Mis queridos amigos y hermanos,
Karl Marx, filósofo y sociólogo alemán, expresó en una de sus frases más celebres: “La religión es el opio del pueblo. La felicidad real del hombre se obtiene aboliendo la felicidad ilusoria que produce la religión. Por lo tanto, la abolición de la religión es un llamado a abandonar una condición que requiere de ilusiones.”
Con estas palabras, Marx no sólo criticaba a la religión institucionalizada, sino que la asociaba con una ilusión necesaria en un mundo hostil, una especie de anestesia que calma al ser humano ante su miseria. Por analogía, relaciona la droga analgésica, narcótica y alucinógena “opio”, para poner en contexto una ilusión irreal fabricada en la mente del hombre, producto de una carencia real. Ilusión que él percibe como un deterioro en el desarrollo cognitivo la cual impide el crecimiento intelectual y científico del hombre en sociedad; por lo tanto, considera necesaria la abolición de la misma.
Considero que la religión solo dejará de ser necesaria cuando hayamos creado un mundo que la haga innecesaria. Mientras tanto, su abolición podría ser tan cruel como el sistema que la critica.
Con estas palabras, Marx no sólo criticaba a la religión institucionalizada, sino que la asociaba con una ilusión necesaria en un mundo hostil, una especie de anestesia que calma al ser humano ante su miseria. Por analogía, relaciona la droga analgésica, narcótica y alucinógena “opio”, para poner en contexto una ilusión irreal fabricada en la mente del hombre, producto de una carencia real. Ilusión que él percibe como un deterioro en el desarrollo cognitivo la cual impide el crecimiento intelectual y científico del hombre en sociedad; por lo tanto, considera necesaria la abolición de la misma.
De acuerdo a su lógica de pensamiento, la religión surge de la necesidad del hombre por explicar aquello que no comprende, funcionando como consuelo ante las creencias sociales, económicas y espirituales.
Desde el marco del materialismo histórico y dialéctico, Marx concebía la realidad como producto de las relaciones materiales de producción. En su análisis, toda explicación espiritual resultaba no solo innecesaria, sino estructuralmente perjudicial para el avance social y científico. La religión, lejos de ser un mero elemento prescindible, se erigía como un obstáculo epistemológico y político para la liberación humana.
Su propuesta radical planteaba la abolición de la religión como requisito para:
1- Forjar una conciencia libre de "ilusiones" o "el opio del pueblo."
2- Alcanzar la emancipación humana de toda deidad o Ser superior.
3- Consolidar al ser humano como único sujeto autónomo dentro del orden material.
En esta lógica, el hombre queda reducido a su dimensión material: un producto histórico cuyos limites y posibilidades lo determina exclusivamente la praxis social y las condiciones económicas, sin referencia a poderes místicos y exento a cualquier poder invisible. La filosofía es clara: la autodeterminación humana se ejerce en un universo casual cerrado, donde lo espiritual es, por definición, ideología.
El materialismo filosófico postula que todo lo que existe es materia, y que el conocimiento sólo es válido si puede comprobarse empíricamente. Bajo esta visión, Dios no tiene cabida, pues al ser espíritu no es cuantificable ni verificable por medios científicos. Esta corriente está íntimamente relacionada con el ateísmo científico, que excluye cualquier elemento sobrenatural de su campo de análisis.
Según el postulado central del materialismo:
"Nada existe fuera de la materia. No hay Dios, ni alma, ni vida después de la muerte. Todo es evolución y azar."
Pero ¿es suficiente esta visión para explicar la totalidad de la experiencia humana?
La capacidad finita del hombre, con sus observaciones y razonamientos lógicos, le permite formular hipótesis sobre algo que no logra entender usando como medio, una dialéctica racional que es sólo la representación de una verdad a medias, o una “percepción de la realidad” a través del pensamiento racional científico; pero todas esas ideas e hipótesis solo se apoyan en los datos que la ciencia puede presentar como válidos.
No obstante, las hipótesis formuladas bajo el materialismo filosófico parten de un marco teórico que ellos entienden como “realismo”, pero no pueden ser comprobadas en el plano real porque carecen de fiabilidad absoluta.
La experiencia religiosa no es simplemente un producto de ignorancia o miedo, como sugiere el materialismo. Por el contrario, ha sido una constante en todas las culturas y épocas.
De hecho, todas las religiones del mundo existen por una necesidad espiritual impregnada en la conciencia del hombre como medio de acercarse a su Creador. Por esa sed de justicia ante la inclemencia de lo que el hombre no puede explicar. En efecto, las religiones son producto de la necesidad del hombre por desear algo más que la simple existencia. Detrás de todas las religiones existe una creencia fundamental de que debe haber algo o alguien más que la simple existencia física que conocemos. La humanidad, desde tiempos remotos, ha buscado respuestas a preguntas fundamentales:
¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy?
"Detrás de toda religión se esconde una sed de transcendencia que el hombre moderno no ha podido extinguir, ni con ciencia ni con tecnología." — Paul Tillich, teólogo y filósofo existencialista.
El ser humano no solo piensa: siente, adora, se conecta con algo que percibe más allá de sí mismo. Por lo tanto, busca a través de la religión, lo que la lógica, el razonamiento y los cuestionamientos, no le permiten entender, tanto en el origen del universo, de la vida y del significado de esta.
Esa necesidad espiritual es tan real como su necesidad física. Es evidencia real de que el ser humano, es más que una simple especie animal altamente evolucionada. Esta necesidad latente en su corazón está plenamente consiente de que deben existir valores espirituales, morales y éticos para ser aceptado por un Ser Superior a él. Entonces, el problema no es la religión, sino la desconexión de su esencia. La verdadera religión —la que conecta al hombre con Dios— no es opio, sino agua viva como dice el apóstol en Juan 4:14.
Cuando el hombre elimina a Dios de su cosmovisión, automáticamente se erige a sí mismo como medida de todas las cosas. Pero, sin un marco ético y moral absoluto, ¿qué nos queda? ¿Qué detiene la caída en el relativismo, la corrupción o el egoísmo?
"Si Dios no existe, todo está permitido." —Fiódor Dostoievski.
En esencia, el “materialismo” como aplicación y filosofía, junto con la teoría del evolucionismo biológico como selección natural, le da libertad al hombre para hacer lo que le plazca, y por ende no estar sujeto "al bien o al mal."
"...Profesando ser sabios, se hicieron necios, y su necio corazón fue entenebrecido." (Romano 1:21-22)
Y añade:
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” (Romanos 1:20)
Dios no es una ilusión: es la base de toda existencia. Su huella está en la creación, en la conciencia humana y en la necesidad universal de adoración, justicia y propósito.
La ciencia y la fe no son enemigos, sino dimensiones complementarias. La ciencia responde al "cómo"; la fe response al "por qué".
"La ciencia sin religión es coja, y la religión sin ciencia es ciega."—Albert Einstein
Y como señaló el físico teórico, Freeman Dyson:
"Cuanto más examino el universo y los detalles de su arquitectura, más evidencia encuentro de que el universo, en algún sentido, debe haber sabido que íbamos a venir."
El avance científico ha llevado a muchos, no al ateísmo, sino al reconocimiento de un diseño inteligente detrás del universo. La complejidad del ADN, el ajuste fino del cosmos, y la conciencia humana son pruebas difíciles de ignorar. No obstante, los científicos, tienen la desagradable tarea de acudir a los métodos inductivos de la asunción para descifrar el gran enigma que implica lo material y lo espiritual.
¿Qué clase de mundo tendríamos si eliminamos la idea de Dios, del bien, del mal, del propósito y la transcendencia? ¿Podríamos vivir únicamente bajo las reglas del instinto, la evolución o el poder? ¿No es acaso más peligrosa esa visión que aquella que busca el amor, la justicia y el perdón?
"Sin Dios, el hombre se convierte en un experimento sin propósito." — Ravi Zacharias
Deberíamos reflexionar en las siguientes preguntas:
- ¿Estamos dispuestos a aceptar que sólo lo material define nuestra existencia?
- ¿Puede la ciencia explicar el alma, la moral, el amor y la conciencia?
- ¿Qué consecuencias trae eliminar toda noción de Dios en una sociedad?
- ¿Y si Dios no es una ilusión... sino la verdad que tanto buscamos?
Considero que la religión solo dejará de ser necesaria cuando hayamos creado un mundo que la haga innecesaria. Mientras tanto, su abolición podría ser tan cruel como el sistema que la critica.
Y tú, querido lector:
¿En qué basas tu existencia? ¿En hipótesis humanas o en una verdad revelada por el Creador?
"Porque separados de mí, nada podéis hacer." —Jesús de Nazareth (Juan 15:5)
¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!
Frank Zorrilla
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