sábado, 14 de julio de 2018

"EXENTOS A LA LEY DE CAUSA Y EFECTO"


Mis Queridos Amigos y Hermanos,
     ¿Has escuchado alguna vez sobre el efecto “Boomerang” o “Principio de Acción-Reacción”?... 

     Es la misma ley de “Causa y Efecto”, donde: Toda Causa tiene su Efecto, y todo Efecto tiene su Causa. En otras palabras, no existe efecto sin causa, al igual que no existe estímulo sin respuesta. Aunque queramos o no, esa ley es inmutable, por lo que debemos prestarle atención y asimilarla, ya que de ella dependen las otras leyes que regulan nuestra existencia.


     ¿Cuántas veces nos doblegamos a circunstancias emocionales de índole negativa... Como el “EFECTO” de ser infeliz?...

     La “CAUSA” de esa infelicidad radica en pensar y sentir negativamente- Recordemos que los dos estados emotivos que asocia nuestra psiquis a través de la conciencia objetiva son: “Placer” “Dolor”. De ahí emanan todas las emociones positivas o de “placer” (gozo, paz, alegría, euforia, optimismo, satisfacción, etc.) y todas las negativas o de “dolor” (tristeza, depresión, desánimo, melancolía, abatimiento).
     Existe una desatinada y absurda creencia en algunos practicantes de la fe cristiana, los cuales asocian erróneamente “la desgracia y/o la felicidad” en sus vidas, con acciones o actos que según ellos, merecen recompensa o castigo”. De ahí el cuestionamiento: ¿por qué a mí?, ¿qué he hecho para recibir esto como recompensa? 
     Este tipo de creencia no es más que, producto de una doctrina deficiente recibida a través de los años e insertada en nuestra memoria celular como si fuese un código de patrón definido que predispone automáticamente nuestro comportamiento. Algo similar a las creencias de las antiguas religiones paganas.
      Si basamos nuestra lógica de pensamiento en este tipo de creencia, nos sentiremos no ser merecedores de padecer ciertas condiciones de DOLOR; porque nuestro comportamiento, según nuestro juicio, no lo amerita. Por lo tanto, y bajo ese razonamiento ilógico o absurdo, podríamos sentirnos defraudados de aquel que hemos confiado. En otras palabras, la ignorancia nos hará pensar erróneamente, que no podemos ser afectados por la ley de “Causa y Efecto” porque creemos en Dios. Y por inferencia, somos EXENTOS de aflicciones por comportarnos debidamente.
     En las Sagradas Escrituras encontramos: “En el día del bien goza del bien; y en el día de la ADVERSIDAD reflexiona. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.” (Eclesiastés 7:14).
     Físicamente, vivimos en un universo periódico y estamos expuestos a ciclos naturales que nos impactarán tanto, positiva como negativamente. Periodos de “adversidad” y de “prosperidad”; periodos de “salud” y de "enfermedad."  No podemos escapar de estos ciclos porque ellos conforman nuestra existencia. Ellos son parte del “Efecto Boomerang” o “Causa y Efecto.”  Ya el gran Maestro de Galilea lo había enunciado a sus discípulos: “En el mundo tendréis aflicción; pero CONFIAD, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33).
     La Biblia nos relata historias de grandes hombres, cuyas hazañas en momentos de crisis y persecución nos dan ejemplos de una fe inquebrantable, e inconmensurable; ejemplos dignos de copiar e imitar. Es tanto así, que según historiadores, el apóstol Pablo, hombre de gracia y firmeza, escribió varias de sus cartas, las llamadas: “Epístolas Carcelarias” encerrado en una mazmorra (Cueva oscura y sucia que servía como cámara de tortura en tiempo de los romanos). Otro ejemplo es la historia del joven José, vendido como esclavo, y luego de prosperado y sin cometer daño alguno, fue encarcelado como un delincuente común, pero aún en estas condiciones de DOLOR ,  la Biblia nos relata que Dios estaba con él. Génesis 39:21.
     Si sólo pudiésemos hacer un viaje imaginario, y nos transportáramos a los tiempos de los apóstoles, nos percataríamos de las condiciones inhóspitas y desagradables de las cárceles o mazmorras que sirvieron de albergue a los seguidores de Cristo... Unas lóbregas, sucias, frías y húmedas cámaras de horrores llamadas: Prisiones Mamertinas”, cuyas piedras, fueron testigo de las horripilantes condiciones de DOLOR en la que se vieron envuelto los primeros cristianos a CAUSA del Evangelio... 
     A primera instancia, y al observar esas repulsivas celdas, estaríamos estupefactos, y pensaríamos que esos defensores de la fe cristiana estaban deprimidos y abatidos anímicamente. Sin embargo, fue precisamente en una de estas solitarias e inmundas mazmorras donde el intrépido prisionero Pablo, y a pesar de su sufrimiento y escarnio, se llenó de la gracia de Dios y  con su mano debilitada y temblorosa, empuñó la pluma para escribir una de las cartas más tiernas y conmovedoras que jamás se haya escrito para inspirar a un joven amigo llamado: “Timoteo”, y por consiguiente, para el resto de los creyentes del Evangelio.
     Pablo sabía que el ministerio no sería una diversión y por tanto, él quería que este joven estuviese alerta y prevenido de las situaciones que iba a afrontar; por lo que describe con detalles las características esenciales que él debía poseer para obtener la victoria en su ministerio evangelístico.
  • Ser fuerte en la gracia- Significando la oportunidad de “vida eterna” que nos ofrece Dios a través de Cristo Jesús.
  • Ser fiel para confiar- Significando proseguir la obra enseñando a otros que ignoran la gracia de Dios.
  • Ser valiente como un soldado- Significando la fortaleza de carácter para subsistir ante las adversidades.
  • Ser disciplinado como un atleta- Significando determinación, tenacidad y perseverancia.
  •  Ser esforzado como un agricultor- Significando paciencia, trabajo arduo y constante.
  • Ser diligente como un obrero- Significando disponibilidad, fidelidad y honradez.
  • Ser amable como un siervo- Significando liderazgo bajo un principio afable y cortés para corregir e instruir.
     En ninguna de las cartas del apóstol Pablo se hallan indicios de frustración, penuria o reclamo; más bien, mensajes de exhortación para seguir firmes en la fe y en la sana doctrina. Como dijese una vez en la epístola a los Romanos: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?"... (Romanos 8:35).
     Recordemos que “La grandeza del acero se forja en la mina” y eso vale para todos nosotros... Hagamos una pausa lo suficientemente larga para un auto análisis y preguntémonos:
 ¿Cuáles son nuestras convicciones? , y ¿cuáles son sus orígenes? ... ¿Son acaso, producto de una fe auténtica, o sólo por impostura doctrinal?... 

     Nos engañamos y nos convertimos en “hipócritas” cuando confesamos con nuestra boca que alabamos a Dios por los ratos difíciles que atravesamos, pero en nuestros pensamientos, cuestionamos y ponemos en DUDA su autoridad y poder. Por lo tanto, nuestros pensamientos nunca deben ser negativos, aún cuando pareciese no haber esperanzas. ¡Qué aún en circunstancias negativas de DOLOR, Dios está en control absoluto de nuestras circunstancias, y que junto con la adversidad, también nos proporciona la salida! (1Corintios 10:13)
     Tengamos presente que la ley de “Causa y Efecto” siempre nos afectará. Por lo tanto, debemos ser juiciosos y actuar con un alto sentido de sensatez, cordura e integridad; pero ante todo, recordemos que aunque lo queramos o no, seremos afectados por ciclos negativos, y todo dependerá de la formación de nuestro carácter y cómo aplicar la fe que decimos profesar. 
     Aprendamos de la exhortación que nos hace el apóstol Pablo: “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”  (1 Tesalonicenses 5:16-18).
 ¡Dios los bendiga rica y abundantemente!

Frank Zorrilla

lunes, 9 de julio de 2018

LA CRIANZA DE NUESTROS HIJOS SOBRE UNA BALANZA

Mis queridos hermanos y amigos,

Como dijese Pitágoras en una de sus citas: “Educad al niño y no será necesario castigar al hombre.” Cuántos percances y situaciones embarazosas nos evitaríamos, si nosotros como padres siguiéramos ese sabio consejo. Pero desafortunadamente, dejamos la educación de nuestros vástagos a un moderno sistema social o sociedad pluralista corrupta, plagada de ineptitudes e inmoralidades; dejamos en manos de extraños, lo más preciado que posee un ser humano, la formación básica del intelecto mientras se forma bajo las diversas etapas de su desarrollo psíquico y su desarrollo físico.  
   
Tengamos presente que, el fundamento de los deberes que la moral impone está en el conocimiento de las relaciones que ligan al hombre con la naturaleza en general o con algunos de los aspectos particulares de la naturaleza. Y como la sociedad es un aspecto particular de la naturaleza, el conocimiento de los deberes sociales se funda en el conocimiento de las relaciones del individuo con: esa reunión espontánea y natural de individuos, con el objeto de satisfacer todas las necesidades de su vida física, moral e intelectual, a la que llamamos “sociedad organizada”.

     Siendo la familia la primera sociedad constituida por sus congéneres. Siendo ésta, la primera evolución del individuo en el aspecto conductual y procesamiento ideológico hacia los fines de su vida, es necesario e imprescindible que, la primera formación de valores morales y espirituales, ocurran en el seno familiar formado por los padres y/o tutores a edad temprana, como bien señala el sabio Salomón: “Instruye al niño en su carrera y cuando sea grande no se apartará de ella” (Proverbios 22:6).

  Nuestros niños están educándose y creciendo en un sistema que les permite libertinaje, en lugar de libertad ideológica; de compensación estimulo-respuesta, en lugar de deberes y derechos; de igualdad social, en lugar de respeto; de méritos individuales, en lugar de cooperación mutua; de divisionismos, en lugar de inclusión. Todo esto, gracias a la nueva y emancipada psicología conductual que realza la compensación, y se sustituye la antigua interrelación entre padres e hijos de: “guía –mentor Vs respeto-obediencia”, con una interrelación más abierta y apegada a los tiempos modernos. Es decir: “una relación entre amigos”. Donde el castigo corporal o físico es prohibido debido a los efectos colaterales o traumas que se producen en la psiquis del niño. Donde es preferible complacer los caprichos del niño antes que corregirlos para evitar conflictos. Donde la función paterna se concentra en proveer lo que el niño quiere, no sólo lo que necesita. Donde prefieren dejar que el niño haga todo tipo de travesura, porque al amonestarlo estropearía su niñez . Donde no se le puede poner limitaciones ni normas, porque genera en el niño inseguridad y dificultad para desarrollar su autocontrol interno.

      Acaso Salomón con su gran sabiduría estaba errado cuando dijo: “La vara y la reprensión dan sabiduría, pero el niño consentido avergonzará a su madre” (Proverbios 29:15). Solo tenemos que echar una ojeada a las estadísticas actuales, y quedaremos estupefactos por la cantidad de niños en la edad de la adolescencia con: trastornos de la sexualidad, trastornos de personalidad, trastornos emocionales de depresión y ansiedad. Adolescentes insensibles a la dignidad humana, soberbios  y manipuladores; jóvenes irrespetuosos a la moral y a las  buenas costumbres; jóvenes intolerantes y con escasa formación espiritual. Todo esto gracias a la formación que recibieron durante sus primeros años de desarrollo: fase fálica (edad comprendida entre los 2 y 5 años de edad), fase de latencia(edad comprendida entre los 6 y 12 años). "La necedad está ligada al corazón del niño; la vara de la disciplina lo alejará de él"(Proverbios 22:15).

     ¿Es el castigo corporal necesario durante la
formación del niño? En nuestra nueva sociedad pluralista, el castigo físico o corporal para corregir la conducta inadecuada de un niño ha venido a ser un tópico dicotómico que genera discusiones muy acaloradas entre los que defienden la antigua norma de que, un correazo en las piernas o una nalgada terapéutica en el momento adecuado servirá para guiarlos correctamente. Otros argumentan que usar castigo físico o corporal dejará afectaciones psicológicas a los niños al crecer convirtiéndolos en adultos violentos y abusadores potenciales. 
   
La Biblia dice: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; más el que lo ama, desde temprano lo corrige" (Proverbios 13:24). Recordemos que, la crianza en sí consiste en un proceso a través del cual el niño recibe información del ambiente que lo rodea y dependiendo de esa formación, establecerá una identidad funcional o disfuncional cuando sea adulto. En palabras simples: "Los padres son responsables de lanzar a la sociedad escorias o ciudadanos consciente de sus deberes para con su ambiente social; para con su nación; para con la humanidad". "A los niños hay que corregirlos. Unos buenos golpes no lo matarán, pero sí lo librarán de la muerte" (Proverbios 23:13-14).

Existe una delgada línea entre la disciplina y la violencia contra un niño a la hora de intentar detener una conducta inapropiada, y este es el factor importante que todo padre debe tener en cuenta. El apóstol Pablo nos sugiere: “Y ustedes padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor”. (Efesios 6:4). Corregir un comportamiento a través de la violencia o motivado por emociones fuertes como la ira o enojo, da paso a una agresión física donde se pierde el valor de la disciplina u orden que está encaminado a un objetivo de manera sistemática. Lo importante aquí es que, cuando se proceda a corregir al niño, no debe existir en el adulto, una carga emocional (ira, enfado, cólera), sino más bien, utilizar “la nalgada terapéutica” o “un correazo en las piernas”, como una herramienta de apoyo para conseguir un objetivo especifico una vez se ha agotado el dialogo. Así lo describe el sabio Salomón: “Castiga a tu hijo mientras hay esperanza; más no se apresure tu alma para destruirlo. El de grande ira llevará la pena; y si usas violencia añadirás nuevos males” (Proverbios 19:18-19).
Objetos usados para enseñar disciplina

    Recordemos que Dios es el creador de la familia, y en las Sagradas Escrituras encontraremos muchos consejos para la crianza de nuestros hijos. Él nos aconseja a través del profeta Isaías: “Esto es lo que ha dicho Jehová, tu Redentor, el Santo de Israel: <Yo soy el Señor tu Dios, que te enseña lo que te conviene, que te guía por el camino en que debes andar>”. (Isaías 48:17). Guiémonos por el Experto Absoluto, por la guía infalible de las Sagradas Escrituras, y educaremos hombres de bien, y ciudadanos del mundo.


¡Dios los bendiga rica y abundantemente!

Frank Zorrilla