¡Cúanta razón tenía uno de los principales líderes del movimiento para la
defensa de los derechos fundamentales, el Dr. Martín Luther King, cuando afirmó:
“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos"...
Ha transcurrido mucho tiempo desde la creación de la Tierra, y si echamos una ojeada en los anales de la historia del hombre, podemos testificar con cierto nivel de certeza que en efecto, hemos evolucionado y acrecentado nuestros conocimientos científicos; inclusive, podemos afirmar con una pizca de orgullo que: ¡El mundo que vivimos hoy, es mucho mejor que el de nuestros antepasados!…Pero esta afirmación, es sólo una verdad a medias.
Sin lugar a dudas, el hombre se ha desarrollado en varios aspectos. En el aspecto tecnológico, este siglo nos permite gozar de mayores comodidades que en los anteriores. Ese avance, nos ha permitido una vida más llevadera y amena; con placenteros medios de transporte y fabulosos pasatiempos como: Los aparatos de comunicación (radio, televisión, teléfonos), los ordenadores y la red del ciberespacio; por sólo mencionar algunos adelantos. Inclusive, podemos vociferar pragmáticamente, que en el aspecto político-social, hemos erradicado o apaciguado a su mínima expresión los focos y actos de barbarie que eran características de siglos pasados…Pero, no podemos negar que nuestra belicosidad está aún latente. Seguimos siendo los mismos…¡No hemos cambiado!
A medida que adquirimos más conocimientos, también desarrollamos instrumentos más poderosos y sofisticados para destruirnos. Es lamentable la escalada de violencia a la que hemos llegado, por lo tanto, no es un exabrupto decir: que ¡la belicosidad del hombre, cómo parásito continúa vivo en su mente y corazón, y se robustece a través de los años!
“Yo no sé con qué armas se peleará la tercera guerra mundial, pero de algo estoy seguro; la cuarta se peleará con piedras y palos.” Albert Einstein.
Me uno al pensamiento futurístico de éste científico, que en su visión, vio el estudio de la materia, la manipulación de sus compuestos y los conocimientos de la energía nuclear cómo: “El inicio de un desastre anunciado”, debido a la desidia, avaricia y ambición del hombre.
“Yo no sé con qué armas se peleará la tercera guerra mundial, pero de algo estoy seguro; la cuarta se peleará con piedras y palos.” Albert Einstein.
Me uno al pensamiento futurístico de éste científico, que en su visión, vio el estudio de la materia, la manipulación de sus compuestos y los conocimientos de la energía nuclear cómo: “El inicio de un desastre anunciado”, debido a la desidia, avaricia y ambición del hombre.
Para nadie es un secreto que la inestabilidad en Asia y Europa es un polvorín. Cualquier chispa producirá una explosión dantesca cuyos efectos colaterales afectará todo el globo terráqueo.
El conflicto entre Rusia y Ucrania, la tensión con Irán por su ambición a adquirir armas nucleares, las actividades que renacen en la península de Corea, la disputa territorial entre China y Taiwan, y el eterno conflicto geopolítico árabe-israelí son las pruebas contundentes de que no podemos vivir en paz y armonía. De que en efecto, las predicciones de Jesús se están cumpliendo a cabalidad... Él sabía que la naturaleza pecaminosa del hombre lo incitaría a la violencia, a la convulsión y al caos. Esa inestabilidad viene a recordarnos las señales del advenimiento del Mesías y a reafirmarnos, que sus palabras se están cumpliendo con cada párrafo de noticias y con cada pequeño acontecimiento que forma parte de la historia.
Está probado que el hombre carece de la fórmula necesaria que asegure la estabilidad entre los diversos países que conforman el globo terráqueo. Haciendo una paráfrasis del segundo gran mandamiento: ¡hoy conocemos más de tecnología y somos más modernos, pero no hemos aprendido a amarnos los unos a los otros; ni tan siquiera a superar nuestras diferencias!
La reciente incursión armada del ejercito ruso a Ucrania autorizada por su presidente, Vladimir Putin, ha vuelto a levantar rumores de posible enfrentamiento entre Rusia y los países aliados de la OTAN.
El presidente ruso, Vladimir Putin, quien argumenta que la posible admisión de Ucrania a la Organización de países del Atlantico Norte pone en peligro la seguridad de Rusia, ha advertido a los países aliados que una intromisión en el conflicto bélico tendrá consecuencias nunca vistas en el globo terráqueo.
No cabe la menor duda de que si los líderes mundiales no actúan con sensatez y buen juicio, cualquier error de cálculo, podría desatar una inminente Tercera Guerra Mundial.
Además del conflicto de Ucrania, existe otro conflicto en la región. Me refiero a Corea del Norte, con su joven, enigmático e inexperto líder Kim Jong-Un, quien ha querido seguir los pasos de su padre, el extinto y recalcitrante líder Kim Jong-il, al tomar una actitud beligerante y desafiante a la disposición de la ONU (Organización de Naciones Unidas) manteniendo su retórica de fortalecer su ejercito y proliferar su arsenal armamentístico incluyendo el desarrollo e implementación de energía atómica y fusión nuclear; amenazando incluso, con atacar su vecino y hermano país, Corea del Sur y los intereses de su aliado, los Estados Unidos de América. Desde luego que este tipo de amenazas, pone en riesgo la estabilidad de toda la región, y abre interrogantes sobre el papel que jugarán los vecinos (Rusia, China y Japón) ante un evento de gran envergadura que implique la incursión terrestre de tropas, el uso de bombas nucleares y radioactivas de ambos lados. Y por supuesto, siempre estará presente la disyuntiva de esos países vecinos de favorecer o condenar una incursión militar por parte de ambos bandos.
Ante la escalada de violencia, la incertidumbre sobre un posible desastre nuclear será un acertijo que tendremos que descifrar a medida que transcurren los días, las horas y los minutos.
La preocupación es inevitable, ya que en una ocasión, el presidente ruso, Vladimir Putin advirtió que un eventual conflicto bélico atómico tendría consecuencias mucho más graves que el accidente nuclear de Chernóbil (tragedia que todavía hoy, las organizaciones internacionales no se ponen de acuerdo sobre el número exacto de decesos debido a la radiación y la incidencia de cáncer en toda la región; aún después de 33 años de haber ocurrido. En ese respecto, existen organizaciones que consideran que los muertos debido al accidente de Chernóbil ascenderá a los millares a medida que pase el tiempo).
No obstante, un estudio científico basado en un modelo informático advierte que un intercambio de ataques nucleares causaría incendios urbanos masivos y el ascenso de 5 millones de toneladas de hollín hacia la atmósfera. El hollín absorbería suficiente radiación solar para calentar los gases circundantes, poniendo en marcha una serie de reacciones químicas nefastas creando un agujero casi global en la capa de ozono, y disparando de inmediato en todo el mundo una avalancha de problemas de salud y desastres medioambientales durante una década.
Ante estos datos tan espeluznantes, es preocupante saber que, solo con presionar un botón, podría acontecer una catástrofe a niveles nunca visto en la humanidad.
¿Acaso creen que ese conflicto sólo afectará esa región?...
¡Desde luego que no!... Vivimos en una aldea global donde todos los países son co-dependientes de una cadena de suministros. Por lo tanto, cualquier conflicto en una región afectará significativamente, la economía global y tendrá consecuencias sociales y ambientales.
No podemos culpar a unos y defender a otros; los países en conflicto con sus líderes al frente, son los responsables de buscar una solución diplomática a sus diferencias. Ambos bandos con sus acciones beligerantes y agitadores anónimos que se esconden detrás de las cortinas están poniendo en riesgo a la gran mayoría que quieren vivir en paz y armonía. Desde luego que para evitar derramamiento de sangre innecesario debe existir buena voluntad y confraternidad.
No obstante, aunque nos resulte inverosímil, la belicosidad del hombre no cambiará, y las profecías de Jesús se cumplirán. Por consiguiente, no podemos descartar de que estos acontecimientos son sólo principios de dolores y una prueba más de que la inminente venida de Cristo en busca de su pueblo está muy cerca.
Es indiscutible de que existen diversos factores o causas las que inciden en la iniciación de un conflicto armado: causas económicas, geopolíticas, étnicas, religiosas, etc. Pero, es la avaricia desmedida del hombre la razón principal de dichos conflictos. Por consiguiente, y conociendo el monstruo codicioso y mezquino que posee el hombre, es el momento propicio para prepararnos mentalmente, meditar y reflexionar sobre nuestra condición espiritual.
¡Dios los bendiga rica y abundantemente!
Frank Zorrilla