lunes, 5 de agosto de 2013

"LOS EFECTOS DEVASTADORES DEL ORGULLO"


Mis queridos amigos y hermanos,


El orgullo pesa mucho y nos lleva al abismo 
     Nacemos siendo humildes e indefensos, y en el correr de los años adoptamos y nos moldeados de acuerdo a un carácter que en muchas ocasiones nos convierte en personas arrogantes; dando paso a la altivez de espíritu y la elevación del ego a una atmósfera distante al resto de las personas. Ya en este sitial, nuestra visión del mundo cambia a una óptica reductora y da paso al mundo individualista donde sólo reina la percepción de un cosmos en miniatura impregnado en nuestra propia conciencia.
     Un mundo sub real producto de una interpretación subjetiva del mundo externo de acuerdo a una escala de valores internos que considera superior. Ese exceso de valoración propia conlleva a la absurda creencia de considerarse “superior” ante los demás, y como consecuencia directa: "el aislamiento".
     El orgullo, es carcoma de los huesos y es sólo el sentir de los necios e ignorantes que menosprecian ser parte del gran conjunto universal. La Biblia es clara al respecto cuando dice: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, : Y antes de la caída la altivez de espíritu”(Proverbios 16:18). “El que quiera ser mayor, será el servidor de todos(Mateo 20:26)

     Somos parte del gran conjunto universal, y parte del mismo átomo que dio origen al universo, por ende, ¡somos uno en un sistema infinito! con dones para agradar y complacer; no a nosotros mismos, más al que es nuestro testigo.


     Antes de elegir el orgullo como virtud, debemos aprender a amar la soledad, porque el usufructo del orgullo nos destierra a una isla solitaria donde sólo habitan los que adoptan esa postura.
     El orgulloso, como dijo Esopo: “Debe revestirse de una coraza para poder lidiar infinitamente con los males que éste acarrea , porque sólo nuestro carácter nos hace meternos en problemas, pero es nuestro orgullo el que nos mantiene en ellos. Más en esa misma línea, el gran filósofo Sócrates, fue mucho más explícito al indicar: “Aunque el orgullo no es una virtud, es padre de muchas virtudes; virtudes que nos ayudarán a acumular imprudencias y excesos, remontándonos sobre el más alto pináculo, para luego precipitarnos en un abismo de males, del que no hay posibilidad de salir”.
caminos opuestos

     Muchas veces, nos proclamamos orgullosos por pertenecer a una región, nación, creencia, ideal, y/o nacionalidad; manifestando nuestra satisfacción con algarabía y regocijo para diferenciarnos de los demás; especialmente, en ciertas cualidades, las que consideramos engrandece nuestros valores morales y cívicos. Enarbolamos ese distintivo que nos caracteriza y nos distingue como especiales, en otras palabras, es una segregación cultural que marca la individualidad colectiva de un grupo en particular: Es el sentimiento interno que nos hace triunfadores; es la fuente de inspiración para conquistar o seguir trabajando por un ideal o condición. Pero en sus raíces morfológicas, su significado intrínseco es el mismo: La división” o “La segregación.”
El egotismo 
     No existe un aspecto positivo en la descentralización. Porque cualquier tipo de orgullo, es un mal que crea división. Es ese afán de autoproclamarse superior, lo que incide en el deterioro como seres humanos y va en detrimento a los planes de la creación.
     Dios en su creación, nos hizo a imagen y semejanza, por tanto, nosotros al ser parte interna del primer hombre, pertenecemos a ese primero. Sólo nuestra actitud y carácter nos diferencia uno de otros, pero en esencia somos lo mismo; porque provenimos del mismo material utilizado por Dios en la creación.

      Existe un postulado que explica objetivamente este concepto: “En un conjunto universal, si el primer elemento es igual a un segundo y ese segundo elemento a un tercero, por consiguiente, el primero y el tercero son iguales”. 

     Las mutaciones genéticas no han cambiado nuestro cuerpo físico y nuestra mente es el producto de nuestras vivencias en sociedad; por ende, el orgullo sólo viene a ser elemento subjetivo de nuestra percepción individualista.
     Un Cristiano o seguidor de Cristo no puede llamarse orgulloso de ser Cristiano, porque su autoestima se elevaría y daría lugar a la soberbia, dejando rezagada la humildad como sello de hermandad.
     Cómo bien señalan las Escrituras: “Abominación es a Jehová todo altivo de corazón. Ciertamente no quedará impune” (Proverbios 16:5). Por lo tanto, toda abominación se considera desobediencia a los mandatos de Dios. Él  considera que como seres creados a su imagen y semejanza, debemos consagrarnos al amor mutuo y la convivencia para fomentar la unión. Esto sólo es posible dejando atrás el orgullo individual y/o colectivo, y al mismo tiempo siguiendo el gran mandamiento: “¡Amar al prójimo como a ti mismo!”.
      “Todos somos visitantes de este tiempo, de este lugar. Sólo estamos de paso, por tanto, nuestro objetivo es amar, crecer, observar y disfrutar de los momentos mágicos que nos ofrece el estar  vivos en conciencia…Después…Después descansaremos en nuestro sepulcro en espera de nuestro juicio.”

     Recordemos que, "El Señor es excelso, pero toma en cuenta los humildes y mira de lejos a los orgullosos." (Salmo 138:6)
 
¿Cuál es tu opinión sobre el orgullo?...
¡Que Dios los bendiga rica y abundantemente!




 Frank Zorrilla




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