sábado, 21 de septiembre de 2019

UNA VIRTUD EN DECADENCIA: "El Valor de la Lealtad en un Mundo de Promesas Rotas."

"Más que fidelidad, la lealtad es un reflejo del amor divino que sostiene la vida y transforma nuestras relaciones."


Mis queridos amigos y hermanos,

“La falta de lealtad es una de las principales causas de fracaso en todos los ámbitos de la vida. Napoleon Hill


     ¿Es la lealtad una virtud que todos poseemos?


     En el sentido pragmático, la lealtad es una virtud que debe tener un valor real, y al mismo tiempo, debe ser evaluada y probada. Para ser auténtica, debe tener un carácter dogmático, fundamentada en principios— éticos, morales o  espirituales—que otorguen solidez a las decisiones humanas.

     Etimológicamente, la palabra lealtad proviene del latín legalis que significa “respeto a la ley”. La Real Academia Española la define como: “El cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad, del honor y de la hombría de bien.”


     La lealtad está íntimamente ligada al honor, el respeto y la fidelidad, pero va más allá de estas cualidades: es ser fiel incluso cuando nadie nos mira, cuando las circunstancias cambian o cuando nos resulta más fácil traicionar que mantenernos firmes.

     La lealtad se invoca constantemente en el mundo de las relaciones humanas, pero su esencia sigue siendo un misterio para muchos. Esta virtud, que nos obliga ser fieles a los nuestros y a nuestras convicciones contra viento y marea, es un tributo de honor y respeto. No puede decretarse ni fabricarse;  es un don que brota libremente del corazón y la dignidad, nunca una obligación impuesta. Si ya de por sí es titánica la búsqueda de la fidelidad, hallar a quienes ofrecen una lealtad auténtica se convierte en una hazaña excepcional.  

     Como decía Séneca:

"Es más fácil ser sabio para los demás que para uno mismo."

       En un mundo donde las promesas se rompen con facilidad y la conveniencia dicta comportamientos, la lealtad se convierte en una joya rara y preciosa.

     Desde mi perspectiva, la lealtad constituye el fundamento esencial de la familia. Como bien expresa el aforismo: "La sangre te hace pariente, pero la lealtad te hace familia". Este principio se manifiesta en el vínculo intrínseco entre individuos unidos por un propósito común.

     La lealtad conyugal, aun frente a adversidades, genera un entorno de confianza. Los hijos emulan dicha conducta, y colectivamente, todos los miembros se esfuerzan por preservar esta unidad y proyectar dicho valor hacia la sociedad.

     Resulta, por tanto, imperativo cultivar esta virtud desde temprana edad y seleccionar nuestro círculo con aquellos que demuestren lealtad recíproca, estableciendo así un beneficio mutuo y perdurable.

     Como bien dice Cicerón:

     "La fidelidad y la verdad son las bases de toda virtud."

     Las personas leales dan el máximo valor a la confianza que los demás depositan en ellas y actúan con coherencia, aun a pesar de las dificultades más imprevistas. Es como un juramento que, de romperse, haría que el honor perdiera todo su valor. 

     Lo opuesto de lealtad es la traición, que surge cuando violamos una promesa o compromiso porque ya no nos resulta conveniente. La fidelidad puede ser circunstancial, pero la lealtad es absoluta. Se puede ser fiel por conveniencia, pero no se puede ser leal a medias.

     En la Biblia encontramos ejemplos que iluminan el verdadero sentido de la lealtad.

  •   Job: permaneció leal a Dios a pesar de perderlo todo: hijos, bienes y salud. 
  • Pedro: prometió fidelidad a Jesús; sin embargo, negó conocerlo tres veces cuando su vida estuvo en peligro.

     Salomón aconseja con sabiduría:

 ¡Nunca permitas que la lealtad ni la bondad te abandonen! Átalas alrededor de tu cuello como un recordatorio. Escríbelas en lo profundo de tu corazón.”(Proverbios 3:3).

     La lealtad no es una emoción pasajera, sino un principio grabado en el corazón. 

     En última instancia, la lealtad nace del amor, y como "Dios es amor" (1 Juan 4:8), nadie puede ser más leal que Él. Dios cumple sus promesas aunque el ser humanos infiel, desagradecido o desobediente. 

  El salmista lo confirma con esperanza:

      “Joven fui, he envejecido, y sin embargo no he visto justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan. Porque Jehová es amador de la justicia, y no desamparará a los que le son leales.” (Salmo 37:25-28).
     
     El mundo actual vive bajo el dominio de la conveniencia, el interés personal y la falta de compromiso. Pero la lealtad sigue siendo una virtud transformadora: en las familias, en la amistad, en la sociedad, y sobre todo, en nuestra relación con Dios.

     Si cultivamos la lealtad en lo pequeño —cumpliendo lo que decimos, honrando a quienes confían en nosotros, permaneciendo firmes aun cuando nadie nos ve— estaremos reflejando el carácter de nuestro Creador

     Seamos leales unos con otros, pero sobre todo, leales al Altísimo. En esa entrega sincera encontraremos paz, propósito y plenitud espiritual.

     "La lealtad no consiste en permanecer cuando es fácil, sino en mantenerse firme cuando parece imposible."


¡Dios los bendiga rica y abundantemente!


Frank Zorrilla