Existe una emoción en el ser humano que es tan subjetiva y compleja que ha dado lugar a interpretaciones con muchas definiciones y aristas. Ya sea que se defina en términos culturales, sociales, científicos, espirituales o en términos generacionales o de pensamientos filosóficos, esta reacción fisiológica del ser humano puede variar de acuerdo a la perspectiva de cada persona. Lo que sí podemos afirmar es que, esta emoción, además de ser compleja y multifacética, al abarcar un gran rango de sentimientos positivos, produce bienestar físico y mental, elevando la frecuencia de vibración a niveles máximos. La emoción a la que hago referencia se llama: “Felicidad.”
La felicidad es una de las realidades más buscadas y, a la vez, más escurridizas del ser humano. Es un concepto que trasciende la mera emoción pasajera y se convierte en un anhelo que define la existencia. Tanto la psicología como la Biblia han explorado este tema, ofreciendo perspectivas que, aunque diversas en enfoque, convergen en su profundidad y propósito.
¿Por qué es tan importante vibrar en esa emoción?...
Porque bajo esa emoción, nuestro cuerpo libera hormonas como la dopamina y la serotonina, lo que reduce el estrés, fortalece el sistema inmune y mejora nuestra salud general.
Mentalmente, sentimos más claridad, optimismo y resiliencia, mientras que socialmente somos más empáticos y contactados, además de percibir la vida con mayor sentido y disfrutamos más del presente.
La psicología, con su metodología científica, busca desentrañar los mecanismos internos y externos que promueven el bienestar. Por su parte, la Biblia sitúa la felicidad en una dimensión espiritual que trasciende las circunstancias terrenales. Este análisis profundiza en ambos enfoques, resaltando sus convergencias y contrastes. Y es que la búsqueda de la felicidad es una de las aspiraciones más profundas del ser humano. A lo largo de la historia, tanto la psicología como las enseñanzas bíblicas han ofrecido reflexiones sobre qué significa ser feliz y cómo alcanzar este estado. Aunque provienen de diferentes ámbitos, ambos enfoques coinciden en varios puntos esenciales.La psicología define la felicidad como un estado subjetivo de bienestar, asociado a emociones positivas, satisfacción con la vida y sentido de propósito. Esta ciencia también enfatiza que la felicidad no depende únicamente de circunstancias externas como riqueza o éxito, sino de factores internos, como la actitud y las elecciones diarias. La práctica de la gratitud y el altruismo son herramientas comprobadas para aumentar el bienestar. Desde esta perspectiva, la felicidad no es simplemente la ausencia de tristeza, sino un equilibrio entre el bienestar emocional y el sentido de propósito. Los estudios muestran que prácticas como la gratitud, el altruismo y la meditación consciente tienen un impacto profundo en el bienestar psicológico. Sin embargo, la psicología también reconoce que la felicidad no es absoluta ni permanente, sino dinámica y en constante evolución.
Si acudimos a Las Sagradas Escrituras, encontramos que para el salmista David, la felicidad se describe como el resultado de vivir conforme a los principios de Dios: “Bienaventurado el hombre que no anda en consejo de malos, ni se detiene en camino de pecadores.” Aquí, la felicidad es un fruto de la obediencia y la comunión con Dios, simbolizada por un árbol plantado junto a corrientes de agua, siempre fructífero. Salmo 1:1-3. Notemos que, la palabra: “felicidad” se asocia
frecuentemente en la Biblia con el término “bienaventuranza”, que implica un estado de bendición y plenitud que no depende de las circunstancias externas. Dicho esto, las Bienaventuranzas en Mateo 5 profundizan aún más esta idea expuesta por el salmista, presentando un contraste con las nociones mundanas de felicidad. Jesús declara felices a los pobres en espíritu, a los que lloran, a los misericordiosos y a los perseguidos por causa de la justicia. Esta felicidad no es inmediata ni superficial, sino que encuentra su raíz en la esperanza de una recompensa eterna.
A pesar de sus diferencias metodológicas, la psicología y la Biblia coinciden en varios aspectos esenciales sobre la felicidad:
1. Relaciones significativas: La psicología subraya la importancia de las conexiones humanas, y la Biblia enfatiza: "amarás a tu prójimo como a ti mismo." (Mateo 22:39).
2. Gratitud: Estudios psicológicos han demostrado que la gratitud mejora el bienestar, mientras que la Biblia nos invita: "Dad gracias en todo, porque esa es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús." (1 Tesalonicenses 5:18).
3. El altruismo: De acuerdo a los estudios psicológicos, contribuye a tener mayor felicidad, y Jesús dijo: “Más bienaventurado (mayor felicidad) es dar que recibir.” (Mateo 20:35).
4. Propósito y significado: Ambos enfoques coinciden en que la felicidad no es un objetivo en sí mismo, sino un resultado de vivir una vida con propósito. La psicología lo describe como encontrar sentido en la vida, mientras que la Biblia señala que "el propósito supremo es glorificar a Dios." (Isaías 43:7).
En la intersección de estas dos perspectivas encontramos un llamado a vivir vidas llenas de amor, gratitud y propósito, no solo para nuestro beneficio personal, sino para impactar positivamente a quienes nos rodean. De ese modo, la felicidad, entendida en su totalidad, no se limita a lo emocional ni a lo espiritual. Es un estado que incluye la mente, el cuerpo y el alma, y que encuentra su máxima expresión cuando los aspectos internos y externos de la vida están en armonía.
¿Es posible tener la felicidad plena y absoluta?...
Y para ti, ¿qué es la felicidad, o cómo la definirías?…
¡Dios los bendiga rica y abundantemente!
Frank Zorrilla
No hay comentarios.:
Publicar un comentario