Mis queridos amigos y hermanos,
"¡Cuán bella eres, amor mío!
¡Cuán encantadora en tus delicias!
Tu talle se asemeja al talle de la palmera, y tus pechos a sus racimos.
Me dije: “Me treparé a la palmera; de sus racimos me adueñaré.
¡Sean tus pechos como racimos de uvas, tu aliento cuan fragancia de manzanas, y como el buen vino tu boca! "
(Cantar de los Cantares 7:7-9).
Estas estrofas no son una mera enumeración de atributos físicos, sino una exaltación poética que fusiona lo sensual con lo espiritual, reconociendo en la mujer un ser digno de admiración y respeto.
Como señala el teólogo Timothy Keller, "El Cantar de los Cantares muestra que el amor erótico, en el contexto del pacto matrimonial, es algo bueno y hermoso creado por Dios."
Es que, entre otras cosas, podemos notar que, esta obra establece un paradigma en el que la fascinación amorosa se expresa con cortesía, exquisitez y profunda reverencia.
La tradición de honrar a la mujer a través del arte nos un caso aislado. Grandes poetas y cantautores han seguido ese camino, resaltando su valor sentimental, pasional y espiritual. Pablo Neruda, Mario Benedetti, Jaime Sabines, Gustavo Adolfo Bécquer, en sus Rimas, convirtieron a la mujer en musa, en un ser complejo y digno de devoción.
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| ¿Arte o erotismo a nivel grotesco? |
La psicóloga social Jean Kilbourne, pionera en el estudio de la imagen femenina en la publicidad, afirma:
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| Mujeres en diversos escenarios |
Ante la osadía de estos interpretes de la música urbana, que reducen a la mujer a un mero objeto sexual, surgen preguntas incómodas, pero inevitables:
Si bien su agenda se ha centrado con fuerza en la igualdad de género y la violencia física, la batalla contra la degradación simbólica en la cultura pop a veces parece menos prioritaria. No porque no exista conciencia del problema, sino porque combatir los micromachismos y los patrones culturales enraizados es una batalla más compleja y menos tangible.
Según los expertos en comportamiento social, la sexualidad ente los jóvenes está experimentando una transformación alarmante. Factores como la proliferación de la pornografía, el acceso temprano a contenido sexual explícito, el consumo de estupefacientes y la erosión de ciertos valores tradicionales están modificando la percepción de la mujer, reduciéndola en muchos casos a un objeto de placer.
Esta distorsión lleva a muchas adolescentes a interpretar erróneamente las letras denigrantes de algunas canciones como un simple componente de un movimiento cultural moderno cargado de simbolismo sexual.
Por otra parte, la teoría de la autopercepción en la psicología social sugiere que a menudo interiorizamos los roles que la cultura nos asigna. En ese sentido, la investigadora L. Monique Ward halló en sus estudios algo sorprendente:
"Un mayor consumo de medios de entretenimiento está vinculado a actitudes más tradicionales y sexualizadas sobre los roles de género entre los adolescentes."
En otras palabras, muchas jóvenes no protestan porque han normalizado que su valor está ligado a su sexualidad y al deseo masculino.
Y es que muchas veces, la sumisión cultural se disfraza de libertad.
A lo largo de la historia, la mujer ha sido pilar fundamental de la sociedad: agricultura, sanadora, educadora y dadora de la vida. Reducirla a un objeto en una canción no es solo un acto de misoginia, sino una forma de pobreza cultural y espiritual.
Como sociedad, el desafío es claro. No basta con condenar: es necesario educar y elevar. Fomentar una alfabetización mediática crítica que enseñe a los jóvenes a cuestionar los mensajes que consumen.
Es necesario elevar y fortalecer la autoestima femenina desde la infancia y promover representaciones de la mujer en el arte que, como hacía Salomón, celebren su esencia integral.
El camino no es censurar, sino dignificar. Como bien expresa el periodista Santiago Rojas:
"El verdadero amor no nace de la posesión, sino del reconocimiento de la alteridad; de ver al otro no como una extensión de mis deseos, sino como un ser único y autónomo digno de admiración."
Recuperar esa mirada es la tarea más urgente. Solo así el arte podrá volver a reflejar la belleza de la verdad y no la banalidad del deseo.
No obstante, es de esperar que la dinámica cultural de los movimientos artísticos siga manifestándose con mayor apogeo a medida que avancen las nuevas generaciones, especialmente si estas presentan carencias en su formación moral y espiritual.
Pero, como bien señaló Elaine Morgan:
"Hacen falta dos para bailar, y hacen falta dos para convertir a una mujer en objeto sexual."
Frente a esta realidad, solo mediante iniciativas que fomenten la educación, el respeto, el fortalecimiento de la autoestima femenina y los valores espirituales se podrá frenar el constante ultraje a la dignidad de un ser tan especial como lo es la mujer.
¡Dios los bendiga y los guarde!
Frank Zorrilla






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