viernes, 27 de septiembre de 2013

NUESTRO VOTO DE CONFIANZA- ¿EN QUÉ?,¿EN QUIÉN?...


Mis queridos amigos y hermanos,


      ¿Alguna vez te has preguntado en qué o en quién debes poner tu confianza?- Muchos consideran que la respuesta no es simple; y algunos escépticos que dudan de la capacidad y generosidad humana, esta pregunta genera un poquito de inquietud..

     ¿Cómo podemos vivir en esa disyuntiva?- Desde el punto de vista psicológico social, la confianza puede definirse como: Las expectativas que tenemos como individuos cuando compartimos relaciones interpersonales con otros semejantes tomando como base factores que nos benefician o se enfocan en nuestro bienestar. Partiendo desde ese enfoque psicosocial, ¿debemos entonces, contar con otras personas?- 

     Los seres humanos somos sociales por naturaleza; por lo tanto, nosotros construimos y recreamos nuestra forma de pensar; al igual que cambiamos patrones de comportamiento. Por consiguiente, la confianza es construida socialmente estableciendo coordenadas y cambiando su definición de cómo las personas se deben comportar para construirla, reconstruirla o destruirla. Por inferencia, el asumir y actuar sobre las expectativas de otros y los factores contextuales, puede levantar o inhibir el desarrollo y el sostén de la confianza.

     Como dijera el gran matemático y filósofo griego Arquímedes: “¡Dame un punto de apoyo, y moveré el mundo!”. Extrapolando conceptos, la confianza”, es como ese punto de apoyo. Esa palanca que necesitamos para ejecutar o alcanzar el éxito, o el peldaño para llegar a esa posición deseada o anhelada. También pudiéramos decir, que ella es: Esa gran fuerza motriz que nos impulsa a creer en nuestras habilidades, destrezas y conocimientos. Factores físicos y cognitivos que nos inspiran, nos dan seguridad y credulidad en la capacidad para discernir entre lo práctico obtenible y lo puramente teórico utópico. Pero, ¿cómo diferenciamos una de otra?

     Desafortunadamente, experimentaremos situaciones que, aunque pongamos todo nuestro empeño en la concepción material o materialización de lo que deseamos, tendremos resultados fallidos. Estos resultados son las consecuencias de depositar nuestra confianza en lo absurdo; en otras palabras, creamos expectativas en nuestro subconsciente, fraguando una esperanza que no tenemos dominio ni control, porque sólo es una imagen intangible de nuestra imaginación.


     ¿Quién no ha padecido algún desengaño? o ¿Quién no se ha sentido desanimado, derrotado y amilanado ante decepciones que han dejado huellas difíciles de subsanar?...

     El desengaño es sólo producto de aquel que depositó su confianza en otros o creyó simplemente en sus propias habilidades. El rey David, al igual que el profeta Jeremías vivieron en esa disyuntiva, y de ahí sus filosofías de vida: "Mejor es confiar en Jehová que confiar en el hombre" (Salmo 118:8). "Así dice el Señor: "¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor!" (Jeremías 17:5).

     Ya habrás oído antes, la expresión: “Todo es posible, cuando confías plenamente en ti mismo”. Aseveración que, está conceptualizada precisamente sobre la base de las creencias o expectativas arraigadas a la personalidad de cada individuo. Esta frase, como es de conocimiento general, es muy usada por expertos psicoanalistas para levantar el autoestima y programar nuestro subconsciente a pensar, que podemos lograr todo lo que nos propongamos. De ahí la pregunta: ¿Debemos confiar en nuestra capacidad intelectual y física? - ¡En lo absoluto!, pero no podemos olvidar que nuestras facultades son limitadas y falibles.

     Por consiguiente, y ante lo expuesto en el párrafo anterior, siempre existirá la posibilidad de errar; especialmente cuando exageramos en nuestra autosuficiencia e híper-valoramos nuestra capacidad. Más no debemos olvidar, que cuando buscamos la ayuda del Supremo, podremos vislumbrar otro horizonte; porque tendremos a nuestra disposición, una inagotable fuente de sabiduría y un inmensurable raudal de energía fluirá por nuestro cuerpo; armonizando cada átomo y cada célula para trabajar unísonamente. Y como dicen las Escrituras: "Todo lo puedo en Cristo que me da fortaleza". (Filipenses 4:13).

     Dios tiene respuesta a la gran disyuntiva de confiar: “Bendito el hombre que confía en Jehová y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.” (Jeremías 17:7-8). En él y sólo en él debemos depositar nuestra absoluta confianza. Sus promesas nos dan garantía para sentirnos seguros y en control.

      Ningún hombre en la Tierra posee las cualidades que ameriten nuestra entera credibilidad. No importa su investidura, posición social o valores espirituales. Como dijera el Salmista: “No confíes en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra y en ese mismo día perecen sus pensamientos. Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios”. (Salmo 146: 3-5).

     Estas enseñanzas, no están sugiriendo, que vamos a dudar frenéticamente de nosotros mismos y/o de todas las personas que nos rodean; más debemos siempre razonar, ser cautos y pedir a Dios discernimiento para depositar nuestras esperanzas sólo en su majestad, poder y gloria. 

     Debemos recordar que vivimos en un mundo de engaños, por lo tanto, nuestro lema siempre debe ser: ¡En Dios Confío!

¡Que Dios los bendiga rica y abundantemente!

 Frank Zorrilla