miércoles, 9 de enero de 2019

LA TRAMPA DEL EGO: "Cuando la Obstinación Se Disfraza de Fortaleza"


Mis queridos hermanos y amigos,

     ¿Somos tenaces o simplemente tercos?

¿Es posible discernir el límite entre la firmeza virtuosa y el orgullo ciego?

     Como dijera en una ocasión el dramaturgo alemán August von Kotzebue

“La tenacidad es confundida frecuentemente con la obstinación.”

     Si reflexionamos en esta afirmación  y nos examinamos sinceramente, ¿cómo nos describimos? ¿Firmes, constantes y perseverantes... o simplemente tercos, testarudos y empecinados?

     La palabra obstinación tiene una larga historia. Proviene del griego autádeis, que significa literalmente: “el que se sale con la suya” o "el que hace lo que quiere". Con el tiempo, ha adoptado connotaciones como arrogancia, soberbia, presunción y altivez. El Diccionario de la Real Academia Española, la define como:

“La actitud del que se mantiene en sus ideas, opiniones o deseos aún en contra de razones convincentes.”

    Analizando la obstinación desde el punto de vista de la evolución y el aprendizaje, ¿es esta un simple defecto de carácter o algo más profundo? 

     Desde una perspectiva amplia, puede considerarse tanto como un proceso evolutivo conceptual al igual que como una predisposición mental aprendida, pero ambos caminos convergen en un punto clave: la intervención del ego.

     Desde el proceso evolutivo conceptual, podemos afirmar que en la historia de la humanidad, cierta rigidez pudo ser útil para la supervivencia. La insistencia en mantener un rumbo firme, aun ante el riesgo, se percibía como determinación. Pero en el mundo actual, donde el crecimiento exige cambio, esa misma rigidez se transforma en ceguera emocional y espiritual.

     Desde la predisposición mental o aprendizaje, culturalmente, aprendemos a no ceder. Desde pequeños nos enseñan que equivocarse es fracasar. Así, la obstinación se convierte en una defensa inconsciente contra la inseguridad y el rechazo. Y cuando el ego está al volante, cambiar de opinión se convierte en un atentado contra el orgullo personal. 

     "La obstinacies nace del orgullo, no de la razón."Francois de la Rochefoucauld 
   
     La
obstinación no es lo mismo que la constancia. Es insistir irracionalmente, incluso cuando todas las señales—y la razón misma— nos indican que vamos por mal camino. 
En una lógica absurda, el obstinado cree que obtendrá resultados distintos manteniendo la misma línea de acción. 

 “La definición de locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes."   
                       —Albert Einstein

     Obstinadamente, nos aferramos a sueños inalcanzables, caminos errados o actitudes destructivas, esperando que el resultado cambie mágicamente, negándonos a aceptar la evidencia o el consejo sabio.

      Esta actitud, no significa en lo absoluto, que ese comportamiento signifique tenacidad para lograr cambiar u obtener resultados distintos; es por el contrario, un absurdo ante lo que no tiene sentido realista y objetivo.

     "Todos los necios son obstinados, y todos los obstinados son necios."Baltasar Gracián. 


     ¿Sabias que la obstinación es también una forma de rebelión contra Dios?

      En la Biblia encontramos múltiples ejemplos de obstinación:

  • El rey Saúl,  cuya desobediencia y rebeldía lo llevaron a perder el favor de Dios.
  • El profeta Jonás, que intentó huir de su llamado y terminó tres días en el vientre de un pez.
  • El pueblo de Israel, de "dura cerviz", que provocó la ira de Dios y vagó 40 años por el desierto.
  • El faraón de Egipto, cuyo corazón endurecido lo condujo a su ruina total.  
     La Escritura es contundente al respecto:

     "Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación." (1 Samuel 15:23)

      Y el apóstol Pablo advierte con severidad:

     "Pero por tu obstinación y por tu corazón empedernido sigues acumulando castigo contra ti mismo para el día de la ira, cuando Dios revelará su justo juicio." (Romanos 2:5)

     El ego es el motor de la obstinación. No tolera la corrección. No acepta perder. Para él retractarse es humillarse. Por eso, muchos prefieren tener razón antes que paz.

     "El hombre prefiere tener razón que salvar su alma." 
Nicolás Gómez Dávila.

     Una persona obstinada cree que su punto de vista es el único válido. No admite otras perspectivas. Se convierte en juez, parte y ejecutor. Esa actitud termina destruyendo relaciones, oportunidades... y su propia alma.

     "El que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y no habrá para él medicina." (Proverbios 29:1)

     Muchos consideran que la obstinación es fortaleza. Una virtud positiva que nos mantendrá luchando por nuestros objetivos, pero no es más que ceguera. No es valentía, sino orgullo. Y el orgullo precede a la caída.  

      Antes de aferrarte a tu manera de pensar, pregúntate:

¿Estoy siendo tenaz en algo que edifica... o simplemente necio en algo que destruye?

     Debemos tener en cuenta que, existirán factores, tanto internos como externos, que impedirán ver los frutos que deseamos, a pesar de nuestro esfuerzo y perseverancia. Y al final del camino, cuando— abatidos por el desánimo de lo inalcanzable— hablemos con nuestro interior a solas, sólo nos acompañará el quebrantamiento de espíritu, porque nuestros sueños utópicos nunca dejaron de ser quimeras en un mundo imaginario, ajeno por completo a la realidad tangible. 

     ¿Qué consecuencias trae la obstinación?

     A menudo no solo afecta nuestra vida espiritual, sino también nuestras relaciones, decisiones laborales, y nuestro desarrollo personal. En muchas ocasiones, no es una idea noble la que defendemos tercamente, sino un vicio, un mal hábito o una forma egoísta de actuar sin importar a quién debemos en el proceso.

     
     Irracionalmente, una persona obstinada camina en alfombras de necedad. Es un individuo caprichoso y al ser así, no aceptará ningún otro punto de vista que no se apegue a sus principios. El obstinado muchas veces practica la “egolatría”.

     Es importante recalcar que si bien, hay momentos en la vida en los cuales se debe tener firmeza, no se debe caer en el punto máximo de obstinación, para evitar que nos afecte a nivel personal, social y laboral. Dios no desecha al humilde, pero resiste al soberbio. Por consiguiente, debemos aprender a discernir entre la firmeza guiada por el Espíritu y la terquedad guiada por el ego.

 Dios nos llama a ser mansos, humildes, dóciles, no tercos, soberbios y rebeldes. Nos invita a tener un corazón condescendiente y flexible.  Nos llama a imitar a Cristo, quien fue "manso y humilde de corazón". Pero obstinadamente, preferimos seguir nuestro propio camino de perdición, resistiendo la gracia y rechazando la salvación que nos ofrece gratuitamente.

     Seamos conscientes de que la obstinación no es puramente instintiva ni exclusivamente adquirida: es una mezcla de ambas, potenciada por el ego que teme desaparecer. Superarla requiere humildad, sabiduría y una disposición activa a crecer, lo cual en muchas ocasiones solo ocurre cuando se sufre el quebranto. 


¡Dios los bendiga rica y abundantemente!


Frank Zorrilla

No hay comentarios.: