viernes, 13 de mayo de 2022

EL EVANGELIO QUE LA RELIGIÓN CALLÓ: "Jesús no solo oraba...Sentía con el Corazón y Transformaba la Realidad"

Mis queridos amigos y hermanos,


“No quemes libros. No creas que vas a ocultar pensamientos

ocultando las pruebas de que alguna vez existieron.” Dwight David Eisenhower. 


     Si alguna vez has escuchado hablar del gran Maestro de Galilea, del Nazareno, del Mesías o de Jesús el Cristo, se lo debes, a los Evangelios. Estos relatos, recopilados en la Biblia, provienen de testigos presenciales como Mateo, Juan y Marcos, y también de testigos indirectos, como Lucas.


    Mateo y Juan fueron discípulos cercanos de Jesús. Vivieron con Él, caminaron a su lado, y dejaron testimonio de sus palabras, sus obras y, sobre todo, de su mensaje. Marcos, aunque no fue parte directa del grupo de los Doce, tuvo acceso a fuentes fidedignas, probablemente Pedro. Y Lucas, médico de profesión, fue un investigador riguroso, que se encargó de recopilar con esmero los acontecimientos fundamentales del cristianismo primitivo.  


     Sin embargo, hay un evangelio escrito por otro discípulo de Jesús que fue excluido del compendio de libros que conforman la Biblia:el Evangelio de Tomás. 

     Este manuscrito se mantuvo enterrado, y finalmente fue hallado por pura casualidad en diciembre de 1945, en Nag Hammadi, Egipto junto con otros textos en arameo, la lengua original de Jesús. Según los estudiosos, este evangelio fue escrito al alrededor del año 60 d.C., pero fue catalogado  como apócrifo — es decir, de dudosa autenticidad— y vinculado con ideas gnósticas, un movimiento o corriente espiritual que proponía una relación más directa y personal con lo divino, al margen de las estructuras religiosas oficiales o tradiciones ortodoxas de la época.  

 

     Pero, ¿qué tiene de especial este evangelio? 


Primero, nos llama la atención el título que eligió este discípulo para narrar la vivencia que tuvo con Jesús. Este evangelio inicia con una declaración poderosa: 


     “Estas son las palabras ocultas que habló Jesus vivo, y Judas Tomás Dídimo escribió.”


     Desde el comienzo, Tomás nos advierte que está revelando algo escondido, algo que no fue incluido en los evangelios tradicionales.


Segundo, muchas de las frases atribuidas a Jesús en este texto guardan congruencia y similitud con las de los evangelios canónicos, pero con la salvedad de que algunas frases son más completas o revelan matices que en otros textos aparecen cortados o editados. Esta ampliación ofrece una mirada más profunda a las enseñanzas del Maestro. 


Tercero, sorprendentemente, algunas afirmaciones del Evangelio de Tomás encuentran eco en descubrimientos de la física cuántica y en la comprensión moderna del campo unificado. Según ciertos investigadores, las enseñanzas de Jesús contenidas en este texto parecen aludir a principios de conexión mente-corazón que hoy la ciencia comienza a vislumbrar.


     Estos textos, son de vital importancia, porque nos ayudan a entender el cristianismo primitivo desde una perspectiva eclesiástica fuera del marco canónico oficial, y al mismo tiempo, nos ofrecen una óptica distinta a las enseñanzas de Jesús.

     No obstante, si ese manuscrito es tan tan especial, ¿por qué además de no incluirlo a los evangelios canónicos, se mantuvo y se ha mantenido en secreto?….


“En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: 'Quítate y arrójate al mar', y no dude en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.” (Marcos 11:23). 


     En el Evangelio de Tomás, esta enseñanza adquiere una nueva dimensión. 


“Cuando tú hagas de los dos: PENSAMIENTO y EMOCIÓN uno, podrás decirle a esa montaña: 'Muévete' y se moverá." Evangelio de Tomás, versículo 106 

     Aquí no se habla simplemente de fe como creencia, sino de una poderosa fusión interior. Se trata de alinear la mente con el corazón, el pensamiento con la emoción. 


    Y sobre la oración: 

“De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido. (Juan 16: 23-24).


     Tomás recoge la misma promesa de Jesús, pero con una expresión profunda transformadora. 


“De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre ESTRICTAMENTE en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre. Pedid, SIN MOTIVO OCULTO Y SED RODEADOS POR VUESTRAS RESPUESTAS Y ENVUELTOS EN AQUELLO QUE DESEÁIS,  y lo recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.” —Evangelio de Tomás. 
     
     Esto sugiere una forma de oración vivencias: no pedir como quien espera, sino como quien ya siente que ha recibido. El lenguaje no es verbal, sino emocional. Como dice el Salmo:

"Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón." (Salmo 37:4)

     Como podemos observar, el Evangelio de Juan no incluye las frases: "Sin motivo oculto y sed rodeados por vuestras respuestas y envueltos en aquello que deseáis"— 

     Además, notemos que la petición se hace en tiempo presente, asumiendo el sentimiento de que ese deseo o petición ya ha sido cumplido o ya estuviera en nuestras manos.

     En contexto, en el Evangelio de Tomás, cuando pedimos 'SIN MOTIVO OCULTO', alineados en pensamiento y  emoción, emitimos una señal clara y poderosa no dando participación al ego. Y es entonces cuando el cielo responde. 


"La oración no es pedir. Es un anhelo del alma. Es una confesión diaria de la propia debilidad. Es mejor tener un corazón sin palabras, que palabras sin corazón." Mahatma Gandhi.

     Esta forma de oración contestada no es ajena a la historia. Los esenios, una antigua comunidad judía establecida a mediados del siglo ll antes de Cristo, ya practicaban este tipo de conexión espiritual. Su manera de orar no era pedir verbalmente, sino generar el sentimiento de que lo pedido ya era real. Vivían su oración.  

     "La emotion es el lenguaje que habla con Dios. Si el pensamiento es la chispa, la emoción es el fuego."Gregg Braden

¿Cuántas veces nosotros hemos pedido a Dios por un milagro, por una sanidad, por una respuesta... y no hemos visto resultados?


Me imagino que tú también has estado en esa situación tan difícil e incomoda. Tal vez no hemos comprendido que la oración no se trata solo de hablar, sino de sentir. Tal vez hemos hecho pedidos con duda, con temor, o motivados por el ego. 

     Te invito a que explores el lenguaje del corazón basado en la unificación del pensamiento y la emoción, para dar lugar a la transmisión de vórtices de energía que como códigos son recibidos y contestados. Que no solo ores con tu boca, sino con todo tu ser. Que sientas, que visualices, que agradezcas como si ya lo hubieras recibido.

    "La fe no es esperar a que las cosas pasen, es vivir como si ya hubieran sucedido."

     Recordemos que la voz es solo la emisión sonora de lo que queremos, más la resonancia divina es solo posible con el lenguaje del corazón y cuando combinamos el pensamiento y la emoción, retomamos el mensaje perdido que la iglesia quería ocultar, pero como dicen Las Escrituras:

 "Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a la luz."  (Marcos 4:22)

     Y si deseas profundizar más en cómo la ciencia respalda estas prácticas espirituales, te recomiendo leer el artículo: Los Efectos Biológicos y  Espirituales de la Radiación Electromagnética. 


¡Dios los bendiga rica y abundantemente!


Frank Zorrilla    


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