Mis queridos amigos y hermanos,
“Doblego del alma donde el corazón se inclina; sentimientos en balanza deshonesta atino a caprichos ajenos. Pericias burdas donde se esconde embeleco.
La fragilidad atiza la osadía y el desdén agiliza la afrenta. Son tus artefactos, el sentido de culpa, agobio y escasez; la locuaz verborrea que desquicia el sentido infundiendo miedo; cuadro dramático que marchita el atractivo de la hermandad y la fraternidad; pavoroso sentir del espíritu vicioso…
Pobres marionetas serviles manejadas con hilos de seda al antojo del titiritero.”
Frank Zorrilla
En la composición poética que acabas de leer, hago referencia a un tipo de comunicación muy agresiva, cuyos fines, en sentido general, es obtener beneficios en forma parasitaria a expensas de una manipulación. Me refiero al “Chantaje emocional”… ¿Quién no se ha sentido alguna vez manipulado emocionalmente? ¿Quién no ha sido víctima o victimario de viciosas estratagemas como artificio para lograr un objetivo?…
Es algo muy habitual asociar el chantaje emocional con la manipulación psicológica, ya que es una práctica destinada a influir la voluntad de la otra persona con el fin de conseguir que esta actúe como uno quiere a expensas de coartar su voluntad a través de la culpa, de la obligación y hasta del miedo.
Lastimosamente, pasamos a ser víctimas sutil e inconscientemente del chantaje emocional desde que somos niños, y los victimarios son, aunque duele decirlo: “nuestros propios padres”… “Si me quisieras como dices, harías esto o aquello por mí”, “me vas a enfermar de los nervios”, “estás terminando con mi vida con tus andanzas”, “el niño que limpie su habitación le hago un regalo”, “Si haces tu tarea, te permito ver la televisión”, etc. etc. etc. Desde luego que como sujetos capaces de aprender y de emular ciertos comportamientos, procedemos a utilizar las mismas tácticas dentro y fuera de nuestro entorno familiar usando más agresividad para moldear a los demás, ya sea infundiendo sentimientos de culpabilidad, obligación, responsabilidad o peor aún, infundiendo temor a represalias, dando lugar a la terrible y abominable práctica de la “extorsión”. “Te dejo ser mi amigo si me regalas un perfume”, “Voy contigo al médico si me prometes que puedo usar el vehículo”, “Si fueras un buen hermano me dejarías la habitación más grande”, “Si te vas me quito la vida”, etc. etc. etc.
En efecto, mucho de los que usan el chantaje emocional como norma de conducta tuvieron experiencias tempranas de manipulación emocional, donde les motivaban a efectuar un cambio en su comportamiento a través de sentimientos de culpabilidad, obligación y temor a represalias. Esa programación mental se va desarrollando con los años sirviendo de estímulo para resolver situaciones, conflictos u obtener beneficios a través del control de los que conforman el entorno. Una vez el chantajista se da cuenta de que este tipo de comunicación provee los resultados que desea, la refuerza una y otra vez haciéndolo su modus operandi. Es así como arrastramos desde temprana edad, comportamientos nocivos y nos convertimos consciente o inconscientemente en personas tóxicas.
¿Cuáles son los factores psicológicos que inciden para que una persona use el chantaje emocional?
Según los expertos, el desarrollo de la personalidad durante la adolescencia entre otros factores patológicos influyen en ese tipo de comportamiento. Él o la chantajista emocional tiene un estilo de comunicación agresivo, carece de asertividad y empatía al no respetar el derecho de los demás. Los que utilizan ese comportamiento suelen ser personas con dificultades emocionales, baja autoestima, traumas que pueden incluir el narcisismo, rebeldía, celos y la egolatría como sentimientos de poca aceptación y carencia de afecto durante la niñez. Por consiguiente, la orientación de los padres o tutores juegan una función primordial en la formación mental de los niños y adolescentes para corregir: 1- El adiestramiento conductual inconsciente; evitando así, la emulación de la práctica, 2- La complicidad pasiva. Esto es, que aún sabiendo que los niños utilizan el chantaje como norma de conducta, no hacen nada al respecto.
El chantaje emocional existe en función de estrategias de manipulación psicológica. Existe la estrategia de culpa para hacer sentir mal al receptor. “¡No puedes abandonarme!..No ves que soy un hombre enfermo”. También la estrategia de la agresión para generar miedo. “Si no lo haces prepárate a las consecuencias”. y por último, la estrategia de regalos como medio de lograr el objetivo. “Si me acompañas al viaje te doy lo que quieras.” Además, podemos reconocer el chantaje emocional en función del vínculo afectivo. Es más fácil manipular cuando existe cierta relación o vínculo emocional. Aquí encontramos: el de los padres hacia los hijos cuando los padres quieren que los hijos obedezcan, el chantaje de los padres hacia los hijos en momentos de disrupción del matrimonio o separación, y por último, el de las parejas.
Todo tipo de manipulación psicológica es un acto nefasto, porque juega con los sentimientos de los demás a expensas de beneficios hipócritas. Más cuando la manipulación psicológica combina el chantaje emocional y la extorsión (presión que se ejerce sobre alguien mediante amenazas para obligarlo/a a actuar de determinada manera y así obtener dinero u otro beneficio), se convierte en un acto criminal y ominoso… Un acto delictivo que pone en riesgo la dignidad y la integridad humana. Por ende, aquellos que incurren en esa práctica satánica, además de carecer de sensibilidad humana, se convierten inconscientemente en víctimas de sus propias maquinaciones.
¿Acaso crees que el chantaje emocional e incluso la extorsión son prácticas nuevas en el entramado social?…
No obstante, al leer sobre la crucifixión del hijo de Dios, también podemos apreciar que existió chantaje y extorsión de parte de uno de los discípulos para facilitar el reconocimiento y aprensión de su Maestro a cambio de dinero. “Se fue uno de los doce, llamado Judas Iscariote, a los príncipes de los sacerdotes y les dijo: ¿Qué me queréis dar en monedas y os lo entrego?” (Mateo 26:14-15). Como bien dijo el sabio Salomón: “La extorsión entorpece al sabio y el soborno corrompe su corazón” (Eclesiastés 7:7). Judas, al estar consciente que los enemigos de su Maestro querían apresarlo y matarlo, utilizó el chantaje y la extorsión para sus fines, pero ¡cuán desastroso fue el costo de su perfidia!…¡Su conciencia le pasó factura; conspirando y terminando con su propia vida!
Nunca debemos permitir que la aprobación o desaprobación de los demás nos condicione, y nos defina. Si consideras que sufres de chantaje emocional, no debes caer en la telaraña de la manipulación psicológica. No obstante, tampoco debemos ser partícipes de esa práctica. Muy por el contrario, debemos elevar nuestra consciencia y evitar ser victimarios haciendo uso de la comunicación chantajista para coartar, estorbar y pisotear las libertades de los demás. Debemos actuar con principios de hermandad, y nunca de imposición subjetiva mediante perniciosas estratagemas que pueden definirnos con trastorno de Marionetistas psicológicos o Chantajistas emocionales.
¡Dios los bendiga y los guarde!
Frank Zorrilla
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