miércoles, 11 de septiembre de 2019

"EXPLORAR EL ESPACIO, ABANDONANDO LA TIERRA": ¿Y si la Carrera Espacial es Solo una Huida del Juicio?

Mis queridos hermanos y amigos,

"La ciencia sin conciencia no es más que la ruina del alma."Francois Rabelais

     Las inmortales palabras de Neil Armstrong, comandante de la misión Apolo 11 que alunizó en 1969 — "un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad."— resonaron como himno de esperanza en una nueva era. Sin embargo, ese salto fue también el inicio de una desconexión: mientras el hombre alzaba la mirada al espacio, dejaba atrás un planeta enfermo.

     ¿Fue ese "gran salto" del comandante Armstrong hacia el futuro... o una huida del presente?

     ¿De qué sirve conquistar el universo si no sabemos cuidar nuestro propio mundo? ¿Y si el frenesí espacial es, en realidad, el preludio del juicio?

     "Lo que hacemos con el espacio refleja lo que somos en la Tierra."Carl Sagan

     La carrera espacial ha sido exaltada como símbolo del ingenio humano. Pero tras ese relato heroico, se ocultan intereses geopolíticos, económicos y elitistas. Según el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), en 2023 se invirtieron más de 42 mil millones de dólares en exploración espacial a nivel mundial 

      Mientras tanto, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) reportó que más de 828 millones de personas sufren hambre crónica en nuestro planeta. ¿No revela esto una profunda incongruencia?


     "El conocimiento multiplica los medios de destrucción, no la compasión."  Albert Einstein.

     Indudablemente, el espacio se ha convertido en la nueva frontera del poder, no de la salvación. Es una búsqueda de control, no de rendición. Y quienes la financian no lo hacen por amor a la humanidad:
  • NASA: 21.21 billones de dólares (2019)
  •  Unión Europea —7.2 billones de dólares
  • China —6.0 billones de dólares
  • Rusia —3.0 billones de dólares 
  • India —1.8 billones de dólares
  •  SpaceX (sector privado): 1.0 billones de dólares anuales.

     ¿Estará el hombre de ciencia construyendo una Babel espacial?


     "Vivimos en la era del Antropoceno, donde el ser humano se ha convertido en la mayor fuerza geológica del planeta."Paul Crutzen, Nobel de Química.

     El deterioro ambiental ya no es una advertencia futura; es una realidad irreversible. Desde que el hombre puso pie en la Luna, el planeta ha sufrido un deterioro catastrófico a expensas del desarrollo tecnológico. 

     Algunas cifras lo evidencian:

  •   Según IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) 2023, la Tierra se ha calentado 1.2 Grados Celsius desde la era preindustrial.
  • Según el WWF(Fondo Mundial para la Naturaleza) 2022, más de un millón de especies están en peligro de extinción.
  • Los mantos acuíferos están sobreexplotados y los ecosistemas, al borde del colapso.

 "Los hombres destruyen la Tierra como si tuvieran otra a donde ir." —Noam Chomsky


     Algunos hombres de ciencia estiman que el deterioro progresivo de nuestro planeta se debe al desequilibrio poblacional y a los cambios climáticos ocasionados por la deforestación, al auge industrial y la contaminación que generan las empresas de producción a gran escala.


Surgen entonces preguntas que claman respuestas:

  • ¿Por qué gastar tanto en Marte y en estaciones espaciales y no en curas para enfermedades mortales?
  • ¿Por qué no invertir en combatir la pobreza o mejorar la educación?
  • ¿A quiénes beneficiarán realmente estos avances tecnológicos?
  • Se están preparando para escapar ante un eventual colapso global?

      Organizaciones como el Grupo Bilderberg y círculos de élite científica y económica debaten anualmente temas como la sobrepoblación, las pandemias y los desafíos ecológicos. Muchos proyectos espaciales apuntan a crear "refugios" no para el bien común, sino la preservación de una minoría selecta: científicos, élites intelectuales, atletas de alto rendimiento, familias poderosas y líderes mundiales. 

     Sin embargo, el común denominador es la exclusividad: pocos podrán costear esos "salvavidas tecnológicos". La analogía con el arca de Noé no es casual.

     "Cuando los hombres dicen 'paz y seguridad', entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina." (1 Tesalonicenses 5:3

     ¿Está el planeta en cuenta regresiva?

     Sectores vinculados a la comunidad científica advierten que la Tierra enfrenta un cataclismo cíclico inminente, basado en el agotamiento de recursos esenciales, el cambio climático y la amenaza de meteoritos capaces de replicar el evento catastrófico que extinguió a los dinosaurios. 

     Pero este apocalipsis  no se detendrá únicamente con ciencia, sino con conciencia y arrepentimiento. Porque lo que la humanidad ha sembrado con soberbia, lo cosechará con juicio.


     "Los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas." (2 Pedro 3:10)

     Desde hace décadas, la ciencia advierte de un colapso. La Biblia lo profetiza. Las similitudes entre los informes del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) y las visiones del Apocalipsis son demasiado claras: hambrunas, pestes, guerras, caos climático y colapso económico.

     "En aquellos días los hombres buscarán la muerte...y la muerte huirá de ellos." (Apocalipsis 9:6)

     Incluso las predicciones de científicos seculares comienzan a rozar lo profético. El Boletín de Científicos Atómicos mantiene su famoso "Reloj del Juicio Final" a 90 segundos para la medianoche, el punto más cercano a la destrucción global desde su creación en 1947.

     Ni cohetes ni estaciones espaciales evitarán lo que viene. Las profecías bíblicas anuncian una destrucción global inevitable. acompañada del regreso glorioso de Cristo.

     "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán." (Mateo 24:35)

          No todo está perdido. El mensaje bíblico no termina en destrucción, sino en redención. Mientras la ciencia propone un escape físico hacia destinos inciertos en el espacio, Dios ofrece un escape espiritual eterno y glorioso:

 
      "Luego nosotros... seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire." (1 Tesalonicenses 4:17)

     Este es el verdadero refugio. No una base en Marte. No una estación orbital. Sino un nuevo cielo y una tierra nueva, donde "no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor" (Apocalipsis 21:4)

     Mientras los poderosos buscan salvarse con inteligencia artificial, energía nuclear y tecnología espacial, tú puedes prepararte espiritualmente para lo que viene. No hay planeta más perfecto que la Tierra, ni refugio más seguro que la presencia del Altísimo.  

     
La carrera espacial refleja el alma de la humanidad: brillante en conocimiento, pero vacía en conciencia. La verdadera solución no está en los astros, sino en el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 

          Aunque el Apolo 11 marcó un antes y un después en la historia humana, y mientras la élite científica persigue las estrellas, olvida que no puede escapar de su propia naturaleza ni huir al juicio profetizado

     Lo que se avecina no será detenido por cohetes... sino por el retorno del Creador.    

     ¿Estás preparado para lo que viene? ¿O estás mirando al cielo, olvidando al que viene del cielo?


¡Dios les bendiga rica y abundantemente!


Frank Zorrilla

sábado, 7 de septiembre de 2019

CORTANDO LA CUERDA Y ADOPTANDO LA FE


Mis queridos amigos y hermanos,

     No sé si has escuchado alguna vez, el relato del alpinista solitario, pero me gustaría relatártela…

     -Cuenta el relato que un alpinista se preparó durante varios años para conquistar el Aconcagua (montaña ubicada en el departamento de Las Heras, en la provincia de Mendoza, en el oeste de Argentina). Su desesperación por hacer realidad la proeza de llegar a la cima de esa montaña era tal que, conociendo todos los riesgos, inició su travesía sin compañeros, en busca de la gloria sólo para él. 

    
El alpinista empezó a subir y el día fue avanzando, se fue haciendo tarde y más tarde, y en su prisa no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo para llegar a la cima ese mismo día. Pronto oscureció… La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña y entre la niebla, el viento azotando precipitadamente la ladera y la oscuridad de la noche, sus pasos, su balance y su visión comenzaron a titubear. Ya no se podía ver absolutamente nada. 

    
Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a unos 30 pies de la cima, este intrépido alpinista, se resbaló y se desplomó por los aires. 

     Caía a una velocidad vertiginosa, y en esa caída libre, él sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y tenía la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo...y en esos angustiantes momentos, pasaron por su mente todos los gratos y no tan gratos momentos de su vida, pensaba que iba a morir, pero de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos... 


    
Como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. 

    
En esos momentos de quietud, suspendido por los aires sin ver absolutamente nada en medio de la terrible oscuridad, no le quedó más que gritar: “¡Ayúdame Dios mío, ayúdame Dios mío!”… 

    
De repente, una voz grave y profunda respondió a su desesperada súplica…

    
“¿QUÉ QUIERES QUE HAGA?”…

    
Él respondió en tono de angustia e inquietud: “¡Sálvame, Dios mío!”

    
De forma diáfana y convincente, escucho nuevamente esa voz, pero esta vez preguntando con una certeza estimulante: “¿REALMENTE CREES QUE YO TE PUEDO SALVAR?”…

    
“Por supuesto, Dios mío…Siempre en ti confío”, respondió con voz temblorosa el osado alpinista. Respuesta que era repetida varias veces en forma de eco por las montañas colindantes que eran testigos fieles de tan excitante plática…

    
“Entonces, CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE”, replicó con mucha autoridad y certeza esa voz que escuchaba… 

    
Siguió un momento de silencio y quietud… El alpinista se aferró más a la cuerda y se puso a pensar sobre la propuesta de esa voz que escuchaba en forma ensordecedora...

     Pasaban los segundos, minutos y horas, y los dedos del alpinista se aferraban con más y más tesón a esa cuerda, mientras escuchaba repetidamente la misma voz: “¡CONFIA EN MÍ, CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE!”…

    
Cuenta el equipo de rescate que merodeaba la montaña, que al día siguiente, con gran asombro y perplejidad, encontraron un alpinista colgando muerto, congelado, agarradas sus manos fuertemente a la cuerda de seguridad que lo sostenía… A TAN SOLO 6 PIES DEL SUELO...-

     Cuántas veces, y como narra la historia que acabas de leer, nos aferramos con vehemencia a una cuerda invisible, la cual creemos, es lo más práctico, seguro y confiable. A una cuerda, que según nuestra lógica de pensamiento, nos garantiza seguridad, pero no solución a nuestros problemas emocionales, sentimentales y físicos.

     Las circunstancias nos aíslan y abruman hasta el punto de la inactividad, de la inercia y la pereza, dejando que esa voz interior sea cada vez más ininteligible, dando lugar a la duda y a la suspicacia. A nuestro entender, es mejor asirse fuertemente a algo seguro y fiable tangible. Algo que podemos ver con nuestros ojos físicos, mientras llega esa ayuda de socorro. Pero al poner nuestra confianza en las “cuerdas visibles”, perdemos las bendiciones, las oportunidades del mundo espiritual que sólo es posible mediante la fe. “La certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” Aquella ayuda que nuestros ojos carnales no pueden detectar, ni percibir.

Como seres humanos, aprendemos desde pequeños a guiarnos por nuestros ojos físicos, y el miedo a lo desconocido es insertado en nuestra memoria celular como un espíritu de supervivencia. Es menester creer en la ilusión óptica que garantiza seguridad, en lugar de nuestras corazonadas e intuiciones. Aprendemos a temprana edad a conducirnos confiados en criterios subordinados a la esencia física de lo que captamos con nuestros sentidos corporales, de nunca arriesgarnos por lo que escapa a nuestra realidad condicionada, de aferrarse con fuerzas a esas cuerdas emocionales que garantizan estabilidad. Entonces, al actuar de acuerdo a esos patrones aprendidos de “duda” y “desconfianza”, dejamos de ser seres espirituales. Somos seres predecibles dependientes de la tangibilidad de las cosas, y por ende, seres parasitarios de circunstancias meramente cognitivas.

     
     Imaginemos a un niño en el vientre de una madre aferrado a su cordón umbilical por tener miedo al mundo desconocido que le espera fuera del útero…Si se aferrara a ese cordón que lo alimenta, irremediablemente pondría en riesgo su vida, como también la vida de su progenitora…
   
  El salmista David, al igual que muchos hombres de fe, tenían plena confianza en ese Ser Todopoderoso, que percibían con sus ojos espirituales y con sus corazones. Ellos tenían la certeza y convicción de esa ayuda invisible, mucho más allá de sus razonamientos lógicos. Aquí algunos versículos…

·            “Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.”(Salmos 56:3).

·            “Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye.” (1Juan 5.14)

·            “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas.” (Proverbios 3:5-6).

·            “Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán.” (Proverbios 16:3).

·            “Alzaré mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi socorro”- Mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra. (Salmos 121:1-2).

·            “Dios es mi salvación y mi gloria; es la roca que me fortalece;¡mi refugio está en Dios!” (Salmos 62:7)

¿Y tú mi querido amigo y hermano, qué tan aferrado estás a tu cuerda de seguridad?… ¿Te soltarías y actuarías por fe?...

Sin lugar a dudas, debemos ser valientes, afrontar la realidad y confiar plenamente en aquel que todo lo puede. Una vez clamemos a él, pongamos en acción esa fe, cortemos esas cuerdas que nos atan a un vicio, a una relación sentimental tóxica, a pensamientos negativos, a un pasado que roba nuestra paz, declarando como dijo el salmista David


“El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío ».” (Salmos 91:1-2).


¡Dios te bendiga y te guarde!

Frank Zorrilla