martes, 17 de marzo de 2015

SIMETRÍA, BELLEZA Y PREJUICIO: LA HERENCIA GRIEGA QUE AÚN NOS GOBIERNA.


Mis queridos amigos y hermanos,


"La belleza tiene la profundidad de la piel, pero la fealdad toca el hueso." 
          Dorothy Parker.


     En la antigua Grecia, el aspecto físico del hombre, especialmente las facciones del rostro, era considerado un don divino, una manifestación de semejanza con los dioses. Por eso, quienes gozaban de un rostro simétrico y agradable a la vista gozaban de favores especiales y vivían en una nube de halagos y tributos. En aquella época, ser fisicamente hermoso era sinónimo de ser "bueno e inteligente". El culto a la imagen no era sólo una práctica cultural, sino también religiosa.

     Este pensamiento no fue exclusivo de los griegos. Los romanos también adoptaron esa creencia, llegando incluso a establecer proporciones faciales exactas como representación de la perfección y la armonía divina.

     Con el Renacimiento europeo y su resurgimiento artístico,  este ideal se acentuó aún más. La imagen física pasó a ser vista como un componente esencial para alcanzar la armonía entre la naturaleza, el hombre y lo divino. Por inferencia, todo lo contrario a la belleza se asociaba con la torpeza, la ignorancia, la maldad y la disonancia con los designios de Dios.   

     ¿Crees que esa asociación entre "buenas facciones" e inteligencia o virtud ha disminuido con los años?- 

     ¡Definitivamente no!... Aún hoy, desde edades tempranas, nuestros sistemas sociales nos enseñan a valorar y juzgar un rostro simétrico como símbolo de belleza, bondad, inteligencia y hasta espiritualidad. Pero como advierte Moliére:

“Las apariencias engañan la mayoría de las veces; no siempre hay que juzgar por lo que se ve.” 

Imagen de Cristo griego
     No es casualidad que los artistas europeos, influenciados por la ideología grecorromana y sin tener fundamento o respaldo bíblico, hayan plasmado imágenes del rostro de Jesús con pinceladas heréticas. Un hombre de cabellos rubios, ojos azules, nariz perfilada y rostro perfectamente simétrico con mejillas proporcionales. Estas representaciones no fueron más que una astuta manipulación psicológica que promovió, sin saberlo, la aceptación de lo estéticamente refinado y el rechazo de todo aquello que no encajaba en ese ideal. 


     “Cuando vemos a alguien físicamente agraciado, nuestro subconsciente, por asociación, asume que también ha sido bendecido en otros aspectos. Es una de las muchas características asociadas al estatus que podemos identificar en las primeras interacciones con una persona. Es como si se pensara que la belleza provee de una especie de halo que ilumina todo a su paso."
     
      Lisa Slattery Walker (psicóloga social).

diversas fisonomías 
     Según estudios de Lisa Slattery Walker y Tonya Frevert, de la Universidad de Carolina del Norte, la idea de que "lo bello es bueno" es una heurística que heredamos de los griegos, y que ha ido creciendo con el tiempo como una burbuja acumulativa.   

     Es tal el grado de ignorancia colectiva sobre las creencias griegas, que investigaciones en colegios y en universidades revelan que muchos profesores tienden a asumir que los estudiantes atractivos son más competentes e inteligentes, lo que se refleja en las calificaciones que les otorgan. 

     ¿Sabías que el ideal griego de belleza nunca ha caducado y aún sigue moldeando nuestras decisiones cotidianas?...

      Aquí algunos ejemplos:

  • En el ámbito laboral, cuando todos los factores son iguales, las personas atractivas tienden a ganar más dinero y a obtener puestos de mayor responsabilidad.
  •  En los tribunales, los acusados atractivos suelen recibir sentencias más leves, e incluso, en algunos casos, evitan la condena.
  • Los demandantes fisicamente atractivos tienen más probabilidades de ganar sus casos o de recibir mejores acuerdos monetarios.

Divina proporción aplicada al rostro
      
"Ser bello te confiere ventajas durante toda la vida, desde el colegio hasta el lugar de trabajo."
 Lisa Slattery Walker

     En este mundo, la belleza se ha convertido en una necesidad social. No sorprende que tanto hombres y mujeres acudan a cirujanos estéticos, incluso arriesgando la vida para transformar su apariencia y alcanzar ese estándar de atractivo.

     La Biblia no ignora la belleza física. Hay personajes descritos como atractivos.  

  •  La esposa de Abraham. Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto.” (Génesis 12:11). 

  • La esposa de Isaac. Y la doncella era de aspecto muy hermoso, virgen, a la que varón no había conocido. (Génesis 24:16).

  • José, vendido a Egipto. Y era José de hermoso semblante y bella presencia.” (Génesis 39:6).

  • El rey David. “y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer.” (1Samuel 16:12).

  • Absalón, el hijo de David. Y no había en todo Israel ninguno tan alabado por su hermosura como Absalón; desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto.” (2Samuel 14:25).

     Sin embargo, hay una omisión notable: la Biblia no describe el aspecto físico de la virgen Maria, madre de Jesús. Sólo se limita a resaltar su belleza espiritual:

 ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.” (Lucas 1:28).  

     Y más impresionante aún es cómo el profeta Isaías describe al Mesías:

posible rostro de Jesús
     “Como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.” (Isaías 53.2-3).
 
     Como podemos apreciar en los escritos del profeta Isaías, Jesús no tenía la descripción que vemos en los cuadros e imágenes. Él no vino con un físico espectacular, porque su misión era tocar el corazón, no cautivar con la imagen. Dios sabía que si su Hijo tuviera un aspecto irresistible, se desviaría la atención del mensaje de salvación.  Por eso, nos dio a un Cristo de manos encallecidas por su trabajo como carpintero, de pies endurecidos por sus incansables caminatas entre ciudades y aldeas, de mirada profunda que leía el alma, no la apariencia o el aspecto físico.  

Michael Jackson después de diversas intervenciones estéticas

     Si nuestro modelo es Cristo, ¿por qué  preocuparnos tanto por exaltar la belleza exterior y hacerle culto? - 

     Es momento de romper con esta programación mental a la que hemos sido sometidos, y entender que lo externo representa solamente el  “YO” y sus deseos. En cambio, debemos enfocarnos diligentemente en la búsqueda de la perfección espiritual: la unidad con lo divino, la homogeneidad y armonía entre los seres creados.

     El apóstol Pablo nos da una perspectiva de cómo debemos comportarnos:

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” (Gálatas 5:16-17).

¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!

Frank Zorrilla







viernes, 27 de febrero de 2015

“CIZAÑA QUE OPACA CON FRUTOS DE ANGUSTIA”


Mis queridos amigos y hermanos,



    ¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
Que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,

De la amorosa espuela duro freno!
¡Oh celo, del favor verdugo eterno!, Vuélvete al lugar triste donde estabas,O al reino (si allá cabes) del espanto;”
     Estas dos estrofas del poema escrito por Luis Góngora, nos da una pincelada de un antiquísimo sentimiento conductual que ha sido parte del ser humano desde la primera generación que habitó la faz de la tierra; inclusive, mucho antes de la creación del hombre, este sentimiento ya existía. Me refiero a: “Los Celos”.  Respuesta emocional espontánea, mental y conductual que generan los seres humanos ante el temor de perder lo que considera suyo. También se le conoce como: La acción dinámica desplegada por un individuo ante la percepción de una amenaza externa capaz de arrebatar y/o poner en peligro una relación personal importante. Una muestra de inseguridad y desconfianza ante lo que considera no tener control absoluto.  
     ¿Quién alguna vez no experimentó algún sentimiento de celos?- Su manifestación se puede observar en todos los niveles y estructuras del entramado social; y sus efectos se dejan sentir desde lo más inocuo, hasta lo más pérfido. Pero de las diversas manifestaciones de este fenómeno social, la más calamitosa, es la que concierne a una relación sentimental entre parejas.
      Desafortunadamente, los “celos” pertenecen al género de emociones negativas que siguen un proceso entrópico en el mundo de lo manifiesto. Y como bien señala el escritor español, Gregorio Marañón: “Los celos son siempre el instrumento certero que destruye la libertad interior y elimina en la compañía toda la felicidad posible”. Esto es, porque es un sentimiento emotivo que actúa por degradación, afectando a la rueda perfecta de la creación.
     Es importante mencionar que, en esa respuesta emocional espontánea, y al igual que cualquier otra emoción negativa que se genera bajo una relación o proceso simbiótico, intervienen los fenómenos psico-fisiológicos, los cuales reaccionan de acuerdo a un patrón de conducta aprendida durante el desarrollo interactivo de niveles de consciencia en la medida que nos desarrollamos cognitivamente.
     Como es de conocimiento general, “los celos” no controlados, o “celos enfermizos”, muchas veces hacen que se produzcan acciones tangibles, que actúan como explosivos activos produciendo emanaciones dañinas; tanto para el/la que siente la emoción, como para el/la que es víctima de sus efectos. Pero no podemos olvidar, que además de los efectos físicos, también existen las secuelas psíquicas que afectan a la personalidad, produciendo trastornos emocionales que promueven la disfuncionalidad del ego o estima, acabando con la pasión y con el deseo de producir sinergia entre los seres vinculantes.     
     Lastimosamente,
“los celos” tiene una compañera inseparable, “la envidia”. Estas dos emociones tienen una fuerte afinidad, y muy raras veces están separadas. Los celos temen perder lo que tienen; la envidia sufre al ver lo que otros poseen.
     En palabras de Honoré de Balzac: “Estar celoso es el súmmum del egoísmo, es el amor propio en defecto, es la irritación de una falsa vanidad”.
     Desde la óptica de la psicología, los celos en una relación sentimental se definen como: “Un mecanismo de defensa; una respuesta natural de un individuo ante la consciente y concreta amenaza de perder una relación interpersonal importante y querida”.
     Según diversos expertos, esta conducta puede desencadenarse por dos cuestiones fundamentales…
1. Por el temor a perder los beneficios que le genera la relación; ya sea estabilidad económica, apoyo emocional, sentimental y moral.
2. Por desconfianza y pérdida de seguridad en sí mismo y en lo que representa a su orgullo. La persona celosa tiende a pensar que si la persona que se quiere optó, eligió a otro/a; entonces, eso sucedió porque la otra persona es mejor, lo cual provoca una suculenta perdida a nivel de autoestima.
     Las palabras del apóstol Santiago son muy contundentes al señalar: “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa”. (Santiago 3:16). En contraste, el apóstol Pablo, nos insta a que profesemos entre nosotros el mismo amor que Dios nos profesa. Un amor tolerante; un amor sin perjuicios, sin limitaciones, sin recelos. “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor.” (1 Corintios 13:4-5).

     Recordemos que como sucede con cualquier otro trastorno de índole emocional, “los celos” también tienen un tratamiento efectivo; lo importante es admitir el problema, poner nuestro empeño para aumentar nuestro autoestima y buscar la ayuda adecuada para combatirlo. Una buena iniciativa sería, la ayuda de Cristo, Aquel que todo lo sabe, y tiene el poder para subsanar y curar cualquier problema emocional. Y si considera la opción profesional como alternativa viable, entonces, debes acudir a un psicoterapeuta o profesional de las enfermedades psíquicas.    

     Si bien es cierto que este sentimiento emocional es una problemática, que tratado a tiempo con un profesional, podría tener solución, también es cierto, que no prestarle la debida atención, puede derivar en serios problemas de conducta, incluso llegando a un plano de violencia y agresión mortal.
 
 
     Lamentablemente, son muchos los casos de violencia de género que se reportan a diario debido a los celos enfermizos de uno de los cónyuges, y
/o relación entre parejas sentimentales. Como solución, la terapia participativa es lo más recomendable en estos casos, siempre y cuando exista un genuino interés en conservar la relación con el ser que se ama.  De lo contrario, lo aconsejable es que la persona celada se aleje para siempre para evitar represalias mayores.

 ¡Dios los bendiga rica y abundantemente!

Frank Zorrilla