Mis queridos amigos y hermanos,
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Temor a la realidad |
—A Bagdad, a matar cinco mil personas — respondió la epidemia.
Días después, el peregrino la encontró cuando salía de la ciudad y le reclamó:
—Me dijiste que matarías cinco mil, pero en realidad has matado cincuenta mil — observó el peregrino.
—Me dijiste que matarías cinco mil, pero en realidad has matado cincuenta mil — observó el peregrino.
—Yo cumplí mi palabra — contestó el cólera —. Solo maté cinco mil como te dije. Los demás murieron de miedo.
Esta historia, aunque parezca fantástica, revela una verdad incómoda: el miedo, más que la amenaza misma, puede convertirse en el arma más letal contra la humanidad.
¿Sabías que el miedo además de ser un aliado, es también un enemigo?
El miedo es, en esencia, un mecanismo de defensa o protección. Nos alerta frente al peligro y nos ayuda a sobrevivir. Sin embargo, cuando se convierte en un estado permanente, deja de proteger y comienza a destruir, hasta el punto de convertirnos en paralíticos mentales, especialmente cuando algo escapa de nuestra realidad física. Me estoy refiriendo al "miedo neurótico."
La ciencia moderna confirma lo que la sabiduría antigua ya intuía:
- A nivel físico, el miedo crónico activa constantemente la respuesta de estrés, elevando la hormona cortisol. Esto puede provocar hipertensión, debilitamiento del sistema inmunológico, insomnio, trastornos digestivos y enfermedades cardíacas.
- A nivel mental, el miedo sostenido da lugar a ansiedad, depresión, fobias y pérdida de memoria. Es como si la mente quedara atrapada en un bucle que repite la misma alarma sin que exista un verdadero peligro.
- A nivel social, el miedo colectivo puede generar histeria, aislamiento y hasta violencia. Cuando se instala en la conciencia de una comunidad, paraliza la acción y abre espacio a la manipulación.
¿Es posible que el miedo pueda utilizarse como instrumento de control?
La historia de la humanidad demuestra que el miedo ha sido utilizado como herramienta de poder. Gobiernos, sistemas religiosos corruptos y medios de comunicación han explotado esta emoción para someter pueblos enteros.
- Miedo a la guerra y a la inseguridad mantiene a poblaciones dispuestas a ceder libertades a cambio de una aparente protección.
- El miedo a las enfermedades ha sido usado para impulsar políticas y medidas que no siempre buscan el bienestar común, sino el control social.
- El miedo al rechazo social se convierte en un mercado de consumo: se nos vende la apariencia, el estatus y hasta la moralidad como productos para no ser excluidos.
En otras palabras, el miedo puede ser tan efectivo como las cadenas más fuertes, solo que invisibles.
El filósofo Thomas Hobbes afirmó:
"El miedo y yo nacimos gemelos."
Con esta esta expresión, él reconocía que el temor es inherente a la condición humana. Sin embargo, si no se domina, el miedo se transforma en la base de sistemas de opresión.
Se inserta en la memoria celular mediante la sinapsis — asociación entre las neuronas—, generando una reacción de neuropéptidos (neurotransmisores emociales). Este mecanismo se repite ante el mismo estímulo. Así, cada mala experiencia hace que el cerebro reaccione como si siguiera la secuencia lógica de un programa de computadora. De ahí que la fobia o el miedo sean recurrentes ante el estímulo que lo originó.
¿Cuándo se inicia o se inserta el miedo en la memoria celular?-
De acuerdo con la teoría psicológica conductista, el miedo se aprende en la primera infancia. Factores como la sobreprotección —especialmente por parte de las madres —, aunque bienintencionada, puede generar inseguridad. igualmente, los castigos físicos y psicológicos dejan una huella traumática en el subconsciente, asociada al dolor.
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Emoción del miedo |
La gran mayoría de los temores o miedo que sentimos cuando somos adultos no tienen correlación alguna con sentirnos amenazados físicamente. Hemos interpretado ese impulso inequívocamente por "protección" y lo hemos corrompido a nivel de nuestro ego para sentirnos emocionalmente satisfechos o complacidos.
¡El miedo neurótico es una de las causas más notables del fracaso de muchos hombres!

Aunque parezca extraño, la mayoría de la gente prefiere el estado de inadmisión. No les gusta hablar de la "emoción del miedo" porque al hacerlo exponen inevitablemente una horrible verdad, "huyen de un peligro ilusorio que sólo radica o existe en sus mentes."
Cuando alguien dice: "Tengo miedo de hablar en público", en realidad no teme que alguien lo ataque físicamente, solo quiere expresar, que tiene miedo de fracasar o de no ser aceptado por la audiencia. En otras palabras, el temor no es por asunto de seguridad o vulnerabilidad, sino más bien bienestar emocional. Tenemos miedo a equivocarnos, a ser el ridículo, a que alguien nos señale. ¡El ego está envuelto! No nuestra seguridad física.
Cuando alguien dice: "Tengo miedo de hablar en público", en realidad no teme que alguien lo ataque físicamente, solo quiere expresar, que tiene miedo de fracasar o de no ser aceptado por la audiencia. En otras palabras, el temor no es por asunto de seguridad o vulnerabilidad, sino más bien bienestar emocional. Tenemos miedo a equivocarnos, a ser el ridículo, a que alguien nos señale. ¡El ego está envuelto! No nuestra seguridad física.
El miedo que sentimos al fracaso, a hacer el ridículo, a aventurarnos a lo desconocido nos paraliza y nos hace renunciar a ser hombres y mujeres libres. Por eso, ese temor emocional, roba más sueños que cualquier guerra.
Afortunadamente, y para el bien de todos los que viven bajo el escudo protector del miedo; ¡existe un camino a la liberación!...

La fe ofrece una esperanza aún más poderosa. El rey David, a pesar de sus batallas, escribió:
- "Cuando tengo miedo, pongo en ti mi confianza." (Salmos 56:3).
- "El Señor está conmigo, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal?" (Salmos 118:6).
- "El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?" (Salmos 27:1).

Es como un recordatorio diario de que Dios ofrece un antídoto contra esa emoción que nos paraliza. Isaías 41:10 nos dice:
"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te fortalece; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia."
En resumen, el miedo puede enfermarnos, manipularnos y esclavizarnos, pero también puede ser vencido. La clave está en no dejar que gobierne nuestra mente ni nuestra sociedad.
Jesús mismo lo resumió en palabras que siguen vigentes:
"No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí." (Juan 14:1).
El miedo es real, pero más real aún es la libertad que Dios nos ofrece.
¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!
Frank Zorrilla