando la capacidad energética. Por lo que cuando emanamos esa energía, esto nos hace comprender, olvidar, sonreír, aceptar, querer y desear. ¡Nos hace conocer a Dios, porque Dios es Amor! (1Juan 4:8).
Haciendo una paráfrasis del texto anterior, si imitamos a Dios, sufriremos cuando nuestro prójimo sufre; y nos regocijaremos, cuando nuestro prójimo se siente feliz. Esperaremos todo lo bueno, y soportaremos todas las circunstancias.
En un gran ejemplo de: “amor”, Dios ofreció a su hijo para ser calumniado, escupido, azotado y sufrir uno de los más horrendos e infame castigo que un ser humano es capaz de padecer (la crucifixión). Todo esto, con el expreso objetivo de salvar a la humanidad de la “muerte eterna”...
“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
Ahora bien, ¿es posible que el desamor y la apatía que vemos en nuestra sociedad moderna, sea la nueva norma de conducta?-
En honor a la verdad, el hombre en sociedad cada día se individualiza más; poniendo mayor énfasis en diferencias raciales y étnicas, movimientos xenofóbicos y exclusión, pero recordemos que el divino Maestro profetizó que en los últimos tiempos, “el amor de muchos se enfriaría al multiplicarse la maldad entre los seres humanos”. (Mateo 24:12).
En resumen, “el amor siempre suma, nunca resta y en estado puro, multiplica”. Por tanto, sólo seremos plenamente felices, cuando aprendamos aplicar el gran mandamiento dado por Dios: "Amaos los unos a los otros con pasión infinita y amando a tu prójimo como a ti mismo."(Mateo 22:39).
Y como dijo Sri. Chinmay Ghose:"Cuando el poder del Amor se imponga sobre el amor al poder, el mundo conocerá la paz".
¡Dios los bendiga rica y abundantemente!
Frank Zorrilla