jueves, 7 de noviembre de 2013

UNA ACTIVIDAD SOCIAL QUE INCITA A LA VIOLENCIA


Mis queridos amigos y hermanos,


     “Cómo ave con alas que no conoce fronteras; bocado suave para el que cuenta. Toxina que se fragua con la ociosidad; trampa que se teje en la osadía. Hijo de la ligereza y del invento; y pariente plebeyo del secreto”. Frank Zorrilla

     ¿Puedes imaginar a que me refiero?... Tienes razón, me refiero al “acto vejatorio y soez del chismorreo” y la persona que sirve de portavoz para el mismo, “el chismos@”.
     Desde el punto de vista teórico clínico, la psicopatología en el comportamiento de las personas chismosas, tiene índole psicosomático; ya que las personas que recurren a esta actividad se sienten reivindicados por lo que a su juicio, consideran necesaria la diseminación intencional de una noticia, secreto o rumor con fines o propósitos informativos y de entretenimiento. Actividad que se recicla viciosamente y se automatiza en forma de descarga psico-fisiológica, liberando energía mediante los procesos mentales y el órgano de la lengua. Y como es de esperarse, ¡Este proceso se convierte en un mal hábito!
     Este personaje pintoresco de los medios sociales, el chismoso/a, con su estilo peculiar, tiene múltiples fuentes de información.
¨ La primera fuente de información puede ser: “Subjetiva. En otras palabras, el chismoso o la chismosa, percibe lo que escucha indirectamente o ve; y lo asimila de acuerdo a su propio contexto y criterio. Criterio que en la mayoría de las veces, pone de manifiesto su limitada e ignorante capacidad racional basada en especulaciones subjetivas; por lo que al asumir, da lugar a ser usado como artificio para cumplir las intenciones del Maligno.
¨ La segunda fuente, es la información directa. Por consiguiente, esto conlleva a la deshonra de un secreto. Por lo que al revelar esa “información confidencial” en forma de chismorreo, nos convertimos en ¡protagonistas detractores y grandes directores del guión de la intriga! Y  en este plano, nos transformamos en traficantes de información que puede ser manipulada para causar diversos efectos. Efectos, que en la mayoría de las ocasiones tienen repercusiones muy negativas. “El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos.” (Proverbios 16:28).
     Los chismosos siempre han tenido parte en la comunicación social. En efecto, su papel ha sido tácito en el desarrollo humano desde los orígenes del hombre sobre la faz de la Tierra. Lamentablemente, ese desarrollo al que hago mención no es precisamente útil sino más bien nefasto. Aunque este criterio no es bien recibido y compartido por algunos psicólogos que practican la psicología evolutiva, los cuales consideran que el “chisme” es una actividad necesaria para la supervivencia. Algunos sociólogos opinan que, la actividad de chismear, es innata dentro de la especie humana...
     Esa opinión de estos expertos del comportamiento humano hace presuponer que esa actividad, la de “chismear”, es inevitable, positiva y necesaria; porque según ellos, “el chisme y el rumor cumplen con funciones importantes tanto desde el ámbito social, como psicológico para que las personas establezcan enlaces sociales que los mantengan juntos mediante la creación de fuerzas que comuniquen los códigos morales. En otras palabras, el acto de chismear, evita que seamos: 


  • Primero- Indiferentes los unos con los otros. 
  • Segundo- Sirve para controlar la moralidad y los asuntos dentro de grupos pequeños
  • por Último, ayuda a organizar los grupos en cuanto al posicionamiento social de los miembros de acuerdo al grado de información que tengan y la ejecución de chismorrear. 
¿Qué les parece este análisis científico?...
     Como todos sabemos, la comunicación social tiene sus complicaciones y deficiencias; entre los fenómenos negativos de ésta, se encuentra precisamente: la distorsión del mensaje por el interlocutor. Ya sea por: interpretación cognitiva parcializada, por indiferencia de captación o ambas. 

     Lo cierto es que, el que cuenta o narra un hecho, no necesariamente es fiel a lo que escuchó o vio; por lo tanto, en el proceso de narración, cambiará palabras, gestos y quizás, añadirá su propio juicio o conjetura. Como resultado de este proceso degenerativo de la comunicación social que va de boca en boca; salen a la luz los famosos rumores de expresión popular o del vulgo: “Dicen por ahí” y “alguien me contó” desatándose una oleada de especulaciones y crisis de señalamientos prejuiciosos y perniciosos en contra de la persona que es víctima de las insinuaciones.
     Todos tenemos conocimiento de los efectos negativos que produce el chismoso/a, porque éste/ésta, es causante de conflictos, divisiones y disensiones en todo el entramado social, incluyendo a los Centros de Adoración. ¡Sí, me refiero a las Iglesias y su feligresía!... 

     El chisme, como mencioné al principio, “no conoce fronteras ni discrimina”... Ya el gran sabio Salomón había advertido al respecto: “Sin leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, cesa la contienda.” (Proverbios 26:20).
     Pero, ¿Cuándo el chismorreo se convierte en una abominación para Dios?- Como expliqué en el párrafo que precede al anterior, el proceso de comunicación tiende a deteriorarse, y en el preciso instante que añadimos al mensaje algo incierto o falso, quebrantamos uno de los mandamientos divinos. “No levantarás contra tu prójimo falso testimonio, ni mentirás.” (Éxodo 20:16). 

     Indiscutiblemente, al violar o quebrantar este mandamiento, nos convertimos en desobedientes y transgresores de la Ley Divina.
     Antes de abrir nuestra boca para murmurar o chismorrear, debemos reflexionar sobre este tipo de acto. Porque: “Es mejor callar que tener que arrepentirnos de lo que decimos, ya que la conciencia no se puede silenciar” y como dicen las Sagradas Escrituras: “La boca del necio es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma. El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.” (Proverbios 18:7, 21:23). 

     Por lo tanto, refrenemos nuestra lengua y abandonemos el acto pecaminoso del “chisme”.

¡La gracia y las bendiciones de Dios sean contigo!
Frank Zorrilla








miércoles, 6 de noviembre de 2013

"EL FUTURO Y UNA HERENCIA SATURADA DE INCERTIDUMBRES"


Mis queridos amigos y hermanos,

Humillación del hombre
    ¿Es nuestra civilización, mejor que la de 100 años atrás?- Es una interrogante que está sujeta a discusión dependiendo el enfoque político, económico y social que se le quiera dar. Pero, aunque hayan puntos divergentes en opinión, irrefutablemente, la sociedad en que vivimos hoy, con todos sus adelantos y  altiveces; con sus creencias y desafueros, es la herencia de nuestros antecesores. ¡Sea ésta mejor o peor que la de los años anteriores! Fue el legado producto del esfuerzo, visión y mayordomía de aquellos hombres y mujeres, que como nosotros, también coheredaron su sociedad de sus antecesores.

     Como pudimos observar en el párrafo anterior, nuestra civilización es un reciclaje de nuestro pasado con un toque de modernismo. Aprendemos sobre la marcha, pero con una plataforma basada en nuestra historia y experiencias; corrigiendo los errores del pasado y formulando nuevas hipótesis para el futuro. Hipótesis que las futuras generaciones se encargarán de aceptarlas como validas o rechazarlas, una vez sean sometidas a sus respectivos experimentos. Es un proceso de cambios que se realizan paulatinamente. Cambios que están sujetos a necesidades básicas para poder subsistir. Aplicamos nuevos descubrimientos, análisis y estudios para beneficio de la vieja y nueva generación.

     En perspectiva, nuestros conocimientos científicos, cultura, tradiciones, creencias y fábulas, son como códigos genéticos que definen y conforman las estructuras de la sociedad presente y marcará la pauta para la subsiguiente. Por consiguiente, ¿qué tipo de sociedad le quieres dejar a tus vástagos y descendencia?...

     Me imagino, que una sociedad mejor balanceada y más tolerante; una sociedad donde el hombre renueve el pacto con su Creador eliminando sus desafueros como norma de conducta. Una sociedad donde los regímenes nacionalistas y totalitarios sólo se encuentren en los libros de historia; donde el respeto a la dignidad humana sea la regla por excelencia; donde no exista la desigualdad de género y donde la diversidad de culturas y razas estén armónicamente fundidas en una filosofía de vida.

     Sin lugar a dudas, esa sociedad a la que hice mención, sería una sociedad mejor a la que heredamos. Pero la pregunta de lugar es: ¿Qué estamos haciendo para que este tipo de sociedad se haga realidad?, ¿Cuál es tu aporte?...

     Alguien dijo una vez: “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad, y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”. Estas palabras la dijo el gran líder y defensor de los derechos civiles, Martin Luther King, luchador incansable para gestar un movimiento cívico nacional en pos de una nueva sociedad con mayor participación étnica. Una sociedad libre de segregación y odio racial. Movimiento que debemos seguir gestando hasta erradicar todos los remanentes xenófobos y racistas que todavía permanecen.

      Así como el Dr. King, fueron muchos los hombres y mujeres guiados por ideales nobles que se levantaron en el pasado contra los sistemas esclavistas (sistemas que heredamos de sociedades pasadas); sistemas que violaban y pisoteaban despiadadamente los derechos inalienables del hombre. Todos estos grandes héroes tienen algo en común: La formación mental que tuvieron a temprana edad o durante su niñez. Son precisamente los paradigmas, ese conjunto de conceptos que conforman nuestra estructura mental lo que nos permiten percibir nuestro entorno para adaptarlo a la realidad en un proceso evolutivo de cambios. ¡Ésta es la clave para fomentar un futuro mejor!

     El gran Maestro ya lo había dicho: “Lo mismo que sembrare el hombre, eso mismo segará.” (Marcos 10:29-30). Es la educación temprana, es el apego a los preceptos divinos, es la sana doctrina lo que hará la diferencia en las futuras sociedades por venir.

     En el libro de los Proverbios del rey Salomón (Libro del Antiguo Testamento) y bajo la pluma inspirada del espíritu de Dios, el gran sabio nos ofrece los motivos de sus escritos: Para recibir consejos de prudencia, justicia y equidad; para dar sagacidad a los simples y a los jóvenes inteligencia y cordura. 

     Salomón exhorta a los jóvenes: "a escuchar la instrucción de su padre y no menospreciar la dirección de su madre; a no olvidarse de la ley de Dios, ni de olvidarse de guardar los mandamientos".(Proverbios 1:8; 3:1). 

     Salomón sugirió a los padres, la educación del niño, a temprana edad: “instruye al niño en su carrera”. Él nos sugirió, amonestar a nuestros hijos a tiempo, para evitar consecuencias funestas en el mañana: “El que detiene el castigo a su hijo aborrece; más el que lo ama, desde temprano lo corrige". (Proverbios 13:24).

    Desafortunadamente, el deterioro de las sociedades, no son más que el producto de la imprudencia del hombre por enseñorearse y proclamarse emperador de su destino; de su insensatez al apartarse de Dios y quebrantar sus leyes; por el método que utilizamos para educar a nuestros hijos, apartándolos de los preceptos de Dios, y basando la enseñanza únicamente en psicología humana imperfecta. Métodos didácticos, que como bien sabemos, se ahogan en su propio estiércol. Es precisamente debido a este tipo de educación que cosechamos los horrendos actos de barbarie, aberración sexual, matanzas colectivas, etc. que vemos en nuestra sociedad. Le hemos dejado el control a extraños y no nos procuramos en formar nuestros hijos en nuestros hogares.

     Somos tan ingenuos, que creemos que traumatizamos psicológicamente a nuestros hijos si los corregimos. Más recordemos lo que está escrito: “La vara y la corrección dan sabiduría, pero el muchacho consentido será vergüenza de su madre.” (Proverbios 29:15).

     A decir verdad, la degeneración social que presenciamos en esta aldea global, es aterradora. Los valores morales y espirituales están quedando rezagados en el pasado, y si creemos que van a mejorar, estamos ciegamente utópicos y padecemos de un espejismo crónico.

     Si en verdad nos interesa el futuro de nuestros hijos dentro de los próximos 50 años, debemos actuar ahora. Es nuestra responsabilidad educarlos a tiempo, guiarlos y servir de mentores para que tengan noción de una sociedad más llevadera y amena. Debemos inculcarles valores espirituales y enseñarlos a temprana edad a actuar cívicamente reflejando prudencia, cordura y humildad.

¡Dios los bendiga rica y abundantemente!

   Frank Zorrilla







martes, 5 de noviembre de 2013

EL CONCEPTO ABSTRACTO DE: “UN DIOS EN BLANCO Y NEGRO"


Mis queridos amigos y hermanos,


     ¿Cuáles son nuestras perspectivas para convivir con otros seres humanos y en qué consisten nuestros valores?... 
¿Acaso será la concentración del pigmento melanina en nuestra piel, O la esencia de lo espiritual, como seres creados por Dios?
 ¿Tiene Dios una pigmentación o un color de piel definido?
     Los seres humanos nos enmarcamos bajo diversos dogmas, creencias religiosas, lenguajes, culturas y geografías para delimitar las diferencias asociaciones étnicas. Somos distintos por nuestras costumbres y nuestros rasgos físicos; pero en esencia, fuimos creados usando el mismo material de la tierra.
     ¿Será la concentración de melanina en nuestra epidermis sinónimo de inteligencia y belleza... O simplemente, respondemos a un fenómeno de aprendizaje?
     Como bien es sabido por los psicólogos y experto en este tema, la adquisición de destrezas y habilidades en el razonamiento cognitivo es influenciado directamente por lo que aprendemos desde pequeños. Es más bien como un conductismo” basado principalmente, en la teoría asociativa o acondicionamiento: estimulo-respuesta y refuerzo-contigüidad donde el comportamiento humano no es innato, o debido al factor herencia; sino más bien, aprendido.
     A medida que el aprendizaje progresa, el ser humano se va forjando ideas y conceptos definidos en su psiquis para “RECHAZAR” y/o “ACEPTAR” ciertas condiciones o valores muchas veces impuestos desde temprana edad, con el sólo propósito de condicionar y contaminar nuestra mente a concebir lo “Blanco”, y todo lo que implica su concepto, como sinónimo de: “hermosura, belleza y armonía.” Desde luego, que para definir lo “Negro” es lo opuesto; y por ende debemos rechazarlo o verlo desde una óptica inferior.
     Creamos imágenes de un Dios “blanco” con barba rubia, ojos azules, nariz simétricamente proporcional a las facciones de su rostro, correspondiendo inalterablemente a la divina proporción. En otras palabras, un modelo característico de las películas producidas en Hollywood, pero ¿Quién ha visto a Dios, y ha vivido para contarlo?...
     Jesús cuando estuvo en esta Tierra afirmó: “No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. Si me conocieseis, también a mi Padre conocerían; y desde ahora le conocéis, le habéis visto. (Juan 6:46. Juan 14:7). Pero todavía la incertidumbre carcomía los huesos de aquellos que querían conocer la apariencia del Padre, por lo que Felipe (uno de los discípulos de Jesús) responde: “Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.” (Juan 14:8). Esa actitud de duda, genera una pregunta muy contundente de parte del hijo de Dios: “¿Tanto tiempo hace que estoy con ustedes y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” (Juan 14:9).
     Según los antropólogos forenses, Jesús no tenía rasgos físicos caucásicos o de raza blanca, como las imágenes que vemos hoy en día. Su tez era de tonalidad oscura, esto debido a las condiciones del clima en el Medio Oriente. Ya el profeta Isaías había escrito: “No hay hermosura en él, ni esplendor; lo veremos, más sin atractivo alguno para que lo deseemos. (Isaías 53:2).
     No es el caso del tercer hijo del rey David, Absalón a quien la Biblia describe de la siguiente manera: “Y no había en todo Israel ninguno tan alabado por su hermosura como Absalón; desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto.”(2 Samuel 14:25). Jesús no tenía una contextura física extraordinaria que pudiera identificarlo ante otros hombres por su tamaño o musculatura. Esto lo podemos observar cuando Judas el traidor, tuvo que identificarlo a los guardias que vinieron a arrestarlo: “Y el que lo entregaba les había dado señal, diciendo: “Al que yo bese, ese es; prendedlo.” (Mateo 26:48).

     Entonces, ¿de dónde sacamos esa falsa imagen de un Dios blanco?, ¿cuál es el verdadero significado detrás de esta programación psicológica?... 

     Lamentablemente, hemos sido subyugados e hipnotizados. La primera, utilizando la fuerza bruta, como aconteció en el pasado. Y la segunda, inadvertidamente, siguiendo un patrón impuesto de programación psíquica para asociar la superioridad de acuerdo a la etnicidad. Esta afirmación la podemos comprobar, si nos enfocamos en el aspecto sociológico del hombre y sus conquistas; avasallando otros grupos étnicos y culturales e imponiendo su hegemonía a la fuerza en las regiones conquistadas. Los grupos sociales más fuertes han utilizado los mismos algoritmos por milenios porque dan resultado.

      En la antigüedad era en forma de “esclavitud física” y en el presente, bajo un sometimiento ideológico que se oculta maliciosamente en la sombra del conductismo humano. Dando lugar a movimientos xenófobos y al horrible fenómeno del racismo.
     Si nos basamos estrictamente en la ciencia genética, descubriremos que todos los seres humanos somos homogéneos, o básicamente iguales. Esto se demostró a través de un estudio de las diversas poblaciones de distintos Continentes, en donde se comprobó que las diferencias de ADN entre dos personas elegidas al azar de prácticamente, cualquier parte del mundo, equivalen a un 0.5%. Según el estudio, entre el 86 y el 90% de las diferencias encontradas entre los ADN aparecen entre personas del mismo grupo racial, mientras que tan sólo un 14% o menos del 0.5 %, se encuentran entre personas de grupos distintos. Por lo tanto, el concepto de raza queda ambiguo, ya que todos somos iguales, Dios nos creó usando el mismo material.
     Del párrafo anterior podemos deducir, que los factores morfológicos, como son: el aspecto físico o rasgo facial y el color de piel o la concentración de melanina, son sólo producto de la adaptación del hombre a las diferentes regiones que le ha tocado vivir. A esas características biológicas se le denominó: “Raza” como forma de distinguir entre grupos étnicos. Distinción que no tiene validez taxonómica de acuerdo a los antropólogos; ya que la especie humana está compuesta por una sola raza y ésta a su vez se divide en diferentes etnias y pueblos. En otras palabras: El concepto de razas, sólo produce el segregacionismo y la discriminación entre los seres creados por Dios.
     Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, ¡no idéntico!...Nos creó como seres iguales; ni superiores, ni inferiores. La imagen de Dios no es sinónimo de raza; por el contrario, es sinónimo de: “parentesco a Dios.” 

     Adán no se parecía a Dios en el sentido de que Dios tuviera carne y sangre. De acuerdo a las Sagradas Escrituras, “Dios es espíritu” y por tanto, Él existe sin cuerpo material. Sin embargo, el cuerpo de Adán reflejó la vida de Dios, en cuanto a que fue creado con perfecta salud y no estaba sujeto a morir; ¡fue hecho perfecto!

     No debemos confundir el color de la piel ni los rasgos físicos con la imagen de Dios, porque si Dios es representado como un hombre "blanco", por defecto los humanos serán blancos, idea bajo la que subyace un racismo latente. Por lo que debemos inferir que la imagen de Dios se refiere a la parte inmaterial del hombre. Es decir: una semejanza desde el aspecto Mental, Moral Y Social.
  •  Mentalmente, el hombre fue creado para razonar y tener voluntad propia. 
  • Moralmente, el hombre al ser hecho a imagen de Dios, tiene la capacidad de elegir su comportamiento ante el bien y el mal. 
  • Socialmente, el hombre fue creado para tener compañerismo
     Estos tres aspecto mencionados arriba reflejan la Trinidad de Dios y su Amor.
     No nos dejemos confundir con realidades ilusorias con fines divisionistas y malévolos. Recordemos, lo dicho por el apóstol Pablo: “Revestíos del nuevo hombre, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay Griego, ni Judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, esclavo ni libre, sino que Cristo es el todo y en todos.” (Colosenses 3:10-11).
     ¡La gracia y las bendiciones de Dios sean con ustedes!

Frank Zorrilla