viernes, 25 de octubre de 2013

CUANDO EL PASADO PESA: EL LLAMADO A SEGUIR ADELANTE ES LA MEJOR OPCIÓN. No Vivamos el Ayer, Porque Dios Hace Cosas Nuevas.


Mis queridos amigos y hermanos,


     Sin lugar a dudas, la pérdida de la memoria produce cambios transcendentales en la vida de una persona, afectando tanto su vida privada como su desenvolvimiento en la sociedad. La capacidad de recordar eventos o experiencias del pasado es un don divino que nos permite comparar y analizar situaciones actuales a la luz de lo vivido. Es mediante este ejercicio del pensamiento —al deducir o inducir ideas y emociones de placer o dolor— que usamos el raciocinio para formar, transformar y hasta dirigir nuestro carácter, moldeando así nuestra conducta frente a situaciones repetitivas del día a día.  
     Tener una buena memoria es, sin duda, útil.  Sin embargo, también puede volverse una trampa cuando nos convierte en esclavos del pasado”, atándonos a recuerdos que obstaculizan nuestro desarrollo espiritual, físico y social. Cuando usamos esa facultad únicamente para quedarnos anclados en el ayer, corremos el riesgo de perdernos  en un oscuro laberinto de desánimo que oscurece nuestra  capacidad de emprender nuevos y prometedores caminos.
“No debemos ser prisioneros de nuestro pasado, sino arquitectos de nuestro futuro.”
     ¿Cuántos sueños y anhelos han quedado rezagados por el peso de una experiencia negativa? ¿Cuánta iniciativa hemos perdido por miedo al fracaso?  ¿Y cuántas veces  nos ha paralizado el quebranto del espíritu tras vivir un trauma emocional? 
      A esta condición del alma a la que hago referencia en este artículo se le llama: "amargura", ese sentimiento profundo  de aflicción, pena o disgusto que se arraiga en el corazón. 

     Lamentablemente, muchas personas viven atrapadas en el pasado y se regocijan viciosamente en sus nostalgias como si al hacerlo satisfacieran una necesidad emocional. Es una especie de sadismo mental, un éxtasis inconsciente alimentado deliberadamente a través de la memoria celular.

     Con el paso de los años, esta condición se convierte en una parálisis mental que nos roba el entusiasmo, nos impide disfrutar del presente y descubrir un mundo lleno de oportunidades. Nos encierra en la prisión de un "yo" antiguo, cuando podríamos convertirnos en una versión renovada de nosotros mismos: hombres y mujeres del presente con visión de futuro.
     Aferrarse al pasado y vivir en amargura es, en muchos casos,  una reacción del subconsciente que nos mantiene flotando en lo que no nos deja avanzar. Es más fácil lamentarse y encontrar justificaciones externas que asumir la responsabilidad de nuestro presente. 

     Culpamos a otros. Nos excusamos. Ocultamos la realidad tras el velo de las heridas pasadas: una separación, la
pérdida de un ser querido, el despido, el maltrato físico o psicológico, la burla, el abandono, la traición, el abuso...en fin, una lista interminable.  
     Pero debemos decidirnos a romper esas cadenas invisibles. A reinventarnos. A dejar atrás esos recuerdos que, aunque hayan dejado cicatrices, no tienen por qué definirnos. Requiere voluntad, negarse a la resignación, y adoptar una nueva actitud frente a la vida.  Como dijera Facundo Cabral:
“Debemos cuidar el presente, porque en él viviremos el resto de nuestros días.”
     Preguntémonos con honestidad: ¿Vivir en amargura me ayuda a mejorar mi presente? ¿Ese estado de ánimo puede realmente contribuir a mi felicidad?
     Si tu respuesta es “No” a alguna de estas preguntas, entonces dite a ti mismo:
Esta emoción no me ayuda. Me estoy aferrando a un pensamiento inútil y negativo.  Por lo tanto, me enfocaré en lo que es realmente importante para mi presente y mi futuro." 

     Facundo Cabral también decía:
 “Dios te puso un ser humano a cargo, y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz. Existen muchas cosas para gozar... y nuestro paso por la Tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo.”
     La felicidad no es un destino: es la actitud con la que caminamos por la vida. No permitas que los recuerdos del pasado se conviertan en muros que te impidan disfrutar del presente.
     Dios mismo a través del profeta Isaías, nos hace un llamado claro y esperanzador:
"No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad." (Isaías 43:18-19)
     Este es un poderoso mensaje para recordar que no fuimos creados para vivir anclados en el pasado. Que aunque haya desiertos en nuestra vida o momentos de profunda soledad, Dios puede abrir caminos donde antes no los había y hacer brotar ríos en los lugares más áridos del alma.
     Con frecuencia nos aferramos a errores, remordimientos y heridas del pasado, permitiendo que nos paralicen. Pero esta es la verdad: Dios siempre está haciendo "cosas nuevas". Mantener la mirada en el pasado solo nubla nuestra visión para reconocer las bendiciones que aguardan adelante. 
     El apóstol Pablo nos dejó un sabio consejo, que no sólo nos invita a vivir con alegría aquí en la Tierra, sino a aspirar a la eternidad: 

“Olvidarse del pasado y extenderse a lo que está delante, prosiguiendo hacia la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:13-14)


      La amargura quema el cuerpo y el alma como el ácido consume la piel. Cuando una raíz de amargura se instala en el corazón, nos contamina, nos consume y bloquea las bendiciones de Dios. 

     El mismo apóstol advierte:

 "Mira bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados." (Hebreos 12:15). 

   Notemos que el Apóstol considera la amargura un estorbo, una contaminación  que impide nuestra conexión con Dios. 

     No fuimos diseñados para estancarnos en las sombras del ayer. Dios quiere guiarnos a mejores horizontes, pero primero debemos soltar el lastre de la amargura.

     Hoy, nuestro desafío es claro: liberar esa carga pesada, perdonarnos y confiar en que Dios tiene un plan para nuestro futuro. 

"Tú no eres tu pasado.
Tú no eres tus errores. 
Tú eres lo que Dios dice que eres: amado y destinado a cosas grandiosas."


¡La gracia y bendiciones de Dios sean con ustedes!

Frank Zorrilla






miércoles, 16 de octubre de 2013

"SÚPER POBLACIÓN-IRRACIONALIDAD Y UNA FUTURA CONVULSIÓN SOCIAL”


Mis queridos amigos y hermanos,


       La problemática de una futura crisis medio-ambiental-económica-social debido a la súper población, es un asunto que se ventila en los foros científicos como: “Una amenaza latente que si no se enfrenta con rigidez y rigurosidad, podría colapsar el sostenimiento natural del planeta y convertirse en el factor base para la extinción del hombre sobre la faz de la Tierra”.


     Entre los expertos que están dando la voz de alerta se encuentran los ambientalistas, naturalistas, geofísicos y economistas, quienes sirven de portavoces para alertar y orientar a los líderes sociales y políticos sobre los efectos potenciales que acarrearía en el futuro, el no tomar medidas estrictas para frenar la natalidad a nivel global. Aunque claro está, éste es un continuo y frustrante tema de discusión y disertación entre los que defienden el derecho a la natalidad y los que procuran controlar el crecimiento desproporcionado de la población mundial, convirtiéndose en un tema polémico de interés político, económico, social y religioso. Tema que dicho sea de paso, desgloso ampliamente en mi libro: “CONOCIENDO A DIOS A TRAVÉS DE LA CIENCIA” en el capítulo: “SÚPER POBLACIÓN Y EL DETERIORO DE LOS RECURSOS NATURALES”.


     En palabras de David Attenborough (naturalista Ingles): “Los seres humanos somos una plaga sobre la Tierra. No es sólo el cambio climático, sino también la presencia masificada de humanos. Para los que quizás no haya recursos suficientes para alimentar a tan densa población. Si no la controlamos, el mismo planeta lo hará”. 

     Según otros analistas, si el proceso de urbanización continúa, la proporción de la población mundial que vive en las ciudades aumentará de 45% a 62% en el año 2025. Condición que creará densos centros de “emisiones antropogénicas” o emisiones producto de las actividades humanas en el clima de la Tierra.

     No necesitamos ser Científicos para inferir que: a medida que la población aumente, aumentarán tanto las necesidades básicas para la vida (alimentos, agua potable, techo donde vivir, etc.), como también los problemas sociales, ambientales, sanitarios y de salud a nivel global. Muchos son los que temen que bajo esas condiciones, se desatará un pandemonio o convulsión social que terminará en una sangrienta lucha por la supervivencia.

     Si echamos un vistazo a estudios estadísticos hechos por la ONU, el crecimiento poblacional a nivel mundial ha seguido una tasa de crecimiento bastante significativa desde el periodo comprendido de 1950-2000. Una tasa de crecimiento que dicho sea de paso, fue de 230% en comparación con el periodo de 1900-1950, es decir, la población mundial creció cuatro veces más durante el mismo lapso de tiempo. 

     ¿Ha mermado el crecimiento poblacional desde entonces? Realmente, ¡No! Los datos estadísticos mostrados en el último censo de población a nivel global en el 2011, muestran que desde el año 2000 hasta el 2011 el aumento fue de 22.46% (con un crecimiento anual medio de 7.5%) completando 7.2 billones de seres humanos en el planeta.


     Con este crecimiento tan significante en sólo 11 años, ¿Qué podemos esperar para el año 2050?... Lo crítico de este crecimiento, es que ha sido económicamente irracional; debido a que según los datos extraídos de ese censo, el mayor número de crecimiento poblacional ocurrió en países de bajos ingresos económicos; afectando aún más, la ya precaria e inadecuada infraestructura y la capacidad técnica y financiera de esos países en vía de desarrollo. Fenómeno que ligado al desequilibrio poblacional, trae consecuencias muy negativas, tanto a nivel social, ambiental y económico. *Esto debido a la densidad o concentración de personas en ciertos lugares por la disponibilidad de trabajo, y factores geográficos como: condiciones climáticas, topología de la región, cercanía de recursos naturales y agua potable.

     Desde el punto de vista bíblico, podemos encontrar en la génesis del hombre que, Dios le autorizó a éste, el procrearse: “Fructificad y multiplicaos; llenad la Tierra y sometedla.”(Génesis 1:22). Dios le dio al hombre potestad sobre todas las cosas creadas, para su gusto y beneficio. Pero el hombre quiso ser como Dios, y al desobedecer, se convirtió en un ser pensante e independiente de Dios; conocedor del bien y del mal. Dijo Jehová Dios: “El hombre ha venido a ser como uno de nosotros, conocedor del bien y del mal.” (Génesis 3:22).

     El hombre, al convertirse en un ser pensante; al saber lo que le conviene o al estar en un estado de conciencia, está dotado de inteligencia para elegir, planear, controlar y ejecutar acciones que sean favorables para él. ¡Dios bendijo la creación y creó todo en pleno orden! Todo iba a ser dirigido y controlado por Dios; pero al hombre desobedecer, el libre albedrío se convirtió en su dios.

El plan de Dios no era crear una súper población con escasos recursos naturales, con problemas ecológicos y con problemas ambientales, con más espacio de agua salada que de tierra fértil. Si así hubiese sido, el plan de Dios no tendría sentido. Él fundó el universo y existen planetas 10,000,000 de veces más grandes que este donde vivimos. Por tanto, tenemos que estar conscientes que el crecimiento poblacional, los problemas ambientales, la escasez de agua potable, la irracionalidad y el desequilibrio económico, y todos los problemas que tenemos hoy, no es culpa de Dios, sino de nosotros mismos; y es nuestra responsabilidad acatar regulaciones y establecer controles en beneficio de todos.

     Mi consejo final es: La prevención y la planificación son necesarias; por lo que es meritorio educar a nuestros hijos a temprana edad sobre la abstinencia sexual, la procreación irracional de hijos no deseados y la planificación familiar.  


¡La gracia y las bendiciones de Dios sean con ustedes!

 Frank Zorrilla