viernes, 8 de febrero de 2019

LA BATALLA ENTRE NUESTROS ÁNGELES Y DEMONIOS


Mis queridos hermanos y amigos,

     “Dos poderes residen en el alma del hombre caído; uno transciende los cielos para armonizar con lo sublime, y depender de lo invisible. El otro, está en alineación con la discordia, y es dependiente de las experiencias cognitivas que moldean el carácter y regulan la supervivencia.”
         Frank Zorrilla

     “¡Ni tal ÁNGEL ni tal DEMONIO, todos sin excepción, bailamos de los dos lados!.”

     Sin lugar a dudas, todos los seres que habitamos sobre la Tierra, tenemos nuestro lado “bueno”; esto es: un ser compasivo, altruista, benévolo, cariñoso… Y nuestro lado “malo”; un ser: cruel, egoísta, malévolo, antipático… Lados diametralmente opuestos y ambivalentes, que cohabitan el mismo espacio físico, pero con umbrales de frecuencias distintos y energías antagónicas. Un lado trabaja para “cohesión” y el otro para “degradación."   

     ¿Cuál de estos dos: Ángel o Demonio, prevalecerá en el corazón del hombre?...

     Ante las encrucijadas que nos presenta la vida en sociedad, siempre existirá la disyuntiva entre: el hombre pensante que controla sus acciones y el hombre impulsivo controlado por las emociones… Como bien estipulan los psicoanalistas, "el estigma de Caín” siempre perseguirá al hombre, y querrá imponerse por genética y degradación entrópica. Siempre querrá prevalecer, el hombre díscolo o soberbio, altivo, colérico, que defiende su orgullo, su espacio y su ego.

     De lo expuesto en el párrafo anterior, y según los doctos en psicología social, a primera instancia, se manifiesta o sale a relucir, el instinto natural de conservación y supervivencia. Ese acto natural concretizado e influenciado por experiencias y el efecto simbiótico de las emociones, la Biblia le llama:“Deseos de la carne.” 

     En contraposición a este criterio, está la actitud del hombre pensante. El hombre que ha aprendido a elevarse o ascender a lo sublime abstrayéndose de la realidad que le incumbe y dicta el momento. Aquel que sabe sumergirse en su interior para elegir conscientemente su actuación. Estos son los que según la Biblia, “andan según los deseos del espíritu.”

     Es decisión del hombre optar por lo que le dicte su conciencia; porque en resumidas cuentas, cada ser humano enfrenta a diario a sus propios demonios, y ha conocido sus ángeles particulares sin tener que ser bueno, ni ser malo… 

     Como bien dijo William Shakespeare: “El infierno está vacío y todos los demonios residen aquí con cada uno de nosotros los mortales.”

     No es una ignominia afirmar que en efecto, Ángeles y demonios acampan en esta Tierra; aunque la mayoría de los ángeles ya no tengan alas, ni los demonios  muestren sus cuernos… Sin lugar a dudas, el mundo está lleno de monstruos con caras amigables y ángeles llenos de cicatrices. 

     Todo empezó precisamente en ese funesto génesis, cuando el orgullo hizo un trueque macabro convirtiendo ángeles en demonios. Y estos demonios, para reclutar adeptos, usaron la seducción para cautivar a los incautos en el jardín del Edén. Desde ese momento, una amalgama simbiótica con inherencia híbrida, se apoderó del hombre.

       Esta inherencia híbrida permite al hombre tener la capacidad creadora que puede embellecer la vida a través del amor, pero también la capacidad destructora para cometer actos que envilecen su existencia; ambas virtudes a merced de su elección. Sólo la hermandad entre los hombres puede hacer emerger los ángeles que llevamos dentro.

      Quizás pensarás:      "Ya es muy tarde, porque los demonios que existen en mí esclavizan a mis ángeles…

     ¡Cómo pesan estas cadenas del pasado y del presente!.. Saber que son ellas, quienes definen quien soy"

No te dejes persuadir por tales pensamientos, porque, “la mentira más grande del demonio es hacerte creer que estás tan roto que ni Dios te puede arreglar.”

     ¿Eres de los que piensan que los que profesan una fe están 
excluidos a ser poseídos por “ángeles y  demonios”?...

     Como dijo Gandhi: “Los éxitos del diablo son más grandes cuando aparece con el nombre de Dios en sus labios."

      Al igual que nosotros, el Apóstol Pablo, consagrado al evangelio de Cristo, también tuvo sus luchas internas; la batalla interna de sus Ángeles  y Demonios. Cada uno queriendo imponer su voluntad para definir su destino y por ende, su vida…

      Así lo expresa en su carta a los Romanos: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago… Y si hago lo que NO quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros… ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?.” (Romanos 7:19-24).

     Ante esta realidad tan patética y grotesca, pareciese como si no existiera esperanzas para el hombre caído, pero el mismo Pablo nos da la respuesta Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” (Filipenses 4:8).

     Recordemos que todo radica y da inicio en el pensamiento. “Ante todo, cuida tus pensamientos porque ellos controlan tu vida.”(Proverbios 4:23)… 

Mahatma Gandhi lo expresó magistralmente: "Cuida tus pensamientos porque se volverán actos. Cuida tus actos porque se harán costumbre. Cuida tus costumbres porque formarán tu carácter. Cuida tu carácter porque formará tu destino y tu destino será tu vida.” 

     Cuando pienses que es imposible sustituir al demonio por el ángel que existe en ti, piensa en lo dicho por Anatole France: “Nunca escuchemos la versión de la historia del diablo, porque solo Dios escribió el libro.”

¡Qué Dios te bendiga y te guarde, haga resplandecer su rostro sobre ti, te traiga paz y haga emerger el ángel que mora en tu conciencia!

Frank Zorrilla