martes, 2 de enero de 2024

“UNA NUEVA RESOLUCIÓN PARA NUESTRAS VIDAS”


Mis queridos amigos y hermanos,


Resoluciones del Nuevo Año
     A principio de cada año que comienza, la mayoría de la gente suele trazarse metas. Nuevas resoluciones son enmarcadas en sus agendas anuales con la finalidad de lograr diversos propósitos en sus vidas, o al menos para intentarlo; ya sea: bajar de peso, emprender un negocio, una nueva carrera, etc. Es como iniciar un nuevo ciclo en sus vidas tomando como línea de partida el nuevo periodo de meses repetitivos del almanaque, pero con un año distinto.
     Muchas personas, ya sea por capricho, superstición o por pura dejadez, dejan pasar los últimos meses y días del año que termina y esperan hasta el nuevo año para iniciar los cambios que consideran esenciales para lograr los propósitos ya mencionados.
Calendario
      Si nos detuviéramos a reflexionar por un momento e hiciéramos un análisis profundo, nos daríamos cuenta que en nuestra percepción de la realidad sólo toma en cuenta la parte externa objetiva. En términos simples, nos enfocamos sólo en lo que concierne a la relación: “ente-sociedad.” Es decir: Al estado de conciencia objetiva medida en una escala de valores proporcional al nivel de aceptación personal influenciada por las personas que forman nuestro entorno.
     En palabras simples, las resoluciones materiales (un mejor empleo, comprar una casa, hacer fortuna, un carro nuevo, dejar un vicio) o de carácter físico (ir al gimnasio, bajar de peso, un proceso quirúrgico para un cambio de imagen) solo alimenta el ego en una sociedad individualista, pero no soluciona la interrelación entre seres homogéneos que comparten el mismo planeta.
     Inevitablemente, ya sea que esperemos un nuevo año o no, nos veremos en la necesidad de producir cambios en nuestras vidas para poder afrontar situaciones de diversas índoles. Vivimos en un mundo de cambios, y muchas veces, esos cambios son mandatorios para la subsistencia; ya que en condiciones extremas, significaría la elección entre la estadía y la extinción de toda la humanidad.
Propósitos someros de cada nuevo año
    Ahora bien, ¿Cómo podemos cambiar para bien propio y de los demás?... 
      Al ser el hombre parte de la gran creación de Dios, y éste al reproducirse, conformar conglomerados sociales de diversos rasgos; existirá como es natural, una tendencia dicotómica o segregacionista. Segregacionismo dísono que se propaga como fractal para estimular un comportamiento egocentrista basado en “elementos individuales  o conjuntos unitarios." Ya partiendo de esa base, la interrelación entre elementos unitarios, toma un carácter egoísta y frívola; donde la armonía solo es aceptable en ciertas intersecciones comunes. Intersecciones que se hacen más y más pequeñas a medida que aumenta nuestro egoísmo y falta de tolerancia. Olvidamos que, todos sin excepción, pertenecemos al gran “Conjunto Universal” que representa la humanidad del planeta. 
     Desafortunadamente, todos los seres humanos estamos expuestos a ser arrastrados por estados de ánimo que menguan la unificación entre conjuntos unitarios. No ponemos en práctica el estoicismo, y como resultado, la destrucción de la gran red energética que nos une. 
     Nos dispersamos por la influencia que genera la individualidad sustentada por las diferencias en el medio ambiente social. Olvidamos que para realizarnos como personas individuales racionales, necesitamos interactuar con el mundo racional que conforma nuestro entorno. La óptica individualista sólo sirve de estorbo para esos propósitos. Porque, ¡sin la existencia de los demás, la capacidad racional no tiene sentido!
Hormigas trabajando colectivamente
     El apóstol Pablo en su carta a los moradores de Corintios con tono enfático exhortó: “El cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Más ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros se gocen con él.” (1Corintios 12:14-18-19-22-23-26). Luego, el apóstol se explaya haciendo un análisis semántico para dejar clara su exposición: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.” (1Corintios 12:27).

Una unión mancomunada
     Del análisis que hace el apóstol sobre la individualidad del cuerpo, podemos inferir que el mensaje es claro y contundente en lo que respecta al "Conjunto Universal” que representa la humanidad." Y nos sugiere la adopción de un camino de excelencia espiritual a través de la inclusión de cada elemento unitario representado por cada ser humano usando como artificio el inmensurable amor de Cristo.
      Si en verdad queremos producir cambios que beneficien a todos por igual, debemos olvidar las agendas particulares y adoptar una nueva iniciativa. ¡Una resolución de constante inclusión perfeccionando nuestro carácter al modelo divino de Cristo!
Cuerpo de Cristo
     Esta renovación a la perfección del amor de Dios no requiere esperar un momento específico de inercia. Requiere decisión, entrega y buena voluntad. Se logra haciendo cambios significativos diariamente en nuestro “Yo” interior, y mirando al estandarte que representa la figura que deseamos ser.
     ¿Cómo se puede lograr esa excelencia que habla el apóstol?... 

     Adoptando el carácter perfecto de Cristo... ¿Y cuál es ese carácter?-... La respuesta se encuentra en la carta del apóstol Mateo.
"Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas." (Mateo 11:29) 
     "La mansedumbre y la humildad." son dos términos o variables cualitativas que aglomeran intrínsecamente todos los componentes de la fórmula por excelencia para convivir armoniosamente con los demás, y al mismo tiempo; pertenecen a la ecuación de perfección espiritual que representa la imagen de Dios.
He aquí las variables y sus sinónimos:
  •      MANSO: tranquilo, quieto, sosegado, apacible, benigno, manejable...
  •     HUMILDE: modesto, obediente, sumiso, dócil...

He aquí la ecuación de perfección espiritual.
                  MANSO + HUMILDE= Imagen de Cristo
Intersección de conjuntos unitarios
     En resumen, sea nuestra resolución diaria renovarnos a la
imagen de Cristo, siguiendo el consejo del apóstol:
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.” (Colosenses 3:12-14).
             
                   ¡Feliz y venturoso año 2024!
      
¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!

Frank Zorrilla







lunes, 16 de octubre de 2023

UN DESAFIO SIN RELEVOS PARA CONQUISTAR EL MÁXIMO GALARDÓN

 Mis queridos amigos y hermanos,

     Como dijera Henry Ross Perot:
“La mayoría de las personas
abandona justo cuando está a punto de conseguir el éxito. Lo deja a un metro de la meta. Lo deja en el último momento del partido, a un punto de la victoria.”
 

     Nuestro transitar por la vida puede compararse con un maratón. Así lo consideró el gran apóstol Pablo, cuando comparó de forma magistral, la vida de un cristiano y esa actividad deportiva en una de sus cartas. Comparación que podemos extrapolar hacia las conquistas o metas que queramos realizar o llegar durante nuestra estancia en esta tierra.  
  
     El apóstol, al observar esa actividad deportiva que desafía nuestro cuerpo y sobretodo nuestra mente, hizo enfoque en los corredores, en la disciplina, y al final, al propósito de participar en el maratón, la obtención del máximo galardón: “La presea o la anhelada corona de laurel” que se usaba en esos tiempos.
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.” (1Corintios 9:24) 
  
     Esa carrera de larga distancia sin relevos; se caracteriza por pendientes de subidas, donde pondremos a prueba nuestra fuerza y resistencia; de bajadas, donde usaremos la técnica de recuperación y de tramos planos, donde pondremos en práctica nuestro ritmo de cadencia para mantenernos en la competencia. Estos tramos se comparan con las fluctuaciones de un mundo con altibajos; esas alternancias de sucesos prósperos y adversos, o cambios de estados sucesivos en un orden de cosas que marcarán la pauta o nos condicionarán tanto física como emocionalmente. Nuestra capacidad de resiliencia, esa aptitud emocional que nos permite adaptarnos a la adversidad, servirá para evitar la agonía en los momentos críticos y evitar sumirnos en un trastorno mental que impedirá seguir en busca de nuestra meta u objetivo.
“No me juzgues por mis éxitos, júzgame por las veces que me caí y volví a levantarme.”
   
     En algunos tramos de ese maratón, encontraremos espectadores quienes nos inyectarán ánimo, quienes con su algarabía nos motivarán para seguir corriendo en conquista de nuestra meta. Es muy fácil dejarse seducir por la emoción de la multitud, y quizás, querer correr más rápido, pero todo tramo tiene su estrategia. Recordemos que no vemos el escenario completo, solo fragmentos de un largo camino con circunstancias. Por lo que tendremos que tener reservas para las colinas que se avecinan. Ese no es el momento propicio para abandonar nuestro plan o estrategia, no podemos dejarnos influenciar por las circunstancias transitorias y bajo esa influencia dejarnos arrastrar por emociones externas y dar todo lo que tenemos en reserva. El maratón no ha terminado, la estrategia debe seguir, nuestro ritmo de cadencia debe continuar enfocándonos en la meta. En la conquista del éxito, encontraremos personas que nos animarán, nos inyectarán energía cuando vean nuestra decisión de conquista. Sin embargo, no podemos ser seres condicionados, y bajo la influencia de esa algarabía, creernos que ya debemos dejar de prepararnos arduamente. Debemos emular lo dicho por Sebastian Coe:
“Cada día me acuesto convencido, de que nadie a podido entrenar mejor que yo aunque me sienta estar listo.”   
    
     En un maratón, el ambiente y el clima son factores que jugarán a nuestro favor o en nuestra contra, por lo que tendremos que hacer cambios o deshacernos de ciertos atuendos que muchas veces serán significativos, si queremos permanecer en la carrera. El ambiente es todo lo que rodea a una persona y puede influir en su crecimiento, incluyendo factores sociales, emocionales y culturales. En el maratón hacia la conquista de nuestras metas, no podemos permanecer estáticos con la misma mentalidad y el mismo ambiente social, porque como dice la muy conocida metáfora:
“Si quieres volar con las águilas tienes que dejar de nadar con los patos.”     
   
     Mientras corremos y nos encontramos fisicamente capaz en mantener un paso rítmico, llegará el momento en ese largo recorrido, que pensaremos en el apoyo de nuestra familia o amigos que nos esperan en la meta, algunos solo disfrutarán vernos desde lejos, porque las circunstancias así lo determina. Otros sin embargo, actuarán indiferentes, pero está bien, al final es nuestra carrera y es nuestro premio lo que importa. Nunca debemos preocuparnos en quién o quiénes nos acompañarán al finalizar nuestra carrera, porque siempre encontraremos personas desconocidas que reconocerán y valorarán nuestro esfuerzo, dedicación y entrega.
   
     En un maratón, tendremos que correr travesías donde la vista es hermosa, pero no podemos parar de correr para contemplarla. El tiempo no se detiene, y es una carrera contra el reloj, por lo que nuestro enfoque no debe ser el paisaje que se debela ante nuestros ojos, y quedar rezagados en entretenimientos, sino mas bien, llegar a la meta. En la conquista del éxito, a veces, nos llegará ese deseo de hacer una pausa y desenfocarnos de nuestros propósitos. Son esos momentos cuando nos asaltan los espejismos y farsa sensación de satisfacción transitoria. Mientras nos detenemos, otros avanzan y al sentirnos atrás, el desánimo toma lugar y abandonamos la carrera.
“Sólo existe una persona capaz de limitar tu crecimiento o hacer que sea brillante: ¡TU MISMO!
    
     Llegará el momento que mientras corremos el maratón, cruzaremos algunas secciones o tramos donde apenas encontraremos espectadores que nos animen; o en otros tramos más lúgubres, estaremos solos con los otros competidores. Son los momentos de incertidumbre y de soledad. Indudablemente, estos tramos van a doler; la fatiga dirá presente, sentiremos que el oxígeno escasea en nuestros pulmones, que nuestras piernas no responden, escucharemos el latido de nuestro corazón estrepitosamente y una gran voz en nuestro interior diciéndonos: ¡Detente! Son esos momentos en nuestra carrera hacia la conquista del éxito cuando nos sentimos solos, cuando pensamos que nadie cree en nuestra capacidad para obtener el triunfo. Son los momentos cuando la duda dice:¡Presente!
“Lastimosamente, muchas veces, nuestro peor enemigo vive entre nuestros oídos.”
   
     Un error que un maratonista experimentado trata de evitar a toda costa es, compararse con otro corredor. Al prestar atención a su oponente, además de perder el enfoque, puede desesperarse y estropear su estrategia de competición. No podemos usar nuestro tiempo para fijarnos en el que va un paso delante, porque la vida es el examen más difícil. La mayoría fracasa por intentar copiar a los demás, sin darse cuenta que todos, tenemos un examen diferente. Compararnos constantemente con los demás conduce a la insatisfacción. En lugar de copiar, debemos descubrir nuestro propio camino. Cada ser humano en esta tierra, posee talentos, pasiones y metas distintas; por consiguiente, el éxito no reside en seguir modelos ajenos sino en abrazar nuestra singularidad y aprovechar nuestras fortalezas; al hacerlo, enfrentaremos la vida con confianza, forjando una existencia genuina y significativa para nosotros. La clave es recordar, que todos sin excepción, enfrentamos exámenes diferentes en este viaje llamado: “vida.”
“Ser uno mismo, en un mundo que está constantemente tratando que seas alguien diferente, es el mayor logro.” Ralph Waldo Emerson.
 
    
¿Llegarán todos los que corren a obtener el máximo galardón?… Desde luego que ¡No!
   
     De los cientos de atletas que participan en un maratón, algunos solo correrán los primeros 5 o quizás 10 Kms. otros abandonarán a la mitad de la carrera, muchos otros, se acercarán a la meta, pero sus piernas y sus pulmones colapsarán, mientras que otros terminarán el recorrido para recibir un certificado por haber cruzado la meta. Solo uno se lleva el máximo galardón por haber terminado con el mejor tiempo. 

     Entonces,
¿son todos los que no pudieron obtener el máximo galardón unos fracasados?…
    
     Sin lugar a dudas, muchos quedarán desilusionados y frustrados por no haber terminado, otros por no haber obtenido el primer puesto a pesar de los años de preparación, pero otros tantos, lo intentarán nuevamente una y otra, y otra vez. Mejorando la técnica, cambiando la estrategia; más el objetivo seguirá siendo el mismo. Ellos analizarán lo que pudo haber fallado, y buscarán la forma de corregirlo; se concentrarán en la búsqueda de la perfección, pero encontrarán en cambio, la excelencia; la cual es la máxima expresión de superación.
    
     ¡Cuántos emprendedores y eruditos en diversos campos, no han tenido que enfrentarse con la penosa realidad de fallar en sus primeros, segundos y sucesivos intentos!… Solo los verdaderos guerreros, se mantienen firmes para hacer realidad sus sueños y sus ideas, aún a pesar de los intentos fallidos. Ellos no son mezquinos, celebran sus pequeños logros, porque los acerca hacia el objetivo que desean alcanzar. No podemos ser gobernados por las circunstancias, por las adversidades… Por el contrario, debemos ser reconocidos por nuestra capacidad de mirar nuestros errores como aprendizaje, por nuestra actitud perseverante hacia nuestro propósito en la vida. Como dijera Thomas Edison cuando en su empeño por crear la bombilla eléctrica, sus estrategias, y experimentos no lograban su objetivo:
“No fracasé en mis intentos. Encontré 10,000 maneras que no funcionaban.” Así pensaron grandes hombres que hicieron la diferencia a pesar de sus fracasos: “El fracaso es la oportunidad de empezar de nuevo, pero más inteligentemente” -Henry Ford. “El éxito es la habilidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo.” Winston Churchill y por último, lo dicho por Ernest Shackleton: “Los hombres no se hacen a partir de victorias fáciles, sino en base a grandes derrotas.”
    
     En una ocasión, al actor Will Smith se le preguntó:
¿cómo había llegado a tener éxito en su carrera?, y él contestó: Tal vez otro actor podía ser más talentoso que yo, más inteligente que yo, e incluso más buen mozo o más sexy que yo. Puede ser todas esas cosas, pero si los dos nos ponemos en una caminadora juntos, van a pasar dos cosas: o se baja él primero, o yo muero ahí.” El éxito se consigue a través del esfuerzo continuo y la perseverancia, en mantener el interés en nuestra carrera, en disfrutar de los pequeños logros que alcanzamos; pequeños logros que como peldaños, se añaden verticalmente para lograr calar a la cima del éxito. “Tengamos bien presente que en nuestra carrera por la vida, debemos insistir, resistir, persistir y una desistir, porque es cierto que el fracaso existe, pero solo cuando desistimos y nos rendimos.”
    
     No obstante, el concepto semántico de un maratón, lo podemos extrapolar en el mundo espiritual; aquel mundo al que se refiere el apóstol Pablo:
El maratón de la fe En la búsqueda de la excelencia espiritual y del máximo galardón: “La corona de justicia” que Dios ha prometido para aquellos que se mantengan fieles a sus mandamientos y preceptos. 
 
     El apóstol, al haber recorrido el camino de la fe lo expresa de manera triunfante, y victoriosa: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe, Por lo demás me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” (2 Timoteo 4:7, 8).

¡Dios los bendiga y los guarde!

Frank Zorrilla