Mis queridos amigos y hermanos,


“No debemos ser prisioneros de nuestro pasado, sino arquitectos de nuestro futuro.”
¿Cuántos sueños y anhelos han quedado rezagados por el peso de una experiencia negativa? ¿Cuánta iniciativa hemos perdido por miedo al fracaso? ¿Y cuántas veces nos ha paralizado el quebranto del espíritu tras vivir un trauma emocional?
A esta condición del alma a la que hago referencia en este artículo se le llama: "amargura", ese sentimiento profundo de aflicción, pena o disgusto que se arraiga en el corazón.
Lamentablemente, muchas personas viven atrapadas en el pasado y se regocijan viciosamente en sus nostalgias como si al hacerlo satisfacieran una necesidad emocional. Es una especie de sadismo mental, un éxtasis inconsciente alimentado deliberadamente a través de la memoria celular.
Con el paso de los años, esta condición se convierte en una parálisis mental que nos roba el entusiasmo, nos impide disfrutar del presente y descubrir un mundo lleno de oportunidades. Nos encierra en la prisión de un "yo" antiguo, cuando podríamos convertirnos en una versión renovada de nosotros mismos: hombres y mujeres del presente con visión de futuro.
Lamentablemente, muchas personas viven atrapadas en el pasado y se regocijan viciosamente en sus nostalgias como si al hacerlo satisfacieran una necesidad emocional. Es una especie de sadismo mental, un éxtasis inconsciente alimentado deliberadamente a través de la memoria celular.
Con el paso de los años, esta condición se convierte en una parálisis mental que nos roba el entusiasmo, nos impide disfrutar del presente y descubrir un mundo lleno de oportunidades. Nos encierra en la prisión de un "yo" antiguo, cuando podríamos convertirnos en una versión renovada de nosotros mismos: hombres y mujeres del presente con visión de futuro.

Culpamos a otros. Nos excusamos. Ocultamos la realidad tras el velo de las heridas pasadas: una separación, la pérdida de un ser querido, el despido, el maltrato físico o psicológico, la burla, el abandono, la traición, el abuso...en fin, una lista interminable.

“Debemos cuidar el presente, porque en él viviremos el resto de nuestros días.”
Preguntémonos con honestidad: ¿Vivir en amargura me ayuda a mejorar mi presente? ¿Ese estado de ánimo puede realmente contribuir a mi felicidad?
“Esta emoción no me ayuda. Me estoy aferrando a un pensamiento inútil y negativo. Por lo tanto, me enfocaré en lo que es realmente importante para mi presente y mi futuro."
Facundo Cabral también decía:
“Dios te puso un ser humano a cargo, y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz. Existen muchas cosas para gozar... y nuestro paso por la Tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo.” La felicidad no es un destino: es la actitud con la que caminamos por la vida. No permitas que los recuerdos del pasado se conviertan en muros que te impidan disfrutar del presente.
Dios mismo a través del profeta Isaías, nos hace un llamado claro y esperanzador:
"No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad." (Isaías 43:18-19)
Este es un poderoso mensaje para recordar que no fuimos creados para vivir anclados en el pasado. Que aunque haya desiertos en nuestra vida o momentos de profunda soledad, Dios puede abrir caminos donde antes no los había y hacer brotar ríos en los lugares más áridos del alma.
Con frecuencia nos aferramos a errores, remordimientos y heridas del pasado, permitiendo que nos paralicen. Pero esta es la verdad: Dios siempre está haciendo "cosas nuevas". Mantener la mirada en el pasado solo nubla nuestra visión para reconocer las bendiciones que aguardan adelante.

“Olvidarse del pasado y extenderse a lo que está delante, prosiguiendo hacia la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:13-14)
La amargura quema el cuerpo y el alma como el ácido consume la piel. Cuando una raíz de amargura se instala en el corazón, nos contamina, nos consume y bloquea las bendiciones de Dios.
El mismo apóstol advierte:
"Mira bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados." (Hebreos 12:15).
Notemos que el Apóstol considera la amargura un estorbo, una contaminación que impide nuestra conexión con Dios.
Notemos que el Apóstol considera la amargura un estorbo, una contaminación que impide nuestra conexión con Dios.
No fuimos diseñados para estancarnos en las sombras del ayer. Dios quiere guiarnos a mejores horizontes, pero primero debemos soltar el lastre de la amargura.
Hoy, nuestro desafío es claro: liberar esa carga pesada, perdonarnos y confiar en que Dios tiene un plan para nuestro futuro.
"Tú no eres tu pasado.
Tú no eres tus errores.
Tú eres lo que Dios dice que eres: amado y destinado a cosas grandiosas."
¡La gracia y bendiciones de Dios sean con ustedes!
Frank Zorrilla