Mis queridos amigos y hermanos,
Los estudiosos de la antropología cultural moderna y los sociólogos del siglo XX y XXI, no han tenido otra alternativa que acuñar el término “Aldea Global” para describir las consecuencias socioculturales de la comunicación inmediata a escala global generada por los medios electrónicos de comunicación. Este fenómeno ejerce una interconexión tan directa con nuestra psiquis, que al final, nos condiciona sutilmente convirtiéndonos en autómatas. En palabras simples: “Somos lo que vemos y oímos”.
Los medios masivos de comunicación, la televisión principalmente, juega un papel importante en nuestra vida diaria. Esta tiene grandes efectos positivos que nos acerca a otros lugares, nos mantiene informados y comunicados, nos entretiene y nos brinda aprendizaje. Pero también es cierto, que éste modo de comunicación contiene en sus programas, elementos nocivos que sirven de estímulo en el detrimento de la misma sociedad. Marshall McLuhan tenía mucha razón al decir: “El medio es el mensaje”.
Los expertos en comunicación están conscientes de que la compleja psiquis humana resulta insondable e imprevisible en sus reacciones presentes y futuras. Ellos tienen conocimiento de que sólo los hechos, en su dimensión concreta, trazan un mapa definido de las conductas humanas. De allí la importancia de que grandes empresas de la comunicación reciban asesoría de estos expertos del comportamiento humano para estudiar y analizar datos estadísticos de teleaudiencias; y de esta forma conocer, hábitos y manipular conciencia. Estas empresas asedian a los telespectadores incitándolos al consumismo, y al mismo tiempo, usan estos medios para la diseminación de mensajes de diversas índoles (muchas veces, estos mensajes tienen un fuerte componente de elitismo y segmentación). Programas preconcebidos maquiavélicamente para enfatizar estereotipos y conducirnos a estilos de vida que estimulan al egocentrismo, vicios, inmoralidades, sexo y una exaltación a emociones aberrantes. ¡Elementos nocivos tanto a nivel físico como espiritual!
Es precisamente el caso de un viejo *comercial de televisión de una empresa automotriz americana. Un video, que viéndolo desde una perspectiva mercantil, es aparentemente simpático e inofensivo, pero si analizamos el argumento o contenido de este comercial nos daremos cuenta que, se exponen y realzan dos de los sentimientos más repugnantes que puede concebir un ser humano. Se trata de los sentimientos de: “envidia y egoísmo”.
*En el comercial, una niña de quizás 10 años de edad, acude a su mamá llorando desconsoladamente para comentarle que los vecinos (una pareja de esposos con niños) adquirieron un auto nuevo con tecnología avanzada capaz de producir efectos emocionales desbastadores a quien no lo posee. La mamá robustece o refuerza este estado emotivo de “envidia”, uniéndose a la crisis emocional de su hija, gimiendo amargamente por la nueva adquisición de los afortunados vecinos. Pero la situación se vuelve mucho más traumática, crítica y tensa cuando el padre entra a la habitación y se entera de la famosa adquisición. Éste, en lugar de servir de ejemplo a la familia y detener ese derroche de envidia y egoísmo por el bienestar ajeno, es afectado a un nivel que lo consume la codicia, la rabia y la impotencia, pidiendo a su esposa y a su niña que lo dejen sólo para poder menguar su dolor.
Como podemos observar en esta narración, existe un funesto acondicionamiento irracional inclinado a las bajas pasiones. Y lo alarmante de este anuncio publicitario es, que está concentrado especialmente a desestabilizar al mismo seno de la sociedad, “la familia” (padres e hijos en conjunto). Pareciese como si la logística subliminal detrás de este comercial sea precisamente, la de socavar la fundación de la sociedad creada por Dios introduciendo como artífice elementos disfuncionales del diario vivir. Es decir, aceptando como válido y plausible comportamientos que generan y engendran sentimientos de disparidad o incompatibilidad emocional entre los seres humanos. De hecho, estos son sentimientos que diseminan el egocentrismo, las rencillas y el odio.
En la Biblia encontramos, que fue precisamente el sentimiento de la “envidia”, el móvil que provocó la primera muerte que se registra después de la creación. Bien lo dijo el patriarca Job: “Al codicioso consume la envidia.” (Job 5:12).
En la Biblia encontramos, que fue precisamente el sentimiento de la “envidia”, el móvil que provocó la primera muerte que se registra después de la creación. Bien lo dijo el patriarca Job: “Al codicioso consume la envidia.” (Job 5:12).
El gran enemigo de la creación utiliza todos los medios a su alcance para lograr sus propósitos. Ya sabemos que uno de esos propósitos primordiales es que desobedezcamos las leyes dadas por Dios, las cuales sirven de marco para convivir armoniosamente con nuestro Creador y con nuestros semejantes.
¿Sabes a cuáles leyes me refiero?- Sí, tienes razón, me refiero a los “diez Mandamientos”. Muchas veces, Satanás utiliza artificios tecnológicos que a simple vista no perjudican nuestra integridad física y /o espiritual, pero una vez el mensaje es emitido, y está en nuestro subconsciente, como martillo golpea insistentemente nuestras facultades cognitivas produciendo automatismo.
¿Sabes a cuáles leyes me refiero?- Sí, tienes razón, me refiero a los “diez Mandamientos”. Muchas veces, Satanás utiliza artificios tecnológicos que a simple vista no perjudican nuestra integridad física y /o espiritual, pero una vez el mensaje es emitido, y está en nuestro subconsciente, como martillo golpea insistentemente nuestras facultades cognitivas produciendo automatismo.
Si nos ponemos a analizar concienzudamente estas dos emociones negativas, “envidia y egoísmo” del anuncio automotriz, nos daremos cuenta que esas dos emociones, representan la punta del iceberg para dar riendas sueltas a emociones más destructivas. Ellas contienen la base para fomentar el odio, avaricia, ira, lascivia y sobre todo, la codicia.
¡Todo egoísta es codicioso!, y ésta es una emoción tan desagradable y abarca tanto en la vida de quien la padece que Dios la considera como un gran pecado, porque desobedece uno de los diez mandamientos. “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni cosa alguna de tu prójimo”. (Éxodo 20:17).
Pero, ¿es acaso el plan de Satanás que desobedezcamos un sólo mandamiento? -¡Te equivocas!... Su vasto entendimiento y astucia en el campo de la malignidad le permite conocer la naturaleza pecaminosa del hombre y la incidencia de éste a ser proclive a dejarse dominar por los deseos de la carne y los impulsos emocionales, y una vez somos doblegados bajo esos sentimientos emocionales, incitarnos a violar o quebrantar los divinos mandamientos de Dios uno tras otro.
¡Todo egoísta es codicioso!, y ésta es una emoción tan desagradable y abarca tanto en la vida de quien la padece que Dios la considera como un gran pecado, porque desobedece uno de los diez mandamientos. “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni cosa alguna de tu prójimo”. (Éxodo 20:17).
Pero, ¿es acaso el plan de Satanás que desobedezcamos un sólo mandamiento? -¡Te equivocas!... Su vasto entendimiento y astucia en el campo de la malignidad le permite conocer la naturaleza pecaminosa del hombre y la incidencia de éste a ser proclive a dejarse dominar por los deseos de la carne y los impulsos emocionales, y una vez somos doblegados bajo esos sentimientos emocionales, incitarnos a violar o quebrantar los divinos mandamientos de Dios uno tras otro.
Mi consejo final es, que en estos tiempos de crisis moral, bebemos estar apercibidos. Y como dijo el Apóstol: "¡Nuestro adversario el Diablo está desesperado y sabe que la inminente segunda venida de Cristo es una realidad tangible. Él sabe que falta muy poco tiempo para ser destruido!" Su desesperación lo ha motivado a cambiar su estrategia, y sus planes logísticos se están perfilando más y más hacia los más vulnerables e indefensos. Él quiere sembrar la semilla de la discordia, caos y sentimientos negativos en nuestros vástagos (nuestros hijos) para desestabilizarlos emocionalmente a temprana edad.
No debemos tomar nuestra responsabilidad de padres muy a la ligera. Sigamos el consejo del gran sabio Salomón: “Instruye al niño en su camino, aún cuando fuere viejo no se apartará de él”. (Proverbios 22:6).
Debemos ser mentores dedicados y juiciosos para guiar a nuestros hijos en caminos de rectitud y obediencia a las leyes eternas de Dios. Exhortándolos y corrigiéndolos a todo momento, bajo las normas de principios cristianos; los cuales serán fundamentales para la formación de ciudadanos conscientes e íntegros.
No debemos tomar nuestra responsabilidad de padres muy a la ligera. Sigamos el consejo del gran sabio Salomón: “Instruye al niño en su camino, aún cuando fuere viejo no se apartará de él”. (Proverbios 22:6).
Debemos ser mentores dedicados y juiciosos para guiar a nuestros hijos en caminos de rectitud y obediencia a las leyes eternas de Dios. Exhortándolos y corrigiéndolos a todo momento, bajo las normas de principios cristianos; los cuales serán fundamentales para la formación de ciudadanos conscientes e íntegros.
¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!
Frank Zorrilla
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