viernes, 27 de febrero de 2015

“CIZAÑA QUE OPACA CON FRUTOS DE ANGUSTIA”


Mis queridos amigos y hermanos,



    ¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
Que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,

De la amorosa espuela duro freno!
¡Oh celo, del favor verdugo eterno!, Vuélvete al lugar triste donde estabas,O al reino (si allá cabes) del espanto;”
     Estas dos estrofas del poema escrito por Luis Góngora, nos da una pincelada de un antiquísimo sentimiento conductual que ha sido parte del ser humano desde la primera generación que habitó la faz de la tierra; inclusive, mucho antes de la creación del hombre, este sentimiento ya existía. Me refiero a: “Los Celos”.  Respuesta emocional espontánea, mental y conductual que generan los seres humanos ante el temor de perder lo que considera suyo. También se le conoce como: La acción dinámica desplegada por un individuo ante la percepción de una amenaza externa capaz de arrebatar y/o poner en peligro una relación personal importante. Una muestra de inseguridad y desconfianza ante lo que considera no tener control absoluto.  
     ¿Quién alguna vez no experimentó algún sentimiento de celos?- Su manifestación se puede observar en todos los niveles y estructuras del entramado social; y sus efectos se dejan sentir desde lo más inocuo, hasta lo más pérfido. Pero de las diversas manifestaciones de este fenómeno social, la más calamitosa, es la que concierne a una relación sentimental entre parejas.
      Desafortunadamente, los “celos” pertenecen al género de emociones negativas que siguen un proceso entrópico en el mundo de lo manifiesto. Y como bien señala el escritor español, Gregorio Marañón: “Los celos son siempre el instrumento certero que destruye la libertad interior y elimina en la compañía toda la felicidad posible”. Esto es, porque es un sentimiento emotivo que actúa por degradación, afectando a la rueda perfecta de la creación.
     Es importante mencionar que, en esa respuesta emocional espontánea, y al igual que cualquier otra emoción negativa que se genera bajo una relación o proceso simbiótico, intervienen los fenómenos psico-fisiológicos, los cuales reaccionan de acuerdo a un patrón de conducta aprendida durante el desarrollo interactivo de niveles de consciencia en la medida que nos desarrollamos cognitivamente.
     Como es de conocimiento general, “los celos” no controlados, o “celos enfermizos”, muchas veces hacen que se produzcan acciones tangibles, que actúan como explosivos activos produciendo emanaciones dañinas; tanto para el/la que siente la emoción, como para el/la que es víctima de sus efectos. Pero no podemos olvidar, que además de los efectos físicos, también existen las secuelas psíquicas que afectan a la personalidad, produciendo trastornos emocionales que promueven la disfuncionalidad del ego o estima, acabando con la pasión y con el deseo de producir sinergia entre los seres vinculantes.     
     Lastimosamente,
“los celos” tiene una compañera inseparable, “la envidia”. Estas dos emociones tienen una fuerte afinidad, y muy raras veces están separadas. Los celos temen perder lo que tienen; la envidia sufre al ver lo que otros poseen.
     En palabras de Honoré de Balzac: “Estar celoso es el súmmum del egoísmo, es el amor propio en defecto, es la irritación de una falsa vanidad”.
     Desde la óptica de la psicología, los celos en una relación sentimental se definen como: “Un mecanismo de defensa; una respuesta natural de un individuo ante la consciente y concreta amenaza de perder una relación interpersonal importante y querida”.
     Según diversos expertos, esta conducta puede desencadenarse por dos cuestiones fundamentales…
1. Por el temor a perder los beneficios que le genera la relación; ya sea estabilidad económica, apoyo emocional, sentimental y moral.
2. Por desconfianza y pérdida de seguridad en sí mismo y en lo que representa a su orgullo. La persona celosa tiende a pensar que si la persona que se quiere optó, eligió a otro/a; entonces, eso sucedió porque la otra persona es mejor, lo cual provoca una suculenta perdida a nivel de autoestima.
     Las palabras del apóstol Santiago son muy contundentes al señalar: “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa”. (Santiago 3:16). En contraste, el apóstol Pablo, nos insta a que profesemos entre nosotros el mismo amor que Dios nos profesa. Un amor tolerante; un amor sin perjuicios, sin limitaciones, sin recelos. “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor.” (1 Corintios 13:4-5).

     Recordemos que como sucede con cualquier otro trastorno de índole emocional, “los celos” también tienen un tratamiento efectivo; lo importante es admitir el problema, poner nuestro empeño para aumentar nuestro autoestima y buscar la ayuda adecuada para combatirlo. Una buena iniciativa sería, la ayuda de Cristo, Aquel que todo lo sabe, y tiene el poder para subsanar y curar cualquier problema emocional. Y si considera la opción profesional como alternativa viable, entonces, debes acudir a un psicoterapeuta o profesional de las enfermedades psíquicas.    

     Si bien es cierto que este sentimiento emocional es una problemática, que tratado a tiempo con un profesional, podría tener solución, también es cierto, que no prestarle la debida atención, puede derivar en serios problemas de conducta, incluso llegando a un plano de violencia y agresión mortal.
 
 
     Lamentablemente, son muchos los casos de violencia de género que se reportan a diario debido a los celos enfermizos de uno de los cónyuges, y
/o relación entre parejas sentimentales. Como solución, la terapia participativa es lo más recomendable en estos casos, siempre y cuando exista un genuino interés en conservar la relación con el ser que se ama.  De lo contrario, lo aconsejable es que la persona celada se aleje para siempre para evitar represalias mayores.

 ¡Dios los bendiga rica y abundantemente!

Frank Zorrilla






miércoles, 26 de noviembre de 2014

LA GRATITUD, EL ARTE DE VIVIR


Mis queridos amigos y hermanos,


      En palabras de Lao Tsé: “El agradecimiento es la memoria del corazón.” 


     Como seres sociables que interactuamos y vivimos en comunidad, tenemos la necesidad ética y moral de expresar o dar muestra de “gratitud” o "agradecimiento" por los beneficios o favores recibidos de nuestros semejantes. El propósito detrás de ese agradecimiento es por lo general, fomentar en otros seres homogéneos, el deseo de buena voluntad e incentivar una afabilidad entre las relaciones interpersonales, contribuyendo así al sostenimiento de hermandad entre los seres creados. Aunque claro está, no todos comparten este punto de vista, ya que según algunos, la acción de "gratitud", no es más que: "la acción egoísta o estrategia sutil utilizada por muchas personas con la sola finalidad de seguir recibiendo favores."

     En el contexto social, el agradecimiento, como otros ideales, permiten que la sociedad funcione; evitando de ese modo, un creciente malestar psicológico que puede resquebrajar a una sociedad de interacción donde existe el ego a nivel individual. Esto da lugar a que, los ideales en una sociedad, tienen un carácter de principio, de ley, de compromiso, de obligación y de deber, los cuales son valores absorbidos por cada uno de los egos a edad temprana. Viéndolo desde esta perspectiva, es posible que esta sea la razón por la que expresamos gratitud por los beneficios que recibimos de otras personas dentro de nuestra sociedad.

     Ahora bien, “la gratitud” no debe solo basarse a la interacción social, también existe el contexto existencial. Es decir: ¡Nuestro ser! Por lo que partiendo desde el marco teórico individualista, y viéndonos, como un ente que forma parte del universo, debemos sentir agradecimiento por todo lo que nuestro consciente finito permite percibir en nuestro hábitat. 

     Esto es así porque el universo reconoce a cada uno de nosotros como únicos e irreemplazables, porque somos copartícipes con él en la concreción. ¡Pertenecemos al mismo átomo que dio origen al universo! ...“Todos somos uno, una misma cosa, un mismo ser. Todos formamos parte de la energía universal que conforma el Todo; es allí de donde venimos, y es allí donde vamos a parar.” 

     Es penoso decir, que la agitada agenda de nuestra vida en sociedad nos mantiene en un sueño inconsciente de permanente ingratitud hacia nuestro prójimo, al igual que para el dador de la vida misma; cuando en realidad, y como bien señala Doménico Cieri Estrada: “Dar gracias a Dios por lo que se tiene, es cuando comienza el arte de vivir.”  

     En efecto, nuestro sentimiento de agradecimiento hacia los demás no debe estar sujeto a una fecha o a un evento especial. Estamos en deuda con aquellos que en el pasado sembraron, construyeron, descubrieron y dieron sus vidas para que disfrutemos una vida mejor. Como decía Publio Virgilio Marón: “Mientras el río corra, los montes hagan sombra y en el cielo hayan estrellas, debe durar la memoria del beneficio recibido en la mente del hombre agradecido.” 

     Y como enfatizó el apóstol Pablo, nuestro agradecimiento hacia el Creador debe ser en todo momento mientras tengamos aliento de vida. “Dando gracias siempre de todo al Dios y Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” (Efesios 5:20).

       ¿Por qué esperar hasta un día específico para mostrarle a Dios nuestra gratitud?... 

     Para el creyente que tiene a Dios como su fuente, dar gracias a Dios por todo lo que ha hecho debe ser una práctica cotidiana. Esta práctica debe empezar desde que abrimos nuestros ojos cada mañana, dándole gracias por...


· El nuevo día que nos brinda, por la oportunidades que nos ofrecerá en nuestro crecimiento espiritual, social y profesional.

· Por otro día de vida en la que podemos ser una luz para el mundo y dar fruto por ser una bendición para otros.

· Por las cosas materiales que tenemos (nacimos desnudos) y por todas las cosas que él ofrece para sostener la vida: comida, ropa, trabajo, etc.

· Por nuestra familia inmediata (padres, hijos, hermanos, esposas, esposos), nuestra familia a través del sacramento del matrimonio (suegros, cuñados, etc.) y nuestra familia social (nuestros amigos).

     Nuestro agradecimiento al Creador, debe llevar el énfasis y la devoción de David, haciendo eco de sus cánticos y alabanzas para realzar y agradecer su grandeza y majestad.

“BENDICE, alma mía a Jehová; y bendigan TODAS mis entrañas su Santo Nombre.
Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.
Él es quien perdona TODAS tus iniquidades, el que sana TODAS tus dolencias; el que rescata del hoyo tu Vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el Águila.”
 
(Salmo 103:1-5)
     
¡Agradecido por leer mis artículos!

Frank Zorrilla