martes, 21 de enero de 2025

ELIGIENDO A BARRABÁS: JUSTICIA EN UN SISTEMA AMAÑADO

Mis queridos amigos y hermanos,


“El hombre es responsable de todo lo que hace, pero la sociedad crea las condiciones de su injusticia."  (Jean-Paul Sartre).


     Esta cita al igual que muchas otras similares sobre la justicia del hombre en sociedad, destaca una perspectiva crítica, y a menudo, controversial sobre la naturaleza, el origen y los fines de la justicia humana, invitando a reflexionar sobre cómo se ejerce y para quién se crea. 

  

     Para nadie es un secreto que vivimos en una sociedad sesgada de valores morales y espirituales, donde impera las siniestras manos de la injusticia sostenida por honores fatuos. Esto representa una crisis de valores donde las estructuras de poder parecen más orientadas hacia la perpetuación de privilegios que hacia la búsqueda genuina de justicia y equidad. Esos “honores fatuos” aluden a un reconocimiento vacío, otorgado muchas veces a quienes se conforman con seguir los dictados del sistema sin cuestionarlo. Por otra parte, ese sesgo moral y espiritual no es más que una desconexión entre lo que es justo y lo que es legal, o entre lo que es correcto y lo que es popular. 


     ¿Acaso esa desconexión entre lo justo y lo que es popular es exclusiva a nuestra sociedad contemporánea?…

    

     Lastimosamente, ¡No! Además de ser cíclica, ha sido una constante en la historia de la humanidad, donde ambas, la justicia y lo que es popular, han sido moldeadas por las dinámicas de poder, las estructuras sociales y las creencias culturales de cada época. Son muchos los ejemplos históricos que reflejan ese comportamiento. Así lo podemos analizar a fondo con la narración bíblica de la elección por parte de la muchedumbre, de Barrabás, personaje que según Las Sagradas Escrituras, era un famoso asesino y delincuente común; encarcelado por ser un violento agitador contra la dominación romana. Y ¿quién era el otro contendiente que podía haber sido elegido para un perdón?Jesús de Nazarets, un hombre que dio prueba de ser un hombre íntegro, manso, humilde, pacifista y apegado a las leyes terrenales, pero celoso con los preceptos espirituales.


     «Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a las multitudes que pidieran a Barrabás y que dieran muerte a Jesús. El gobernador les preguntó de nuevo: «¿A cuál de los dos quieren que les suelte?». Ellos respondieron: «A Barrabás.» (Mateo 27:20-21)

    

     La escena en la que la multitud pide la liberación de Barrabás, mientras condenan a Jesús, es profundamente simbólica y rica en significado. Desde una perspectiva semántica y ética, este evento refleja la capacidad humana de optar por lo que es claramente injusto o inmoral, incluso cuando se enfrentan a una alternativa más elevada y pura. Al elegir a Barrabás, un criminal conocido, la muchedumbre no solo selecciona la delincuencia y la inmoralidad, sino que también rechaza la verdad, la justicia y el sacrificio representado en la figura de Jesús

    

     Este acto puede interpretarse como un reflejo de cómo las emociones colectivas, los prejuicios y la manipulación pueden llevar a la sociedad a decisiones erradas, poniendo en evidencia nuestra fragilidad ética. Desde una perspectiva más amplia, este pasaje bíblico ilustra la lucha constante entre el bien y el mal en las elecciones humanas, tanto individuales como colectivas. 


     El sistema de justicia, en esencia, debería ser una expresión de los valores fundamentales de una sociedad. Sin embargo, cuando se priorizan intereses políticos o económicos por encima de la equidad, el sistema se convierte en un mecanismo que favorece a “Barrabás”, es decir, a los culpables, en lugar de defender a las víctimas y al inocente. 


     Nuestra justicia, muchas veces en lugar de ser social, es selectiva, parcial y amañada con vicios de impunidad. Vemos esa impunidad en líderes y figuras poderosas que cometen actos de corrupción o delitos graves, no obstante, a menudo escapan de las consecuencias debido a su influencia, dejando a los ciudadanos con la sensación de que el sistema es inoperante o corrupto. Vemos esa imparcialidad cuando se aplica con rigor contra los débiles o desfavorecidos, mientras protege a quienes tienen poder. 

 

     Vemos líderes que manipulan a las masas para mantener su statu quo. Líderes, que son similares a los fariseos y escribas que incitaron a la multitud a pedir la liberación de Barrabás, utilizando su posición de influencia para moldear la percepción pública en su beneficio. 

    

     Al igual que los fariseos, estos líderes se presentan a sí mismos como salvadores, mientras desvían la atención de sus propias fallas. Distraen y desinforman, en lugar de promover la verdad, fomentando narrativas falsas para manipular a las masas y desviar las críticas hacia enemigos ficticios.


     Si nos ponemos a reflexionar profundamente, la elección de Barrabás no es solo una metáfora histórica, esta elección se convierte en un símbolo del sistema que protege a los responsables de actos dañinos mientras condenan a quienes buscan justicia o desafían estructuras de poder injustas. Este modelo, desde luego, distorsiona la moral pública al normalizar la impunidad y desacreditar los valores de equidad y sacrificio, representados por Jesús

    

     Si prestamos atención, en la narrativa bíblica, además de los líderes religiosos, la multitud participó activamente en la elección de Barrabás. Esto señala cómo las masas pueden ser manipuladas para apoyar sistemas injustos. Es decir, las masas son copartícipes de injusticias porque se dejan arrastrar por manipulación emocional, falta de pensamiento critico, miedo, entre muchos otros factores. Pero tampoco podemos obviar u olvidar a los indiferentes. Sí a esos, que aún estando en la muchedumbre y no eligieron a Barrabás, decidieron callar por miedo o indiferencia permitiendo con su silencio, que la injusticia floreciera. También al callar nos hacemos cómplices.  ¡El que calla, también otorga! 


     Desde el punto de vista de la psicología, la razón o razones detrás de la cooperación de las masas para elegir la injusticia están las emociones colectivas, como el miedo, el odio, el deseo de seguridad, la escasa formación conceptual, euforia cultural; emociones que pueden llevar a las masas a justificar decisiones que perpetúan la injusticia. Desde luego que con el desarrollo de la tecnología, la manipulación o persuasión de la colectividad usando los medios de difusión como instrumento de programación mental se ha convertido en algo esencial para persuadir, incitar y ofuscar al colectivo y así convertirlos en tontos útiles. 

    

     El sistema de justicia y las acciones de nuestros líderes tienen el poder de influir en el rumbo moral de nuestras sociedades. Cada vez que permitimos que la corrupción, la impunidad o la manipulación dominen, estamos, como colectivo, eligiendo a Barrabás. Este pasaje bíblico no solo nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad de nuestros líderes, sino también sobre nuestra complicidad como ciudadanos.


     Hoy, casi dos mil años después de ese acontecimiento que causó la crucifixión de un hombre justo, el simbolismo de la elección de Barrabás resuena profundamente en las dinámicas de los sistemas de justicia y el comportamiento de los líderes en la actualidad. Lo que implica que cuando las decisiones políticas o legales privilegian la corrupción, la impunidad o el interés personal sobre el bien común, se perpetúa un modelo donde “se elige a Barrabás” una y otra vez en detrimento de la justicia, la ética y la verdad. 

    

     Pensemos que cada vez que permitimos que la corrupción, la impunidad o la manipulación dominen, estamos, como colectivo, eligiendo a Barrabás. Por lo tanto, el escenario Jesús-Barrabás no solo nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad de nuestros líderes, sino también sobre nuestra complicidad como ciudadanos.


   ¿Crees que este simbolismo puede inspirar una transformación en nuestra forma de exigir justicia y liderazgo ético? 


    Solo cuando dejemos la ignorancia colectiva, cuando tengamos pensamientos críticos, y dejemos de apoyar los remanentes de un continuismo parasitario,  solo así existirán verdaderos cambios en la justicia social.  Porque los políticos necesitan de la ignorancia para perpetuar sus agendas, necesitan la aceptación de sus retoños iguales (hijos, descendientes o allegados políticos) para mantenerse perpetuados en el poder, y aunque la posibilidad de alcanzar una libertad plena y un sistema educativo que fomente el pensamiento crítico pareciera una utopía, el mantenernos con los ojos vendados y con la mente cerrada esperando cambios que beneficien al colectivo será solo una ilusión patética.  

 


¡Dios los bendiga rica y abundantemente!



Frank Zorrilla

     

sábado, 11 de enero de 2025

“UNA NUEVA RESOLUCIÓN PARA NUESTRAS VIDAS”


Mis queridos amigos y hermanos,


Resoluciones del Nuevo Año
     A principio de cada año que comienza, la mayoría de la gente suele trazarse metas. Nuevas resoluciones son enmarcadas en sus agendas anuales con la finalidad de lograr diversos propósitos en sus vidas, o al menos para intentarlo; ya sea: bajar de peso, emprender un negocio, una nueva carrera, etc. Es como iniciar un nuevo ciclo en sus vidas tomando como línea de partida el nuevo periodo de meses repetitivos del almanaque, pero con un año distinto.
     Muchas personas, ya sea por capricho, superstición o por pura dejadez, dejan pasar los últimos meses y días del año que termina y esperan hasta el nuevo año para iniciar los cambios que consideran esenciales para lograr los propósitos ya mencionados.
Calendario
      Si nos detuviéramos a reflexionar por un momento e hiciéramos un análisis profundo, nos daríamos cuenta que en nuestra percepción de la realidad sólo toma en cuenta la parte externa objetiva. En términos simples, nos enfocamos sólo en lo que concierne a la relación: “ente-sociedad.” Es decir: Al estado de conciencia objetiva medida en una escala de valores proporcional al nivel de aceptación personal influenciada por las personas que forman nuestro entorno.
     En palabras simples, las resoluciones materiales (un mejor empleo, comprar una casa, hacer fortuna, un carro nuevo, dejar un vicio) o de carácter físico (ir al gimnasio, bajar de peso, un proceso quirúrgico para un cambio de imagen) solo alimenta el ego en una sociedad individualista, pero no soluciona la interrelación entre seres homogéneos que comparten el mismo planeta.
     Inevitablemente, ya sea que esperemos un nuevo año o no, nos veremos en la necesidad de producir cambios en nuestras vidas para poder afrontar situaciones de diversas índoles. Vivimos en un mundo de cambios, y muchas veces, esos cambios son mandatorios para la subsistencia; ya que en condiciones extremas, significaría la elección entre la estadía y la extinción de toda la humanidad.
Propósitos someros de cada nuevo año
    Ahora bien, ¿Cómo podemos cambiar para bien propio y de los demás?... 
      Al ser el hombre parte de la gran creación de Dios, y éste al reproducirse, conformar conglomerados sociales de diversos rasgos; existirá como es natural, una tendencia dicotómica o segregacionista. Segregacionismo dísono que se propaga como fractal para estimular un comportamiento egocentrista basado en “elementos individuales  o conjuntos unitarios." Ya partiendo de esa base, la interrelación entre elementos unitarios, toma un carácter egoísta y frívola; donde la armonía solo es aceptable en ciertas intersecciones comunes. Intersecciones que se hacen más y más pequeñas a medida que aumenta nuestro egoísmo y falta de tolerancia. Olvidamos que, todos sin excepción, pertenecemos al gran “Conjunto Universal” que representa la humanidad del planeta. 
     Desafortunadamente, todos los seres humanos estamos expuestos a ser arrastrados por estados de ánimo que menguan la unificación entre conjuntos unitarios. No ponemos en práctica el estoicismo, y como resultado, la destrucción de la gran red energética que nos une. 
     Nos dispersamos por la influencia que genera la individualidad sustentada por las diferencias en el medio ambiente social. Olvidamos que para realizarnos como personas individuales racionales, necesitamos interactuar con el mundo racional que conforma nuestro entorno. La óptica individualista sólo sirve de estorbo para esos propósitos. Porque, ¡sin la existencia de los demás, la capacidad racional no tiene sentido!
Hormigas trabajando colectivamente
     El apóstol Pablo en su carta a los moradores de Corintios con tono enfático exhortó: “El cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Más ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros se gocen con él.” (1Corintios 12:14-18-19-22-23-26). Luego, el apóstol se explaya haciendo un análisis semántico para dejar clara su exposición: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.” (1Corintios 12:27).

Una unión mancomunada
     Del análisis que hace el apóstol sobre la individualidad del cuerpo, podemos inferir que el mensaje es claro y contundente en lo que respecta al "Conjunto Universal” que representa la humanidad." Y nos sugiere la adopción de un camino de excelencia espiritual a través de la inclusión de cada elemento unitario representado por cada ser humano usando como artificio el inmensurable amor de Cristo.
      Si en verdad queremos producir cambios que beneficien a todos por igual, debemos olvidar las agendas particulares y adoptar una nueva iniciativa. ¡Una resolución de constante inclusión perfeccionando nuestro carácter al modelo divino de Cristo!
Cuerpo de Cristo
     Esta renovación a la perfección del amor de Dios no requiere esperar un momento específico de inercia. Requiere decisión, entrega y buena voluntad. Se logra haciendo cambios significativos diariamente en nuestro “Yo” interior, y mirando al estandarte que representa la figura que deseamos ser.
     ¿Cómo se puede lograr esa excelencia que habla el apóstol?... 

     Adoptando el carácter perfecto de Cristo... ¿Y cuál es ese carácter?-... La respuesta se encuentra en la carta del apóstol Mateo.
"Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas." (Mateo 11:29) 
     "La mansedumbre y la humildad." son dos términos o variables cualitativas que aglomeran intrínsecamente todos los componentes de la fórmula por excelencia para convivir armoniosamente con los demás, y al mismo tiempo; pertenecen a la ecuación de perfección espiritual que representa la imagen de Dios.
He aquí las variables y sus sinónimos:
  •      MANSO: tranquilo, quieto, sosegado, apacible, benigno, manejable...
  •     HUMILDE: modesto, obediente, sumiso, dócil...

He aquí la ecuación de perfección espiritual.
                  MANSO + HUMILDE= Imagen de Cristo
Intersección de conjuntos unitarios
     En resumen, sea nuestra resolución diaria renovarnos a la
imagen de Cristo, siguiendo el consejo del apóstol:
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.” (Colosenses 3:12-14).
             
                   ¡Feliz y venturoso año 2025!
      
¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!

Frank Zorrilla