Mis Queridos Amigos
y Hermanos,
¿Has escuchado alguna vez sobre el efecto “Boomerang”
o “Principio de Acción-Reacción”?... Es la misma ley de “Causa y Efecto”, donde: Toda Causa tiene su Efecto, y todo Efecto
tiene su Causa. En otras palabras, no
existe efecto sin causa, al igual que no existe estímulo sin respuesta. Aunque
queramos o no, esa ley es inmutable, por lo que debemos prestarle atención y
asimilarla, ya que de ella dependen las otras leyes que regulan nuestra
existencia.
¡Dios los
bendiga rica y abundantemente!
¿Cuántas veces nos doblegamos a
circunstancias emocionales de índole negativa... Como el “EFECTO” de ser infeliz?...
La “CAUSA” de esa infelicidad radica en pensar y sentir negativamente- Recordemos que los dos estados emotivos que asocia nuestra psiquis a través de la conciencia objetiva son: “Placer” y “Dolor”. De ahí emanan todas las emociones positivas o de “placer” (gozo, paz, alegría, euforia, optimismo, satisfacción, etc.) y todas las negativas o de “dolor” (tristeza, depresión, desánimo, melancolía, abatimiento).
La “CAUSA” de esa infelicidad radica en pensar y sentir negativamente- Recordemos que los dos estados emotivos que asocia nuestra psiquis a través de la conciencia objetiva son: “Placer” y “Dolor”. De ahí emanan todas las emociones positivas o de “placer” (gozo, paz, alegría, euforia, optimismo, satisfacción, etc.) y todas las negativas o de “dolor” (tristeza, depresión, desánimo, melancolía, abatimiento).
Existe una desatinada y absurda creencia
en algunos practicantes de la fe cristiana, los cuales asocian erróneamente “la desgracia y/o la
felicidad” en sus vidas, con acciones o actos que según ellos, merecen “recompensa o castigo”.
De ahí el cuestionamiento: ¿por qué a mí?, ¿qué he hecho para recibir
esto como recompensa?
Este tipo de
creencia no es más que, producto de una doctrina deficiente recibida a través
de los años e insertada en nuestra memoria celular como si fuese un código de
patrón definido que predispone automáticamente nuestro comportamiento. Algo similar
a las creencias de las antiguas religiones paganas.
Si
basamos nuestra lógica de pensamiento en este tipo de creencia, nos sentiremos no ser merecedores
de padecer ciertas condiciones de DOLOR;
porque nuestro comportamiento, según nuestro juicio, no lo amerita. Por lo
tanto, y bajo ese razonamiento ilógico o absurdo, podríamos sentirnos defraudados de aquel
que hemos confiado. En otras palabras, la ignorancia nos hará pensar
erróneamente, que no podemos ser afectados por la ley de “Causa y Efecto” porque creemos en Dios. Y por inferencia, somos EXENTOS de aflicciones por comportarnos debidamente.
En las Sagradas Escrituras encontramos:
“En el día del bien goza del bien; y en el día de la ADVERSIDAD reflexiona.
Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después
de él.” (Eclesiastés 7:14).
Físicamente, vivimos en un universo
periódico y estamos expuestos a ciclos naturales que nos impactarán tanto,
positiva como negativamente. Periodos de “adversidad” y
de “prosperidad”; periodos de “salud” y de "enfermedad." No
podemos escapar de estos ciclos porque ellos conforman nuestra existencia. Ellos
son parte del “Efecto Boomerang” o “Causa
y Efecto.” Ya el gran Maestro de Galilea lo había enunciado a sus
discípulos: “En el mundo tendréis aflicción; pero CONFIAD, yo he
vencido al mundo.” (Juan 16:33).
La Biblia nos relata historias de grandes
hombres, cuyas hazañas en momentos de crisis y persecución nos dan ejemplos de
una fe inquebrantable, e inconmensurable; ejemplos dignos de copiar e imitar.
Es tanto así, que según historiadores, el apóstol Pablo, hombre de gracia y
firmeza, escribió varias de sus cartas, las llamadas: “Epístolas
Carcelarias” encerrado en una mazmorra (Cueva
oscura y sucia que servía como cámara de tortura en tiempo de los romanos).
Otro ejemplo es la historia del joven José, vendido como esclavo, y luego de
prosperado y sin cometer daño alguno, fue encarcelado como un delincuente común,
pero aún en estas condiciones de DOLOR , la Biblia nos relata que Dios estaba
con él. Génesis 39:21.
Si sólo pudiésemos hacer un viaje
imaginario, y nos transportáramos a los tiempos de los apóstoles, nos
percataríamos de las condiciones inhóspitas y desagradables de las cárceles o
mazmorras que sirvieron de albergue a los seguidores de Cristo... Unas lóbregas, sucias, frías y húmedas cámaras de horrores llamadas:
“Prisiones
Mamertinas”, cuyas piedras, fueron testigo de las horripilantes
condiciones de DOLOR en la que se vieron envuelto los primeros cristianos a
CAUSA del Evangelio...
A primera instancia, y al observar esas repulsivas celdas, estaríamos estupefactos, y pensaríamos que esos defensores de la fe cristiana estaban deprimidos y abatidos anímicamente. Sin embargo, fue precisamente en una de estas
solitarias e inmundas mazmorras donde el intrépido prisionero Pablo, y a pesar de su sufrimiento y
escarnio, se llenó de la gracia de Dios y con su mano debilitada y
temblorosa, empuñó la pluma para escribir una de las cartas más tiernas y conmovedoras
que jamás se haya escrito para inspirar a un joven amigo llamado: “Timoteo”,
y por consiguiente, para el resto de los creyentes del Evangelio.
Pablo sabía que el ministerio no sería una
diversión y por tanto, él quería que este joven estuviese alerta y prevenido de
las situaciones que iba a afrontar; por lo que describe con detalles las
características esenciales que él debía poseer para obtener la victoria en su
ministerio evangelístico.
- Ser fuerte en la gracia- Significando la oportunidad de “vida eterna” que nos ofrece Dios a través de Cristo Jesús.
- Ser fiel para confiar- Significando proseguir la obra enseñando a otros que ignoran la gracia de Dios.
- Ser valiente como un soldado- Significando la fortaleza de carácter para subsistir ante las adversidades.
- Ser disciplinado como un atleta- Significando determinación, tenacidad y perseverancia.
- Ser esforzado como un agricultor- Significando paciencia, trabajo arduo y constante.
- Ser diligente como un obrero- Significando disponibilidad, fidelidad y honradez.
- Ser amable como un siervo- Significando liderazgo bajo un principio afable y cortés para corregir e instruir.
En ninguna de las cartas del apóstol Pablo
se hallan indicios de frustración, penuria o reclamo; más bien, mensajes de
exhortación para seguir firmes en la fe y en la sana doctrina. Como dijese una
vez en la epístola a los Romanos: “¿Quién nos separará del amor de
Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro, o espada?"... (Romanos 8:35).
Recordemos que “La grandeza del
acero se forja en la mina” y eso vale para todos nosotros... Hagamos
una pausa lo suficientemente larga para un auto análisis y preguntémonos:
¿Cuáles
son nuestras convicciones? , y ¿cuáles son sus orígenes? ... ¿Son
acaso, producto de una fe auténtica, o sólo por impostura doctrinal?...
Nos engañamos y nos convertimos en “hipócritas” cuando confesamos con nuestra boca que alabamos a Dios por los ratos difíciles que atravesamos, pero en nuestros pensamientos, cuestionamos y ponemos en DUDA su autoridad y poder. Por lo tanto, nuestros pensamientos nunca deben ser negativos, aún cuando pareciese no haber esperanzas. ¡Qué aún en circunstancias negativas de DOLOR, Dios está en control absoluto de nuestras circunstancias, y que junto con la adversidad, también nos proporciona la salida! (1Corintios 10:13)
Nos engañamos y nos convertimos en “hipócritas” cuando confesamos con nuestra boca que alabamos a Dios por los ratos difíciles que atravesamos, pero en nuestros pensamientos, cuestionamos y ponemos en DUDA su autoridad y poder. Por lo tanto, nuestros pensamientos nunca deben ser negativos, aún cuando pareciese no haber esperanzas. ¡Qué aún en circunstancias negativas de DOLOR, Dios está en control absoluto de nuestras circunstancias, y que junto con la adversidad, también nos proporciona la salida! (1Corintios 10:13)
Tengamos presente que la ley de “Causa y Efecto” siempre nos afectará. Por lo tanto, debemos ser juiciosos y actuar con un alto sentido de sensatez,
cordura e integridad; pero ante todo, recordemos que aunque lo queramos o no, seremos afectados por ciclos negativos, y todo dependerá de la formación de
nuestro carácter y cómo aplicar la fe que decimos profesar.
Aprendamos de la
exhortación que nos hace el apóstol Pablo: “Estad
siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la
voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” (1 Tesalonicenses 5:16-18).
Frank
Zorrilla
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