"La música es el arte más directo: entra por el oído y va al corazón."— Magda Tagliaferro.Mis queridos amigos y hermanos:
Vivimos inmersos en un océano de frecuencias. Dentro del vasto espectro de vibraciones que nuestros sentidos pueden percibir, las frecuencias de Audio— aquellas entre 20 Hz a 20,000 Hz— juegan un papel fundamental en nuestra experiencia diaria. Estas vibraciones sonoras no solo son un fenómeno físico; son, según muchas perspectivas, una fuerza que interactúa con lo más profundo de nuestro ser.
¿Qué sucede en el cerebro cuando oímos? Cada sonido que escuchamos es un estímulo que viaja directamente a nuestra corteza cerebral, específicamente al lóbulo temporal, donde el cerebro procesa y decodifica la memoria auditiva, interpreta el lenguaje y reacciona emocionalmente. La audición no es solo un acto físico: es un proceso psicológico, biológico y espiritual.
La música, por tanto, se convierte en una llave capaz de abrir zonas profundas de nuestra percepción, aprendizaje y conducta.
¿Qué relación existe entre lo que oímos y nuestra receptividad cognitiva?
Como bien señaló el apóstol Pablo:
“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17).
Esta cita no solo tiene una connotación espiritual; también refleja una verdad científica: nuestro sistema auditivo es una puerta de entrada a nivel cognitivo y emocional.

El Apóstol está consciente de que el sistema auditivo del ser humano, es uno de los medios que Dios utiliza como herramienta receptora para edificarnos e instruirnos. Él entiende que un efecto sonoro exterior, influye en nuestro comportamiento, estimulando nuestra manera de pensar y de actuar. Esto significa, la capacidad del hombre para cambiar radicalmente su personalidad y creencia, según el entorno sonoro que lo rodea.
Lo que el apóstol exponía, la ciencia lo confirma: y es que, la neurociencia y la psicología consideran que, el ser humano es un organismo abierto y receptivo a los cambios. Posee una estructura cognitiva que puede modificarse a través de estímulos externos, los cuales son percibidos, registrados y analizados por el cerebro, produciendo aprendizaje según la naturaleza, intensidad y complejidad de dichos estímulos. Gracias a esta capacidad, nuestra estructura cognitiva puede transformarse continuamente. Precisamente, esta transformación es la reacción que producen los efectos sonoros en nuestro sistema, lo que la ha convertido a la música en objeto de estudio desde tiempos inmemoriales.
La música, definida a menudo como“el arte de combinar los sonidos con el tiempo", tiene el poder de alterar estados de ánimo, influir en la conducta e incluso afectar nuestro organismo. Su impacto ha sido conocido durante siglos, desde la antigua Grecia, donde se usaba para apaciguar a los violentos y sanar a los deprimidos, hasta los registros bíblicos que atestiguan su uso en la adoración y la terapia. Hoy, la ciencia confirma que ciertas frecuencias son capaces de estimular redes neuronales, liberar endorfinas y alterar nuestro estado físico y mental. Sin embargo, no todos los efectos son positivos. Como una espada de doble filo, la música puede usarse para elevar el espíritu o para incitar al caos.
En otras palabras, la música puede utilizarse tanto para beneficiar como para perjudicar a los seres vivos (lo que incluye a animales y plantas).

¿Es posible que la música afecte las moléculas de los seres vivos?
Un experimento revelador del científico Japonés Masaru Emoto demostró cómo la música afecta la estructura molecular del agua. Al exponer el agua a música relajante, las moléculas formaron patrones armoniosos y cristalinos. Por el contrario, al someterla a música thrash metal, los patrones se volvieron caóticos y fragmentados.
Considerando que el 65% de nuestro cuerpo es agua, estos hallazgos sugieren que lo que escuchamos puede reorganizar nuestra estructura molecular interna, influyendo en nuestra salud y equilibrio emocional.
El filósofo Friedrich Nietzsche, profundamente crítico del alma humana, escribió: "Sin música, la vida sería un error."
Pero también afirmó:
"El hombre es el más cruel de los animales."
Este contraste nos revela una verdad que, en cierto modo, armoniza con la fe: la música tiene el poder de despertar tanto lo mejor como lo peor del ser humano.
La Biblia confirma esta dualidad. A continuación, algunas citas bíblicas del uso de la música:
- Celebración
“¿Por qué te escondiste para huir, y me engañaste, y no me lo hiciste saber para que yo te despidiera con alegría y con cantares, con tamborín y arpa?” (Génesis 31:27).
- Adoración
“Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová, y dijeron: Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente.” (Éxodo 15:1).
- Sanidad emocional
"Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él." (1 Samuel 16:23)
- E, incluso, como instrumento de manipulación espiritual
"El pueblo cantaba y danzaba frente al becerro de oro que habían esculpido para adorarlo." (Éxodo 32:17-19)
Como se observa, la música recorre diversos escenarios de la Biblia, y tan presente está que aparece incluso en relatos que aluden a un tiempo anterior a la creación del hombre.
Un ejemplo de esta idea se encuentra en el libro de Job, donde, en un discurso divino que describe los fundamentos de la Tierra, se habla metafóricamente de cómo "las estrellas de la mañana cantaron juntas y todos los hijos de Dios gritaban de alegría." (Job 38:7)
Esta imagen de júbilo cósmico sugiere que la música es el lenguaje mismo de la creación y el gozo desde el principio.
Pero surge una pregunta inevitable: ¿Acaso el gran enemigo de las naciones formaba parte de este festejo celestial?
Según nos relata la Biblia, Lucifer —"Ángel de luz"— fue creado especialmente para dirigir el gran coro celestial:
“Satanás había dirigido el coro celestial. Él había dado la nota, luego toda la hueste angélica se había unido a él, y entonces en todo el cielo habían resonado acordes gloriosos en honor de Dios y de su amado Hijo."—Elena G.White, Historia de la Redención, capítulo 3, p.26. Asimismo, el profeta Ezequiel afirma:
En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación.” (Ezequiel 28:13).
Sin embargo, una vez expulsado de las huestes celestiales y convertido en Satanás, prostituyó ese grandioso don que se le había otorgado, utilizándolo para corromper al hombre a través de los tiempos.
De ahí que, la música que escuchamos puede tener efectos muy perjudiciales cuando sus letras y mensajes, fomentan en los jóvenes el egocentrismo, la intolerancia, al odio y al sexo en sus diversas formas (racial, xenófobo, social). Este tipo de música puede alentar la ruptura de normas sociales e incitar directamente a la violencia y a la rebeldía.
¿Sabías que la frecuencia de la música afecta nuestra mente?
A través de la Cimática (ciencia que estudia el sonido y la vibración visible) se ha podido comprobar el comportamiento vibratorio del sonido a diferentes frecuencias, su patrón de conducta y sus posibles efectos en los seres humanos.
Esto era de conocimiento para los Nazis, quienes utilizaron las variaciones de frecuencia del sonido como medio de manipulación mental. En efecto, los recientes estudios de la vibración natural de la música, han descubierto que, la vibración que emite la música hoy día, puede generar un efecto nocivo para la salud y el comportamiento de los seres humanos, generando una anti-conciencia.
¿Por qué la música que escuchamos hoy está basada en la frecuencia de 440 Hz. Y no en 432 Hz?
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| cambio de frecuencia de 432 Hz a 440 Hz |
Según esta teoría, los 432 Hz son una frecuencia de paz y armonía espiritual, que está en sintonía con la naturaleza, resuena con el latido del corazón humano, con las ondas cerebrales alfa, con la rotación de la Tierra, con la velocidad de la luz, con los diámetros del Sol y la Luna, e incluso forma parte de la serie de Fibonacci. Se dice que este tono "sana el alma".
Por el contrario, se afirma que la frecuencia 440 Hz, promovida oficialmente, fomenta la negatividad y la rebeldía, y que puede causar enfermedades en la mente y el cuerpo.
La teoría sostiene que este cambio fue introducido por el alemán Joseph Goebbels, ministro de Propaganda nazi, en 1938, y que posteriormente fue aprobado para su uso mundial en 1953 por la ISO (Organización Internacional de Normalización).
Además, en algunos círculos se conoce a la frecuencia 440 Hz como el "Intervalo del Diablo", alegando que en esta frecuencia existe una supresión máxima de la conciencia humana, promueve la agresividad y el conflicto.
El Dr. Leonard Horowitz afirma en su manuscrito "Control de Culto Musical" lo siguiente:
"La industria de la música impuso esa frecuencia de 440Hz para pastorear a las poblaciones con mayor agresividad y aumentar el sufrimiento psicosocial y emocional, el cual predispone a las personas a las enfermedades físicas y psíquicas."
Aunque esta teoría es objeto de debate, plantea una pregunta inquietante:
¿Estamos siendo influenciados por frecuencias diseñadas para alterar nuestro comportamiento?
Sin lugar a duda, más allá de las frecuencias, la música puede transmitir mensajes subliminales que, aunque inaudibles para la mente consciente, penetran directamente en el subconsciente. Es decir, impactan “el umbral de la conciencia.” Los autores de este tipo de música están conscientes de quienes repiten constantemente ciertas canciones pueden estar internalizando patrones de conducta negativos sin siquiera notarlo.
¿Crees que las iglesias o sitios de adoración escapan de esa manipulación auditiva?
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| El merengue en los púlpitos de adoración |
"Satanás ha introducido muy hábilmente cánticos de alabanza cuya lírica omite deliberadamente el nombre a quien se dirige dejando abierta la posibilidad para interpretaciones semánticas."
La música no es solo entretenimiento; es una fuerza que moldea nuestra mente, cuerpo y espíritu. Si no estamos atentos, podemos ser víctimas de una intoxicación psíquica cuyos efectos se manifiestan en violencia, falta de sensibilidad y desconexión espiritual. Como creyentes y seres conscientes, estamos llamados a discernir lo que escuchamos. Retornar a frecuencias y contenidos que promuevan la armonía —tanto en lo físico como en lo espiritual— es un paso crucial hacia una vida más plena y alineada con nuestros valores.
¡Dios los bendiga rica y abundantemente!
Frank Zorrilla



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