Mis queridos amigos y hermanos,


¿Cuántos anhelos y sueños han quedado rezagados y truncados por la inactividad de una experiencia del pasado? ¿Cuánto nos ha causado la mezquindad de carecer de iniciativas para forjar un porvenir? y ¿Cuánto el quebrantamiento de espíritu debido a condiciones traumáticas en nuestras psiquis? Al estado emocional al que hago referencia en este artículo es la "amargura" (sentimiento de pena, aflicción o disgusto).
Lastimosamente, existen personas que sólo viven en su pasado y se regocijan viciosamente en sus añoranzas como si al hacerlo, satisfarían una necesidad. Es como un sadismo mental que produce un éxtasis inconsciente pero alimentado conscientemente a través de la memoria celular.
Pasan los años, y la condición de vivir en amargura nos produce una parálisis mental que nos roba el dinamismo y no nos permite gozar del presente. No nos permite descubrir un mundo lleno de posibilidades para enterrar ese hombre/mujer del pasado, y ser un nuevo hombre o una nueva mujer del presente con visión para el futuro.
Lastimosamente, existen personas que sólo viven en su pasado y se regocijan viciosamente en sus añoranzas como si al hacerlo, satisfarían una necesidad. Es como un sadismo mental que produce un éxtasis inconsciente pero alimentado conscientemente a través de la memoria celular.
Pasan los años, y la condición de vivir en amargura nos produce una parálisis mental que nos roba el dinamismo y no nos permite gozar del presente. No nos permite descubrir un mundo lleno de posibilidades para enterrar ese hombre/mujer del pasado, y ser un nuevo hombre o una nueva mujer del presente con visión para el futuro.

Es mucho más fácil, culpar a otros o tener la excusa para disfrazar la realidad del presente. Algunos de esos momentos que debemos dejar en el olvido del pasado pueden estar relacionados con nuestra antigua vida social o con la interrelación con las personas que formaron parte de nuestro ambiente. Entre ellas: separaciones de pareja, muerte de un ser amado, pérdida de un trabajo o de una posición, maltrato físico y/o psicológico, burla, saboteo, acoso, violación, abandono, trauma, etc.

Hagámonos estas preguntas:¿Vivir en amargura me ayuda a mejorar mi presente? ¿Puede esa condición o estado trabajar para mi beneficio y hacerme sentir feliz?

La felicidad no es un destino, es la actitud con la que viajamos por la vida; por lo que los recuerdos del pasado no pueden ser barreras que nos impidan gozar del presente.
Hagamos nuestra la reflexión de Facundo Cabral: “Dios te puso un ser humano a cargo, y eres tú mismo, a ti debes hacerte libre y feliz. Existen muchas cosas para gozar y nuestro paso por la Tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo.”

La amargura nos quema el cuerpo y el alma de la manera como el ácido se come la piel. Cuando una raíz de amargura toma nuestra vida, nos consume y corta las bendiciones de Dios. El mismo apóstol Pablo describe esta aflicción, como un estado de ansiedad que no deja que vivamos en paz con nosotros mismos ni con los demás. "Mira bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados". (Hebreos 12:15).
Notemos que el Apóstol considera este estado de ánimo, como: un estado de contaminación y como un estorbo para ir a Dios. Por lo tanto, tengamos presente que nuestra vida aquí es transitoria y nuestra ciudadanía está en los cielos. Debemos tomar la imagen de Cristo durante esta travesía, sentirnos gozosos en el Señor a pesar de las circunstancias, y así lograr terminar la carrera y reclamar la corona de justicia que el Dios justo nos dará en aquel día glorioso de la redención, recordando su palabras en los momentos difíciles: "¡No se turbe vuestros corazones, creed en Dios, creed también en mí!". (Juan 14:1).
¡La gracia y bendiciones de Dios sean con ustedes!
Frank Zorrilla
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